Categoría: Pablo Ocampo

  • Los que se creen de la moronga azul

    Los que se creen de la moronga azul

    Hace unas semanas, durante su ya tradicional conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo referencia a esta expresión, después de que un grupo de comunicadores y pensadores de oposición convocaran a una marcha para pedir no votar en la revocación de mandato, planeada para el pasado 3 de abril, la cual contó con una participación reducida de simpatizantes. En dicho acto de comunicación a la ciudadanía, el mandatario expresó que, si bien no es un grupo representativo de toda la sociedad mexicana, los seguidores de dichos personajes de derecha, sí se sienten identificados con los ideales que estos representan. Pero, ¿cuáles son? Aquí unos ejemplos:

    Sin duda, anhelan pertenecer a ese 1% de la población en México dueña de medios de trabajo, cuyos ingresos suman más de la mitad del poder adquisitivo del resto de todos los mexicanos. Algunos de ellos tienen la posibilidad de estudiar en las mejores universidades del país y tal vez del mundo -con becas de por medio- y a pesar de ello, cometen faltas de ortografía, usan frases incongruentes y sus reclamos carecen de lógica. Se burlan si no hablas inglés, pero no son capaces de articular un buen discurso en español o una pancarta que sea inteligible.

    Su fuerte no es el amor a México. De hecho, en algunos casos, sus raíces no tienen nada que ver con lo mexicano y se jactan de ello y lo que aman de vivir aquí es poder explotar, tanto recursos como mano de obra, para incrementar el dinero en sus arcas. Algunos ni siquiera conocen bien el himno nacional.

    Su fuerte no es ayudar al que menos tiene. Durante años se aliaron a la clase política para obtener ganancias al margen de la ley y mantener una pobreza sistémica, que tuvo como consecuencia que generaciones completas de connacionales no tuvieran la posibilidad de salir adelante mediante estudios o trabajo bien remunerado.

    Su fuerte es tergiversar, dividir, provocar encono entre la gente, repitiendo lo que dicen los medios de comunicación. Les molestan los que menos tienen, pero sin ellos, sus negocios se vendrían abajo, sus casas permanecerían sucias y sus autos en las cocheras. Los prefieren pobres, sumisos e incultos porque de no ser así, ¿a quién van a mandar? Su fuerte es hacer creer que, por nuestras posibles diferencias, somos enemigos.

    Desde luego, no todos son así. Están quienes son buenos ciudadanos, buenos patrones, aquellos que contribuyen al crecimiento del país y al empoderamiento del trabajador, los que se hartaron de la corrupción. Los hay quienes han pensado más allá del discurso de discriminación y odio presente en televisión y radio, patrocinados por el mencionado 1%. Lo cierto es que, para el resto de la sociedad mexicana, el hartazgo que encaminó el cambio en el rumbo político del país, tiene más que ver con un enfoque de acción del gobierno que llegue hasta los que más necesitan.

    El pueblo en general no ve como algo malo tener más de lo que ya se tiene, siempre que esto no signifique oprimir al necesitado. Nadie quiere apoderarse del fruto del trabajo del otro, mientras dicho fruto se haya obtenido de manera digna. La gente quiere que existan más fuentes de empleo, después de todo, son indispensables para que la economía fluya, siga su curso, pero también quieren condiciones de trabajo justas, un sueldo aceptable y un trato decente con su patrón, que vaya más allá del clasismo y racismo. Entender lo contrario, lo que ideólogos, pseudo intelectuales, políticos y comunicadores en la oposición pregonan, es el principio real de la polarización, porque detrás de ellos tienen a seguidores que fanatizan, a los que exacerban el odio, haciéndoles creer que la inmensidad del pueblo busca quitarles todos sus privilegios. Nada más lejano a la realidad.

    Mientras ese grupúsculo de seguidores de la oposición permanezca cegado por la cólera que sus propios líderes les generan, seguirán saliendo a las calles a marchar sin saber muy bien porqué, continuarán haciendo ridículos en redes sociales y lamentablemente, vendrán más ataques a personajes de izquierda. Después de todo, esa es la función real que buscan de ellos, quienes manejan las riendas económicas y políticas de la oposición: cegarlos de ira para defender sus intereses, mientras les hacen creer que son los de la moronga azul.

  • La dignidad recobrada

    La dignidad recobrada

    Desde que en México se luchó para convertir un virreinato en nación, hace aproximadamente 200 años, se han sufrido distintas vicisitudes que llevaron a su población a padecer adversidades; sin embargo, si volteamos a ver los hechos que sentaron las bases de la que sería la independencia de la corona española, podemos rescatar algo que ha sido constante en la construcción de nuestro país: el carácter y la tenacidad de nuestro pueblo.

