Categoría: Carlos Bortoni

  • Preservemos la desigualdad

    Preservemos la desigualdad

    Cuando se hacen las cosas bien hay que reconocerlo y aplaudirlo, no importa cuan de izquierda y malvado sea un político o gobierno. Si lo que propone es bueno y conlleva beneficios para una minoría rapaz, debe ser respaldado por todos y celebrarse. En ese sentido, el anuncio de la presidenta electa, la doctora Claudia Sheinbaum, de no hacer una reforma fiscal hay que recibirlo con beneplácito, festejarlo y agradecerlo. No sólo porque ello implica no tocar los privilegios de los privilegiados para garantizar una redistribución de la riqueza entre quienes están acostumbrados a tener menos, sino porque es una muestra de la madurez del nuevo gobierno y el entendimiento que tiene sobre la importancia de los poderes fácticos, al interior de nuestro país y más allá de nuestras fronteras, para la supervivencia de México como una república bananera que permita la explotación de los explotados en aras de garantizar el privilegio de los privilegiados y el funcionamiento de un orden mundial que necesita que existan latitudes donde se pueda hacer negocio y enriquecerse groseramente sin tener que pagar por hacerlo.

    No realizar una reforma fiscal que aumente la tributación de los trabajadores de altos ingresos, no gravar significativamente la riqueza ni las herencias, tiene la virtud de permitir que la riqueza se acumule y trasmita libremente entre unas cuantas familias. La virtud de no modificar, impactar o retribuir en lo más mínimo al resto de la sociedad. Una cosa es que el gobierno sea responsable en su gasto para disminuir el déficit, y otra querer afectar a los que más tienen y obligarlos a pagar más impuestos sólo porque tienen más gracias a la explotación de los que menos tienen ¿De que se trata? ¿Además de ser explotados quieren tener algún beneficio de su explotación? ¡Inaudito! No se conforman con nada, no les basta con ser explotados, quieren que la riqueza, que su explotación genera, sea redistribuida para beneficio de todos. La riqueza es de quien explota al obrero, de quien sabe sacar provecho de la sociedad y está del lado correcto del mercado, no de la sociedad en su conjunto que sólo está ahí para ser explotada.

    Si el 1% posee más del 40% de la riqueza en nuestro país es porque el 99% restante no quiere ser rico, si quisieran lo serían, la biblia echaleganista no puede estar equivocada. No se trata de una mala distribución de la riqueza. Para nada. Se trata ―casi― de una suerte de selección natural que mantiene todo en su sitio, que hace de los privilegiados, privilegiados y de los obreros, obreros. Y no hay porque hacer nada para cambiar eso, nada para redistribuirla de forma distinta para fortalecer políticas sociales. No. No. No. Que el 0.1% de las familias en México tenga el 22.3% de la riqueza neta, es justo y necesario, ellos saben que hacer con el dinero, a diferencia de nosotros; ellos ―de la mano con un sistema creado para la preservación, conservación, defensa y mejoramiento de la desigualdad― han sabido aumentar la riqueza neta total de nuestro país a un ritmo mayor que el ingreso nacional. Combatir esto no sólo es un sinsentido que atenta en contra de la libre libertad de oprimir a los oprimidos, es una afrenta solo imaginable en la cabeza de quienes no conocen el lugar de nuestro país dentro del orden mundial. México no es ni será un monstruo socialista destructor de las familias y las buenas costumbres como los son la Monarquía de Suecia, la Monarquía de Bélgica, Francia, Israel o Estados Unidos, no lo es y no lo será.

    Entrados en gastos

    Da gusto saber que la presidenta electa hace caso de las palabras de ese ilustre conservador de izquierda, don Gerardo Esquivel, representante de la escuela ético – económica del Hombre Araña, quien claramente sostiene que la responsabilidad debe estar por encima del bien común y la construcción de una sociedad menos desigual, anteponer ahorros en dependencias con gastos innecesarios y recaudación entre la privilegiada clase privilegiada, a la estabilidad de los mercados nos deja a merced del capricho y chantaje de los mercados y expuestos a una crisis económica que aumente el costo de la deuda, deprecie el peso y haga que la Bolsa siga cayendo. Siempre será preferible padecer una crisis moral y defender un sistema que permite que una gran mayoría de mexicanos, aquellos que no forman parte del 1% porque no quieren formar parte del 1%, mueran de hambre como mejor les parezca.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Urge traicionar el voto popular

    Urge traicionar el voto popular

    Más de una brillante mente brillante de nuestra opositora oposición en permanente oposición a todo lo que tenga sentido, pasando por la libertadora Denise Dresser ―cuyo nombre debería estar escrito en letras doradas en el Congreso― y el erudito salinista Héctor Aguilar Camín, se han dado cuenta que si Claudia quiere demostrar que no es el títere de López Obrador, tiene que dar la espalda a la continuidad obradorista y al llamado “plan C”, de tal forma que deje claro que ella tiene su propia agenda, sus propios principios y ―sobre todo― que nadie le manda. Porque la duda está ahí, no pueden esperar que alguien en su sano juicio piense que Claudia está convencida de la Cuarta Transformación e impulsará el “plan C” porque cree en el “plan C”. No. Si lo impulsa, quedará claro que quien gobierna es Andrés Manuel y no ella. Si se apega a lo que propuso en campaña, si honra su palabra, será evidente que no es más que un títere al servicio de una agenda que le ha sido impuesta.

