De antemano me disculpo por no haberme disculpado antes de disculparme. Me disculpo tanto con Dato Protegido como con cualquier otro Dato Protegido al que, sin ofender, mis palabras y/o actos ofendan. A mi favor, cabe decir que clínicamente puedo demostrar una patente incapacidad por ser políticamente correcto, los años que tengo de vida dan testimonio de ello y no habría tribunal en el mundo que pudiera negar tan evidente evidencia. Sin embargo, entendiendo los tiempos que corren, una cosa es mi basta incapacidad y otra es que ello justifique, sin disculpa expósita, que yo pueda no disculparme por la necesaria necesidad de disculparme. Y es que, no basta con que luego de no ofender, luego de no dañar la dignidad, integridad o libertad de nadie, luego de no instalar en Diana Barreras, perdón, omitan lo anterior, corrijo, luego de no instalar en Dato Protegido, síndromes como el de Cassandra, Lilly Reich o el de la impostora, el no ofensor se quede rampante y campante como si no hubiera ofendido a nadie, como si la hipersensibilidad de nuestra hipersensible clase política no se hubiera visto dañada justamente ahí donde nadie la dañó.
Y que me perdone quien me tenga que perdonar, la presidenta Sheinbaum incluida — quien excesivamente consideró un exceso la sanción impuesta por el Tribunal Electoral Judicial de la Federación (TEPJF) a la ciudadana Karla Estrella— pero opinar, en una red social, que ese otro Dato Protegido, llamado Sergio Gutiérrez Luna, hizo un berrinche para que incluyeran a su esposa — el Dato Protegido original— dentro de las candidaturas de Morena, es ofensivo de toda ofensiva ofensa. Lo es porque no sólo no cuestiona la carrera política del Dato Protegido de todos los Datos Protegidos, sino porque ponen en entredicho el profundo y democratico valor que tiene el nepotismo dentro de la vida política nacional, y abusa de una ausente violencia política en razón de género que, de tan ausente, se convierte en una profunda violencia política en razón de género, algo así como la doble negación lingüística, que aunque no aplique en el español, aplica en la interpretación del Tribunal.
Porque, lo quieran aceptar o no, resulta de un machismo terriblemente heteropatriarcal, falocentrista, androcentrista, sexista, misogino, cisheteronormativo, codificador e incluso homonormativo, que un simple y mortal ciudadano o ciudadana cuestione las credenciales de una política para ser candidata a diputada federal por el estado de Sonora ¿Quien se ha creído la ciudadanía para cuestionar a sus políticos? Vivimos en tiempos de delicada delicadeza que demandan un inocuo, inofensivo, esteril, yermo, infertil, improductivo, infecundo, y árido debate público. Hay que decir sin decir. Nuestra clase política es tan progresista, tan de avanzada, tan innovadora que a pesar de que la mayoría, de quienes están activos, nacieron unos cuantos años antes de que apareciera la generación de cristal o los niños mazapán (Dato Protegido incluido, pues nació en 1982, me disculpo por indicar su año de nacimiento de una forma tan cargada de violencia simbólica, psicológica, por interpósita persona, digital, mediática y análoga, así como discriminatoria, basada en estereotipos de género y cronológico), se comportan con una sensibilidad más cristalina que el cristal y se desmoronan más fácil de lo que se desmorona un mazapán una vez que se le saca de su empaque, y disculposamente me disculpo por sugerir, con disculpa exposita, que tienen la piel demasiado delgada. No tomar esto en cuenta al momento de no aplaudir como foca lo que sea que sea que hagan, digan, piensen, no hagan, no digan y/o no piensen los políticos nacionales, resulta de una agresiva agresividad que pone en entredicho su inestable estabilidad emocional.
Entrados en gastos
El contrato social del México cuatrero cuatrotero, independientemente de que la presidenta insista en que “el poder es humildad, no es soberanía, no es abuso […]”, debería reformarse para que incluya, cuando menos, una disculpa pública al año, de todos y cada uno de los ciudadanos y habitantes del territorio nacional, por aquello que pudieran haber expresado o incluso pensado en contra de nuestra heroica clase política, cuya gesta nos imbuye de recato, moderación y autocensura para no expresar lo que expresamente corresponde ser expresado. Ningún ciudadano debe asumir que nuestros ejemplares políticos son conscientes, cuando se comportan de forma despreciable, que se comportan de forma despreciable. Y, en consecuencia, corresponde disculparse con ellos por asumir que sabían que su conducta es despreciable. Es por ello que, insisto en disculposamente disculparme con cualquier Dato Protegido, de Fernández Noroña a Diana Karina Barreras, pasando por quien se tenga que pasar, o disculpándome con quien me tenga que disculpar, por mi incorrecto, ofensivo y poco sensible actuar, decir, escribir y/o pensar ¡Que Dios nos coja confesados!
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios