La cuarta transformación ha puesto las bases para que tengamos un México mejor, ese era el sueño de nuestro gran presidente Andrés Manuel López Obrador y es el mismo sueño por el que lucha nuestra actual presidenta la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. Para darle continuidad a esta gran transformación y construir juntos el segundo piso se requiere difundir y profundizar nuestra forma de pensamiento que se resume en el humanismo mexicano, que llegue a un mayor número de personas, que la mayor parte de la sociedad se apropie de este conocimiento, que lo asimile y se integren en este movimiento de la revolución de las conciencias. El Instituto Nacional de Formación Política (INFP) de Morena ha hecho una enorme labor en esta dirección, pero falta aún mucho por hacer, particularmente me refiero a la atención a la comunidad estudiantil de universitarios de distintas disciplinas en todo el país.
No es nuevo que en la mayor parte de las universidades públicas del país se hayan frenado los intentos por democratizar la justicia, la igualdad y por introducir los valores éticos y morales que hoy sostienen a nuestro movimiento de regeneración de la vida pública de México. De hecho, abiertamente, universidades como la UNAM se han puesto abierta y descaradamente encontrar del propio plan de gobierno apelando a su falsa “autonomía universitaria” cuando en verdad, en las últimas décadas, se ha convertido en un brazo político que le ha sido útil a la derecha en México, no sólo para producir y reproducir esta ideología neoliberal academicista y para servirse del presupuesto a sus anchas y mantener a una “elite dorada” parasitaria, sino también para convertirse en la cueva o el refugio de exfuncionarios y políticos corruptos que se esconden bajo el velo de supuestos “académicos o docentes universitarios” integrantes de la comunidad UNAM.
Ejemplos de este tipo hay diversos, está el caso de Enrique Cabrero que después de desfalcar y desviar dinero del antiguo CONACYT por cerca de más de 50 millones de pesos en tiempos de Peña Nieto, siendo incluso SNI-Nivel III y antiguo director del ya podrido neoclásico y neoliberal CIDE, sin el mayor empacho y campantemente ahora forma parte desde el año 2021 de la Junta de Gobierno de la UNAM. Otro caso muy sonado es el de la patética mancuerna de Ciro Murayama y Lorenzo Córdova, uno como profesor en la podrida Facultad de Economía (de donde viene el actual Rector de la UNAM) y otro como SNI Nivel III e investigador del mercenario Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, que se dedica a publicar y a financiar investigaciones a modo para ir en contra de la 4T, como lo fue en el caso de la reforma al poder judicial.
Así podríamos tener múltiples ejemplos de supuestos “académicos” que bajo el velo de “universitarios” forman parte de los operadores de la derecha que han construido de forma articulada y le han dado “fundamento”, desde la academia, al neoliberalismo. Se forman en las aulas universitarias públicas, con fondos públicos, con el erario del pueblo, con becas nacionales y/o para irse al extranjero, para después regresar y ocupar “posiciones estratégicas” y darle en la madre al pueblo. De la misma manera tenemos el caso del farsante “jurista”, el constitucionalista Miguel Carbonell que bajo el cobijo del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM apoya abiertamente a la derecha, se encuentra en contra de la reforma al poder judicial y forma parte del “tanque de pensamiento” que fundamenta las acciones de las múltiples asociaciones que dirige Claudio X. González.
De manera hipócrita y falsa el Dr. Carbonell (otro SNI Nivel III) se hace pasar por un abogado pulcro lavándose la cara con su asociación civil “Centro Carbonell” promoviendo sus programas de estudio que saben mucho de derecho, pero no de justicia, que saben mucho de leyes, pero poco de moral. Este abogado sin ética, forma en la UNAM a los futuros abogados con ese pensamiento neoliberal y de derecha, así es, vive del presupuesto del pueblo y va en contra del pueblo, basta recordar que siendo un supuesto “especialista constitucionalista” nunca dijo nada cuando se ultrajó la constitución reformándola una y otra vez a diestra y siniestra para que desde Carlos Salinas se tuviera una constitución a modo para que el terrible modelo neoliberal se introdujera a profundidad en México y que se aplicara de forma “legal”. Carbonell forma parte de la “elite dorada” de la UNAM y de vez en cuando se le cae la careta, aunque sigue haciendo un esfuerzo constante por hacerse ver como un pulcro ciudadano cualquiera.
