Categoría: René González

  • ¡Que viva Chico Che!

    ¡Que viva Chico Che!

    La presencia del genial artista Francisco José Hernández Mandujano (1945-1989), mejor conocido como Chico Che, no es anecdótica en las mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador. Al mismo tiempo que cita filósofos griegos como Aristóteles, Engels u Ortega y Gasset; nuestro presidente historiador y pedagogo al mismo tiempo, echa mano de las referencias a la cultura popular mexicana que lo acerca con la gente sencilla a la que todas las mañanas se dirige. Desde antes de presentar sus canciones, al dirigente político siempre le gustó ironizar con la expresión popular ¿Quién Pompó?, para evidenciar las relaciones de corrupción y complicidad entre sus opositores.

    Pero las referencias de AMLO a Chico Che, no se tratan solo de la admiración por su popular paisano tabasqueño, quien tuvo sus grandes éxitos durante los años 70s y 80s, justo los años en que nuestro presidente fue estudiante y comenzó su carrera política. Chico Che supo transitar del rock y las baladas hacia la cumbia cuando comprobó el gran arraigo que la música tropical causaba entre el pueblo.

    Ese fue su medio para transmitir su espíritu festivo, al mismo tiempo que en lenguaje claro e ingenioso ironizaba sobre los eventos sociales y políticos de su tiempo. El nombre de su banda La Crisis, es fiel reflejo de esta crítica orientada a desacralizar los grandes temas y discusiones que las élites mexicanas acaparaban desde la supuesta superioridad intelectual que siempre han asumido. La politización del artista de los grandes lentes y la ropa de obrero, es aún más evidente cuando recuperamos sus versiones a clásicos de la nueva canción latinoamericana de intérpretes como Violeta Parra, Carlos Puebla o Quilapayún.

    Precisamente, la primera incursión de Chico Che en la conferencia presidencial fue el pasado 8 de junio con su versión de La Muralla, poema del cubano Nicolás Guillén, integrante de la vanguardia artística de la isla y un ferviente crítico del orden racista que se impuso en contra de la población afrodescendiente. El presidente aprovechó esta versión de Chico Che para hacer una crítica a todas las formas de discriminación en contra de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, como una política sostenida por todos sus presidentes, sin distinción de demócratas o republicanos.

    Pero como el Cid Campeador, el nuevo éxito mediático de Chico Che, fue que el presidente de México utilizara su canción ¡Uy, qué miedo!, para dirigirse a nuestros aldeanos opositores y a sus cotidianas amenazas de desastre, ya sea con el tema energético o con el Tren Maya, pues siempre corren presurosos a denunciar al Gobierno de México, ante agencias internacionales y sus patrocinadores imperiales.

    Los expertos y especialistas de los medios tradicionales se apresuraron a calificar con tono docto la referencia musical del 20 de julio como: “show ordinario, falta de seriedad, torpeza, chistecito, burdo estilo, bravuconadas, desenfado irresponsable, tono chocarrero, frívola provocación, o frivolidad imperdonable”; en cambio las redes sociales, se llenaron de más improperios e insultos clasistas y bíblicas condenas por despertar la furia de “los patrones” del norte.

    Pero ambas reacciones tienen en común, además de su hondo desprecio e incomprensión por la cultura popular, partir de manipular un mensaje político que no se dirigió a gobiernos extranjeros, sino a sus empleados y agentes locales.

    La respuesta política del presidente de México fue bajar del altar neoliberal en que muchos “internacionalistas y geopolíticos” siguen colocando a Washington, para poner el problema en el nivel de una disputa comercial a resolverse por los canales ya establecidos, entre naciones soberanas. Pero como a nuestras élites, las palabras de dignidad y soberanía no les dicen nada, mejor hacérselos saber a ritmo de cumbia, en los mismos términos que cualquier mexicano puede reconocer como propios.

    La alegría que transmite Chico Che en sus canciones es parte de la cultura del pueblo de México, y hacer uso de ella para dar a conocer una postura no es ningún error, al contrario, por su carácter transgresor de los “buenos modos” de la política tradicional, es el medio más eficaz para que los receptores reciban el mensaje: la dignidad y la independencia de México ya no está en venta.

    Los intereses de grupos políticos y económicos que medraron por décadas con el presupuesto y los recursos públicos seguirán conspirando en el extranjero frente a su manifiesta incapacidad para construir un proyecto propio que no siga supeditando nuestra soberanía a los intereses del mercado. Ellos son quieres seguirán gritando que se nos viene el desastre, por faltarle el respeto a los amos a los que ellos están vendidos.

    El pueblo de México, como Chico Che ya puede responderles: “Chi como Ño”. Gratamente son tiempos de Chico Che y la crisis moral de la anquilosada derecha. (Con la colaboración de David Toriz).

  • Pancho Villa bailó toda la noche

    Pancho Villa bailó toda la noche

    El gran cronista John Reed escribió en México Insurgente: “Villa nunca bebe ni fuma, pero al bailar le gana al más enamorado galán de México. Cuando se dio la orden al Ejército para avanzar sobre Torreón, Villa hizo un alto en Camargo para apadrinar la boda de uno de sus viejos compadres. Bailó continuamente, sin parar, dijeron, todo el día martes y la noche, llegando al frente el miércoles en la mañana con los ojos enrojecidos y un aire de extrema languidez”. ¿Qué bailaba Pancho Villa? ¿Qué músicos podrían tocar toda la noche o alternarse para que el Centauro del Norte no perdiera la chispa de sus pasos? ¿Qué canciones cilindraban el corazón del revolucionario? ¿Qué mantenía al jefe de la División del Norte tan completamente sobrio, bailador y alegre ante el estertor de la siguiente batalla?

    Este 20 de julio se cumplen 99 años de la emboscada que terminó con la vida del rebelde general, quien recibió 16 disparos directos de quince hombres que en total impactaron más de 150 tiros al auto en que viajaba en Hidalgo del Parral, Chihuahua. No conformes con su muerte, sus adversarios, auspiciados -se dice por algunos estadounidenses todavía resentidos con el osado invasor de Columbus-, profanaron su tumba y decapitaron su cadáver el 6 de febrero de 1926. El imaginario popular ha atribuido a Plutarco Elías Calles la brutal estrategia para silenciar a Villa, pero los trágicos sucesos que marcaron su asesinato y el posterior hurto de su cabeza, no hicieron más que engrandecer el apego popular al Robin Hood del Norte, y convertir su epilogo en leyenda. Como el Cid Campeador, Francisco Villa desde la muerte siguió ganando batallas.

    Existen diferentes versiones sobre el paradero final de la cabeza de Villa, que se entreverán con señalamientos a ex presidentes y ex generales, magnates, políticos, periodistas, anticuarios, mercenarios, cirqueros, choferes, y motivaciones desde “científicas” hasta de venganzas personales o “patrióticas”, resentimientos, morbo, negocios, o simple hurtó, entre las variadas tramas, algunas inverosímiles y otras derivadas de serias indagaciones históricas, construidas y reconstruidas una y otra vez para explicar el paradero de una cabeza que a casi 100 años no termina de aparecer físicamente. 

    El 17 de noviembre de 1976 el entonces presidente de la República, decretó exhumar los restos del general revolucionario, mismos que tras taladrar la gruesa loza -construida por seguridad tras su decapitación- y realizar su exhumación el 18 de noviembre, fueron llevados del panteón de Hidalgo del Parral, Chihuahua al Monumento a la Revolución en la Ciudad de México, donde se encuentran en la actualidad. Por cierto, existe un Mausoleo que el propio Pancho Villa pidió construir para albergar sus restos en Chihuahua capital, pero nunca lo ocupó porque al día siguiente de su asesinato, el 21 de julio de 1923, el general Enríquez, gobernador de Chihuahua, se negó a que Villa fuera trasladado a la capital del estado, pensando que de permitirlo auspiciaría un lugar de peregrinaje para los revolucionarios villistas, y los que comenzarían a advertir las desviaciones de “la revolución en el poder”.

    De la trayectoria de Villa a la Ciudad de México en 1976 dicen las crónicas: “Aún sin cráneo, los restos de Doroteo Arango viajaron en una urna hacia su última parada en el Monumento a la Revolución. El recorrido fue una ceremonia en sí misma. En cada ciudad por la que pasaban la gente aglutinaba las calles gritando “¡Viva Villa!” y al centro de la multitud, una camioneta que transportaba al general decapitado encabezaba un regimiento de caballería y un contingente militar donde todos los miembros iban disfrazados de dorados”.

    El historiador Friedrich Katz en su monumental “Pancho Villa” escribió: “Cincuenta y tres años después de su muerte, Pancho Villa recibió el reconocimiento y los funerales oficiales que nunca tuvo cuando fue asesinado”. El comentario es muy acertado, pues durante más de cincuenta años Villa estuvo excluido de la ideología gobernante supuestamente “emanada de la revolución” y de la historiografía oficial, para Doroteo Arango en un inicio no había monumentos ni estatuas, tampoco grandes homenajes; el prestigio del villismo floreció desde los de abajo, de los sectores populares que lo apoyaron en la revuelta revolucionaria y trasmitieron oralmente sus testimonios y leyendas, a contracorriente de la historia del bronce, el villismo se fue fraguando como un movimiento muy diverso y vivo -con el paso del tiempo como referente para los sectores o individuos descontentos del gobierno-; paradójicamente a partir de los años setenta con la llegada al poder de la generación de presidentes que no participaron directamente en la revolución mexicana pero que les urgía la legitimidad de sus auténticos héroes sociales, el discurso cambió y por ello se dio el reconocimiento oficial a Francisco Villa, colocándolo también en el santoral cívico, tan útil al sistema corporativo prisita. 

    Nos narra Katz: “El ataúd que contenía los restos fue transportado por las calles de Parral, precedido por un destacamento de caballería y otro de infantería, y seguido por un caballo negro sin jinete, conducido por un civil de la región de la montañosa de Chihuahua, de donde procedían la mayoría de los soldados de Villa. Detrás venía un destacamento de hombres que llevaban el uniforme de los Dorados. Una mujer que logró pasar a través de la valla arrojó algunas flores sobre el féretro y dijo: “Adiós, mi general”. A su llegada a la ciudad de México, se llevó a cabo una nueva ceremonia con la participación del presidente Echeverría. Villa quedó enterrado junto a los restos de Madero, a quién reverenció, y de Carranza, su más enconado y odiado enemigo”. (Katz, 1998). 

    El cuerpo de Pancho Villa permanece en el Monumento a la Revolución, cuya plaza ha sido fuente de grandes movilizaciones de disidencia en tiempos del PRI- gobierno y después en la larga noche neoliberal. Su ideología, también permanece como brújula para tiempos de resistencia o transformación, escribió Katz: “La ideología de Villa tuvo siempre consecuencias concretas. Su odio hacia la oligarquía se manifestó en la confiscación de sus tierras y propiedades. Su convicción de que debía producirse una redistribución de la riqueza se expresó en los masivos repartos de alimentos y otros bienes de los sectores más pobres de la sociedad. Su compromiso con los soldados se reflejó en las enormes sumas que dedicó a los heridos, y a los huérfanos y viudas de esos hombres”. La cabeza de Villa sigue su propio periplo a casi cien años, que cómo aquel Villa que bailó alegre toda la noche para reaparecer indomable en el alba de la batalla, espera también el momento de volver a presentarse, para arengar el imaginario, concitar utopías, ajusticiar desviaciones, y orientar el rumbo de la locomotora de la historia, a todo vapor en defensa de los más desprotegidos.

  • AMLO en EU, Luther King y Vicente Guerrero

    AMLO en EU, Luther King y Vicente Guerrero

    Vivimos días para contar, son combates por la historia. Resignificar y dignificar la política exterior mexicana, con el llano cumplimento de nuestra Constitución, en la perspectiva del respeto a nuestra soberanía nacional y la libre autodeterminación de los pueblos, ha sido una tarea que de manera magistral y precisa ha realizado nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador.

    Todas las campañas de odio y mentiras del conservadurismo -con tufo racista- han fracasado como quien escupe hacia el cielo en cada una de las visitas del presidente de México a Estados Unidos; porque en los encuentros bilaterales prevalece el respeto mutuo, la mirada entre iguales, y el dialogo por encima de las naturales diferencias. 

    AMLO sí representa al pueblo de México y habla de frente a la Nación más poderosa del mundo. Muy distante de lo que ocurría en tiempos de neoliberalismo, cuando los presidentes de la larga noche negra del PRIAN acudían sometidos, cortesanos, y claramente subordinados al país del norte, cargando en su interior el lastre de la corrupción que no les permitía alzar la mirada propia, ni aventurar ideas pues se sabían agarrados de toda la paja que llevaban por detrás, del lastre que signica llevar consigo una cola de expedientes de anomalías, narcotráfico y crímenes. 

    Después de este martes 12 de julio, con un presidente mexicano recibido con alegría, respeto y aliento por los paisanos -que han corrido diversas suertes para establecerse en el país, que en su mayoría fueron expulsados de nuestras tierras por la pauperización neoliberal-, y que hoy se emocionan con el orgullo de recibir a un personaje que los remite a Benito Juárez y Lázaro Cárdenas del Río, que les ha motivado a recuperar la confianza en las instituciones mexicanas, para enviar e invertir la mayor cantidad de remesas de la historia; es entonces oportuno retomar las palabras de Ernesto Sabato:

    “Si cambia la mentalidad del hombre, el peligro que vivimos paradójicamente es una esperanza. Podremos recuperar esta casa que nos fue míticamente entregada. La historia siempre es novedosa. Por eso, a pesar de las desilusiones y frustraciones acumuladas, no hay motivo para descreer del valor de las gestas cotidianas. Aunque simples y modestas, son las que están generando una nueva narración de la historia, abriendo así un nuevo curso al torrente de la vida”. (Sabato, 2000)

    Por ello, la historia estuvo presente en el improvisado pero auténtico discurso compartido por el presidente de México posterior a que depositó una ofrenda floral frente a la célebre estatua de Martin Luther King Jr., acompañado por Martin Luther King III, Andrea King y Yolanda King, y otros familiares del líder del movimiento contra la segregación racial, quien también luchó siempre por la vía pacífica. 

    Ahí, como en una de las tantas reuniones que encabezó a lo largo y ancho del México profundo, en las plazas públicas, sin templetes ni grandes faramallas, y ante los gritos de júbilo de los paisanos, AMLO arengó a ras de piso: “Es muy importante conocer la historia, que es como la maestra de la vida. No todo lo que tiene que ver con Estados Unidos ha sido agravio. Hay, desde luego, momentos que no se olvidan, porque fueron como un gran zarpazo a nuestro país, pero también ha habido momento de ayuda mutua entre los pueblos y entre los gobiernos de México y de Estados Unidos”.

