Categoría: Emmanuel Soriano Flores

  • Occidente está en guerra

    Occidente está en guerra

    El relato hegemónico desde los medios convencionales es que Rusia invadió Ucrania, y que ésta se defiende heróicamente en una especie de proeza a la David y Goliat, la cual solo recibe “cierta ayuda” entre armamento y miles de millones de dólares, pero no. El llamado bloque occidental representado por Europa, Japón, Canadá y liderado por Estados Unidos está en guerra financiera, económica y mediática, y afortunadamente para la humanidad, lo militar no ha escalado más allá de Ucrania, aunque podría hacerlo.

    El origen de la guerra no son los pronazis ucranianos, e incluso queda en un segundo término la cuestionada expansión de la OTAN, la cual se había acordado que no ocurriría desde los años 90. El principal problema radica en la hegemonía del dólar como única divisa para transacciones internacionales comerciales, de reserva y de energéticos, y cuyo origen son los acuerdos de Bretton Woods de 1944. En dichos acuerdos, se estableció el orden mundial impuesto hasta la actualidad, el cual ha sido explotado y usado por Estados Unidos para su beneficio y para abuso de otros.

    Ejemplos de ello son los bloqueos económicos criminales hacia Cuba o Venezuela, los cuales han sido condenados cada año por más del 98% por ciento de naciones en el mundo, pero que al final del día es irrelevante porque Estados Unidos dice quién sí y quién no puede hacer transacciones comerciales con estos dos países, y en caso de desobediencia sufren grandes castigos económicos al que ningún líder político quiere enfrentarse. Luego entonces, Estados Unidos se rige como juez y parte en el concierto de las naciones. 

    Sin embargo, el punto de inflexión para Estados Unidos fue el año 2000 cuando ocurrieron dos eventos importantes: Putin llega a la presidencia de Rusia y China experimenta niveles de crecimiento y desarrollo nunca antes vistos en la humanidad, y se vuelve super potencia en tan solo 20 años, entonces, el dominio planetario logrado por los estadounidenses en 1991 a partir de la desaparición de la Unión Soviética empieza a peligrar.

    Entonces, el contexto completo de la guerra solo se entiende si se analiza como la lucha por el poder hegemónico entre las grandes superpotencias, y ahora mismo hay dos bandos: los pro occidentales que son el G7 anteriormente mencionado más sus aliados europeos, y el bloque liderado militarmente por Rusia; pero económica, financiera y tecnológicamente comandado por China. A este bando “se le han unido” la India -el ahora ya país más poblado del mundo y potencia económica emergente-, Irán -potencia energética- y otros países aliados en Oriente Medio. 

    Para Estados Unidos el terrorismo ya no es el reto a vencer, sino que el resto de países estén alineados a su política económica, que es la que está siendo atacada en esta guerra, ¿cómo?, pues fomentando la no utilización del dólar en transacciones comerciales y usando divisas propias, lo que eventualmente impedirá que fabrique billetes a capricho y controle la economía global. Marx decía que el oro circula porque tiene valor, ergo, el papel moneda denominado dólar tiene valor porque circula, y el objetivo del bloque antioccidental es justamente ese: dejar de usar y depender del dólar, por ello Estados Unidos irá a las guerras que hagan falta y arrastrará a sus aliados como ahora lo está haciendo sin importar las vidas que cueste, la destrucción que signifique y las consecuencias para los más débiles y pobres.

    México no ha tomado partido por ningún bando, pero de facto pertenece al grupo occidental, el cual puede resultar no vencedor si el dólar pierde importancia geo financiera y se deja de transaccionar con él como ya está ocurriendo entre potencias de Oriente y Medio Oriente. Ojalá se llegue a un acuerdo para el fin de la guerra entre Rusia y Ucrania, pero ahí no acabará la disputa mayor por la hegemonía global, la cual pudiera tener como siguiente escenario de batalla a Taiwán y la posible unificación de China.

  • Lecciones del neoliberalismo: no toda inversión es buena

    Lecciones del neoliberalismo: no toda inversión es buena

    A propósito de la guerra comercial que protagonizan China y Estados Unidos y que, en términos mediáticos ha quedado delegada a segundo término debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, se menciona en análisis políticos y económicos que el gran beneficiario del choque entre las dos mayores potencias económicas del mundo es México, ello debido a que la deslocalización que habían hecho originalmente empresas norteamericanas y europeas en suelo oriental buscaría un nuevo destino que ofrezca ventajas logísticas, de costos laborales, de certidumbre política y, sobre todo, que esté alineado con el bando occidental que dirige Washington, y el mejor candidato sin duda es México.

