Categoría: Carlos Bortoni

  • ¡Ya no quieren trabajar…!

    ¡Ya no quieren trabajar…!

    A Gabriel Quadri, incansable paradigma de la zafiedadque es incapaz de avergonzarse de sí misma.

    A todas luces, sobre todo a aquellas luces que no alumbrando nada concreto deslumbran a todos al punto de cegarlos, los subsidios, apoyos, becas, programas sociales y demás perversiones que el gobierno de la CuatroTe ha promovido para ayudar a nadie ─porque, seamos honestos, ninguno de los beneficiados tiene relevancia alguna en el escenario global que es el único que importa─ y afectar los privilegios de quienes privilegiadamente se beneficiaban del erario y los negocios que el Estado permitía se realizaran a sus costillas, ponen una zancadilla al incremento de los indicadores macroeconómicos mexicanos, que tanto crecieron durante los sacrosantos gobiernos neoliberales, y que tanto ayudaron al bienestar de quienes están acostumbrados a vivir en bienestar, manteniendo relegados a quienes se debe mantener relegados, y amenazan con destruir la desigualdad que durante más de 500 años se ha trabajado para consolidar en este territorio, aniquilando con ello la esperanza de la clase aspiracionista de vivir a base de un echaleganismo que les permita acariciar las mieles de las que goza la clase privilegiada; al mismo tiempo que consiguen que los trabajadores ya no quieran trabajar.

    El sentido común ─y las lecciones de los guetos y campos de exterminio nazis─ indica que, mientras más cerca se mantenga a la población de la amenaza de morir de hambre, sin ninguna clase de apoyo, más sencillo será orillarlos a trabajar a cambio de un salario miserable e incrementar con ello la plusvalía que empresas y empresarios merecen.

    No importa si esos apoyos se tratan de pensiones para adultos mayores o becas para estudiantes, toda clase de apoyo pone en riesgo la democrática desigualdad de nuestro sistema político social y, al hacerlo, afecta la posibilidad de que la derrama económica sea derramada encima de quienes debe derramarse, sin salpicar a aquellos que ni siquiera saben lo que es no tener hambre y deben trabajar bajo condiciones inhumanas por un mendrugo de pan.

    Desde luego que, no faltarán las personas ─si cabe llamarles personas a quienes no se detienen a considerar a ese otro que tiene la necesidad de preservar sus innecesarias necesidades intactas─ que sostendrán que resolver el problema de la desigualdad es más importante que el crecimiento económico, personas que piensan que es imposible sostener el crecimiento económico si la desigualdad es alta, gente tan mezquina que es capaz de sostener que el aumento en el salario mínimo genera un incremento en la productividad, individuos que ─en resumen─ no entienden que no entienden que no hay porque ayudar a quienes no entienden que deberían conformarse con contemplar el espectáculo de las clases privilegiadas ¿Para que creen que se exhiben las revistas ¡Hola! y ¿Quién? ¿En los puestos de periódicos?

    Seguro no es para que las compren, se tratan de ventanas para que contemplen lo que debe motivarlos, esa zanahoria inalcanzable que deben perseguir de forma incansable.

    No entender que la desigualdad es un incentivo para que las personas se esfuercen y trabajen más y mejor, que la inflación es una herramienta de control social, y lanzar subsidios a diestra y siniestra para cuestiones tan banales como gasolina, energía eléctrica, alimentos, siembra de árboles, pequeños agricultores ─¿de verdad la palabra “pequeños” no les deja claro que hay que ignorarlos?─, fertilizantes, peajes en autopistas, etc. pone en riesgo el principal incentivo que tiene cualquier ser humano para despertar todos los días y hacer lo que tiene que hacer: el incentivo de saber que hay alguien debajo de él que vive una situación mucho pero que la suya y a quien puede pisar libremente.

    No sólo se afecta a los dueños del capital y sus hordas de cortesanos y esbirros. No. Se afecta también a esa clase media ─sin importar si es clase media o solo cree que es clase media─ que ve amenazada esa posición pseudo privilegiada que ha conquistado con el sudor de su frente y un alto nivel de estrés, manejando un buen historial crediticio o endeudándose para pagar deudas, esa clase aspiracionista que desborda los centros comerciales los fines de semana para ver en los escaparates como podría ser su vida con unos cuantos meses sin intereses más en su tarjeta, esa clase que sabe que hablar ingles es mejor que hablar español y que teme perder su línea de crédito, su departamento en renta o el coche que manejan gracias al esquema de leasing que les permite pagarlo mensualmente y renovarlo un par de años después.

    Entrados en gastos:

    La amenaza de los subsidios es tan grande y pone tanto en juego, que nadie debería sorprenderse de que el grupo parlamentario del PAN en el Senado pidiera a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que destituya al presidente Andrés Manuel López Obrador, que se le exhorte respetuosamente a iniciar el procedimiento… para destituir de su encargo al Presidente de la República, al Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, al Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval González, y al Secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán.

    Lo que debe sorprendernos e indignarnos es que luego de hacerlo recularan y dijeran que no era lo que querían decir, que se trató de un error ¿Dónde están los sinarquistas y yunquistas cuando el pueblo de México los necesita? ¡Despierta ultraderecha tradicionalmente moderna y acaba con este reino del terror que busca reducir las desigualdades, apoyar a quienes necesitan apoyo y dejar de privilegiar a quienes no saben vivir sin privilegios! Si desde el Poder Ejecutivo se propone que a los ministros se les elija democráticamente, no estaría mal que desde el Poder Judicial se determine que a los representantes populares, presidente de la República incluido, electos por voto libre y secreto, sean designados por un consejo de sabios que sepa ─como no lo sabe la gente─ lo que la gente necesita.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.

  • El bucle expropiatorio

    El bucle expropiatorio

    Acostumbrado a hacer difícil lo que debería ser sencillo, el gobierno de la CuatroTe emitió un decreto que confundió a propios y extraños y el cual solo la siempre ilustrada, siempre enciclopédica, siempre culta oposición ha podido descifrar. Declarar de “utilidad pública” para el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, tres tramos de vías ferroviarias concesionadas a Ferrosur, propiedad de Grupo México, del nobilísimo empresario Germán Larrea, no es otra cosa que expropiar lo que el gobierno, de ese catedrático ejemplar que es Ernesto Zedillo, había entregado ─a manera de concesión─ al capital.

    En opositoras palabras, y para que quede tan claro como el agua fangosa en la que nuestra demócrata oposición suele moverse, el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador expropió lo que le pertenece al Estado y había sido concesionado a la empresa de Larrea, inaugurando así un bucle expropiatorio del que difícilmente podrá salir porque expropia lo que es suyo y en consecuencia esos tramos ahora pertenecen por partida doble al Estado Mexicano.