    Son justamente esos caminos de la historia y de la búsqueda de justicia, donde se cruzan los caminos de Vicente Guerrero, nuestro presidente afromexicano quien asumió el cargo tras luchar por nuestra Independencia, y de Martin Luther King Jr. quien, a mediados de la década de 1950, lideró el movimiento para acabar con la segregación racial y contrarrestar los prejuicios en Estados Unidos por medio de la protesta pacífica; quien aseveró: “La esperanza de un mundo seguro y habitable recae en disciplinados inconformistas que se dedican a la justicia, la paz y la fraternidad”. 

    No es menor la potencia del mensaje de AMLO al pie del memorial a Luther King, pues el racismo -que en México todavía en el siglo XXI obnubila a un sector de los conservadores para no reconocer la presencia histórica y los tamaños de Vicente Guerrero-, es uno de los odios que tenemos que extirpar de nuestras sociedades, pues el rechazo o exclusión de una persona por su raza, color de piel, origen étnico o su lengua, es originado por un absurdo sentimiento irracional de superioridad de una persona sobre otra. Desterrando el racismo avanzaremos en la solución de los problemas comunes de nuestra región. Abatir el sentimiento de superioridad de una persona sobre otra es desmontar la ideología de los reaccionarios.

    En el camino de reivindicar a nuestro presidente afromexicano, como en sus mejores tiempos de la resistencia, López Obrador contó: “Vicente Guerrero, tiene una anécdota: cuando los insurgentes estaban en contra de los colonizadores, de los que defendían a Europa y no estaban a favor de la independencia de México, llegó su papá al campamento independentista, un hombre mayor, y le dijo que el virrey de España le ofrecía dinero para que se rindiera, y él dijo: ‘no’; no lo podía hacer. Y ya cuando se fue su padre, dijo: ‘Ese hombre que se acaba de ir, ese hombre mayor, que lo quiero tanto, es mi padre, me vino a decir que yo me rindiera y que lo hacía por mi familia, por mi bien; le tuve que contestar que la patria es primero’.

  • Francia Márquez y los nadies latinoamericanos

    Francia Márquez y los nadies latinoamericanos

    Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
    Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, 
    muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
    (….).
    Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

    Eduardo Galeano

    Este celebre texto del escritor uruguayo nos permiten identificar a quien se dirige Francia Márquez la nueva Vicepresidenta electa de Colombia, cuando se refiere a las nadies y los nadies de su país; quienes, en sus propias palabras, constituyen la verdadera mayoría en un estado de más de 50 millones de personas “la mayoría son la gente oprimida, excluida y marginada de Colombia. 

    En ese contexto, no fue un gesto menor, sino un poderoso anuncio de lo que irrumpe, las escenas de su visita a la Casa de Nariño, donde fue recibida por la actual Vicepresidenta de derecha, quien notablemente se incomoda frente al abierto saludo de mano que Márquez dirige a su personal doméstico femenino. En la actitud de la uribista Marta Lucía Ramírez está representada de cuerpo completo el desprecio que las élites colombianas han sentido por amplísimos sectores de sus compatriotas; al mismo tiempo, la actitud de Francia Márquez solo puede entenderse desde la experiencia de quien también trabajó en el servicio doméstico durante una etapa de su vida, siendo ella misma, una víctima más de la violencia del conflicto armado interno, que suma más de 9 millones de personas, principalmente víctimas de desplazamiento forzado.

    Colombia es una tierra marcada por la violencia política, producto de un conflicto armado de más 70 años que aún mantiene en armas a uno de sus ejércitos guerrilleros, pero donde aún existen decenas de grupos irregulares y paramilitares, vinculados al narcotráfico, y a los grandes terratenientes, quienes a menos de un mes de las pasadas elecciones presidenciales, organizaron un nuevo “paro armado” como estrategia de control de la población por medio del miedo. Este entorno social convulso, si bien afecta a todos los sectores de la población colombiana, se han ensañado por décadas con esos nadies que han tenido que abandonar sus territorios para vivir en la miseria de las periferias de las grandes ciudades, los mismos a los que ahora se dirige el próximo gobierno de Márquez y Petro.

    Pero la figura de Francia Márquez no es una “historia de éxito”, para contradecir a los discursos hoy tan de moda, sobre el empoderamiento femenino y la superación individual, con que la están encasillando los grandes medios de comunicación, para usarla como ejemplo de apertura a la primera mujer afrocolombiana en ocupar ese cargo. Su trayectoria política como militante de los derechos ambientales y los derechos de las mujeres, son producto de las luchas colectivas, precisamente que esos nadies han protagonizado en medio de la más férrea represión criminal y estrategias de manipulación desde los gobiernos conservadores y de derecha, en contra de los integrantes del pueblo raso: los pobres y marginados del desarrollo económico, los pueblos indígenas y los afrodescendientes, los obreros y los campesinos, los habitantes de los barrios, sus jóvenes sin acceso pleno a la educación superior y sus mujeres sin acceso a una vida libre de todas las formas de violencia.

    La reciente elección presidencial, la primera que gana la izquierda histórica colombiana por medio de un pacto entre todas las fuerzas progresistas, tiene que romper muchos sentidos establecidos, en un país donde toda su población es clasificada en un sistema de estratos según su actividad económica. Sin perturbar ese sistema político, los nadies seguirán sin existir a plena vista de todos, como hoy día sigue sucediendo con la figura del gamín que el mismo Eduardo Galeano supo retratar como “Los hijos de nadie, apaleados, puro hueso y mugre…” quienes:

    Tiene la calle por casa. Son gatos en el salto y en el manotazo, gorriones en el vuelo, gallitos en la pelea. Vagan en bandadas, en galladas; duermen en racimos, pegados por la helada del amanecer. Comen lo que roban o las sobras que mendigan o la basura que encuentran; apagan el hambre y el miedo aspirando gasolina o pegamento. Tienen dientes y caras quemadas por el frío.

    La dignificación que propone Francia Márquez de todos los marginados y olvidados por la historia oficial, la saca del lugar de “lideresa” con que ahora la promocionan sus ayer detractores, sino, más la acerca a la postura ética de los poetas, como la que nos legó Roque Dalton en su Poema de Amor, reivindicando políticamente a los siempre olvidados por las estructuras de poder: 

    Los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,
    Los guanacos hijos de la gran puta,
    Los que apenitas pudieron regresar,
    Los que tuvieron un poco más de suerte, 
    Los eternos indocumentados, 
    Los hacelotodo, los vendelotodo, lo comelotodo,
    Los primeros en sacar el cuchillo, 
    Los tristes más tristes del mundo, 
    Mis compatriotas,
    Mis hermanos.

  • Homenaje a los Patita de Perro

    Homenaje a los Patita de Perro

    Los Patita de Perro han sido constantes en su generosidad y solidaridad con el movimiento de transformación -en su concepción más amplia: como instrumento del pueblo de México para el cambio cultural y de mentalidades-. Su música, creatividad y originalidad los han consagrado como pioneros y portavoces del rock para las y los niños. Tocan y cantan a los chavitos de una sociedad que navega a contracorriente de estándares musicales fundados desde el exterior, las rolas de los carnales Pata son oxígeno para el alma; diversión sana e irreverente ante realidades muy adversas.

    Los Patita se han presentado en todo tipo de espacios: escuelas, deportivos, centros de espectáculos, plazas públicas, estadios, foros o simplemente donde las condiciones permitan conectar la música con los más pequeños y con sus familias también. A ras de tierra participan o en los auditorios y festivales más encumbrados.
    En tiempos de machismo, racismo y violencia difundidos por el llamado reggaetón; resurgen las ingeniosas voces de los originarios de Puebla, que latiendo al ritmo de rock abren camino a las nuevas generaciones para tener opciones realmente culturales ante sus oídos. Otros horizontes que trascienden la simple música plástica, domesticada y comercial, para en contraparte formar y trasmitir cultura, eso también son los Pata.

    Desde su primer disco grabado “Rock para niños” (del emblemático año 1994) han recorrido el país de norte a sur, de oriente a occidente, para incendiar de imaginación, fraternidad y rebeldía a los rincones de México. Los Patita cuentan en su repertorio con más de 10 discos y 100 rolas, algunas de ellas auténticos himnos como “La niña futbolista”, “Vamos a brincar” y “Acapulco en la azotea”.

    El 29 de junio, el Senado de la República rindió un merecido y emotivo homenaje a los músicos de Patita de Perro; en el recinto parlamentario sonó una rola inspirada en las madres solteras. Durante la ceremonia la presidenta de la Comisión de Cultura del Senado, Susana Harp ofreció palabras en reconocimiento a las casi tres décadas del quehacer musical de Nacho Pata, Charly Pata y Pancho Pata.

    En los años de la resistencia Nacho Pata fue un gran animador de la esperanza obradorista, fue participe del Festival AMLOVE en la explanada de Bellas Artes de 2010, donde el pueblo formó un enorme corazón humano en apoyo a la lucha de Andrés Manuel López Obrador. Ahí llegó Nacho con su guitarra para compartir rolas y fraternidad en los difíciles años del calderonismo. También lo hizo en el festival de Cuernavaca, Morelos el 14 de febrero de 2011, cuando los obradoristas llevaban arte y cultura a las plazas para rechazar con la fuerza del amor la violenta vía del espurio Calderón que sacudía México con una guerra absurda y hoy sabemos pactada.

    Nos llama a la reflexión la música y letras de los Patita de Perro, en un contexto donde se nos convoca a retomar valores, a ser rebelde y desmadroso pero también a tener amor al prójimo y a la comunidad. Desde estás páginas nos sumamos al homenaje que se les ha rendido.

    Ellos siguen caminando con humildad y apego profundo al dirigente de la Cuarta Transformación, lo hacen desde su trinchera cultural, sin ánimo panfletario sino auténticamente comprometido con los más chavitos, con los más vulnerables; los niños como el futuro de un pueblo que todos tendríamos que cuidar, atender y alentar.

    Charly Pata ha dicho estas palabras desde la máxima tribuna del país: “Nuestra única función en esta vida y para lo que hemos llegado a este planeta, es para tocar los corazones y pensamientos de la gente. Somos capaces de hacer reír, de hacer llorar, de hacer pensar, o de disfrutar a alguien sin siquiera tocarlo”.
    Sobre el papel del arte, los Patita han expresado: “Somos capaces de hacerte cuestionar sobre tu propia existencia. El arte es capaz de hacer transformar tu existencia”.
    Enhorabuena por una trayectoria musical cargada de amor al pueblo y a los más pequeños.

  • La espada de Bolívar vuelve a la carga

    La espada de Bolívar vuelve a la carga

    La segunda oportunidad en la tierra se está abriendo para el pueblo colombiano. Un proyecto de izquierda democrática y nacionalista ha ganado en segunda vuelta la Presidencia de la República de Colombia.

    El candidato de la izquierda, no solo es el primer político por fuera de las élites en obtener ese cargo, sino el primer presidente electo en haber sido integrante de una guerrilla de aquel país. Así, parece romperse el maleficio que cayó por siglos sobre Colombia, desde que los primeros conquistadores penetraron en sus ríos, en sus sabanas, en sus páramos y sus selvas. La misma república que fundó el libertador venezolano Simón Bolívar en 1919, en cuya capital Bogotá sufrió el ultimo atentando a su vida que marcó el declive de su trayectoria política, pero a cuyos habitantes les dedicó una última proclama antes de fallecer de camino al exilio en 1830:

    “Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía…. Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro á otra gloria que a la consolidación de Colombia; todos deben trabajar por el bien inestimable de la unión: …el pueblo… los ministros de los santuarios…. los militares empleando sus espadas en defensa de las garantías sociales.”

    En América Latina las palabras son siempre premonitorias, tuvieron que pasar casi 150 años para que la espada de Simón Bolívar, volviera a ser desenvainada como un símbolo de las luchas por la justicia y la libertad de los pueblos de América. La madrugada del 17 enero de 1974 un comando del desconocido Movimiento 19 de abril (M-19) irrumpió en el museo Quinta de Bolívar, antigua casa del Libertador, para robar su espada y darse a conocer ante la opinión publica colombiana con su primera proclama que reivindicó la herencia bolivariana:

    “…la lucha de Bolívar continua, Bolívar no ha muerto.”

    “Su espada rompe las telarañas del museo y se lanza a los combates del presente. Pasa a nuestras manos, a las manos del pueblo en armas. Y apunta ahora contra los explotadores del pueblo. Contra los amos nacionales y extranjeros. Contra ellos, los que la encerraron en museos, enmoheciéndola. Los que deformaron la idea del
    Libertador. Los que nos llamarán subversivos, apátridas, aventureros, bandoleros. Y es que para ellos este reencuentro de Bolívar con su pueblo es un ultraje, un crimen. Y es que para ellos su espada libertadora en nuestras manos es un peligro…”

    Esta primera acción militar del M-19 se constituyó en un símbolo para la izquierda colombiana, por 17 años lograron mantener el resguardo de la espalda, a pesar de la feroz persecución hacia sus militantes, aumentando el prestigio de esta guerrilla urbana. Para ocultarla en plena capital, uno de sus guardianes fue el poeta León de Grieff quien antes de fallecer en 1976 se la regresó a los militantes del M-19, para continuar un intrincado periplo que llevó la espada, a ser resguardada en Cuba, y durante los procesos de negociación en su embajada en Panamá; por lo que la espada también estuvo simbólicamente presente durante la última invasión norteamericana de diciembre de 1989.

    La humillación para el gobierno colombiano que significó esta recuperación realizada por los fundadores del M-19, se ahondó con su llamada “Operación Ballena Azul”, un cuidadoso operativo para irrumpir en un cuartel militar en pleno Bogotá, gracias a un túnel que cavaron desde una casa enfrente del llamado Cantón Norte, por el que lograron extraer antes del primero de enero de 1979, más de 5 mil armas, incluyendo el rifle que había pertenecido al cura Camilo Torres Restrepo.

    Éstas fueron las acciones militares que ellos mismos llamaron “golpes de opinión”, mismos que encantaron a jóvenes como el futuro presidente Gustavo Petro, para que se sumaran a sus filas adoptando el alias de Aureliano, en honor al coronel Aureliano Buendía, héroe “de mil batallas perdidas” y personaje de Gabriel García Márquez. Sus labores de propaganda y auxilio, dirigidas a los más pobres y afligidos les ganaron grandes simpatías entre la población. No fueron pocos sus militantes que cayeron en la cárcel para ser torturados, -como le sucedió al propio Petro-; o fueron aniquilados en enfrentamientos con las fuerzas armadas.