    Desde luego que no faltarán quienes piensen ―con ilusa ilusión― que Sheinbaum está obligada a respetar la voluntad popular expresada en las urnas y defender las reformas, las 18 reformas que impulsó en su campaña como parte del “plan C”. No faltarán quienes consideren necesario apegarse al plan propuesto y por el que la gente voto ¡Menuda tontería! Si algo saben Dresser, Aguilar Camín, Alito, Marko y la oposición entera es que lo que pasa en campaña se queda en campaña, que no hay necesidad de llevar la campaña al gobierno y cumplir lo que se ofreció. Claudia tiene todos los elementos para ignorar el voto de la ciudadanía y no realizar ni una sola de las 18 reformas. Quizá pueda elevar a rango constitucional la prohibición del maltrato a los animales, pero las otras 17 reformas ¿qué?

    Es más, las otras 17 reformas deben ser el legado claudista que ponga un alto al obradorismo que representa, si quiere demostrar que no es títere de nadie, Claudia debe sacudirse a AMLO y sacudirse también a los votantes, a la ciudadanía entera y consolidarse como una presidenta que ni vea ni oiga a nadie y haga nada de lo que se comprometió a hacer. Para consolidar la transformación Claudia debe dejar todo intacto. De lo contrario, de insistir en cumplir con el “plan C” demostrará que está al servicio de la democracia, de una democracia en la que el pueblo decide que camino quiere que tome el país, una democracia sin contrapesos a la tiránica tiranía popular, sin contrapesos que cuiden, vigilen, resguarden, protejan, conserven, custodien, mantengan, velen y preserven, los privilegiados privilegios de las clases privilegiadas, de nuestro heroico empresariado, de jueces y magistrados que pueden perder su seguro de gastos médicos mayores, de la casta dorada, de los factureros, de quienes evaden impuestos y tantos otros nobles profesionales parasitarios cuyo ejemplo es el principal motor de la clase aspiracionista.

    Revisemos el impacto negativo de algunas de las reformas propuestas. Reformar el Poder Judicial para que magistrados, jueces y los integrantes del Consejo de la Judicatura Federal sean electos mediante el voto popular en las urnas, topar sus salarios y reducir su número, solo abonará a fortalecer un sistema democrático que ya ha demostrado ser un peligro en manos de la gente, ¿Quién defenderá a los evasores fiscales si no están los magistrados elegidos por los grupos de interés? Reformar el sistema político para revisar el tema de los diputados y senadores plurinominales que se representan a si mismos dejará sin representación a Lilly Tellez, a Alito Moreno, a Beltrones y a tantos otros por los que nadie vota, del mismo modo que reducir el financiamiento de los partidos políticos no hará otra cosa que eliminar el atractivo de formar un partido político y lucrar con el dinero público. Desaparecer los órganos autónomos, que sólo son autónomos de la decisión popular implicará volverle a poner esas cadenas al poder económico que los libertadores de la academia y la comentocracia le habían quitado. Revertir las reformas a las pensiones aprobadas en 1997 y 2007 por los presidentes Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, y garantizar que los trabajadores puedan jubilarse dignamente, provocará que la gente quiera dejar de trabajar, que nadie se esfuerce por sobrevivir o morir en el intento.

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    Insistir en dignificar y democratizar la vida pública y las condiciones de la gente, así como en ampliar derechos a quienes históricamente se han visto excluidos del acceso a los derechos, reconociendo en la Carta Magna a los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos, dándole nuevamente el rol de empresa pública estratégica a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), reconociendo a la Guardia Nacional como una fuerza policial de carácter permanente y adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional para hacer frente a la violencia e inseguridad generadas, principalmente, por el crimen organizado, crear un sistema de salud que garantice la atención médica integral, universal y gratuita, que incluya estudios médicos, intervenciones quirúrgicas y medicamentos necesarios, prohibir la contratación o adquisición de bienes o servicios innecesarios o superfluos, blindar los salarios de docentes, personal de seguridad, médicos y enfermeras, para que sea equivalente al salario promedio registrado en el IMSS, elevar a rango constitucional programas sociales, elevar también a rango constitucional el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, castigar con cárcel la producción, preparación, venta, compra, importación, exportación, transportación y distribución del fentanilo y todas las drogas sintéticas, prohibir la producción, distribución y venta de cigarrillos electrónicos, vapeadores y cualquier aparato similar, prohibir el maíz transgénico en suelo nacional, blindar el consumo de agua para uso doméstico y negar concesiones de uso de agua en zonas con baja disponibilidad, prohibir la extracción de hidrocarburos a través del fracking, elevar a rango constitucional la prohibición del maltrato a los animales, fomentar los servicios de trenes de pasajeros, y ampliar las facultades del Infonavit, no traerá nada bueno para quienes lucran con la lucrativa posibilidad de hacer negocio con las necesidades del grueso de la población ¿En verdad queremos eso?