    Sumado a ello, dicho bucle acarrea al fantasma que ─luego de recorrer, con mediano éxito Europa─ sentó sus reales entre los gobiernos populistas latinoamericanos: el fantasma del comunismo, haciendo entrar (así sea solo con unos cuantos kilómetros de vías férreas) a nuestro país en la misma lista en la que se encuentran Cuba y Venezuela. La expropiación de esos kilómetros de vías férreas que ya pertenecían a México convierte a Andrés Manuel, sin duda alguna, en un dictador sediento de más expropiaciones.

    De entrada, todas las concesiones están en riesgo, ya lo dijo el periódico Reforma, con la honesta honestidad que los caracteriza: “a partir de hoy están en riesgo canales de televisión, estaciones de radio, pozos de agua, la industria minera, aeropuertos privados, muelles y un sinfín de industrias […]” El bucle expropiatorio terminará por absorberlo todo, en una de esas ─y para ganar tiempo─ el Estado Mexicano se termina expropiando a sí mismo.

    Frente a este salvaje acto, completamente carente de toda civilidad y ajeno a las buenas costumbres, donde la Secretaría de Marina, cuyos elementos tomaron control de las instalaciones ferroviarias, queda a cargo, el gobierno sostiene que indemnizará a quienes resulten afectados ¿Indemnizar a los afectados? ¡Por vida de Dios! ¿Cómo piensan indemnizar a Grupo México de ese terrible golpe que significa saber que el Estado Mexicano deja de estar a sus pies? ¿De que manera se indemnizarán el vacío que deja en el corazón de Germán Larrea y la clase empresarial el constatar en los hechos, más allá del discurso, que la CuatroTe considera la “utilidad pública” por encima de la “utilidad privada? No hay forma. No hay forma. No.

    Y lo peor, no falta quien dice que solo se trata de 120 kilómetros de un total de más de mil 500 que tiene ese tramo de Grupo México, 120 kilómetros de los más de 26 mil kilómetros de vías que privatizó Zedillo ¿De verdad? Ya los quiero ver llorando cuando el gobierno expropie, argumentando que es de “utilidad pública” el baño de visitas de sus casas, solo es un baño, ni siquiera tiene regadera, es solo el baño de visitas ¡Patrañas!

    Tampoco faltan quienes sostienen que las expropiaciones están contempladas en la ley, que son parte del Estado de Derecho, que se trata de un mecanismo que frecuentemente utilizan los gobiernos democráticos del mundo y que los ahora partidos opositores también realizaron expropiaciones cuando fueron gobierno ¿De verdad van a salir con eso? ¿Acaso los gobierno PRIANISTAs pusieron a México de frente a la amenaza comunista cuando realizaron las expropiaciones que realizaron? ¿De verdad nos van a decir que los PRIANISTAS antepusieron la “utilidad púbica” a la privada?

    Desde luego que no, no es lo mismo que expropie un gobierno de Morena que uno de los ahora tristemente opositores, ellos lo hacían siguiendo una agenda completamente distinta a la de Lopez Obrador, una agenda que buscaba preservar y profundizar los privilegios de los privilegiados, no diluir esos privilegios en lo público ¡Que horror! Dicen que Larrea no se ha visto afectado por las decisiones de este gobierno, que ─según Forbes─ de 2020 a la fecha, su fortuna creció en un 149% ¿Eso qué?

    Típico conformismo cuatroteista ¿Por qué celebrar un crecimiento de la riqueza de un individuo de solo el 149%? ¿Por qué no exigirle al gobierno que haga su trabajo y entregue lo que sea necesario entregar para que nuestra golpeada clase empresarial pueda crecer su riqueza a razón de un 500% o más? ¿No se dan cuenta que gracias a la expropiación de lo que le pertenece al Estado nuestros mejores propagandistas infodémicos están diciendo que Larrea quiere bajarse del proceso de compra de Banamex? Independientemente de que Larrea diga lo contrario, si los infomatas dicen que se quiere bajar, esa es la realidad de la realidad. No hay más. Y todo gracias al decreto del gobierno de Andrés Manuel.

    Entrados en gastos:

    El gobierno pone en riesgo mucho más de lo que puede ver, olvídense de la estabilidad económica y la confianza de los inversionistas, pone en riesgo la estabilidad emocional de la clase empresarial, los partidos que viven al servicio de la clase empresarial y los muchos aspiracionistas que no buscan otra cosa que ser como los hombres más ricos de México, aunque jamás vayan a lograr siquiera vestirse como ellos ¿Creen que se hayan detenido a pensar en eso? ¡Desde luego que no! Al gobierno de la CuatroTe solo le importa sacar adelante el Corredor interoceánico y beneficiar con ello a la región más pobre de México, Andrés Manuel y sus colaboradores en su afán destructivo anteponen el bienestar del mexicano promedio, a la preservación de ese status quo que depende de la profundización de la desigualdad para sacar adelante a los privilegiados de siempre, a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.

  • Bukelemanía o las dictaduras cool

    Bukelemanía o las dictaduras cool

    Parece increíble, pero hay quienes ponen peros a la brillante y nada reduccionista estrategia del autonombrado dictador más cool del mundo mundial ─Nayib Bukele─ para combatir al crimen organizado en El Salvador. Estrategia que ha permitido a la nación centroamericana celebrar un año sin homicidios y ha dado ─entre otras cosas─ dos satisfacciones sin comparación alguna al pueblo salvadoreño: la revocación de la alerta de viaje por parte del gobierno de los Estados Unidos a sus ciudadanos, y ─mucho más importante─ la promesa de que El Salvador será la sede del concurso de Miss Universo.

    A pesar de que personas de izquierda y defensores de los derechos humanos han manifestado preocupación por el actuar de Bukele y su gobierno, no todo el mundo es tan mezquino y desde la oposición mexicana ─esa derecha que modernamente se aferra al pasado─ se ha celebrado la victoria salvadoreña y se ha resaltado el combate frontal al crimen organizado y la humillación de los pandilleros como el camino para erradicar la violencia en nuestro país, poniendo ─con una ancestral sabiduría demenciada─ el acento en aniquilar el síntoma y no en esa maroma de entender el crimen como un problema social. En otras palabras, Bukele se ha convertido en ejemplo para la nada reaccionaria rección mexicana, de cómo recurrir a la violencia para acabar con la violencia sin atender las causas que generan la violencia.

    La oposición mexicana bukelemaniaca aplaude que el Plan de Control Territorial, se centre exclusivamente en los principales problemas que agobiaban a la sociedad, inseguridad, extorsión, asesinato, secuestro, desaparición y muchos otros delitos que cometen los grupos criminales ¿Qué es eso de pensar que vivir por debajo de la línea de pobreza es un problema? ¿Quién necesita tener un trabajo bien pagado o una vivienda digna? ¿Para que comer tres veces al día?