    La estrella del M-19, quien mantuvo siempre la espada de Bolívar como su emblema, comenzó a apagarse luego del fallido operativo en noviembre de 1985 para tomar el Palacio de Justicia, en plena plaza central de Bogotá, al lado del Congreso y la casa presidencial. Esa acción armada que buscaba abrir un proceso de negociación desencadenó una brutal respuesta ordenada por el presidente Belisario Betancourt, respaldada por los sectores más duros del ejército y la oligarquía que nunca fueron propensos a negociar con los guerrilleros. Los mandos del ejército y la policía no dudaron en utilizar tanques y armamento pesado para “retomar” el Palacio de Justicia de manos del M-19, con un saldo de más de 100 muertos y desaparecidos, incluidos personas que fueron “rescatadas” para ser ejecutadas en los cuarteles militares. Casi todo el comando del M-19, 11 magistrados de la Corte Suprema, más de 30 funcionarios y empleados de la Corte, así como policías y soldados, fueron los saldos, que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos llegó a considerar una masacre, bajo responsabilidad tanto del M-19 como del ejército colombiano y el gobierno de Betancourt.

    La opinión pública a la que el M-19 se dirigía con sus acciones y un largo proceso de negociación lograron que se alcanzara la firma de la paz en 1990 con el gobierno de Virgilio Barco, que dio paso a la desmovilización de todos sus militantes, la entrega de las armas y su incorporación plena a la vida civil como partido político.

    Esta determinación por la paz fue expresada por su comandante máximo Carlos Pizarro Leóngomez en su última orden que dirigió a sus tropas: “Por Colombia, por la paz, dejad las armas” “¡Oficiales de Bolívar, rompan filas!”; apenas un mes después, siendo el candidato de la Alianza Democrática M-19 a la presidencia de la república, Pizarro fue ejecutado en un avión en pleno vuelo por un agente del narcotráfico en contubernio con agentes estatales.

    De esta historia colectiva y sus dolores profundos, proviene el primer presidente electo de la izquierda colombiana. El proceso de negociación de la paz, la redacción de la Constitución Política de 1991, y la incorporación a la Cámara de Representantes y el Congreso de la Republica de los antiguos guerrilleros fue la escuela política que Gustavo Petro atravesó. Su organización a pesar de terminar despareciendo, fue la semilla para fundar el Polo Democrático, y más tarde el Movimiento Colombia Humana que llevaron a Petro a ser senador de oposición, y luego alcalde de la ciudad de Bogotá, cargo del que terminó siendo destituido por la animadversión que el poderoso expresidente Álvaro Uribe siempre le ha profesado, por ser denunciados sus vínculos con el paramilitarismo.

    Dos campañas presidenciales y varias amenazas a su vida terminaron de templar el carácter de un político que no supo rendirse. En su tercer intento, su triunfo en segunda vuelta abre un nuevo tiempo de esperanza, junto a su vicepresidenta Francia Márquez, la primera mujer afrocolombiana en ocupar ese cargo. Son pocas las ocasiones en que el adjetivo de histórico se ajusta plenamente al momento que describe; con el resultado de esta elección presidencial, la espada de Bolívar convertida en los ideales del Libertador en contra de la tiranía, retomada por la insurgencia como lucha en contra de toda explotación, hoy vuelve a empuñarse como proyecto de justicia social para el sufrido pueblo colombiano.

    Parafraseado al propio Jorge Eliecer Gaitán, parece que está llegando el momento en que el pueblo dejó de ser una multitud anónima de siervos. (Con la colaboración de David Toriz).

  • 10 de junio del 71. Un movimiento surgido en Nuevo León

    10 de junio del 71. Un movimiento surgido en Nuevo León

    El 10 de junio de 1971 prevalece en la memoria del pueblo de México como un hito en la larga lucha por nuestras libertades. Los trágicos acontecimientos de San Cosme donde perdieron la vida y desaparecieron decenas de estudiantes que se solidarizaban con la huelga de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), confirmaron la decadencia del régimen del PRI- Gobierno iniciada en 1968.

    En 2021 se cumplieron 50 años de aquellos sucesos también conocidos como “El Halconazo”, pues a diferencia del 68 no fueron directamente los militares los artífices de la violencia de Estado sino un grupo de choque paramilitar vestido de civil preparado material e intelectualmente en los sótanos del poder.

    La pandemia de Covid no permitió la realización de grandes movilizaciones en conmemoración del cincuentenario de los estudiantes caídos por sus ideales; pero este 2022 comienzan a retomarse las actividades públicas, y el reciente aniversario ha devuelto el protagonismo de aquel movimiento y la demanda vigente de justicia contra la impunidad.

    En este contexto, la Universidad Iberoamericana ha publicado el libro 10 de junio no se olvida: organización estudiantil, narraciones y memoria del Halconazo de 1971, coordinado por Marisol López Menéndez, Jorge Mendoza García y Amílcar Carpio Pérez, que hoy es preciso visitar.

    La obra es una revisión integral y multidisciplinaria del 10 de junio de 1971, el movimiento estudiantil, su narrativa y contexto. Consta de los capítulos: “10 de junio, entre la memoria y el olvido” de Yllich Escamilla Santiago; “Los gorilas, soportes de la sensibilidad estudiantil frente a las fuerzas represivas del Estado (1968, 1971)” de Carlos Enrique Torres Monroy; “Archivos de la memoria de 1971: La reconstrucción desde el mimeógrafo” de Alfonso Díaz Tovar y Valentín Albarrán Ulloa; “Sociabilidad política y asociaciones estudiantiles: el Halconazo y la organización de los comités de lucha” de Amílcar Carpio Pérez; “Tiempo público y narrativa martirial. Reflexiones sobre la muerte de Rafael L. Márquez” de Marisol López Menéndez; “Narrando y recordando el Halconazo de 1971 en México medio siglo después” de Jorge Mendoza García; “¡Ay dios mío, no los vayan a golpear otra vez!”, El 10 de junio de 1971 en el cine mexicano” de Miguel Ángel García Mani; “Diez de corpus”. Evocaciones a la masacre del 10 de junio” en una canción de José de Molina de

    Rigoberto Reyes Sánchez; “¡La lucha de Nuevo León es la lucha por la democracia!”, de Edna Ovalle Rodríguez; “Los Comandos Armados del Pueblo y el 10 de junio” de David Cilia Olmos; y “Ayotzinapa en el marco del 10 de junio de 1971” de Pedro Ortiz Oropeza y Alba Martínez Carmona.

    Como podemos observar esta compilación posibilita revisitar el 71 desde diversos ángulos y enfoques, no solo políticos, sino también culturales como la música y el cine.

    En este caso recuperamos algunos puntos del artículo “¡La lucha de Nuevo León es la lucha por la democracia!” de Edna Ovalle Rodríguez, pues es importante reseñar que los acontecimientos de 1971 en gran medida surgen del movimiento estudiantil en tierras regias, en la UANL.

    Como señala un texto de la CNDH: “A finales de la década de 1960, en la UANL profesores como estudiantes presentaron una ley orgánica donde se proponía un gobierno paritario. Gracias a ésta llegó a la rectoría Héctor Ulises Leal Flores en 1971. En total desacuerdo, el gobierno redujo los presupuestos y obligó al Consejo Universitario a aprobar un nuevo proyecto de ley donde se suprimía la autonomía de la universidad. Por ello, los estudiantes salieron a las calles a manifestar su descontento y, quienes integraban el comité estudiantil, pidieron a las demás universidades del país su apoyo. Tanto la UNAM como el IPN respondieron, decidieron unirse y realizar una manifestación masiva el 10 de junio de 1971.” (CNDH). El movimiento de la UANL desembocó en una huelga que fue desalojada por el gobierno del estado, hecho que significó el proemio de que los estudiantes de la capital del país volvieran a salir a las calles después de los traumáticos y dolorosos sucesos de la represión del 2 de octubre de 1968.