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Negar la realidad

    Negar la realidad

    Luego de que el INE ―ese INE que se defiende y no se toca― anunciara en cadena nacional el reporte del comité técnico del conteo rápido, mismo que indicaba una tendencia favorable a Claudia Sheinbaum, se dio una respuesta contundente por parte de la sociedad civil, una respuesta del tamaño de la marea rosa y su tsunami de frustraciones, una respuesta proclamando el inicio de la resistencia, una resistencia clasista que ha anunciado, como primer medida, dejar de dar dinero a viene vienes, limpia parabrisas y “cerillos”, propina a los meseros, y donativos cuando haya desastres naturales. En pocas palabras, la marea rosa, ese alud de ciudadanos que inundó las calles con su buenaondismo clasista, echaleganista y aspiracionista, no esperó nada para lanzar su primer campaña no polarizante, no humillante y no soberbia, para ajusticiar a las hordas de chairos que ―desobedeciendo las instrucciones de las clases privilegiadas― decidieron votar por Sheinbaum como presidenta.

    La ciudadanía apartidista que votó por la candidata del PRIAN, la amalgama de partidos más tradicionales de la tradición tradicionalista de la política mexicana, gritan a los cuatro vientos: “no más migajas”. A partir de ahora, no dejarán que nada caiga de sus mesas, quienes votaron por MORENA, quedan exiliados de la bonhomía clasemediera, relegados a ser ellos y a asumir que son ellos. Lamentablemente, la campaña #QUELESAYUDEMORENA no es suficiente, urge ir más allá, urge asumir la realidad como enemiga y enfrentarla. La infodemia al poder.

    El discurso opositor, de cara al fracaso electoral y al terrible golpe que la realidad les ha propinado, no tardó nada en denunciar que se cometió un fraude, un fraude de tal proporción que implicó más de diecisiete millones y medio de votos. Denunciar el fraude es solo el primer paso para enfrentar esa realidad que ahora se ha puesto en contra de quienes siempre supieron como beneficiarse de ella. Denunciar el fraude, así sea sin pruebas, es fundamental para negar la realidad, pero no deja de estar conectado con la realidad, se niega ―como deben negarse esos más de 30 puntos de ventaja que sacó Claudia a Xóchitl― que la mayoría, la mayoría más mayoritaria que haya votado por un candidato en las ultimas siete elecciones presidenciales, eligió a Claudia. Y por favor, por ningún motivo dejen que les digan que estamos hablando de más de diecisiete millones y medio de votos, y que en otro momento los defensores del institucionalismo, la democracia con contrapesos y la libertad de expresión para algunos, defendieron el triunfo de Calderón con una diferencia de menos de doscientos cincuenta mil votos ¿Eso qué? Si MORENA es tan grande como dicen quienes dicen apoyarlo, ¿no podría hacer el fraude más grande de todos los fraudes?

    Profundizando en la misma línea, y asumiendo que impugnar las elecciones y anularlas será terriblemente difícil dado que los mismos ciudadanos que hoy critican al INE hicieron del INE un órgano intocable, omnipresente y omnipotente, debemos estar dispuestos a dejar de lado la lucha por el reconocimiento del fraude más difícil de reconocer y abrazar de lleno la negación de la realidad. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, eso lo sabe cualquier hijo de su infómata madre, necesitamos repetirnos mil veces y cuantas haga falta que Claudia no ganó, no ganó, no ganó, no ganó. Que quien resultó triunfadora fue Xóchitl y que quien gobernará será Xóchitl, pero que lo hará tras bambalinas, que, por acuerdos políticos, estabilidad social, o simplemente para no romper el corazón de las hordas chairas que verían su frágil estabilidad emocional horadada si Claudia no resultaba ganadora, es decir: por un acto de amoroso amor de Xóchitl, se pactó para mantener a Claudia como imagen, con Xóchitl como cerebro (soy consciente de la paradoja que propongo). Que quien realmente gobernará, aunque no lo veamos, será Xóchitl: ¡La infodemia al poder!

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    Aferrarse a la idea del fraude más grande de la histórica historia mundial y a la posibilidad de que Claudia gobierne bajo instrucciones de Xóchitl, que Claudia claudique y se de cuenta que las mejores propuestas (aunque fueran propuestas de los cuatroteros) eran las de Xóchitl, es solo un ejercicio para negar de forma definitiva la realidad, disociarse de ella y construir un mundo que se pueda soportar. Un paso intermedio para que las Laura Zapata, los Carlos Alazraki y los Pedro Ferriz de Con, que abundan entre las mejores familias mexicanas, puedan dormir tranquilos. Lo verdaderamente necesario, es que nos convenzamos de que Xóchitl gobierna, que cuando aparezca Claudia en algún acto oficial, veamos a Xóchitl, que cuando Claudia tome posesión o de su primer informa de gobierno, veamos a Xóchitl tomar posesión, recibir la banda presidencial y dar su informa de gobierno. No hay imposibles para alguien que se ha dedicado a consumir, y creer en, noticias falsas durante los últimos seis años, sin importar que tan absurdas fueran. Empecemos a proyectar a Claudia dentro de una botarga, eso hará más fácil la visualización de Xóchitl y la existencia de nuestra castigada y pobre clase privilegiada.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (Cuarta y última parte)

    En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (Cuarta y última parte)

    Sobra decirlo, pero todos lo dicen y siempre es feo ser la excepción, estamos a nada de que México juegue a la ruleta rusa con su incipiente democracia, de tirar por la borda lo que a las clases privilegiadas ―desde que lucharon por la independencia de nuestra nación (cargando al erario de un país que todavía no existía la deuda que España tenía con ellos), hasta nuestros días, en los que defienden el derecho a entregar el país a los intereses trasnacionales― tanto trabajo les ha costado construir. Heredar privilegios, riqueza y relaciones no es tan sencillo como lo imaginamos quienes no tenemos padres que nos hereden nada de ello. El domingo se decidirá ―democráticamente― si perpetuamos una dictadura que nos permite decidir democráticamente si perpetuamos una dictadura, o si cambiamos radicalmente para que todo regrese a ser como era antes de que la gente decidiera que resultaba imposible continuar con el esquema de simulación en el que llevábamos metidos más de ochenta años. Con la esperanza propia de quien espera que muera la esperanza, cerramos esta serie de cuatro entregas―originalmente habíamos prometido cinco― con los tres últimos riesgos que ultimadamente los muchachos y muchachas de Ugalde pusieron sobre la mesa para evitar que México insista en seguir el camino de permitir que la gente decida su propio destino.