    La algarabía de los analistas que prospectan una inversión extranjera de miles de millones de dólares hacia nuestro país es motivo suficiente para ser optimista en los cálculos macroeconómicos con miras a la próxima década, sin embargo, la historia nos ha enseñado que no todo lo que brilla es oro.

    El periodo neoliberal se caracterizó por tener posturas claras en diferentes esferas de la vida pública. En la esfera geopolítica, significó subordinación del interés nacional al interés hegemónico de Estados Unidos a través de la entrega de recursos estratégicos (principalmente el petróleo) y de la intromisión en asuntos nacionales en materia de seguridad y soberanía alimentaria, entre otras; en la esfera de política nacional, significó el debilitamiento del Estado Mexicano a través de la creación de “organismos autónomos” en manos de la “sociedad civil”, y de la aprobación de un paquete de reformas estructurales (salud, educación energía y derechos laborales las más ominosas) y modificaciones a la constitución que, básicamente, favorecían el interés de las minorías, en contra de las grandes mayorías; en la esfera social, el neoliberalismo implicó una desvalorización de la cultura mexicana, aumento de la violencia y la corrupción, así como falta de liderazgos con visión nacional y humana; y en términos económicos, significó un aperturismo sin control con la consigna de inflar el PIB a toda costa, principalmente con la firma del TLCAN, pero también permitiendo inversiones en sectores estratégicos como la banca y energía, y tuvo como bandera principal a la privatización. De esta última esfera, interesa hacer un análisis más profundo por la oportunidad que representa el “nearshoring” respecto a Estados Unidos.

    El resultado de mucha de la inversión que se dio durante el periodo neoliberal no es del todo positivo. Atrajo a empresas de manufactura de bajo valor añadido o extractivista; empresas que pagaban sueldos de miseria a los trabajadores y cuya ventaja competitiva no se apoyaba en la innovación o diferenciación del todo, sino en costos laborales bajos; empresas a las que les fueron condonados millones de pesos; empresas que sometían autoridades y en contubernio con ellas tenían prácticas mafiosas a favor de sus propios intereses; y perfectamente se pueden correlacionar estos fenómenos con aumento de la desigualdad y la violencia por el descontento social que todo ello genera.

    Lo que ha enseñado la historia es que ninguna nación se ha desarrollado sin proteccionismo adecuado, ya que la trampa del neoliberalismo en su esfera económica consistía en permitir la inversión extranjera a diestra y siniestra, sin intervención del Estado y contra las PyMES mexicanas, y el resultado fue desastroso. Si la inversión extranjera no genera encadenamientos productivos y transferencia tecnológica, si no se compromete a pagar sueldos dignos a todos los niveles, si no se compromete a cuidar los recursos y el ambiente, si no paga los impuestos que debe o busca evadirlos, es mucho mejor prescindir de ella y no acudir al pragmatismo destructor que tanto daño ha hecho por intentar generar empleo. 

    México es un país respetado en el mundo y se sabe que la política nacional ha cambiado, pasando de un entreguismo subordinado de bajo coste a una política de mucha dignidad, humanismo, en favor de la inversión inteligente y con énfasis en la justicia y redistribución de la riqueza.

  • Reporte de riesgos 2023 de Davos, Suiza

    Reporte de riesgos 2023 de Davos, Suiza

    Como cada año se reúnen líderes, políticos, empresarios, periodistas, personalidades y gente destacada de los medios en el Foro Económico de Davos Suiza para pensar el mundo desde un enfoque occidental. 

    En este Foro se deciden, en grandes líneas, las directrices que a nivel de políticas públicas deben seguir los “gobiernos democráticos” para, en teoría, mantener y preservar el orden mundial. A su vez, se genera mucha información confiable y útil para la toma de decisiones, tales como reportes y análisis para empresas y gobiernos, y uno de los más importantes es el Reporte de Riesgos. Dicho reporte dictamina por orden de importancia y posible ocurrencia cuáles son los riesgos a los que se enfrente la humanidad y, a partir de ello, generar estrategias para revertirlos, o impedir que sus estragos sean muy altos en caso de ocurrencia.