    Nos narra Edna Ovalle: “Sabemos que, en las asambleas estudiantiles previas a la marcha, la discusión de asistir o no fue controvertida. Salir a las calles para manifestarse no era nada fácil después de la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco. Para algunos dirigentes estudiantiles no resultaba muy prudente u oportuno, por lo que la decisión fue polémica; se discutieron pros y contras para, finalmente, decidir impulsar y acudir a la marcha con las siguientes demandas, como lo informa un volante del CoCo, dirigido a obreros y estudiantes: democracia sindical, libertad inmediata e incondicional de todos los presos políticos del país, democratización de la enseñanza, apoyo a los estudiantes y maestros de Nuevo León y rechazo a la reforma educativa antidemocrática, entre las más importantes. Al revisar la propaganda emitida antes y durante la marcha, se observaron variantes en las demandas de acuerdo con cada escuela; sin embargo, todas coinciden en un objetivo: apoyar a los universitarios de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).”

    En su texto Ovalle reconstruye los sucesos del 71, y la relación del movimiento de la UANL con los estudiantes de la UNAM y de las instituciones de educación capitalina desde el hallazgo de un volante: “Entre las hojas de un libro adquirido en una librería de segunda mano en la Ciudad de México, apareció un documento cuyo encabezado decía: ¡¡La lucha de Nuevo León es la lucha por la democracia!! Era un volante tamaño carta, impreso por ambos lados, en papel revolución, escrito en máquina mecánica e impreso mediante esténcil de cera en un mimeógrafo. El documento estaba maltratado, pero era legible, a pesar de haber sido elaborado casi medio siglo atrás. Se trataba de un volante firmado por el Comité de Lucha de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, fechado en la Asamblea General el lunes 7 de junio (1971) donde seguramente se discutieron los pros y los contras de la participación estudiantil en la marcha del 10 de junio”. En aquella época donde el contexto de la comunicación era diametralmente diferente a hoy en día, resalta que, a través de volantes y medios de comunicación alternativos, los estudiantes lograron comunicarse e integrarse, para sacudirse el miedo, volver a participar por sus ideales y organizarse en un frente inter universitario que de no haber sido por la brutalidad del gobierno se hubiera convertido en un movimiento nacional emergente.

    Como sintetiza Ovalle: “La estrategia de engaño y simulación del gobierno de Luis Echeverría intervino arteramente para mediatizar, confundir y negociar el conflicto regiomontano que se perfilaba como la posibilidad de una reactivación del movimiento estudiantil. En Monterrey, entre tanto, la desmovilización, la represión, la negociación de espacios de poder y el cansancio de los diferentes actores del movimiento estudiantil actuaron en contra. La represión a la marcha del 10 de junio fue la puntilla para las aspiraciones de democracia de muchos activistas universitarios, mostró el lado más oscuro del régimen y facilitó el paso al inicio de otro capítulo de la historia nacional”.

    A la luz de no olvidar los hechos del 71 para redimir con nuevas voces, nuevas luchas, nuevos rostros la alegría e imaginación de los jóvenes caídos en las calles y que soñaron con un país de igualdad, fraternidad y libertad, el libro 10 de junio no se olvida: organización estudiantil, narraciones y memoria del Halconazo de 1971 es un mosaico de todas las tonalidades, imprescindibles para comprender que los cambios sociales de hoy, tienen un anclaje con quienes incluso ofrendaron su vida, palabra y acción.

  • Claves del triunfo del 5 de junio

    Claves del triunfo del 5 de junio

    ¿De qué tamaño es el triunfo del pueblo organizado representado en la fuerza social del obradorismo en las elecciones de este domingo 5 de junio? Te compartimos 15 claves emanadas de la reflexión colectiva para dimensionar el alcance de los logros electorales del movimiento de transformación:

    1. En 2017, el PAN, el PRI y el PRD gobernaban en 32 entidades.

    En 2022, el PAN, el PRI y el PRD gobernarán solo 8.

    En cinco años, perdieron 24 gobiernos. Mientras avanza y arrasa el obradorismo. Pero dicen los opositores y sus levantacejas que ganaron y que cada vez están más fuertes, ¡ja!

    2. Morena no tenía ninguna en su poder de las gubernaturas en disputa, las seis donde hubo elección el 5 de junio eran gobernadas por la oposición. Morena gana 4, con las que gobernará a 12,000,000 de mexicanos más.

    3. La oposición tenía 6 de las 6 gubernaturas en disputa: retiene solo 2, pasando de gobernar 15,000,000 de mexicanos a solo 3,000,000 en números redondos.

    4. En esta victoria del pueblo: el PRD, partido que traicionó a la izquierda y se puso en brazos del Pacto por México con Enrique Peña Nieto, pierde seis de seis y queda moralmente derrotado en la cola del PRIAN. Con ello pierde el registro local en cuatro de los seis estados donde hubo elecciones. ¡Un saludo a los chuchos!

    5. Con las victorias del movimiento en este 2022 Morena se consolida como primera fuerza nacional. Hay que recordar que en 2018 Morena y aliados comenzaron a gobernar a nivel estatal al 26.8% de los mexicanos. Para 2021 se creció a más del 48%. Este 2022 se sumaron 12 millones para llegar a casi el 60% de la población nacional bajo gobiernos estatales surgidos de la 4aT. ¡Serán 22 de 32 entidades en camino local a la transformación!

    6. En Aguascalientes, Tamaulipas y Durango. Vimos operativos de fraude al peor estilo, con encapuchados, levantones, ordenes de aprehensión sin sustento, teléfonos clonados, allanamientos, detenciones arbitrarias, montajes, personas

    desaparecidas, repartos de migajas, compra de votos y hasta rifas a cambio del voto.

    7. Se termina casi un siglo de priísmo en Hidalgo de la manera más contundente posible: más de un 60% de los votos fueron para Morena.

    8. Cae el PAN en Tamaulipas el último reducto de Felipe Calderón. La gente clama justicia sobre las cuentas pendientes del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca. Pierde Calderón su caja chica para hacer negocios y financiar campañas de odio.

    9. De los estados que todavía gobierna la oposición:
    Guanajuato del PAN es la capital del crimen, lamentablemente con los índices de inseguridad más altos a nivel nacional.
    Jalisco es la sede del cartel más temerario.
    Nuevo León de MC tiene la más grande crisis de agua en detrimento del pueblo, y no hay planes concretos para resolver este problema. Después de este domingo el PAN solo gobernará 6 estados, el PRI dos, y MC dos.

    10. Desde 2018 con el arrastre del movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, en 5 años el partido del presidente (y aliados) se perfila para hoy gobernar 22 de los 32 estados.

    En 2018, que ganó AMLO la presidencia, Morena ganó sus primeros 5 estados incluyendo la CDMX.

    En el 2019 obtuvo dos (entre ellas Puebla) y en el 2021 logró 11 más.

    El 5 de junio ha ganado en 4 más.

    En 2023 habrá que ganar el Edomex, en las encuestas para el proceso en dicho estado Morena ronda el 45% en las preferencias.

    11. Venimos a contradecir la narrativa de la reacción sobre que “triunfó la oposición a AMLO”, a lo más obtuvieron un par de victorias pírricas en elecciones de estado (Aguascalientes y Durango) al viejo estilo de la prehistoria política. Tampoco les funcionó su campaña de “el narco es aliado de Morena”, pues la gente le dio un portazo a la reacción, y a tontos útiles del momento como Porfirio Muñoz Ledo.

    12. Los logros electorales tendrán que convertirse en logros políticos, el pueblo demanda ejercicios de gobierno inspirados en la visión y obra de Andrés Manuel López Obrador. Austeridad republicana, combate a la corrupción, bienestar, derechos sociales, y la premisa de “Por el bien de todos primero los pobres”, son ejes que habrán de aplicarse en lo local, en Hidalgo, Tamaulipas, Quintana Roo y Oaxaca hay esperanza, pero también una sociedad despierta que busca caminos del todo nuevos.