    Esos no son parte de los principales problemas que agobian a la sociedad, mucho menos a quienes viven muy por encima de la línea de pobreza, tienen ingresos asegurados, cuentan con más de una propiedad y comen hasta saciarse ¿Por qué habrían de preocuparse por problemas que no son suyos? ¿Por qué insistir en que las clases privilegiadas deben mirar a los de abajo? Lo único que importa es garantizar que las clases bajas asuman su sitio y no busquen modificar su realidad, ya sea por la vía democrática o el crimen organizado.

    Bajo esta lógica, justamente se exige al gobierno que Andrés Manuel Lopez Obrador que, si Bukele ha capturado a más de 63 mil pandilleros, aquí se haga lo propio con los plebes, la chapizza y todos aquellos que han buscado en el narco una forma de sobrevivir ¿Sobrevivir? ¿Cómo se atreven a tanto? Los de abajo viven mientras los de arriba quieren ¿En verdad no lo han entendido?

    Por eso en El Salvador, de la mano con la declaración de guerra a las pandillas, se destituyó al fiscal general y a los magistrados de la sala de lo constitucional de la Corte Suprema de Justicia, para concentrar la justicia en las manos de quienes entienden que la justicia es para quienes pueden comer tres veces al día y nada más; se prohibió la simbología relacionada con las pandillas, porque la libertad de expresión es derecho exclusivo de quienes pueden pagar para portar simbología de marcas trasnacionales; y se obligó a las familias de los presos a que paguen por la comida de su familiar si quieren que coma ¿Es en serio que esperan que el Estado los mantenga? ¿Qué sigue, que todos delincamos para que nos den techo, ropa y alimento?

    Es el colmo del conformismo. Por supuesto que poco importa que en El Salvador el PIB per cápita sea similar al de Fiji, Mongolia, Tonga o Indonesia, ocupando el lugar número 32 en una región compuesta por 46 países; o que la deuda de su gobierno sea superior a la de Uruguay, México o Perú; y ─mucho menos─ la creciente deforestación que están viviendo. Volvemos a los mismo, nada de eso tiene que ver con los problemas principales que agobian a la población.

    Los problemas de la población se arreglan con muros de concreto de 11 metros de altura y dos de profundidad, con celdas de 100 metros donde duermen 80 personas, con nada más que dos sanitarios y con espacios de castigo de apenas dos metros en completa oscuridad y una cama de cemento. Los problemas de la población se resuelven cuando se deja de pensar en el criminal como un ser humano y se sacude uno de encima esas tonterías de los derechos humanos ─ya lo decía Montiel, padrino político de ese prócer incomprendido que fue Enrique Peña Nieto: “los derechos humanos son para los humanos”, urge deshumanizar al criminal. Los problemas de la sociedad se terminan cuando se borra de la historia aquello que no se quiere ver, empezando por los pandilleros y siguiendo con las condiciones sociales que los llevaron a ser pandilleros.

    No hace falta darle vueltas al asunto, se les saca de las calles, se prohíbe su simbología y se les desaparece de la historia. Y así, en 365 días uno tiene un nuevo país que pueda entregarse de lleno a la banalidad y albergar el certamen de Miss Universo, que daríamos los mexicanos por una oportunidad como esa, sin importar si mañana tendremos suficientes recursos para comer.

    Entrados en gastos

    La concepción de Bukele, y tantos otros conservadores, de que los ciudadanos son como ovejas a las que no solo hay que proteger de los lobos, sino a las que hay que pastorear, debe convertirse en el mantra de los políticos mexicanos. No importa que las ovejas quieran que cambien sus condiciones, no importa gobernar de acuerdo con sus intereses. No. Las ovejas están para ser ovejas y servir del modo que los ganaderos/políticos/poderes facticos decidan que deben servir.

    Las ovejas están para posibilitar la reelección de los dictadores de la modernísima derecha moderna, aunque la constitución de su país lo prohibiera. Y a las ovejas se les pastorea desde lejos, a través de una cuenta de tuiter donde de forma unidireccional se puede jugar a ser cercano con la gente cuando en realidad solo se está enviando un mensaje a poco más del 7% de la población. A ese 7% que en verdad importa.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.

  • Que se avergüencen los pobres

    Que se avergüencen los pobres

    Recientemente, la siempre lucida y nada estridente senadora y precandidata a la precandidatura para ser candidata a la presidencia por el nada homogéneo bloque opositor, al que sólo lo aglutina el interés por regresar al poder y sacar provecho personal de ello, Lilly Tellez, sostuvo que “a nadie debería avergonzarle representar una derecha moderna”.

    Las palabras de la senadora, llenas de una honestidad raramente vista en la derecha, son muestra del orgullo propio de quienes considera que, por derecho, se encuentran por encima del resto de la población; orgullo de quienes conocen la realidad como la palma de su mano, porque su realidad se limita a la extensión de la palma de su mano; un orgullo que no debe esconderse como no se esconde la ignorancia de pensar que el mundo que ha construido la derecha es un mundo justo y lleno de oportunidades; un orgullo que debe gritarse a los cuatro vientos porque está a favor de “defender la vida, el esfuerzo individual, la familia, la propiedad privada, el orden y el Estado limitado […] un modelo de educación libre de adoctrinamiento partidista y de ideologías de género [que] agrede a la mujer y cancela a la familia como el espacio natural de la persona, porque desconoce el derecho legítimo a compartir valores, tradiciones y fe entre padres, hijos y hermanos”. Representar una derecha moderna, como dice la senadora llena de una sabia ignorancia, no debe ser motivo de vergüenza. Vergüenza deberían sentir los pobres por seguir siendo pobres, y la gente de izquierda por preocuparse por asuntos tan banales como la justicia social.

    Urgen más voces como la de Lilly Tellez, voces que desde la incongruencia y el desconocimiento absoluto estén dispuestas a sostener que están dispuestas a “defender nuestras razones [las de ellos, que son las únicas que importan] frente a las ideologías que condenan al deterioro moral”. Urge una defensa de la moral desde el entendimiento de que el orden social ─tal como lo conocemos, con opresores y oprimidos─ y las jerarquías que velan por la sana preservación de ese orden social, no solo son inevitables en su forma actual, sino que a demás resultan deseables y se encuentran arraigados en la naturaleza humana ¿De que otra forma pudieron sobrevivir los primeros homínidos si no fue sometiéndose los unos a los otros? ¿Colaborando entre ellos? ¿Repartiendo los recursos que tenían? ¡Por favor! El que no aplasta al otro no tiene futuro, y quien se avergüenza de aplastar al otro se condena a si mismo, condena a sus hijos y condena a los hijos de sus hijos a vivir una vida miserable ¿Por qué habríamos de avergonzarnos de que existan diferencias de personalidad entre los individuos y de que esas diferencias condenen a unos a morir de hambre mientras que otros viven con excesivos excesos que jamás podrán terminar de disfrutar?