    A continuación, un breve análisis de lo que, según los expertos del Foro, se estima que son los  dos principales riesgos para 2023:

    – Crisis de abastecimiento de energía: y no podía ser de otra manera. La ruptura entre el bloque occidental con Rusia trajo un sinnúmero de consecuencias a nivel de sanciones e intercambio comercial, pero lo más relevante es que los países dependientes del petróleo y gas ruso (Europa, mayormente) ha impactado de forma negativa en las economías de la Eurozona, porque el suministro ahora es más irregular, más caro, más lejano y más incierto. Se sabe que las reservas son suficientes para el invierno de este año, pero se trabaja contra reloj para desarrollar la infraestructura necesaria para almacenar y procesar gas licuado, es decir, aquel que sustituirá al cercano y barato gas ruso.
    Lección de oro para América Latina y todos los países con recursos naturales propios: nunca fue más importante extraer, procesar y comercializar de forma independiente recursos energéticos tan estratégicos como el gas y el petróleo. Los verdaderos estrategas toman decisiones con miras a la soberanía energética. En México, durante el periodo neoliberal se extraía petróleo y se compraban gasolinas en el extranjero. Afortunadamente, el proyecto de gobierno actual apunta en dirección opuesta: producir solo lo que se necesita para consumo interno, procesarlo todo en México e ir transitando lo más rápido posible a energías renovables, que son el futuro, pero uno muy distante todavía.

    -Crisis del costo de vida: fenómenos como la gentrificación y encarecimiento de viviendas en ciudades capitales a partir de la implementación del trabajo y la liberación de restricciones para que ciudadanos de otros países con poder adquisitivo más alto poblen lugares más baratos y asequibles fuera de su país, han obligado a un perfil de clase media a salir de las ciudades para buscar vivienda en provincias, lo cual ha contribuido a encarecer lugares que antes no lo eran tanto, y que incluso no están tan desarrollados o no cuentan con todos los servicios. Este fenómeno de expulsión de las grandes ciudades cobra relevancia porque se conjuga con dos problemas coyunturales más: pérdida del poder adquisitivo de los salarios e inflación. ¿Qué hay que hacer a nivel de gobierno y políticas públicas? Pues buscar la redistribución a toda costa priorizando sectores más vulnerables, además de poner restricciones necesarias para cuidar y preservar el espacio propio.
    Los habitantes de pueblos en México ponen ejemplo de esto con su forma de organización a través de usos y costumbres: se cuida quién compra y quién vende terrenos, no se le da agua a cualquiera que no tenga lazos con la comunidad y que sepa la importancia de la vida comunitaria; y sobre todo, no se permite que cualquier empresa se plante con el pretexto de generar empleos, porque ante todo, se vigila qué produce, qué residuos genera, cuánta agua utiliza y qué beneficios y perjuicios puede traer a la comunidad. ¿Cuál es la clave para que este modelo local de gestión funcione? Pues la transparencia, honestidad y amor de sus líderes a la comunidad. A nivel de país debería actuarse de igual manera y no como se hizo durante el periodo neoliberal.
    En dicho periodo se proponía inversión a toda costa sin importar si solo era de tipo extractivista y a costa de la seguridad de los trabajadores, saqueando comunidades y sometiendo a autoridades locales; trabajo a toda costa sin importar que hubiera sueldos de miseria porque se quería que la ventaja competitiva de México fuera el costo, atropellando la dignidad del pueblo mexicano y generando resentimiento por las cada vez evidente e injusta distribución de la riqueza; y números macroeconómicos altos como inversión y PIB a toda costa, sin vigilar que ese crecimiento sea de calidad y peor, que se concentre solo en unas cuantas manos.

    Ante los retos y riesgos que representa 2023, los gobiernos deben actuar ante todo con humanismo y nacionalismo, y entender que el bienestar va más allá de indicadores macroeconómicos. Hoy más que nunca se necesitan gobiernos que vean por los más pobres, por los más necesitados, por la distribución de la riqueza, por la inversión de calidad, por sueldos dignos y por la soberanía energética y alimentaria.

  • A propósito de la violencia generada por el Narcotráfico

    A propósito de la violencia generada por el Narcotráfico

    La captura de Ovidio Guzmán, hijo del el Chapo Guzmán, en Culiacán, Sinaloa, fue noticia internacional. Medios tan importantes y tan lejanos como Al- Jazeera, Deutsche Welle, Euronews y otros internacionales han hecho eco del suceso, no tanto resaltando el mérito del gobierno mexicano en la recaptura del capo, sino en la violencia que generó la detención, la cual y según las imágenes y videos, puede catalogarse perfectamente como actos de terrorismo. Entonces, ¿qué hacer al respecto de ello?, ¿puede evitarse de alguna forma la violencia generada por capturas de grandes capos?, ¿realmente los Cárteles son tan fuertes y violentos como se presume?, ¿con esto se acaba el tráfico y violencia en esa zona del país?

    Existe gran cantidad de análisis al respecto que intentan responder esas y otras preguntas en torno al fenómeno del Narcotráfico, y aunque muchos de ellos pueden parecer diferentes y distantes, la mayoría coincide en algo: aunque se avanza en la lucha y esta captura fue un importante logro del gobierno, esto no significa, de lejos, una solución al problema de la violencia o del tráfico ilegal de drogas, más bien se habla de un reacomodo que favorece a algunos grupos y perjudica a otros.