    Un destino que nos pone de cara ―sumado a los siete riesgos que ya desmenuzamos aquí― la posibilidad de que el “nuevo gobierno incumpla con las metas fiscales previstas por la administración saliente: no lleve a cabo el ajuste fiscal necesario para retornar a la senda anticipada de déficit, poniendo en alerta a las calificadoras y mercados”. De cara a un aumento de “la corrupción, los manejos administrativos opacos e inusuales con fines electorales y la falta de sanción, tanto en el gobierno federal como en los gobiernos locales”.

    Y de cara a un crecimiento de “las tensiones y las divisiones en los partidos de oposición, lo que contribuye a que el nuevo gobierno opere en un entorno de contra pesos débiles” ¿Necesitan más para entender lo que está en juego? ¿Hace falta explicar que no debemos meternos con el mercado y sus intereses, que es corrupto combatir los contratos leoninos de empresas privadas con el gobierno y evitar el enriquecimiento ilícito y a expensas del dinero publico, y que necesitamos los contrapesos para evitar que se den cambios que solo benefician a la mayoría de la población? ¡Qué horror!

    El riesgo que implica el aumento en el gasto presupuestal asociado al necio apoyo a PEMEX para garantizar una innecesaria soberanía energética que no logrará nada más que permitir que México no dependa de nadie para garantizar el abasto energético, sumado a los “los recursos destinados a los programas sociales, los cuales cada año han tenido incrementos sustanciales”, que solo sirve para elevar el nivel de vida de la gente y hacer que el mercado interno se mueva, impondrá una fuerte carga administrativa para realizar una “muy significativo ajuste fiscal”. Para Integralia, “dicho ajuste será políticamente inviable”, acarreando un incumplimiento en las metas fiscales generará preocupación en los mercados financieros y en las agencias calificadoras. Urge desaparecer PEMEX y acabar con los programas sociales que representan una gran carga para la administración pública, recursos que bien podrían destinarse para mantener felices a los mercados, recursos que garanticen que los dueños del capital, los poderes fácticos, puedan aumentar su plusvalía sin que ello represente un aumento en los pagos de impuestos.

    Otro tema preocupante, es la preocupante insistencia en combatir la corrupción desde un entendimiento de la corrupción como un problema estructural que permite el enriquecimiento de unos cuantos a costillas de la mayoría. Insistir en ello afecta significativamente el clima de negocios, nadie quiere invertir en un país en el que evadir impuestos y tener sobrecostos no es posible, eso afecta “el clima de negocios”. Mejor invertir en paraísos dispuestos a someterse al capital trasnacional y sus necesidades. Mejor mover las inversiones a geografías donde sus gobiernos se den baños de transparencia que permitan a todos hacer negocios donde políticos y empresarios salgan ganando.

    Por último, pero no menos importante, existe un riesgo importante de que se dé un “debilitamiento de la oposición”, ya sea por una ruptura de la pragmática alianza del PRIANRD, y/o conflictos entre partidos opositores. La ruptura de la alianza que otrora constituyó el PRIANato (más lo poco que queda del PRD), y el desgaste al interior del frente opositor que no busca otra cosa que resistir a los embates que insisten en la transformación, pone en riesgo contar con un “bloque de contención” que contribuya a “frenar varias iniciativas riesgosas para la gobernabilidad democrática y el clima de negocios, propuestas por el Ejecutivo federal”. El debilitamiento de la oposición implica que el próximo gobierno gobernará “sin contrapesos sólidos en el Poder Legislativo”, pudiendo aprobar reformas acordes a su programa de gobierno, que será el programa de gobierno que apoye de la mayoría de los mexicanos que voten por ellos, minando la fortaleza de un poder judicial que fue creado como último bastión de resistencia para poner un freno al pobre entendimiento de quienes piensan que la democracia tiene que ver con la participación de la gente en la cosa pública y no con la acción y efecto de ir a votar. Arriesgando la necesaria existencia de un sistema de partidos políticos que no representa a nadie.