    Es necesario que tengamos lideres con la diminuta estatura de Lilly Tellez y su precaria precariedad moral que pongan al individuo por delante de todo, la confesionalidad por encima de la razón, la propiedad privada ante cualquier cosa que atente con afectar la plusvalía y amenace con revivir soterradas pasiones colectivas; lideres que se opongan al reformismo social que amenaza la tradición de tener una clase privilegiada e inútil que este consagrada a si misma y parasitariamente explote a quienes deben trabajar para mantenerla. No hay nada de que avergonzarse en defender a ultranza la libre competencia entre aquellos bien alimentados y quienes a duras penas comen una vez al día, la libre competencia entre los grandes consorcios y la pequeña empresa, la libre competencia entre quienes pueden elegir y quienes están condenados a resignarse ¿De que podrían avergonzarse? ¿De sacar provecho de su situación? Una cosa es tener una posición privilegiada, y otra ser un oligofrénico que no se aprovecha de ello.

    Entrados en gastos

    Avergonzarse del sutil discurso antidemocrático de la derecha, que recurre al desprecio como método de adoctrinamiento para evitar que el otro piense que puede pensar que “en una de esas” es igual que la gente de clase privilegiada, es tirar por la borda toda una tradición que encontró su lugar en el mundo moderno el día que los diputados franceses que estaban a favor de preservar el poder absoluto del monarca se colocaron a la derecha del presidente de la asamblea. No es posible avergonzarse de defender el estado actual de las cosas, el orden establecido, la lógica de que unos deben estar arriba y otros abajo. No. En todo caso, si cabe alguna vergüenza entre los representantes de la derecha, es la vergüenza de haber perdido el poder y el control férreo que tenían del gobierno a manos de una turba enardecida que agresivamente salió a votar y manifestar sus preferencias. Eso si resulta vergonzoso: perderlo todo a manos de quienes no tienen nada.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  •  ¡Viva el derecho a especular!

     ¡Viva el derecho a especular!

    A Sergio Sarmiento y Pablo Majluf apóstoles infodémicos de la especulación como herramienta de la democracia.

    Resulta que, a raíz del tercer contagio por COVID-19 que sufrió Andrés Manuel Lopez Obrador, simpatizantes de la CuatroTe se han mostrado indignados porque medios de comunicación y tuiteros afines a todo aquello que se oponga al gobierno de AMLO, especularon sobre el estado de salud del presidente y dieron rienda suelta a su imaginación.

    Ahora resulta que es un crimen afirmar algo cuando no se tiene elementos para afirmar nada, que está mal sostener como cierto aquello con lo que se fantasea o se le ocurre a uno sin fundamento alguno, que ya no se puede decir una cosa como se dice otra con ningún otro objetivo que el de levantar polvo, fragmentar la precepción y contribuir a la construcción de un universo desfactificado en el que resulte imposible distinguir la mentira de la verdad ¡Vaya! Porque, seamos honestos, la especulación infodemica que se propaga no tiene como objetivo el de engañar al publico y a la ciudadanía. No. La especulación infodemica busca inventar una nueva realidad en la que sea posible respirar ¿También eso les molesta? ¿También eso les parece aspiracionista? ¿Quieren matar los sueños? ¿La creatividad? ¿La posibilidad de pensar en un mundo mejor?

    La oposición, siempre preocupada por el democrático bienestar de si misma y los privilegios de quienes deben tener privilegios, siguiendo los principios fundamentales para la construcción de castillos de arena, cuyo ejercicio es la base misma del capitalismo financiero, donde lo único que se necesita para que algo crezca es convencer al suficiente numero de personas / accionistas de que va a crecer, y haciendo uso del dominio que tiene sobre el arte infodemico de construir realidades sin ningún sustento en la realidad, ejerció el derecho a la especulación y dejó correr el rumor de que Andrés Manuel se había infartado y que había sido trasladado a un hospital en los Estados Unidos, con ningún otro objetivo que el de convencer al suficiente numero de personas de que el presidente estaba en pésimo estado y acelerar ¿los van a culpar por querer acelerar lo que no pueden acelerar de otra manera? La sucesión presidencial ¿Quién sabe? En una de esas, todo México se convencía que tras el infarto, López Obrador había muerto y aunque se demostrara lo contrario, nadie creería que sigue vivo y entonces la presidencia regresaría a manos de alguna de las filiales y los representantes de Va por México.

    La especulación ─si no está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, debería estarlo─ es un derecho fundamental en las virtuosas e hipócritas democracias liberales. Sus más grandes representantes lo han dejad claro. Por un lado, en una suerte de panteísmo infodemico, Sergio Sarmiento afirma que, debido a que “la naturaleza aborrece los vacíos; si no hay información oficial, el vacío lo llenan las especulaciones”. Frase que si no sorprende al lector es porque su capacidad de asombro la ocupó por completo el darwinismo social.

    En esa misma línea, Sarmiento, amo y señor del dato como elemento aniquilador de la capacidad de razonar, afirmó que, los medios de comunicación “tienen derecho a especular con la salud del presidente”. Con la salud del presidente y con cualquier tema que les venga en gana y abone a la desinformación en pos de la democracia, una democracia reducida al voto manipulado por esa misma infodemia especulativa que defienden. De eso se trata, de la especulación como derecho. Exactamente de la misma manera lo defiende Pablo Majluf cuando afirma que “la especulación no es culpa de los medios”. Lo que es igual a decir; “si ya saben como somos… por que no nos dan línea.”

    La especulación Majlufiana coincide con al Sarmientana en el miedo al vacío que ambos buscan llenar, en el sacrificio que los obliga a mentir, a construir realidades paralelas para evitar que la nada se apodere del orden e imponga sobre él algo en donde ellos no se vean beneficiados, algo donde pierdan sus privilegios, donde se vean desplazados como portadores de la verdad, como prometeos de la oposición que llevan consigo el fuego que habrá de alumbrar a los mexicanos y hacerlos salir de ese error llamado CuatroTe o los consumirá entre sus llamas.