    ¿Qué queda para México?, ¿resignarse por compartir frontera con el mercado de compra y consumo de drogas más grande del mundo? Si bien es cierto que por primera vez en mucho tiempo se intenta una estrategia diferente a la represión, y que la perspectiva del presidente López Obrador es abatir los problemas sociales a través de políticas públicas que promuevan la justicia redistributiva y la igualdad, ello puede no ser suficiente para abordar problemas tan complejos como la violencia que genera el narcotráfico, que parece tener casuísticas diferentes y cuya solución se vislumbra más compleja. Es algo así como deshacerse de un gran cáncer para el cuerpo humano que, una vez instalado en él, parece no resignarse hasta acabar con la vida del depositario. 

    Entonces, ¿cuál es la perspectiva y qué se puede hacer? Solo hay un caso en la historia donde un gobierno que había prohibido una droga en un principio, dio marcha atrás y permitió su producción y comercialización debido a la gran violencia que generó la competencia entre bandas que se dedicaban a ello al margen de la ley : el alcohol en Estados Unidos en los años 20, lo cual es un caso paradigmático pero que no se replica en países latinoamericanos porque la venta y comercialización no se encuentra en ellos, sino en el mismo Estados Unidos, es decir, la situación está fuera de sus manos hasta cierto punto. En México se producen drogas y se venden y consumen en Estados Unidos, y mientras ello no cambie por medio de una regulación inteligente o porque desde Washington no haya una real lucha contra la venta y distribución de drogas (aunado al caso de las armas donde los Cárteles pueden comprar tantas como poder quieran tener), entonces el rompecabezas seguirá incompleto y países como México y otros productores de droga seguirán condenados a padecer la violencia generada por el Narcotráfico a pesar de los esfuerzos coercitivos y preventivos que hagan.  

    En síntesis, no interesa a Estados Unidos emprender una lucha real contra el millonario negocio de las drogas, como tampoco interesa limitar y regular la venta de armas porque, afortunadamente para ellos, la violencia solo se genera en países como México; de otra forma, ya hubieran tomado cartas en el asunto como lo hicieron con la regulación del alcohol en los años 20.

  • Objetivo: politización

    Objetivo: politización

    Nunca la sociedad mexicana había estado tan consciente, informada e interesada por la política y la vida pública del país. Nunca había habido tantas y tan variadas fuentes de información tanto de derecha como de izquierda. De hecho, antes no había una clara distinción de ambas como ahora. 

    Nunca había sido tan evidente que la historia tiene un peso relevante para comprender muchas cosas que acontecen en el presente, y que se puede aprender de esta para no repetir errores en el futuro o para emular las buenas acciones del pasado. Nunca los intelectuales orgánicos y el llamado círculo rojo habían sido tan vilipendiados y exhibidos por las mentiras y manipulación que habían promovido a partir de los intereses que representaban. 

    Nunca el ciudadano común había estado tan empoderado en democracia para ejercer un voto pensado, reflexivo y con sentido de ciudadanía. Nunca se había hablado con tanta claridad desde el poder y desde la oposición, donde ambos bandos, sin reparo, hablan de sus intenciones y de lo opuestos que son sus proyectos. 

    Nunca había habido mensajes de ida y vuelta que corrieran tan rápido a través de la opinión pública y que tuvieran eco en instituciones y acciones. Nunca había habido tanta pasión sin violencia en la vida pública del país, como desafortunadamente pasa en otros países. Nunca se había exhibido tanto los errores y aciertos de ambos bandos, ni había habido tantas interpretaciones de los datos económicos, políticos y sociales que expresan el desempeño de México en comparación con otros.

    Nunca el ciudadano común había podido expresar su opinión con tanta claridad y sin miedo a represión como ahora, en donde, en todo caso, es cuestionado desde las mismas redes sociales y foros de política. Nunca se había confrontado e insultado tanto al presidente de forma directa (en las mañaneras) o indirecta por parte de sus detractores a través de las redes sociales o los medios convencionales. Nunca los partidos políticos que antes fingían posiciones opuestas y que, en el fondo, representaban los intereses de las élites habían actuado en bloque contra el proyecto que representa a las mayorías.

    Nunca los proyectos estratégicos de inversión pública del país habían sido tan criticados o admirados por los analistas y, en general, por la sociedad. Nunca se había tenido una posición tan firme y definida en términos geopolíticos; en primer lugar, con Estados Unidos en temas tan sensibles como migración, economía y alianzas estratégicas; en segundo lugar, nunca se había estado tan hermanado con América Latina, especialmente con gobiernos progresistas; y finalmente, nunca se había tenido una posición tan digna frente al intervencionismo europeo solapado por gobiernos neoliberales. 