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    Estoy seguro de que no faltarán quienes piensen que afirmar que no hay mañana es exagerado. No faltarán quienes crean que desperdiciar la oportunidad de ejercer el voto para acabar democráticamente con una dictadura que se somete a la decisión de las urnas, es poca cosa. No faltarán quienes piensen que tienen la capacidad de decidir por sí mismos, sin apegarse a los sabios modelos estadounidenses o europeos. No faltarán quienes consideren que las cosas van por buen rumbo y es bueno seguir por ese camino cuatrero de los cuatroteros. A todos ellos les pido que hagan una pausa, y que antes de emitir su voto piensen en los Claudio X, en los Roberto Madrazo, en los Felipe Calderón, en los Vicente Fox, en los Alito Moreno, en las Josefina Vázquez Mota, en los Marko Cortés, en los Jesús Zambrano, en los Santiago Taboada, en los Ricardo Anaya, en los Cabeza de Vaca, en los Yunes, en las Lilly Tellez, en los Aurelio Nuño, en los Moreira, en los Beltrones, en los Miguel Angel Mancera, y en todo aquel pue pueda escapar a este listado de grandes hombres y mujeres, piensen en ellos, imaginen que los miran a los ojos y después voten para favorecerlos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (Tercera parte)

    En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (Tercera parte)

    Sin otro objetivo que el de dar cuenta de las democráticas filias y fobias de la clase privilegiada y sus huestes aspiracionistas, de cara a las elecciones presidenciales, seguimos dando cuenta a la enorme y burda labor de la gente de Integralia que, desinteresadamente, pone los puntos sobre las íes de los riesgos políticos que México enfrenta este año. Tres nuevos riesgos, que se suman a los cuatro de los que ya hemos hablado, el posible triunfo electoral de Donald Trump, que podría colocar a México en una posición de vulnerabilidad; que el Congreso apruebe reformas y leyes “sorpresivas” que afecten el clima de negocios; y que surjan conflictos poselectorales (nacional y/o locales) que propicien nerviosismo en los mercados y arrastren a la nueva administración al mismo clima de polarización de la administración saliente. Todas ellas, posibles posibilidades que no escapan del reino de la posibilidad de las fobias echaleganistas.

    En el probable caso de que Trump gane la presidencia de los Estados Unidos, será necesario que el próximo gobierno de nuestro país someta la soberanía nacional a los intereses del empresario / presidente para no deteriorar la relación bilateral con Estados Unidos y evitar que México termine en “una posición de vulnerabilidad”, amenazados “con aranceles, constantes ataques reputacionales, agravamiento de la crisis migratoria y presiones en materia de seguridad”. Si el potencial gobierno de Donald Trump decide “condicionar el actuar de México en materia de migración, seguridad (principalmente en cuanto al combate al fentanilo) y comercio, mediante la imposición de aranceles, la deportación masiva de personas migrantes, cierres parciales de la frontera”. México deberá alinearse sin cuestionamiento alguno, no podemos arriesgarnos por principios o ideología a perder los beneficios que nos da ser el patio trasero del imperio. Poco importa si nos vemos obligados a adaptar la “política de seguridad a los intereses estadounidenses”, es más, deberíamos aprovechar la oportunidad de convertirnos en el estado 51 de los Estados Unidos.

    Otro riesgo directamente relacionado con el potencial triunfo de la potencia cuatrera de los cuatroteros, es que el Congreso apruebe reformas y leyes que modifiquen el marco laboral, el aparato administrativo del Estado o el otorgamiento de concesiones, sin prever un período de transición y adaptación para el sector privado. La terrible insistencia del gobierno actual y su sucesora nos deja frente a la posibilidad de que se modifique “el marco legal mediante el envío de iniciativas con sus prioridades legislativas”, ¡Con sus propias prioridades legislativas! ¿Quién se creen los cuatreros para querer representar los intereses de la mayoría y modificar las leyes de acuerdo con los intereses de las mayorías? ¡Mandar iniciativas al poder legislativo! ¡Que escandalo!

    A eso, hay que sumar la posible posibilidad de que posiblemente el gobierno insista en seguir acosando a los organismos autónomos y órganos especializados, como el INAI, la CNH y el TEPJF. En otras palabras, que un poder democráticamente electo se oponga a la existencia de poderes por los que nadie ha votado y que representan poderes no democráticos ¡No hay nada más antidemocrático que eso! ¿Cómo es posible que un representante electo quiera poner límites a quienes no han sido electos y ni siquiera son representantes de la ciudadanía?

    Por último, por lo menos en esta ocasión, nunca debemos ignorar el riesgo de que se gesten “conflictos poselectorales” alimentados por la insistencia del gobierno y el partido en el poder, de hacer campaña política, de promover el voto a su favor, de insistir en que los poderes fácticos no deben sentar sus reales en el gobierno. Que MORENA y Claudia insistan, escandalosamente, en hacer campaña a favor de ellos mismos en lugar de hacer campaña a favor de Xóchitl y la alianza de todas las alianzas, la alianza del pragmatismo político, sólo demuestra que están interesados en ganar las elecciones. Si el gobierno fuese verdaderamente democrático, haría campaña abierta en contra de sus intereses y no buscaría que la gente vote por los candidatos de su partido. Esta actitud antidemocrática de los cuatrotereos lo único que logrará es “cierto nerviosismo en los mercados”. El terrible nerviosismo de dejar que la gente tome decisiones que corresponde tomar solo a los iniciados y a los dueños del capital.

