Por Nathael Pérez
El crimen organizado es, ante todo, un negocio ilegal que busca ganancias económicas y opera como una empresa. El terrorismo, en cambio, es la generación de violencia con fines políticos, diseñada para causar miedo e influir en gobiernos o poblaciones. Aunque a veces se cruzan, sus motivaciones, métodos y objetivos son distintos.
El reciente ataque con explosivos frente a la base de la Policía Comunitaria de Coahuayana, Michoacán, es un ejemplo concreto de cómo la violencia en ciertas regiones puede manifestarse de manera extrema. Este hecho ilustra la distinción entre crimen organizado y terrorismo, ya que la utilización de un explosivo recuerda tácticas propias de la violencia terrorista. Sin embargo, como explica la literatura sobre el tema, la motivación y el objetivo de la acción determinan su naturaleza, diferenciando si se trata de un ataque para obtener ganancias económicas o de un acto con fines políticos.
¿Qué es el crimen organizado?
Hablar de crimen organizado no es tan simple como parece, ya que el sociólogo Juan Gabriel Tokatlián advierte que no existe una definición única ni universal: el concepto es amplio, cambiante y, a veces, hasta escurridizo. Por ello es que propone tratarlo con una mirada “fenomenológica”, es decir, observar cómo funcionan realmente estas organizaciones para entender sus rasgos básicos.
En términos sencillos, el crimen organizado es un negocio ilegal que opera como una empresa:
- Tiene un grupo de personas, valga la redundancia, bien organizado
- Opera de manera estable en el tiempo
- Se dedican a actividades delictivas con un objetivo claro: ganar dinero o beneficios materiales
Ejemplos: un cártel que trafica drogas, una red dedicada al robo de autos, o una grupo que cobra piso a comerciantes. En todos los casos el objetivo es lucrar por medio de una actividad ilícita. Sus decisiones, estructura y acciones giran alrededor de proteger el negocio y sus ganancias.
No confundir crimen organizado con terrorismo
En años recientes, especialmente en América Latina, algunas agencias de seguridad de EUA han empujado la idea de que el crimen organizado —sobre todo el narcotráfico— y el terrorismo son prácticamente lo mismo. Esta visión errónea mezcla dos fenómenos que, aunque a veces se rozan, no tienen el mismo objetivo ni operan igual.
Esta confusión ignora que cada uno tiene dinámicas propias y que no todos los países enfrentan estos problemas de la misma manera.
¿Qué es entonces el terrorismo?
El terrorismo es, ante todo, una acción o varias acciones violentas con fines políticos. Su objetivo no es ganar dinero, sino transmitir un mensaje político utilizando el miedo como principal herramienta.
Un atentado con bomba en un aeropuerto, un ataque armado contra civiles o la amenaza de destruir infraestructura: en todos estos casos, la violencia —o la amenaza de ella— busca atemorizar a una población o presionar a un gobierno para que haga o deje de hacer algo.
Ejemplos: un grupo extremista que detona explosivos en edificios gubernamentales para exigir cambios políticos. Aunque financie parte de sus actividades robando bancos o mediante secuestros, su meta sigue siendo política, no económica.
Diferencia clave
De acuerdo con el jurista Howard Abadinsky, el crimen organizado es una “empresa no ideológica”: no quiere imponer creencias ni cambiar gobiernos, solo proteger y expandir su negocio. Puede involucrarse en política pero solo para comprar protección, evadir controles o corromper autoridades que le faciliten operar.
En cambio, el terrorismo sí tiene metas políticas, ideológicas o religiosas. La violencia no es un medio para ganar dinero, sino para cambiar el panorama político de un país o una región.
A veces se cruzan, pero no son lo mismo
A veces un cártel puede usar tácticas terroristas —por ejemplo, colocar coches bomba o exhibir violencia extrema—, pero como herramienta, no como identidad. Busca intimidar a rivales o autoridades para proteger sus operaciones, no para transformar un sistema político.
También ocurre lo contrario: algunas organizaciones terroristas recurren a actividades criminales para financiarse, aunque su objetivo final sigue siendo político.
¿Por qué importa diferenciarlos?
Porque sus estrategias, sus motivaciones y su impacto son distintos:
- El crimen organizado necesita un ambiente relativamente estable para realizar sus negocios; por eso tiende a corromper, infiltrar y controlar sectores económicos y gubernamentales, evitando llamar demasiado la atención.
- El terrorismo, en cambio, busca generar inestabilidad y miedo, porque eso le da fuerza política.
Un cártel preferirá sobornar a un policía para que le permita operar o lo deje en libertad; un grupo terrorista preferirá atacar una estación de policías para enviar un mensaje.
Fuente: Qué es el crimen organizado. Marcelo Fabián Sain. 1a ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, 2017


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