    13. Es una derrota ideológica para el PRI, PAN y PRD tener que aliarse dejando a un lado sus orígenes y principios, así como perdiendo toda identidad en aras de conservar o buscar espacios de poder por el poder. Es la degradación que los pone al límite de su extinción. El PRI paga la factura de no rectificar de cara al pueblo y avalar el rechazo de la derecha a la reforma eléctrica del presidente AMLO; la traición a su ideología fundacional ha llevado al viejo partido a solo disponer de dos gubernaturas, con la muy alta posibilidad de llegar al 2024 con tan solo una si pierde el Edomex. Como epilogo el PRI pierde el registro local en Quintana Roo, estado que fue su bastión durante décadas.

    14. Es de analizar que el 5 de junio votó solo el 44.64% de los ciudadanos en el padrón. 5,032,136 de los 11,217,083 inscritos. A su vez llama la atención que, si bien Morena gana en Hidalgo y Oaxaca, su aliado el PVEM pierde el registro. Lo mismo ocurre con su aliado el PT en Hidalgo y Quintana Roo; es decir hay confianza y apoyo popular en el partido del presidente, pero no necesariamente en sus aliados.

    15. Con el triunfo del 5 de junio se presentan las condiciones para el triunfo del movimiento en la elección presidencial de 2024. Sin embargo, no hay que caer en la autocomplacencia; habrá que hacer un análisis del proceso en Aguascalientes y Durango. Asimismo, habrá que reconocer que el artífice y motor de los logros electorales es Andrés Manuel López Obrador, por lo que en las siguientes etapas la unidad es indispensable.

    Al día siguiente de la elección, en su conferencia matutina quizá como un homenaje a todos los que tocaron puertas y conciencias en la búsqueda del cambio verdadero en sus comunidades de cara a las elecciones, el presidente casi al concluir pidió una canción de Silvio Rodríguez que resonó desde Palacio Nacional, antes de las primeras notas dijo:

    “A ver pon El necio, sí, y con esa terminamos. Porque esa canción tiene que ver con los principios, con los ideales. No se podría vivir ni llevar a cabo ninguna actividad social, política, religiosa si no se tiene por delante un ideal, una doctrina, una utopía. Tenemos que tener algo que nos obligue a caminar hacia adelante, que le dé sentido a nuestra vida, todos tenemos eso, todos. Y yo admiro mucho a la gente con ideales, con principios, los respeto”.

  • Nora fundadora, será gobernadora

    Nora fundadora, será gobernadora

    El domingo 5 de junio el movimiento de regeneración y transformación de México que encabeza Andrés Manuel López Obrador tiene la posibilidad de ganar 6 de las 6 gubernaturas en disputa. Morena es competitivo en los seis estados donde habrá elecciones este 2022: Aguascalientes, Hidalgo, Durango, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas por la emergencia en el escenario de la fuerza del obradorismo, que ha irrumpido agrupando el reclamo de justicia social y bienestar en los otrora bastiones del PRIAN. El pueblo tiene esperanza en un cambio verdadero también a nivel local. Las comunidades del México profundo han despertado y se organizan para defender el voto.

    Mención especial es el caso de Aguascalientes, que ha padecido los excesos de los gobiernos del conservadurismo; pero esta vez, el pueblo tiene en sus manos la posibilidad de un vuelco a esa vieja historia. Si alguien representa los valores del obradorismo social es la maestra Nora Ruvalcaba, fundadora del movimiento y protagonista también de las etapas de resistencia. 

    Hace algunas semanas Waldo Fernández y un servidor tuvimos la oportunidad de entrevistar a la candidata del movimiento en ese bello estado. 

    Nora es originaria de Pabellón de Arteaga, hija de un profesor, la más pequeña de siete hermanos; por ello desde corta infancia acompañó a su padre en su profesión y andar por las comunidades del estado donde él impartía clases. Nos contó que le gustaba “ayudar a desgranar la mazorca”. De su niñez y juventud comentó: “La felicidad te forma”. Su padre compraba revistas de política, donde le llamaba la atención la caricatura política en la portada de la revista Siempre, y su maestro de ciencias sociales de la secundaria le ayudó a forjar la conciencia: estudiar las cosas para comprenderlas. 

    En la Normal conoce a su actual marido, quién le inculca en sus años de estudio el despertar de las conciencias. Desde muy joven, Nora participa y gana concursos nacionales de oratoria. Refiere de aquellos días el libro Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie, de Friedrich Nietzsche como una puerta a la filosofía; concibe al maestro rural -que es su profesión- como un elemento transformador de su comunidad y no solo quién brinda aprendizaje sino herramientas para la vida. Su mayor satisfacción es haber contribuido a la formación de niños y jóvenes.

    Quizá uno de sus recuerdos más entrañables es cuando en el plantón contra el fraude de 2006, prácticamente Nora y su esposo, junto con una maestra, eran los únicos ciudadanos de todo Aguascalientes que se mantuvieron como representantes del estado bajo días de lluvia, viento o sol, dejando a cientos de kilómetros a sus hijos. Acudían a las reuniones organizativas de todos los estados que diariamente compartía Andrés Manuel López Obrador para asignar las tareas cotidianas del plantón que cimbró a México. Desde los noventa Nora ha luchado al lado de nuestro presidente, ha sido protagonista de la resistencia y también ha subsistido a las adversidades. Cuando AMLO preguntó quién se quedaba en el plantón del Zócalo hasta el Auditorio Nacional en ese 2006, Nora levantó su mano y después honró su decisión. Nos dijo recordar siempre una pancarta en el campamento que levantó una mujer de Oaxaca: “Hijos les mando un saludo estoy peleando por su futuro”. 

    Junto con mujeres y hombres libres Ruvalcaba fue fundadora de Morena. Como candidata tiene la experiencia de haber sido la delegada de Bienestar, y derivado de su participación en otros procesos electorales conoce el territorio y las problemáticas de la gente al detalle. Le interesa y sabe trabajar con mujeres y jóvenes. Tiene propuestas para los problemas de agua, seguridad, y educación que aquejan al estado. Y lo central: es una persona honesta y sencilla. No roba, no miente, no traiciona, no claudica.

    Aguascalientes es la entidad que es considerada el centro geográfico de México, fue reconocida como entidad soberana por la Constitución liberal de 1957, que terminó de establecer los principios del federalismo, en contra de los afanes de centralizar y subordinarla a la autoridad política de las prósperas capitales contiguas de Zacatecas o Guadalajara.

    A fines del siglo XIX su territorio fue atravesado por las líneas férreas que se dirigían a la frontera norte, lo que convirtió a la ciudad de Aguascalientes en una próspera localidad, abierta al paso de personas y las más distintas posturas políticas. Esta son las características que la hicieron la sede idónea para que en 1914 se realizará la histórica Soberana Convención Revolucionaria, en el Teatro Morelos. La Convención de Aguascalientes, es un símbolo, porque representa el momento en que se pretendió unificar la lucha armada con la firma de la bandera nacional por Felipe Ángeles y todos los representantes revolucionarios reunidos en la ciudad de Aguascalientes. 