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    Nada podría resultar más riesgoso para México que poner en manos de la gente el destino político del país. La única posibilidad de salvación atraviesa el someter nuestra soberanía nacional a los designios de Trump y acabar con la democracia en beneficio de la democracia. La próxima entrega, nos concentraremos en la posibilidad deponer en alerta a las calificadoras y mercados, el aumento de la corrupción y la posibilidad de que tengamos un nuevo gobierno con contrapesos débiles.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (dos de cinco)

    En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (dos de cinco)

    Continuando con la labor titánica de documentar las estoicas fobias aspiracionistas, con las que la oposición pretende salvar a los mexicanos de la voluntad de los mexicanos, a la que tan sesudamente se dedicó el equipo de Integralia para intentar impedir la continuación del gobierno de cuatreros cuatroteros, Juan Carlos Ugalde y compañía presentan dos riesgos contrapuestos pero que en su universo paralelo coexisten. Por un lado, apuntan a la posibilidad, en realidad su deseo disfrazado de riesgo de que los grupos criminales aprovechen el contexto electoral para expandir su poder, presencia y diversificar su negocio. Por el otro, hablan de la peligrosa profundización del proceso de militarización del país, el cual también es un deseo, que en este caso representa un riesgo por el uso que se ha dado al ejército. Al final del día, tanto lo uno como lo otro, representan la posibilidad de retomar el control estatal no por grupos del crimen organizado (con minúscula), ni por parte del poder castrense en demerito del poder civil, no, representan la posibilidad de retomar el control por el heroico Crimen Organizado (con mayúscula) representado por el PRIAN y su democrático espíritu de aniquilar la democracia.

    Que los grupos criminales consoliden su poder, como ya lo dije, es más un deseo de la actual oposición que un riesgo (para mayores referencias habrá que leer el trabajo de Oswaldo Zavala). La relevancia de que este riesgo/deseo se materialice radica justo en la ocupación del gobierno por los amos y señores de la democracia antidemocrática los mismos que fueron dueños del gobierno ―salvo por contadas y honrosas excepciones― hasta que a Andrés Manuel se le ocurrió capitalizar el malestar social y empujar su idea de transformación ahí donde nadie (nadie que importe cuando menos) quería una transformación. Que los cárteles, al servicio del PRIANato dispongan de recursos clave “como datos personales, dinero público, policías y otros funcionarios a su servicio” permitirá, más que “operar con impunidad, consolidar o diversificar sus áreas de negocios, y neutralizar a organizaciones rivales”, a los patrones de los cárteles, que son a quienes todos nosotros nos debemos, tener el control de la población y justificar un refrito de la “Guerra contra el narco”, que tanto aplaude quienes sólo saben aplaudir frente aquello que les dicen que deben aplaudir, que genere desplazamientos siempre benéficos para la explotación minera, gasera y de recursos en general, y distraer la atención ―la guerra contra el narco si será televisada― para poder derogar esas infames reformas que tanto han afectado a la clase privilegiada al poner por delante los egoístas intereses de las mayorías.

    Por otro lado, los muchachos de Ugalde señalan otro riesgoso riesgo; que se acentúe “el proceso de militarización”. Es importante señalar que cuando la oposición y sus aliados ciudadanos apartidistas hablan de militarización se refieren a que “los cuerpos castrenses no sólo realizan labores de seguridad, sino también toda una serie de responsabilidades que le corresponden al gobierno civil, como la construcción de proyectos de infraestructura, la administración de aeropuertos y aduanas, la operación de una aerolínea pública y el Tren Maya”, ese es el riesgo de la militarización, la ocupación por parte del ejercito de un espacio con el que antes lucraban los intereses privados. Si el ejercito sigue realizando tareas que tradicionalmente realizaba el orden civil a través de licitaciones tan transparentes como arregladas, el potencial de negocio que se dejará sobre la mesa será muy alto, tan alto que se corre el riesgo de que los empresarios más ricos de nuestro país no puedan conservar su estilo de vida, lo dijimos la semana pasada y lo gritamos esta: ¡Quiere alguien pensar en los ricos! Si no hay negocios con sobrecosto, que chiste tiene hacer negocios, lo único que vamos a lograr a que esas inversiones dedicadas a la extracción del erario se vayan a otras latitudes, donde encuentren gobiernos bananeros que mantengan a la iniciativa privada ¡Qué horror! El ejército está para disparar en contra de quien sea, primero disparar y después preguntar, el ejército está para ayudar al gobierno en la “guerra contra el narco” y aterrorizar a la población para que la población abandone sus hogares y facilitar el acceso de empresas trasnacionales para que puedan explotar nuestro territorio libremente, sin restricciones legales o ajustando las restricciones legales para poder operar a sus anchas, y ―sobre todo― sin molestos pobladores que los molesten.

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    Los cárteles y el ejército son un riesgo para el país si no cumplen con la única función de contribuir al control de la población. Los cárteles fuera del PRIANato son siervos sin amo que sólo dan palos de ciego. El ejército desempeñando labores distintas a la seguridad no solo coopta el espacio de la obra pública al servicio de los intereses privados, también se distrae de la importante labor de jugar a los vaqueros con los narcotraficantes, propagar el terror y contribuir a la libre expansión del libre mercado. La próxima semana, en la tercera entrega de este grupo de cinco, insistiremos en la necesidad de aniquilar la democracia para defender la democracia, ahondando en dos riesgos distintos que Integralia Consultores pone sobre la mesa: el probablemente posible triunfo electoral de Donald Trump, y la aprobación de reformas y leyes en el Congreso Mexicano como las modificaciones al marco laboral, al aparato administrativo del Estado o al otorgamiento de concesiones, reformas y leyes que antepongan el totalitario bienestar común por encima de los intereses del capital.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (uno de cinco)

    En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (uno de cinco)

    A principios del año, recibí a través de un informante cuya identidad ―dada la vergüenza que significa haber recibido este documento y para no poner en riesgo su integridad personal― mantendré en el anonimato, un reporte redactado por el ni una sola vez heroico despacho Integralia Consultores, dirigido por el siempre opaco Luis Carlos Ugalde, benefactor de Felipe Calderón y pieza clave en la supervivencia del sistema de privilegios en 2006. Dicho reporte, que lleva por título “Diez riesgos políticos para 2024”, pone el acento, cosa que seguramente no se ha imaginado el lector, en los diez principales riesgos políticos que pueden afectar el entorno de negocios y la gobernabilidad democrática del país en 2024.