    Entrados en gastos

    El frenesí infodemico, desencadenado por el terror al vacío y en el que la oposición ejerció el noble oficio y derecho de la especulación, llevó a algunos a compartir un video de 2022 donde se desplomó un helicóptero militar y afirmar que el video era reciente y que en el helicóptero viajaba Marcelo Ebrard, quien murió en el accidente. La especulación, antes de que peguen el grito en el cielo y se indignen por ello, fue completamente valida, en primer lugar, es probable que el Canciller viaje en helicóptero; en segundo lugar, nadie ha podido demostrar que el viaje en el tiempo es imposible y que Marcelo no es un viajero frecuente en el tiempo; por último, en caso de que las dos primeras justificaciones les parezcan poco, especular con el fallecimiento de Ebrard en un helicóptero que se estrelló en 2022 como si fuera algo que sucedió recientemente, en un contexto en el que se estaba especulando con el infarto del presidente, no es otra cosa que buscar convencer a la mayoría de la población que es preferible defender y votar por políticos vivos, antes que perseverar por el camino de un cambio que no hace más que amenazar con acabar con los privilegios de una serie de sujetos privilegiados que nada han hecho para merecer esos privilegios.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Un avión presidencial no es suficiente

    Un avión presidencial no es suficiente

    Anunciaron, como si fuera algo que debería anunciarse sin pena alguna, la venta del avión presidencial al Gobierno de Tayikistán. Un república pro rusa, con un producto interno bruto inferior al de Ruanda o al de Nicaragua y una extensión territorial muy pero muy inferior a la de México. Por si esto fuera poco, por si el hecho de contribuir a que un país pobre, con una dictadura autoritaria que lleva más de 30 año en el poder, se vista de gloria gracias a nuestra austeridad republicana, la venta del avión tuvo una diferencia de más de ciento veintiséis millones de dólares entre su precio de compra en 2012 y su precio de venta en 2023. Por favor, no me vayan a decir que la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta es normal. No estamos hablando del coche que compraron a crédito en la agencia y que se deprecia en cuanto sale de esta. No. No. No.

    El avión presidencial José María Morelos y Pavón, fue utilizado a lo largo de 2 años 9 meses por Don Enrique Peña Nieto, ese prócer de la patria que supo conciliar como pocos el espíritu democrático, el estilo, las buenas formas y la generación de memes, 2 años 9 meses durante los cuales realizó más de 130 vuelos en los que viajó con su mujer, artistas, familiares y amigos, a países como Francia, Turquía, Italia, Rusia y China ¿De verdad van a argumentar que un avión con tanta historia y en cuyos democráticamente palaciegos excesos y espacios sucedieron cosas tan importantes, que solo podrían encontrar lugar entre las páginas de TVyNovelas, se podía depreciar? ¡Por el contrario! Un espacio histórico como ese, no podía más que aumentar su valor día con día.

    Frente a ello ─como era de esperarse entre los grandes y austeros demócratas del despilfarro que abundan en la oposición─ no han faltado quienes insistan en la apremiante necesidad que tendrá el próximo gobierno, de comprar un nuevo avión presidencial. Un avión que permita al próxime presidente contar con “una oficina volante para un presidente que suele viajar por el mundo.” Y es que, por un minuto, pónganse en sus zapatos ¿Quién en su sano juicio quiere habitar la misma tierra que habita la gente que gobierna? ¿Qué presidente, que no sea el dictador comunista macuspánico, quiere estar en México durante la mayor parte de sus seis años de gobierno? ¡Nadie! ¿De verdad les parece poco tener que gobernar a los mexicanos como para además pedirle que lo haga desde México?

    Todo presidente debería tener el derecho y la capacidad de despegar los pies de este cúmulo de problemas que llamamos México y hacerlo con estilo y comodidad. Derecho de elevarse por los aires y olvidar que es el presidente de un país donde hay gente que vive en la miseria, donde hay gente que no puede acceder a la canasta básica, gente que sigue usando “cash” para pagar por lo poco que pueden pagar. Es más, un avión presidencial no es suficiente, nuestro próximo representante y líder supremo deberá tener ─cuando menos─ un avión en los principales aeropuertos del país, a la espera de que él, ella o sus seres cercanos, necesiten escapar de la insoportable levedad que significa gobernar a los mexicanos.

    Pero no sólo por eso es importante el que nuestro próxime presidente tenga un avión presidencial que supere los modestos lujos y faraónicamente humildes despilfarros del José María Morelos y Pavón. No. El avión presidencial permite que el presidente se enfoque en la principal responsabilidad que como presidente tiene, representar los intereses de México en el extranjero, los intereses de la clase privilegiada para atraer capitales que estén dispuestos a invertir en nuestro territorio, dispuestos a saquear nuestro territorio. Gobernar México no es la tarea principal del presidente de México ¿Quién les dijo eso? Sólo Andrés Manuel y su pléyade de nacionalistas han malentendido las funciones del Poder Ejecutivo y se han concentrado en los asuntos internos ¡Que horror! No. La obligación del representante del Poder Ejecutivo es evitar que los representantes de las grandes trasnacionales tengan que viajar a México para explotar nuestros recursos, mano de obra, leyes permisivas, etc.

    Las reglas no escritas del buen gusto y el arte de ponerse de tapete del entreguista latinoamericano, indican que es obligación del representante del país, cuya clase privilegiada sobrevive gracias a los convenios, contratos y gestiones administrativas que hacen en la entrega de los recursos de su nación a los intereses extranjeros, visitar a los poderes coloniales en aras de buscar que se interesen en saquearnos ¿Acaso la comisión conservadora espero que Maximiliano viniera a México para ofrecerle la Corona Mexicana? No. Desde luego que no. Viajaron a Trieste para ofrecerle la corona imperial de México, para pedirle que la aceptara. El avión presidencial es una herramienta fundamental para que los futuros vendepatrias puedan hacer bien su trabajo y viajar por el mundo ofreciendo ─si bien no la Corona Mexicana, esos tiempos, lamentablemente, han desaparecido─ recursos, territorios, concesiones, permisos, negocios, etc. a empresas y países que son expertos en cuidar sus propios recursos, mientras explotan los recursos ajenos.

    Entrados en gastos

    Como bien señala ese remedo de precandidato presidencial y ejemplo ejemplar de la oposición mexicana, haciendo eco de quienes hacen eco de las presuntas preocupaciones del gobierno de EE.UU., Gabriel Ricardo Quadri de la Torre, es terriblemente sospechoso que la venta del avión presidencial se hiciera a la República de Tayikistán, una dictadura pro rusa. Sin duda y sin evidencia alguna, el otrora avión presidencial José Maria Morelos y Pavón será utilizado como mula para transportar armamento secreto y de alto poder destructor que desde Tayikistán se enviará a Rusia para que Putin pueda terminar ─de una vez por todas─ con la heroica, y carente de intereses internacionales, resistencia de Volodímir Zelenski, representante ejemplar de la democracia fascista del siglo XXI y el modelaje militar.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • ¡Larga vida a la partidocracia!

    ¡Larga vida a la partidocracia!