    Es sabido que durante centenas de años, hemos soportado saqueos, invasiones o traiciones de gobernantes que se suponía debían velar por los intereses de sus representados. Tan solo con hacer un recuento de los últimos 50 años, la constante ha sido tener gobiernos opresores, asesinos y entreguistas; basta recordar la matanza de estudiantes en el año 68 a manos de militares, bajo el mando de Gustavo Díaz Ordaz o más recientemente, la desaparición de normalistas en Guerrero durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, teniendo lugar entre ellas, la gran crisis que dejó el gobierno de Carlos Salinas, la depreciación que tuvo la moneda mexicana al extremo de perder tres ceros y el debilitamiento de paraestatales de manos de Felipe Calderón para favorecer a particulares, como lo fue el caso de las empresas mineras.

    La poco honrosa reputación que dejaron gobernantes y partidos que hoy conforman la nada digna oposición política, parecían eternas en un país donde crecían las arcas de los amigos y compadres de gobernadores y presidentes, mientras los bolsillos de la gente de a pie estaban cada vez más vacíos; saqueados. Pese al recuento de las adversidades, en un mar de corrupción y complicidad, el temple del pueblo le ha permitido sobreponerse a las tempestades; la fe de que las cosas pueden cambiar, lo llevaron a pensar en alternativas, la última de ellas ocurrida en las elecciones federales de 2018. El pueblo, entonces, legitimó con su voto un gobierno distinto, enfocado hacía los más necesitados, hacia los olvidados del sistema que gobiernos anteriores se negaron a ver, hacia un dirigente que planteó “primero los pobres” y lo ha cumplido a cabalidad.

    Pareciera estar por demás hacer el recuento de logros de la llamada 4a. Transformación de la vida pública del país, como la ha denominado el Presidente Andrés Manuel López Obrador, pero independientemente de haber negociado con empresarios un aumento de sueldo que en sexenios anteriores parecía imposible, de concretar la pensión universal para adultos mayores que ya gozan poco más de 9 millones de mexicanos y la extraordinaria labor para atender y vacunar a la población mexicana frente a una pandemia que tomó a todos los gobiernos y economías por sorpresa, tal vez el mayor logró de este gobierno sea el devolver al pueblo el poder, un poder que jamás debió perder desde un principio y anhelamos no volver a entregar: el poder de decidir qué gobierno queremos, cuándo y bajo qué condiciones, el poder de controlar a quiénes queremos para que hagan valer la ley, sin romperla.

    Los ejemplos más reciente sobre el tema son el apoyo de poco más de 16 millones de personas para rechazar la revocación de mandato hacia el presidente, a pesar de los obstáculos creados para la misma por el propio INE (https://www.sinembargo.mx/04-03-2022/4136821) y las muestras de rechazo a diputados de PRI, PAN y PRD, después de que votaran en contra de un proyecto de reforma en materia energética, que suponía beneficios para toda la población -primero para los pobres-, y que en su lugar, al no alcanzar mayoría calificada, dejó la puerta abierta para que las compañías privadas extranjeras se sigan beneficiando de las leyes a modo que dejó impuestas el gobierno de Peña Nieto. En el último caso, los legisladores en cuestión se alzaron en festejos y burlas contra sus pares morenistas, del presidente y hasta de la gente (https://www.sinembargo.mx/17-04-2022/4164962), pero olvidan que en 2022 y 2023, se celebrarán elecciones para gobernador en 8 estados, entre ellos 2 bastiones priístas: Hidalgo y Estado de México, que viven un hartazgo popular debido a las precarias condiciones en materia de seguridad y empleo y que pueden perder la hegemonía tricolor.

    A falta de poco más de 2 años para que termine el ejercicio del presidente López Obrador, aún nos falta ver qué otras obras se puedan concretar, ver que se establezcan más gobiernos de izquierda que abran los brazos a la gente en lugar de dar la espalda y que el pueblo consolide ese poder para elegir a representantes que sean dignos, manteniendo la observancia en sus actos. La época de obedecer sin cuestionar, de mantener virreinatos, de dejarse intimidar ante un mal gobernante ha pasado y gracias a la 4a transformación y al presidente, podemos sentirnos dignos de un gobierno cercano, de un gobierno para todos. ¡Por el bien de México, primero los pobres!