    Nunca se habían impulsado políticas públicas tan poco ortodoxas desde la perspectiva de los grandes teóricos que cuestionan el intervencionismo del Estado y que defienden el libre mercado, y al mismo tiempo, nunca se había demostrado tan claramente que en tiempos de adversidad como una pandemia o una guerra, el Estado (y no el mercado) juega un papel fundamental para salvaguardar el bienestar de los más pobres y vulnerables. 

    Nunca el poder mediático había sido tan obvio en sus expresiones, pero también, nunca había sido tan exhibido como ahora. Los medios de derecha nunca habían pasado por una crisis de credibilidad y confianza tan grave como ahora, pero al mismo tiempo, nunca habían sido tan fuertes económica y políticamente para defender sus intereses.

    Y es que se pueden discutir los logros y alcances del proyecto de la Cuarta Transformación, pero, lo que es innegable, es que uno de sus mejores legados es la politización de la sociedad, lo que sin duda representa un avance para la democracia.

  • ¿Es hora de regular los medios?

    ¿Es hora de regular los medios?

    Aunque el presidente López Obrador ha sido enfático en decir que la prensa se regula con la prensa y que no hace falta una legislación a los medios tradicionales, las cifras indican otra cosa. Según datos de la CELAG (2022), los medios de comunicación en América Latina atraviesan una grave crisis de credibilidad.

    En México, 66.5% desconfía de los medios tradicionales; en Ecuador, 54.8%; en Chile, 66.7%; en Colombia, 64%; en Bolivia 69,1% y en Argentina 81.3%, por citar algunos ejemplos.

    El derecho a la información es fundamental en cualquier democracia, y si bien todos tienen una postura política e ideología según el origen de su financiamiento o su pertenencia, lo cierto es que ninguno de ellos debería mentir, decir verdades a medias o tergiversar datos para beneplácito de nadie, por ello se vuelve necesario algún control o vigilancia para exigir mínimos de ética informativa y periodística.

    En el caso mexicano se observa un fenómeno interesante: las posturas políticas a favor o en contra del gobierno cada vez son más evidentes y menos disimuladas en el ámbito periodístico y comunicativo. El llamado círculo rojo -medios convencionales, maquinaria periodística e intelectuales orgánicos al servicio de oligarcas- pasó de ser un grupo selecto, conocido y respetable a uno cada vez más irrelevante y falto de credibilidad para la mayoría de la población, llegando al absurdo de caer en contradicciones burdas, radicalismos insultantes y maniqueísmo superficial, todo en detrimento de la calidad informativa y de análisis político que necesita la sociedad mexicana, y cuyos miembros han encontrado refugio en medios alternativos, redes sociales, o que directamente recurren a la fuente original en la “Conferencia Mañanera” del presidente López Obrador.

    En Ecuador se propuso una regulación a los medios durante el gobierno del presidente Rafael Correa, y si bien la intención fue buena, el planteamiento y resultado final no lo fueron tanto, porque fue tomado como ataques a la libertad de expresión, pero al menos sentó un precedente importante en la región.

    En Argentina hay una especial preocupación por la gran inestabilidad política y económica que atraviesa ese país, y cuyos medios de comunicación como el Clarín y otros aliados con la derecha más neoliberal se han dedicado a justificar decisiones del gobierno Macrista que convirtió a ese país en el más endeudado del mundo como proporción de su PIB, y que al mismo tiempo apoyan el lawfare ejercido contra Cristina Kirchner, ello mientras utilizan al Peronismo de manera hipócrita para captar votantes.

    En Bolivia, los medios de comunicación se dedicaron a justificar el golpe de Estado en contra de Evo Morales y del MAS, todo con el auspicio de Washington y en complicidad con las élites económicas que se vieron afectadas por las políticas públicas de un gobierno que utilizó sus vastos recursos naturales para ayudar a la población en vez de favorecer el entreguismo y negocios para unos cuantos. Afortunadamente, el gobierno golpista de Añez cayó por la reivindicación en elecciones democráticas del MAS, a pesar de la desinformación de los medios de derecha.

    En América Latina, la mayoría de medios de comunicación son propiedad de grandes oligarcas que buscan proteger sus intereses económicos y tener influencia política, y mientras esta estructura no cambie y no exista una regulación orientada a tener información veraz, real y objetiva; la democracia estará en riesgo, la inestabilidad política estará a la orden del día y los gobiernos progresistas no lograrán su objetivo fundamental de ayudar a quien más lo necesita, todo en perjuicio de las grandes mayorías.