    Sabemos las nefastas componendas de grupo e intereses de clase que vinieron a echar abajo el espíritu de la Convención Revolucionaria, pero aquí quedaron resonando los ecos de cambio, que fueron capitalizados durante décadas por los intereses de las élites regionales, que también en esta región promovieron la Guerra Cristera y luego, no dudaron en sumarse a las filas del partido oficial. Hasta la década de los 90´s se logra romper la hegemonía del PRI en el estado luego de la gubernatura del salinista Otto Granados Roldán, para dar paso a los gobiernos panistas que se sucedieron por tres administraciones, hasta el que se instauró el bipartidismo, que sueña con alternar al PAN y al PRI.  

    El domingo 5 de junio el pueblo organizado de Aguascalientes, animado por la integridad y perseverancia de Nora Ruvalcaba tiene la posibilidad de hacer conciencia y cambiar la historia. 

  • Arnoldo Martínez Verdugo y el Zócalo rojo

    Arnoldo Martínez Verdugo y el Zócalo rojo

    Hace casi cuatro décadas, el Zócalo se inundó de los rostros morenos, indígenas, indignados pero alegres y dispuestos, provenientes como hormiguitas desde diversas regiones de todo México, derribando el tabú que la plaza principal del país solo podría llenarse en actos oficiales por contingentes acarreados por los “tres sectores” del PRI-gobierno: la CTM, la CNC, y la CNOP, que agrupaban en ese orden a los trabajadores de los sindicatos oficiales, a los campesinos y a las “organizaciones populares”; paradójicamente eran justo campesinos, obreros y pueblo en general quienes asistían principalmente desde el Monumento a la Revolución, en una gran marcha que sorprendía a los capitalinos por las enormes banderas rojas, algunas coronadas con la hoz y el martillo, y que significó el surgimiento de una grieta que hoy es una carretera contra el sistema corporativista y el régimen de partido único de Estado.

    Aquel 19 de junio de 1982 también se rompió el trágico mito -que fundado en el miedo al autoritarismo- rondaba el imaginario popular sobre que en el Zócalo no podría haber concentraciones masivas y multitudinarias en desafío, crítica o disenso al régimen priista, tras el movimiento de 1968 cuando los jóvenes estudiantes se atrevieron a tomar la plaza mayor -en el preámbulo del tristísimo desenlace de Tlatelolco-; y derivado de lo anterior, el corazón de México estaba convertido en sitio prohibido o vedado para toda oposición. Esa mañana decenas de miles de mujeres y hombres libres se atrevieron nuevamente a soñar, a ejercer sus derechos políticos más elementales, al amparo de la Constitución y de la legalidad de una jornada electoral en ciernes, dieron vida a un hermoso Zócalo pintado de rojo por las banderas, los gritos, la rebeldía, las consignas y las arengas, y, sobre todo, agitado por el palpitar de la esperanza.

    Arnoldo Martínez Verdugo fue el orador principal en ese insólito Zócalo rojo, era el candidato presidencial del Partido Socialista Unificado de México, que en esa interminable saga de fusiones e intentos de unidad de las izquierdas mexicanas del siglo XX, empleaba el registro del Partido Comunista Mexicano (PCM), para albergar la nueva organización política surgida el 6 de noviembre de 1981 con la unión de los partidos Comunista Mexicano, del Pueblo Mexicano (PPM), Socialista Revolucionario (PSR) y los movimientos de Acción Popular (MAP) y de Acción y Unidad Socialista (MAUS). 

    En la ruta de los movimientos democráticos de 1968- 1988 (insurgencia cardenista), y otros episodios que desembocaron en el triunfo del pueblo organizado de 2018, la parada del Zócalo Rojo -con la intensa campaña a ras de tierra que antecedió ese luminoso mitin de Arnoldo Martínez Verdugo-, no fue una contribución menor; si bien en la elección presidencial de 1982 el PSUM y Martínez Verdugo obtuvieron 821 mil 995 votos -el 3.48 por ciento del total ante el triunfo oficialmente avasallador de Miguel de la Madrid por el PRI-; la lección colectiva generada ya aprendida fue concretar la posibilidad de participar por la vía pacífica, legal y democrática, para comprender desde el seno e interior de la misma izquierda, que se podían concitar voluntades para una agenda alternativa de Nación, con posturas que en gran medida hoy prevalecen en la discusión de los problemas nacionales que busca resolver la actual transformación; y que el propio Martínez Verdugo esbozó: “La defensa de los recursos naturales (…) sobre los contenidos de una nueva reforma política y la necesaria libertad y democracia en los sindicatos, la emancipación de la mujer, los problemas de la educación y «el socialismo al que aspiramos» (Martínez Verdugo, 1983, 323).

    Para lograr la convocatoria a ese inusitado Zócalo vestido de rojo, Martínez Verdugo llamó a su campaña la “Marcha por la Democracia” y de acuerdo a José Woldenberg: “Arnoldo Martínez Verdugo y su caravana recorrieron el país en 185 días. Arrancó el 4 de diciembre de 1981 en la Plaza de Santo Domingo en el Distrito Federal y de ahí a Alcozauca, Guerrero (en la montaña), pequeño municipio enclavado en el fondo de una cañada, y que había sido el primero «conquistado» por el PCM… y ni un solo día fue de reposo”.

    Elvira Concheiro y Aldo Guevara señalan en su semblanza sobre Martínez Verdugo y otra de sus aportaciones como dirigente -que fueron múltiples en toda una vida de lucha y militancia-, del entonces comunismo mexicano, siempre en la idea de la unidad como condición para enfrentar a los adversarios políticos e ideológicos de las izquierdas: “En 1962 el PCM, junto a otras fuerzas de la izquierda, formó el Frente Electoral del Pueblo y lanzó como candidato a la presidencia de la República a un reconocido líder agrario, Ramón Danzós Palomino. Ese frente carecía de reconocimiento legal y sus votos no fueron tomados en cuenta, pero representó una fuerte campaña unitaria que lanzaron los comunistas, exigiendo libertad política y mostrando un programa propio e independiente del resto de fuerzas del régimen”.

    Arnoldo Martínez Verdugo falleció en la Ciudad de México el 24 de mayo de 2013 a la edad de 88 años; este 24 de mayo el presidente de México Andrés Manuel López Obrador le rindió un entrañable homenaje póstumo a este precursor del socialismo y la democracia en México quien fue oriundo de Sinaloa e hijo de un humilde peón de hacienda; durante la ceremonia de exhumación y traslado de sus restos a un monumento en honor “al militante de la izquierda mexicana y las generaciones que lo acompañaron en las jornadas de resistencia”.

    En el actual momento donde se intensifican las mismas y predecibles campañas de odio y descalificación cocinadas por la derecha, acusando a todo proyecto de cambio social de “comunista” -como si eso fuera un agravio y estigmatización que solo es un botón de muestra de la profunda ignorancia de los reaccionarios-, habrá que referir que en nuestra historia han permeado corrientes políticas, pensadores notables y genuinos, reconocidos por sus esfuerzos destinados a construir, reflexionar, discernir y promover el socialismo en México; que se toparon contra los mismos muros de la descalificación y el encono cimentados en los despropósitos depredadores de las élites de poder; pero que por su gran valor subsistieron y se reinventaron -más allá de la ideología y el método histórico empleado en sus análisis de la realidad nacional que podemos compartir o no-, por su búsqueda incansable de un mundo más justo, igualitario y fraterno para nuestro pueblo. Resuenan hoy las risas, las consignas, las manos con el puño izquierdo arriba, las pancartas y mantas hechas a mano contra el PRI- gobierno, los libros y folletos de comunismo y socialismo bajo el brazo, las enormes banderas rojas que contrastaron con el cielo transparente de aquel Zócalo rojo que encabezó el luchador e ideólogo comunista Arnoldo Martínez Verdugo.