    Finalmente, tenemos buenas noticias. La partidocracia despierta e intenta imponerse a la democracia, recuperar los espacios perdidos, arrebatados por las huestes electorales. Y no, no estoy hablando de que esa Torre de Babel, que algunos llaman Va x México, siga trabajando por revivir los privilegios que PRI, PAN y PRD vieron amenazados con el triunfo de Morena en 2018. No, estoy hablando de buenas noticias de verdad, estoy hablando de una alianza entre la Torre de Babel y Morena, el PT y el Partido Verde.

    Una alianza para confirmar que con el poder no hay otra cosa que hacer que no sea ejercerlo de manera vertical y manteniendo a quienes se encuentran abajo aplastados, imposibilitados de moverse, maniatados y dependientes. Estoy hablando de buenas noticias porque la reforma ─lamentablemente fallida─ constitucional en materia electoral, minaba la capacidad del Tribunal Electoral en cuanto a temas relacionados con acciones afirmativas se refiere. Buscaba, y la búsqueda es el primer paso, garantizar y perpetuar la supremacía ─que tanto daño ha sufrido y tan injustamente ha sido vituperada─ de los hombres blancos, heterosexuales y cercanos a la tercera edad, la versión mexicana del WASP gringo.

    No faltará quienes sientan que, con intentonas como ésta, los partidos políticos cercanos a la “sociedad civil apartidista”, traicionan el espíritu de consumo de la “marea rosa”. No se confundan, una cosa es no tocar al INE para contener los riesgos de la democracia y evitar que el clamor popular se desborde y termine aniquilando los siempre bien merecidos privilegios de la clase privilegiada, y otra ─muy diferente─ es permitir que el INE y el Tribunal Electoral tengan facultades para socavar las facultades de los lideres partidistas dentro de esos cotos de poder llamados partidos políticos ¿Me explico? Hoy por hoy México tiene un Congreso paritario, prácticamente el 50% del les legisladores son mujeres, hay treinta y siete diputados indígenas, seis afromexicanos, cuatro personas LGBTTI, diez migrantes y ocho personas con discapacidad. Es decir, casi el 60% de nuestros congresistas pertenecen a algún grupo beneficiado por las acciones afirmativas ¡El horror! ¡Ahora resulta que el hombre blanco y heterosexual es la minoría! Y no solo eso ¡Resulta que vamos a permitir que las minorías se gobiernen a si misma, que legislen a su favor! ¿Se dan cuenta del escándalo? Si estando fuera de las instituciones que toman decisiones en el país, pudieron apoderarse de ellas ¿De que van a ser capaces una vez dentro? Urge más partidocracia heteropatriarcal que se asuma como tal y reclame lo que le es propio.

    La iniciativa propuesta por Marko Cortes, remedo de líder PANista, a la que sin pensarlo dos veces, se unieron el PRI y el PRD y a la que un poco después se sumó esa izquierda que se inclina a la derecha de Morena y el PT, pone el dedo en la llaga, pone el dedo en la imperiosa necesidad de necesitar impedir que las minorías económicas, políticas y culturales del país se den cuenta de que pueden tomar el poder, decidir por si mismas sin depender del hombre blanco, y que pueden hacerlo mejor que el hombre blanco heteropatriarcal. El problema es ese, que las acciones afirmativas terminen por demostrarle a las minorías que son capaces de tomar el control del país, que dejen claro que los dirigentes actuales y la minoría privilegiada a la que representan no solo no pueden hacer bien las cosas, sino que ni siquiera son necesarios… si algún peligro conlleva la oleada WOKE, es el de evidenciar lo innecesario de los representantes WASP. La partidocracia se antoja como el ultimo bastión que le queda a estos hombres blancos, heterosexuales y heteropatriarcales, desde el cual pueden resurgir como el Ave Fénix para recuperar los espacios cedidos a la lógica de las cuotas. La falsificación de documentos para demostrar que los candidatos pertenecen son indígenas o migrantes, de la cual Marko Cortes es experto, no es suficiente, se necesita atacar el problema de raíz.

    Entrados en gastos

    El panorama, a pesar de que se frustrara la reforma y se expusiera públicamente la ambición y el estoico cinismo vulgar de los lideres partidistas por perpetuarse en el poder de su coto de poder y tener el control absoluto de las candidaturas sin intromisión de las cuotas establecidas, es positivo, no solo contamos con la alineación del liderazgo dentro de Morena para luchar a favor del heteropatriarcado partidista. No. También contamos con la ministra Piña, que daría lo que fuera por defender y garantizar la libertad de hombres blancos corruptos, y hay grandes mujeres que han aprendido a pensar y comportarse como hombre o para proteger a los hombres del acoso de ideologías que quieren arrebatarles lo que les pertenece. Contamos con las Lilly Tellez, las Margarita Zavala, las Beatriz Paredes, las Kenia López Rabadán, y un sinfín de grandes luchadoras por la equidad en cuestiones de género que no permitirán que los hombre blancos, heterosexuales y cercanos a la tercera edad, se conviertan en una minoría política que viva a expensas de las decisiones que tomen esas minorías que en realidad son mayoría.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Ni una sola Mañanera más

    Ni una sola Mañanera más

    Quizá no lo habíamos notado, pero “las mañaneras nos hacen daño, nos caen mal, nos indigestan, nos dejan un mal sabor de boca, nos ponen nerviosos, y son un ataque en contra de la democracia. Ahora ─gracias a eminentes eminencias de la estatura de Doña Denise Dresser─ lo sabemos y podemos nombrarlo; las mañaneras son un espacio donde alevosamente se estigmatiza a quienes se dedican a estigmatizar, se presenta información no validada por los medios tradicionales que solo validan la información que valida su actuar y beneficia sus intereses, deshumaniza a quienes se han dedicado a cosificar al sujeto, divide y polariza a una sociedad que estaba dividida y polarizada desde antes de “las mañaneras” pero no hablaba de ellos, y ─ esto es lo más grave─ visibiliza a quienes disfrutaban del poder desde la sombra, desde la comodidad de su despacho (público o privado), donde determinan el futuro de personas cuya realidad desconocen.

    Frente a ello, no faltará quienes defiendan “las mañaneras” como un espacio informativo y de libertad de expresión ¡Por vida de Dios! ¿Quién les dijo que las clases no privilegiadas tenían derecho a estar informados? ¿En qué momento asumieron que podían expresarse y que el Poder Ejecutivo debía representarlos? Una cosa es que se les permita salir a votar, que puedan manifestar su simpatía por algún candidato, y otra ─muy, pero muy, diferente─ es que ese candidato, convertido en representante popular, deba representarlos.