  • El mito de la meritocracia y el “echaleganismo”

    El mito de la meritocracia y el “echaleganismo”

    Desde la derecha más liberal, el esfuerzo individual representa la razón y motivo del porqué los ricos son ricos, y porqué los pobres son pobres, es decir, tú tienes lo que trabajes y te esfuerces, pero, ¿es así realmente?

    La evidencia empírica muestra que esto es tajantemente falso en diferentes niveles. El campesino indígena que trabaja 16 horas al día para recibir unos pesos en las condiciones más precarias, definitivamente no se esfuerza menos que el junior del Tec de Monterrey que heredó la subgerencia de su papá, y cuyo primer sueldo es de 50 mil pesos mensuales (2500 dólares), colmado de privilegios y atenciones por las que no trabajó, simplemente las heredó.

    Pero eso es solo a nivel económico, porque a nivel social el campesino indígena jamás tendrá el capital cultural y social del junior, y tampoco tendrá acceso a sus oportunidades, a sus servicios de salud, a sus instituciones educativas y laborales, y de facto, su expectativa de vida es mucho menor y estará condicionada por una serie de adversidades que nada tiene que ver con “echarle ganas” o con esforzarse mucho.

    En este ejemplo es más o menos clara y obvia la comparación y evidencia, sin embargo, hay un segmento de la población que vive engañado por el discurso de la meritocracia y que no se da cuenta que es víctima de un sistema con condiciones estructurales injustas y desiguales, y que la posibilidad de movilidad social es casi nula. Dicho segmento de la población está representado por un tipo de clase media aspiracionista que, bajo el engaño del “echaleganismo”, apoyan y justifican proyectos de derecha como el neoliberalismo, y que en el fondo, favorecen más a la oligarquía y perjudican a las grandes mayorías, de la cual ellos mismos forman parte.

    La meritocracia viene acompañada de individualismo, un pseudo valor neoliberal que prima y enfatiza el ganar y triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales. Este pseudo valor ha mermado la visión comunitaria y social tan importante para el desarrollo de los pueblos que deberían estar siempre en unidad y comunión para defender lo suyo. Individualismo y meritocracia son la mezcla perfecta para el desastre, y la única forma de revertirlo es a través de gobiernos que promuevan políticas públicas en favor de igualdad de oportunidades y ayuda asistencial para los que menos tienen, por un lado; y generar conciencia social para que haya un despertar ciudadano que implique progreso y desarrollo igualitarios basados en valores, por el otro.

    México debe deshacerse de una vez por todas del falso discurso individualista meritocrático y entender que la situación de su gente no es producto de su esfuerzo individual solamente, sino de condiciones que han sido dadas por proyectos políticos que no pretendían ayudar a las grandes mayorías, sino favorecer a una minoría rapaz.

    Como apéndice y según datos de la OCDE, México es el país en donde se trabajan más horas por año; y Dinamarca, Noruega y Alemania (países con el índice de Desarrollo Humano más alto), donde menos, lo que evidencia la falsedad del discurso meritocrático con una correlación inversa casi perfecta. Entonces, no se trata de trabajar más, se trata de seguir promoviendo el despertar ciudadano para exigir cada día mejores gobiernos, entendiendo que, a largo plazo, esto es más determinante que el esfuerzo individual de cada uno.

  • La izquierda en la frontera de la moral

    La izquierda en la frontera de la moral

    La izquierda tiene múltiples causas y objetivos, los más importantes tienen que ver con la lucha por la justicia, la igualdad de oportunidades y la reivindicación de derechos como la salud, la educación de calidad, un trabajo digno y, sobre todo, a ser feliz y libre, todo bajo la conducción de un Estado fuerte, pero acotado.

    Sin embargo, desde el progresismo más reciente, han cobrado fuerza luchas que son perfectamente legítimas y que están alineadas, de alguna manera, con el ideario de los valores con los que comulga la izquierda, sumándose con gran vigor y haciéndose presente en el campo de batalla político; sobre todo porque están representadas por los más jóvenes, los más libertarios y los que tienen una vida política más activa, y me refiero a causas como los derechos de la comunidad LGTB y el aborto, por mencionar a los más representativos.

    Dichas causas han servido para, por un lado, reencausar las causas de la izquierda en la vida pública de México, pero, paradójicamente, también para dividirla, y es que hay gente que cree en los principios de la izquierda cuando se combate frontalmente la corrupción y al neoliberalismo, por ejemplo; pero que no comparte -o no del todo- lo que propone la progresía izquierdista, y ello no significa que su lucha sea menos válida, solo quiere decir que no comparten ese ideal, y es perfectamente aceptable, como también lo es quien, además del combate a la corrupción y al neoliberalismo, se suma a las causas más progresistas. 