    Labor titánica, que sólo un cerebro enfermo como el de Ugalde pudo llevar a buen término, en el que se sintetizan las filias y fobias de la clase privilegiada, sus esbirros y las huestes aspiracionistas, frente a un segundo periodo de los cuatreros cuatroteros en el poder. A lo largo de esta, y las próximas cuatro entregas (dada la cercana cercanía del triunfo de Claudia Sheinbaum), intentaré desmenuzar ―porque nunca es fácil desmenuzar el vacío―la insignificante relevancia de estos diez riesgos y vislumbrar una alternativa para salvar a México de los mexicanos.

    En resumen, durante las próximas entregas estaremos hablando del “asedio del presidente López Obrador contra los árbitros electorales, el hecho de que el crimen organizado aprovecha las elecciones para ampliar sus redes de impunidad, el clima de polarización política, la coincidencia de elecciones en México y Estados Unidos, y las acciones que López Obrador emprenderá para consolidar su proyecto político y asegurar su legado”. En resumen del resumen, hablaremos del enorme problema que representa la democracia para la democracia y el voto de los mexicanos para los mexicanos.

    .Entrando en materia sospechosista, el primer riesgo resulta evidente: el triunfo electoral de Morena. Dicho triunfo consolidaría “la captura de la Suprema Corte por parte del Ejecutivo, a través del nombramiento de otro ministro afín” o a través de una reforma constitucional para elegir a los integrantes del Poder Judicial por voto popular. El nivel de impacto que esto tendría es muy alto y la probabilidad de que suceda ―de acuerdo con los sesudos sesos que trabajan en Integralia― es alta. Imaginen el horror que significa que desde la presidencia y el poder legislativo se proponga y nombre a un ministro afín “políticamente y defensor de los temas de interés para el gobierno.” El horror de que dos poderes democráticamente electos, representantes de la voluntad del electorado, nombren a los ministros de ese tercer poder que se mueve entre las faldas y a la sombra de los intereses privados.

    Hacer que la Suprema Corte responda a los intereses que le interesan a la ciudadanía “significaría la formación de un bloque de cuatro ministros afines a la coalición gobernante”, un bloque que pondría fin a la instrumentalización del Poder Judicial como defensor de los privilegios de la clase privilegiada, a través de los dos instrumentos favoritos de la opositora oposición: las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad. Instrumentos que en los últimos seis años han sido el único ariete de batalla para garantizar (con relativo éxito) “que las nuevas leyes y sus reformas guarden sintonía con el contenido de la Constitución federal”, garantizar que nada cambie y que la democracia no tenga efectos democráticos más allá del cambio del color del partido en el poder.

    Si no se evita que “el oficialismo logre la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y la de Senadores” los cuatreros cuatroteros tendrían todos los elementos para promover reformas afines con su agenda política, agenda con la que, en el hipotético caso de que sean electos por el electorado, horror de los horrores, el electorado estaría de acuerdo. En pocas palabras, si Morena gana la presidencia y la mayoría calificada en las cámaras, se corre el riesgo de que representen y democráticamente impongan los intereses de la interesada ciudadanía en lugar de representar y defender los modestos intereses privados de aquellos poderes por quienes nadie ha votado y que a nadie representan.

    En segundo lugar, “si la coalición gobernante obtiene la mayoría calificada en el Congreso, se aprueban reformas constitucionales que afectan significativamente el entorno de negocios y el sistema de pesos y contrapesos”, como la reforma electoral que modifica la estructura del INE y la forma de elegir al cuerpo directivo mediante voto popular, reforma para eliminar al INAI, reforma energética, entre otras, se concentraría el poder en esa masa amorfa que algunos llaman ciudadanía y otros, llanamente, pueblo, aumentando la incertidumbre jurídica y desconfianza empresarial, porque ¿qué empresario se sentiría cómodo si pierde la certeza de poder hacer negocios que lo beneficien a él aunque perjudiquen al país? ¿Quién va a querer invertir en un país que priorice sus recursos y las decisiones de la gente por encima del interés del capital de hacer más rico a quienes son más ricos? El nivel de impacto que esto tendría sería muy alto, afortunadamente Ugalde y compañía consideran que la probabilidad de que suceda es media.

    Sin embargo, no por que la probabilidad no sea alta, debemos bajar las manos y permitir que la mayoría se imponga e imponga sus mayoritarios intereses en bien del bien común. No, los cuatroteros harán todo para “obtener la mayoría calificada (de dos terceras partes) en ambas cámaras del Congreso, para así tener capacidad de aprobar reformas constitucionales, a fin de consolidar el proyecto político de López Obrador” ¿Cuándo se ha visto semejante barbaridad? ¿Por qué un partido político buscaría obtener la mayoría calificada y consolidar su proyecto político? Eso más que democracia es autoritarismo, imposición democrática de la mayoría, exclusión de la clase privilegiada de la toma de decisiones, ¡urge poner un alto a esta nueva era del terror que lo único que busca es hacer rodar las cabezas de los defensores de los derechos de la clase empresarial nacional y extranjera!