    “Las mañaneras” son una prevención de la perversión del poder, son un sinsentido que complican ─al determinar la agenda pública de propios y extraños─ el ejercicio del poder para el beneficio de unos cuantos. Al usurpar la tribuna pública, usurpada hace varias décadas por los medios de comunicación y los intereses corporativos, López Obrador impone un discurso que no es el que buscan los intereses corporativos y los medios de comunicación, un discurso que no solo incomoda a quienes no saben lo que es la incomodidad porque siempre han vivido rodeados de algodones, sino que los exhibe de cuerpo entero, atentando no solo en contra de la estética y el buen gusto, sino contra el privilegio de ocupar el púlpito y desde ahí condenar a los más a vivir como los menos consideran conveniente ¿Conveniente para quién? Para los menos ─desde luego.

    Pero el malestar causado por estos “espacios informativos y de libertad de expresión” no se reducen a la exhibición de esos intereses que prefieren no ser nombrados. No. Si así fuera no sería tan molesta la indigestión que provoca entre opositores, comentócratas al servicio de los opositores y la clase privilegiada que durante años se ha beneficiado de la sana distancia que debe existir entre gobierno y gobernados ─la cual, mientras más distantes es más sana. El malestar de “las mañaneras” se profundiza y agrava por que exhibe, nombre y visibiliza a esos personajes que antes se mantenían a la sombra y desde la sombra velaban por la preservación de intereses ajenos al interés del grueso de la población.

    Doña Dresser lo dice con todas sus letras, tomando de ejemplo a la, siempre noble y de actuar nunca sospechoso, ministra Norma Piña; “hace apenas unos meses, ella era desconocida para la mayor parte de los mexicanos; hoy es tachada como corrupta y enemiga del pueblo, porque el Presidente del país comenzó a pintarla de ese modo… en la mañanera.” Y no me salgan con que el actuar de la ministra Piña y del Poder Judicial tienen que ver con que sea tachada como corrupta. No. El descongelar las cuentas de Garcia Luna, el cancelar la orden de aprehensión en contra de Cabeza de Vaca, el ratificar el amparo de Inés Gómez Mont, etc. no tendrían ningún efecto en la opinión pública si no se expusieran a la opinión pública. Ojos que no ven, corazón que no siente… pero Andrés Manuel insiste en hacer enojar a la gente difundiendo elementos que deberían permanecer en la oscuridad, que no deberían ser nombrados, que pertenecen a una esfera inaccesible para la ciudadanía.

    Entrados en gastos

    El ejercicio de “las mañaneras” ponen en riesgo la estabilidad política de quienes se benefician de la estabilidad política del país. Ponen en riesgo los intereses de quienes tienen intereses ajenos a los intereses del grueso de la población. Atenta en contra de la supervivencia de sujetos que antes podían actuar como les diera la gana y salir a la calle sin miedo alguno, y hoy en día son fácilmente identificables por una enorme mayoría. No importa que “las mañaneras” sean vistas por un porcentaje insignificante de la población, como se repiten debajo de sus sabanas los opositores a la CuatroTe, lo que importa es que todos los días, a primera hora, ponen sobre la mesa temas, nombres y problemas, de los que la clase dominante preferiría que no se hable, que no se difundan y que sean desconocidos por ese enorme porcentaje insignificante de la población.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Por una izquierda que se comporte como derecha

    Por una izquierda que se comporte como derecha

    Seguramente muchos se sentirán confiados viendo a la derecha abrazar superficialmente las causas históricas de la izquierda. Pensarán que a base de fakeminismo, de discursos pseudo-progresistas, de fingir un supuesto interés por el destino de los migrantes en México, la derecha será capaz de seducir a esa ciudadanía confundida que se ha inclinado a algo que se parece a la izquierda y ponen en riesgo la estabilidad de la clase privilegiada, así sea solo su estabilidad emocional. Quizá tengan razón, nunca se debe menospreciarse la enorme capacidad que tienen los electores para olvidar el pasado de los candidatos y darle un nuevo voto de confianza a quienes los han traicionado una y otra vez.

    Sin embargo, no está de más cerrar la pinza de dicha estrategia con un impulso que desde la izquierda mueva a la izquierda un poco más hacia la derecha y, con ello, desplace el espectro político completamente a la derecha, donde la amenazante posición que hoy ocupa la izquierda sea remplazada por políticas de centro, el centro por la derecha, y la derecha por la extrema derecha; de tal suerte que se neutralice por completo la amenaza que hoy en día amenaza con amenazar a las clases privilegiadas con la perdida de sus privilegios.

    Para lograrlo, lo único que hace falta es otorgar ─temporalmente─ el poder a movimientos de izquierda, permitirles que se acostumbren a él, que se sientan cómodos ejerciéndolo, dejara que poco a poco ─como avanza la humedad─ los corrompa. Dejar que los lleve al punto, como empieza a suceder con algunos seguidores del obradorismo, la CuatroTe y la izquierda en México (Jorge Roberto Avilés Vázquez, mejor conocido como ‘Callo de Hacha’ y otros), de afirmar que no debemos olvidar que los migrantes que murieron quemados en Ciudad Juárez, violaron la ley al entran de manera ilegal al país y que al ser capturados y resguardados, por el sacrosanto Instituto Nacional de Migración, quemaron el edificio, ocasionando la muerte de varios de ellos.

    Dejar que el moho del poder los lleve al punto de sostener que es una fortuna que los guardias de seguridad no murieran asfixiados. Dejar que la soberbia se enraíce en ellos y los haga incapaces de toda crítica, incapaces de mirar atrás y reconocer sus propios errores. Necesitamos una izquierda de derecha, una izquierda que desprecie a los seres humanos, una izquierda que los utilice con fines políticos y los deseche con fines políticos. Una izquierda que aterrice sus políticas como lo hacen los policías en Guadalajara, con la delicadeza de un rinoceronte y la sensibilidad de la inquisición.

    Por doloroso que resulte, la muerte de los migrantes en el “albergue” de Ciudad Juárez se ha convertido en un hito que permitirá establecer un antes y un después en el quehacer de la izquierda mexicana, un hito que permitirá transformar a la izquierda de una entidad voraz e insaciable, que busca justicia social, en una que pretende taparle el ojo al macho y tratar asuntos propios de la gobernabilidad nacional, como cartas de cambio con las cuales negociar con los poderes facticos, cartas de cambio que le permitan eliminar aranceles, renegociar tratados, establecer políticas favorables a su causa, en fin, cartas de cambio que transformen a la izquierda de acuerdo con lo que la realpolitik necesita; una izquierda deslactosada, inocua, donde el fin justifique los medios (y los miedos).