Seguiríamos así sin descanso enunciando ejemplos de traición de académicos y supuestos investigadores, de exfuncionarios públicos y políticos que tomando como escudo protector a las universidades y envolviéndose con en el velo de la “autonomía”, de forma cobarde e hipócrita viven del pueblo y laceran al pueblo. Esta terrible mala práctica de nepotismo, corrupción y tráfico de influencias heredada del viejo régimen priista se da a nivel nacional y se multiplica descaradamente a nivel estatal y local. En la mayoría de los casos, son las mismas “universidades autónomas” de cada estado las que forman parte del brazo político o se presentan como la “caja chica” para la operatividad de los partidos políticos o de ciertos funcionarios o exfuncionarios que se apropian de la universidad y de su presupuesto para intereses personales o de un grupo muy selecto.
Su actitud es vil y rastrera, nunca les ha importado la verdadera comunidad universitaria ni la sociedad, es de esta manera que se puede decir que lamentablemente las supuestas “autoridades” universitarias son simples “gerentes” de los grupos de poder y de la oligarquía que se creen dueños de la vida universitaria, son los que verdaderamente ordenan y mandan en la universidad, los que dictan lo que está permitido y lo que no. Tal es el caso que nos trae a colación en esta ocasión para abordar el tema de la Universidad Autónoma de Campeche (UACAM o UAC), una universidad que próxima a cumplir su 60 aniversario, continúa siendo un lastre para el desarrollo del estado. La UAC año con año se traga el presupuesto que se le otorga anualmente y que asciende alrededor de $1,300 millones de pesos (lo equivalente al presupuesto de todo un municipio del estado) y que no se ve reflejado en la calidad universitaria. Literalmente, la UAC se ha convertido en la ubre multimillonaria de una clase política y académica altamente corrupta.
El pasado 26 de octubre el Congreso del Estado lanzó la invitación al evento “Diálogos por la Universidad”, convocado por la bancada de morena e impulsado principalmente por el presidente del congreso, el diputado Antonio Jiménez. La reunión tuvo efecto a las 16:00 horas en la Plaza Pablo García. A la cita llegaron alumnos y profesores de distintas facultades, en su mayoría de ingeniería del Campus V, uno de los más abandonados y con mayores deficiencias en materia de infraestructura y transporte. También asistieron algunos medios de comunicación, padres de alumnos y exprofesores (entre los que me cuento). De acuerdo con sus organizadores, este dialogo tenía como objetivo “escuchar el sentir de la comunidad universitaria y buscar desde el Poder Legislativo tomar acciones para mejorar las condiciones de la UAC”. Lo cierto también es que este evento se da como respuesta a la negativa de la universidad de dejar que el Poder Legislativo informe a la comunidad universitaria sobre sus acciones a favor del estado, obstaculizando con ello el plan de democratización y de divulgación de la cultura legislativa.
Esta negativa por parte de las autoridades, específicamente por parte del Rector de la UAC el Dr. José Antonio Abud Flores, tiene su encono cuando contrario a la apelación de esta falsa “autonomía”, la UAC le abre descaradamente las puertas para que miembros o exponentes de partidos como el PRI o Movimiento Ciudadano impartan conferencias y realicen eventos, dejando fuera a partidos de izquierda como MORENA y el PT. Obviamente, por su carácter hipócrita, las autoridades apelan a su supuesta “autonomía universitaria”, pero lo que está detrás es que la UAC tiene sus preferencias y desde su nacimiento y hasta el día de hoy, es gobernada por grupos de poder de origen priista.
La reunión se dio sin sobresaltos y quisiera sintetizar las distintas participaciones en cuatro grupos. Un grupo que expuso sus experiencias y apelaba a la falta de infraestructura y servicios esenciales en las distintas facultades, por ejemplo, aulas en malas condiciones, laboratorios con faltas de material, falta de transporte, etc. Otro segundo grupo de exposiciones se centró en el tema de la escasa comunicación entre autoridades y los trámites burocráticos, la falta de oportunidades en materia de becas para los estudiantes en la universidad (locales y foráneos) y la falta de transparencia en su asignación y permanencia, así como una falta de visión de la salud y del deporte de forma integral al interior de la universidad; un tercer grupo, sobre todo de exprofesores, abordaron el tema de los despidos injustificados, del nepotismo a la hora de asignar plazas, de la opacidad de los concursos de oposición, del tráfico de influencias por parte del sindicato al momento de concursar por una vacante en la universidad, etc., y finalmente, un cuarto grupo que básicamente representa mi intervención en la reunión que ha quedado documentada y que se dirige a enfatizar la necesidad de un cambio de paradigma al interior de la universidad, un cambio hacia una educación con valores basada fundamentalmente en la ética y en el humanismo.