    Lo importante es estar del lado correcto de la historia y compartir valores comunes en torno a lo que nos une, no intentar que el otro abrace el decálogo izquierdista y castigar o excluir a quien no lo haga, porque ello ya implicaría una práctica derechista con tendencia al fascismo. 

    Tenemos que aceptar que hay causas que se encuentran en la frontera de la moral y que no serán compartidas por todos, pero al mismo tiempo, debemos ser lo suficientemente inteligentes para saber qué nos une y luchar por ello.  

    La forma de resolver las diferencias siempre es por el método democrático, y quienes compartimos todas las causas de la izquierda, nos alegramos que se conquisten derechos día a día, congreso a congreso, región a región, y cuando ello no se logra, no queda más que retomar el trabajo de convencimiento y sensibilización con un discurso basado en valores de izquierda, no uno excluyente que pretenda exhibir, o peor, insultar a quienes piensan diferente, porque ello sería el caldo de cultivo perfecto para que resurja el neoliberalismo en su forma más sectaria.

    Es evidente que, afortunadamente, se vive un proceso de politización de la Sociedad como nunca se había visto, y dicha politización debe darse a partir de la tolerancia para el que piensa diferente en temas controversiales, o incluso para el que piensa diferente en temas fundamentales. Como decía Juárez: nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho.

  • La irrelevancia de la ONU a nivel geopolítico

    La irrelevancia de la ONU a nivel geopolítico

    La Organización de las Naciones Unidas es un organismo que se creó en 1945 para mantener la paz y la seguridad internacionales. Su sede central está en Nueva York, y eso tal vez ya dice mucho. 

    Aunque en el papel la ONU tiene un lugar protagónico en el concierto de las naciones, la realidad es muy distinta, y muestra de ello es su irrelevancia en eventos tan importantes como guerras o la pandemia del COVID, donde al final se hace lo que diga Estados Unidos y sus socios occidentales, lo que intimide su poderío militar, lo que castigue económicamente su dólar, lo que exprese la opinión pública de sus medios y lo que sus empresas penetren en todos los mercados.

    La “comunidad internacional” (también conocida como Occidente, el eje del bien, los enemigos del terrorismo, la liga de la justicia, los defensores de las causas justas o el adjetivo ridículo que se le ocurra al lector) ejerce su poder al margen de la ONU. Son, en realidad, un puñado de países armados hasta los dientes y que controlan los recursos y finanzas de la mayor parte del planeta a través del sometimiento y la intimidación, demostrando en cada ocasión la irrelevancia de la ONU cuando hay diferencias y conflictos internacionales.

    En México, el presidente López Obrador ha criticado en reiteradas ocasiones el papel de este organismo, y con razón. Su mecanismo Covax creado para la repartición justa de vacunas durante la pandemia de COVID fue un rotundo fracaso, condenando a muchas personas de países pobres a su suerte y a la buena voluntad de otros. Al final, cada país tuvo que comprar y negociar por propia cuenta. Incluso México amenazó con denunciar por incumplimiento y demora en la entrega de vacunas.

    El caso más paradigmático sobre el gran fracaso de la ONU lo protagoniza Rusia, a partir de la invasión a Ucrania. El 12 de octubre la Asamblea General de la ONU rechazó los referéndums por los que el Donbass y las regiones de Jersón y Zaporozhie pasaron a formar parte de Rusia, ya que fueron calificadas como ilegales las votaciones que promovió el presidente ruso Vladimir Putin. El resultado fue abrumador: 143 a favor, 35 abstenciones y 5 naciones en contra, lo cual era más o menos de esperarse, ya que, aunque Moscú pidió votación secreta para evitar las clásicas tácticas intimidatorias de Washington, los resultados se hicieron públicos, como es costumbre. 

    Desde los medios occidentales se celebró este resultado como una acción más en pro del aislamiento y debilitamiento del Kremlin, sin embargo, la realidad es muy distinta. Por ejemplo, Turquía votó en contra del referéndum, pero el 14 de octubre el presidente Erdogan confirmó que Moscú y Ankara trabajarán juntos en la creación de un Hub gasístico en Turquía; Brasil también fue parte del grupo de los 143 países a favor del rechazo, pero el 15 de octubre se anunciaba la importación de diésel desde Rusia y países árabes; por su parte, Arabia Saudita se sumó al rechazo del referéndum, pero al mismo tiempo lideraba en la OPEP el mayor recorte petrolero en años, el cual afectaba los intereses geopolíticos de Estados Unidos; y así cualquier cantidad de ejemplos de países en el mundo que, en la ONU y para “no hacer enojar a Estados Unidos”, votan a favor de lo que dicta la Casa Blanca, pero en la realidad operan y se acercan a Moscú tanto como necesitan y les conviene, y México no es la excepción. Muestra de ello es el acuerdo de cooperación espacial que se firmó antes de la guerra, y que, en defensa de su soberanía, el gobierno de la 4T mantiene por así convenir a los intereses de la nación.