    El que México aceptara la condición de ser un tercer país seguro es solo la punta del iceberg de una política donde la dignidad humana ─en esta ocasión se trató de los migrantes, pero nada nos impide exigir que se vaya más allá y se extienda a la población entera─ puede ser utilizada para negociar cuestiones de mayor es ganancias y menores costos. Necesitamos una izquierda a la que no le tiemble la mano y sea capaz de darse la vuelta a sí misma para que, sin dejar de ser de izquierda, se convierta en derecha, o ─cuando menos─ se comporte como tal.

    Entrados en gastos

    Confiemos en que las palabras del presidente y de su gobierno de investigar la tragedia de Ciudad Juárez y llegar al fondo del asunto, se queden en eso, en palabras que buscando llegar al fondo, no rasquen más que la superficie. Confiemos en que solo habrá de ejercerse todo el peso de la ley sobre el personal a cargo del centro migratorio en cuestión, en quienes no hicieron nada para evitar la muerte de los migrantes. Confiemos en que los jefes de esos empleados, esos jefes que impusieron las practicas inhumanas sobre los migrantes detenidos, no serán molestados. Pero, sobre todo, confiemos en que las políticas del Estado Mexicanos, que dictan y condicionan el actuar del INM, por ningún motivo serán revisadas, cuestionadas, replanteadas. Confiemos en que el Estado no dará marcha atrás a sus planteamientos, que será incapaz de recular y aceptar su error. Confiemos en que el caso migratorio será un ejemplo para el resto del quehacer del gobierno. Confiemos en el efecto corruptor del poder, en ese efecto que nos permitirá ─CuatroTe de por medio─ gozar con un gobierno de derecha desde la izquierda.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Formemos consumidores, no ciudadanos

    Formemos consumidores, no ciudadanos

    La educación debe adoctrinar, no formar ciudadanos. Debe poner a cada uno en su lugar y obligarlo a que no se mueva de él, no invitarlo a querer cambiar su realidad. Debe garantizar la reproducción del modelo social, no la construcción de uno nuevo. Sin embargo, a pesar de que cabría dar esto por sentado, no faltan quienes ─desde el gobierno─ impulsan un nuevo paradigma educativo que ─¡horror entre horrores!─ transite de lo individual a lo colectivo.

    Y, peor aún, no faltan quienes ─desde la sociedad─ lo apoyan. Gente que confunde la oportunidad de ser capacitado como un obrero, con la posibilidad de modificar sus condiciones de vida a través del conocimiento; gente no es capaz de valorar el egoísmo como motor de la historia y busca reafirmar el valor de la comunidad; gente no entiende que, por el bien de todos, debemos someternos a los designios caprichosos de unos cuantos que ─desde su posición privilegiada, inmerecida e incuestionable─ saben mejor que nosotros, que es lo mejor para nosotros.

    Bajo la supervisión y guía de Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP y demonio comunista que antepone el sentido de comunidad y el pensamiento crítico sobre la memorización de datos y la recepción irreflexiva de información, los nuevos libros de texto, a los que Latinus ─cuna del periodismo libre en el mundo, que hace ver a los hermanos Flores Magón como unos lacayos del sistema─ tuvo acceso y sobre los cuales realizó una profunda investigación, que no fue más que una lectura superficial y tendenciosa de los mismos, buscan desterrar la mercantilización que hace que los sujetos consuman para tener que trabajar y trabajen con ningún otro objetivo que el de seguir consumiendo ¡Háganme el favor! ¡Los nuevos libros de texto buscan aniquilar la esencia misma del ser humano neoliberal, que se define por lo que consume y por la forma en la que es consumido! ¡Atentando contra la humanidad de un sistema deshumano, que cosifica a los sujetos y los convierte en mercancía que espera pasivamente sobre los estantes de un supermercado!

    Y lo hacen utilizando imágenes de niños en escuelas rurales, escuelas de escasos recursos con salones de madera y techos de palma ¿Quién va a querer superar su realidad, yendo a un centro comercial, si lo que le enseñamos a nuestros niños es que hay quienes viven en esas condiciones y pueden ser felices en ellas sin tener la necesidad de consumir banalidades para llenar su vacío? ¿Cómo hará frente a la existencia, el pequeño aspiracionista en formación, si su libro de texto lo encara con otras realidades que no son las que el mercado pretende imponer como único objetivo de nuestra existencia?

    Pero la tiranía que busca contribuir al desarrollo de una ciudadanía crítica no se queda ahí. No. No conforme con su voraz voracidad, pretende enseñar a los niños ─¡desde primero de primaria!─ que pueden organizarse y resolver los problemas de su comunidad. Pretende que aprendan a realizar asambleas, que sepan lo que es una plenaria y como pueden protestar en contra de las autoridades; que aprendan a identificar problemas y buscar la forma de resolverlos, que sepan realizar escritos dirigidos a las autoridades para garantizar que estas cumplan con sus obligaciones y garanticen el bienestar y las necesidades de la población; proponen, en resumidas cuentas, que los niños aprendan a colaborar desde pequeños para que sepan colaborar de adultos y construir una democracia donde todos participen ¿De que se trata?

    ¿Qué aberración es querer que los niños vayan más allá del simple voto, al que el Sistema Electoral Mexicano nos tiene acostumbrados, y dejen de delegar en sus representantes aquello sobre lo que pueden tomar el control? ¿De verdad estamos en la Antigua Grecia para hablar de asambleas y toma de decisiones de forma colectiva? Los nuevos libros de texto son una evidencia clara de lo que el obradorismo y la CuatroTe quieren hacer con la democracia en nuestro país: democratizarla; sacarla de las urnas para colocarla en el centro de la comunidad, hacer que contribuya a la transformación y no a la conservación de un modelo social que solo beneficia a quienes merecen ser beneficiados que ─evidentemente─ son los que siempre se han beneficiado de dicho sistema social.

    Entrados en gastos

    A nadie debería sorprender que, con modelos educativos como este, el gobierno busque democratizar también nuestro Sistema Electoral, para hacer de él un sistema que no sea sectario y poner la decisión en el actuar de la gente. Acorralados, como nos encontramos, frente al abismo de convertirnos en una sociedad que tenga que tomar las riendas de su propia historia para construir su destino, urge que apoyemos a nuestra sacrosanta oposición y defendamos cuantas veces sea necesario y recurriendo a las mentiras que haga falta, ese dogma político social que llamamos Instituto Nacional Electoral, que garanticemos que no exista reforma, plan B, plan C, o lo que sea, que amenace la supervivencia de ese freno que limita nuestra opinión y nos hace considerar que democracia y ciudadanía no son más que la acción y efecto de salir a votar cada tres años ─si puede ser cada seis, mucho mejor─ y liberar al dogma, que reduce la democracia a las elecciones, de cualquier ataque que atente con convertirlo en una verdadera democracia.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.