Hablando del sindicato, curiosamente a esta reunión también asistió Joaquín Berzunza, secretario y supuesto “líder sindical” de la UAC que ha pasado por décadas en ese puesto y que forma parte también de la mafia del poder en la universidad. Algunos exprofesores lo encararon y le reclamaron sus actos de corrupción, nepotismo e intimidación, prácticas desde luego características del viejo régimen priista. Berzunza hablaba de algo muy interesante, un modelo universitario donde, para él, existen tres elementos: los trabajadores (administrativos y docentes), las autoridades de la universidad y la clase estudiantil. Efectivamente, es eso mismo lo que retrata a la UAC, una universidad “cerrada” que siempre ha estado alejada de la sociedad, que vive de la sociedad y del presupuesto del pueblo, pero que jamás le ha dado algo al pueblo (sin impacto social), por el contrario, es productora de egresados con una ideología altamente conservadora y corrupta, reproductora de desigualdades y de actos de injusticia que al día de hoy se ven como “normales”. El modelo de los tres elementos de Berzunza es eso, una UAC vista como una burbuja donde la élite ordeña y se alimenta del presupuesto público poniendo de parapeto y de fachada a los estudiantes y a una falsa comunidad universitaria.
En su intervención, no sé si a Berzunza le ganó el descaro o el cinismo al mencionar que ha pasado por varias administraciones de rectores en la UAC y “con nadie” ha tenido problemas, sin darse cuenta que develaba representar un rancio cacicazgo que ha lastimado por décadas los procesos democráticos de la clase trabajadora de la UAC, otro ejemplo más de que lo inmoral en ocasiones se normaliza. Ahora resulta que se encuentra sorprendido de las malas condiciones laborales de la universidad y condena, sin ninguna calidad moral, al rector Abud, sin duda toda una escena surrealista.
Si bien es cierto que el rector Abud es un corrupto y traidor, Berzunza también forma parte del grave problema en el que se encuentra hoy la universidad. Recientemente la Gobernadora Layda Sansores ha develado que Abud se alineó a intereses del poder en la universidad, paradójicamente a grupos de poder cercanos a “Alito” (como Fernando Medina Blum), quien fuera el porro que lo sacaría a patadas de la UAC por órdenes del gobernador en turno José Antonio González Curi. Es triste y lamentable el papel de Abud, de alguien en el que se tenían esperanzas de que sacara adelante a la universidad que sigue en el oscurantismo total, claro, bien pintadita por fuera y con los jardines bien podados, pero por dentro podrida, sin esencia ni identidad, sin un genuino amor por el avance de la ciencia y el conocimiento. Si bien hay algunos casos de éxito y atisbos de gloria, son sólo eso, golondrinas que no hacen verano y que si se han dado han sido a pesar de toda esa trama de corrupción institucionalizada al interior de la universidad.
Abud y Berzunza pasarán a la historia por ser los personajes siniestros que dan la cara en la universidad, pero hay otros que ni siquiera se mencionan, eso son lo realmente dueños de la UAC, es cuestión de seguir la ruta del dinero para poder saber quiénes son los que por años se han beneficiado del presupuesto de la universidad, esa universidad que en los medios tanto cacarean como la “máxima casa de estudios”, pero que en la realidad, y lo saben porque lo padecen los estudiantes en el día a día, carece de sanitarios dignos, tiene aulas con ventiladores descompuestos, laboratorios sin equipar, sin agua, sin luz, oficinas de informática con computadoras descompuestas, en fin, todo un fracaso pese al basto presupuesto que año con año se le destina y que es dinero del pueblo.
Se valora la iniciativa del diputado Antonio Jiménez, aunque en la hoja de acuerdos de ese día sólo se hayan registrado las cuestiones técnicas de forma y no de fondo de lo que requiere la universidad para verdaderamente hacer un cambio. Sin duda, falta mucho por hacer por la universidad y estas iniciativas son un primer paso para lograrlo. De la misma manera, considero que un cambio verdadero en el estado requerirá de la clase universitaria que es quienes poseen la juventud y la energía, que es momento de despertar a nuestros jóvenes del letargo del neoliberalismo y transformar a Campeche.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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