    La ONU tiene actualmente un papel más subordinado a los intereses geopolíticos de Occidente que en favor de la paz y la seguridad internacionales, y su credibilidad y utilidad va a la baja, indudablemente.

  • ¿El posible fin del petrodólar afectaría a México?

    ¿El posible fin del petrodólar afectaría a México?

    Más allá de que la narrativa en medios occidentales utiliza de forma maniquea y reduccionista lo relacionado al conflicto bélico en Europa del este, e incluso lo han interpretado como una trama propia de Hollywood donde hay buenos, malos y salvadores -Ucrania, Rusia y Estados Unidos junto con sus aliados europeos, respectivamente-; el verdadero tema de fondo es la posible pérdida de la supremacía de Estados Unidos en el ámbito financiero, en particular lo relacionado al uso del dólar como moneda de cambio para todas las transacciones internacionales de compra y venta de petróleo.

    El primer paso hacia una desdolarización mundial fue, simbólicamente, lo ocurrido con las sanciones económicas del G7 y sus aliados hacia la economía Rusia, porque en ese momento grandes potencias energéticas, entre ellas China, Rusia, India e Irán; empezaron a hacer transacciones comerciales para la compra y venta de petróleo en divisas propias, lo que ponía más tierra de por medio entre las ya de por sí distantes potencias energéticas y Estados Unidos, quien convenientemente levantó el veto a Venezuela y ello le permitía asegurar el suministro energético para mantener a flote su industria, y así había ocurrido, pero no contaba con que su otro gran suministro energético “le fallaría” para velar por sus propios intereses, concretamente su mejor aliado de los últimos años en el medio Oriente: Arabia Saudita .

    Hace unos días, la OPEP+  (el club de los grandes exportadores de petróleo) decidió recortar a partir de noviembre la producción de crudo para estabilizar los precios, lo que no fue bien recibido en la Casa Blanca y el grupo antagónico a Rusia, ello porque esta reducción aumenta el precio del petróleo por ley de oferta y demanda, lo que implica mayores ingresos para Rusia, y Estados Unidos cree que esto es un favor de Arabia Saudita al gobierno de Vladimir Putin, pero, ¿qué hay de cierto en ello y qué implicaciones podría tener hacia el resto del mundo, incluido México?

    Históricamente, Estados Unidos y Arabia Saudita han hecho un pacto que les ha traído beneficios a ambos. Por un lado, Estados Unidos aseguraba su suministro energético, y por el otro, Arabia Saudita podía mantener sus prácticas antidemocráticas y autoritarias bajo el cobijo de Washington. El equilibrio de fuerzas permitió a ambos regímenes beneficiarse, siempre bajo la amenaza bélica de Estados Unidos, pero el juego geopolítico ha cambiado, los árabes mantienen buenas relaciones con Rusia, quien nunca se ha metido en sus asuntos internos, y en contraparte, cuando Biden llegó a la presidencia, dio el visto bueno para la publicación de una investigación que incriminaba al príncipe heredero Mohamed Bin Salmán de ordenar el asesinato de un periodista, y emprendió otras acciones que afectaban los intereses políticos regionales de Arabia Saudita. 

    En síntesis, si el día de mañana la OPEP+, bajo el liderazgo de Arabia Saudita, Rusia e Irán se siguen plantando a Estados Unidos y aumentan y reducen la oferta de crudo a conveniencia sin considerar los intereses geopolíticos de Estados Unidos, además de usar otras monedas como ya se hace actualmente sin grandes consecuencias, se podría hablar del fin del petrodólar como moneda hegemónica para hacer transacciones de compra y venta de energéticos. Aunque Estados Unidos sancionara a todos los países en cuestión, podría pasarles lo mismo que los europeos con Rusia: mayor afectación para las economías propias que para la que pretendían dañar, y por ello Estados Unido será cauto y prudente en su respuesta, pero hay un riesgo latente de que el petrodólar pueda llegar a su fin.

    México, como principal socio comercial de Estados Unidos, debe prestar atención a la cuestión energética mundial, porque indirectamente se podría ver afectada la economía con una mayor inflación y desajustes de precios, pero lo más importante, debe seguir apostando por autonomía y soberanía energética, para que, en caso de que se dé el peor escenario internacional, las consecuencias sean residuales.