    Desaparecer o achicar a los organismos autónomos, significa desaparecer o achicar las cajas chicas al servicio de intereses que no están interesados en el asunto público, significa desaparecer o achicar los espacios de control e influencia que tienen los poderes fácticos (me disculpo con Doña Xóchitl Gálvez y compañía por utilizar términos que no entienden), significa desaparecer o achicar los privilegios que privilegian a unos cuantos por encima de la mayoría, significa desaparecer o achicar espacios que han sido cómplices de la corrupción en el pasado, solo porque han sido cómplices de la corrupción ¡Alguien puede pensar en los ricos!

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    Estos dos primeros riesgos que brillantemente pone sobre la mesa, con toda opacidad, el equipo de mentes iluminadas de Integralia Consultores, dejan al descubierto la sensibilidad y las preocupaciones de la privilegiada clase privilegiada por conservar sus privilegiados privilegios y conservar a la ciudadanía lejos de la toma de decisiones en nuestro país. El principal riesgo que engloba este y otros riesgos sobre los que los muchachos de Ugalde arrojan luz, es la democracia en manos de la ciudadanía, la democracia operando democráticamente para beneficio democrático de las mayorías, la democracia como garante monstruoso de que unos cuantos no se impongan al resto. Sobre esta misma línea, en nuestra siguiente entrega que propone aniquilar la democracia para defender la democracia, revisaremos los terribles riesgos de que grupos criminales aprovechen la coyuntura electoral para ampliar su control sobre los gobiernos y los mercados locales y el que se acentúe el proceso de militarización. Mientras tanto baste concluir demandando un democrático fin de la democracia.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • ¡Que vivan en la calle!

    ¡Que vivan en la calle!

    Se molestan, por que la siempre sensible y ciudadana Xóchitl Gálvez declaró, como se declara todo aquello que debe declararse, que “si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio eres bien güey, con todo respeto”. En el fondo se molestan, por una de dos razones; tienen sesenta o más años y no han podido hacer un patrimonio, o, sin importar su edad, inconscientemente han decretado que llegarán a los sesenta años, los pasarán y no habrán podido hacer un patrimonio. Es decir, en palabras llanas, tan llanas como la misma Xóchitl, se enojan porque son bien güeyes. Que diferencia con los jóvenes de las familias Larrea, Baillères, Azcárraga o Hank, que ni siquiera se preocupan por estar güeyes, mucho menos por hacer un patrimonio, lo tienen desde antes de que nacieran. Díganme si eso no es ejemplar, un modelo a seguir, una aspiración a la cual aspirar. Se molestan, a fin de cuentas, porque quieren que alguien más les resuelva el problema, les compre una casa y los mantenga.

    Les parece injusto que el 45% de los mexicanos que quieren comprar una casa (9 de cada 10) no tenga recursos suficientes para hacerlo, que el precio de las propiedades haya aumentado en un 235%, que la gentrificación expulse a las personas del lugar donde viven, que el 75% de los trabajadores ganen hasta tres salarios mínimos, que el 61% de las personas que no han podido hacerse de un patrimonio tengan licenciatura y el 73% están empleadas, que 14 millones de familias no tengan los medios necesarios para comprar o construir una casa, y que la concentración poblacional en zonas urbanas incremente el problema de la vivienda en México y aumente el déficit de las mismas. Pero no veo a nadie quejándose por no haber pensado las cosas dos veces antes de nacer en la pobreza. Una vez más, la gente se queja por quejarse y quiere que otro, el gobierno, les resuelva el problema. Y ―pero aún― quiere que lo haga subiendo los impuestos a la trabajadora clase parasitaria empresarial.

    Los políticos, esos que no tienen el valor descarado de insultar a la ciudadanía como lo hace a bocajarro Xóchitl, no encuentran soluciones o no quieren encontrar soluciones al problema y prefieren hacerse tontos aumentando los apoyos sociales para que la gente, poco a poco, viva mejor. No veo a uno solo proponiendo que la gente habite en las calles, los migrantes haitianos que han llegado a nuestro país han mostrado mayor iniciativa que nuestra clase política y han establecido barrios callejeros donde pueden dormir, comer, bañarse y vivir. Desde luego que se que no faltarán quienes se opongan a esto, se quejen argumentando que es indigno que un ser humano ―migrante o no― tenga que vivir en la calle y en esas condiciones. Nunca falta alguien así, dispuesto a defender derechos indefendibles como el de la vivienda digna. Quizá tengan razón, no lo sé, lo que sí se es que no tienen que vivir necesariamente en la calle, pueden hacerlo en parques y plazas públicas, siempre y cuando sean parques y plazas públicas que no se encuentren en aquellas zonas de la ciudad que tienen la bendición de ser habitadas por nuestras siempre sensibles, siempre comprometidas, siempre explotadoras, clases privilegiadas.

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    Que más del 40% de la población mexicana no haya podido hacer un patrimonio, no sólo significa que están bien güeyes, también evidencia la terrible ambición ―sembrada por los discursos progresistas―en la que vive un porcentaje importante de la población. Esa ambición de querer vivir como viven las clases privilegiadas, ambición de querer ser dueños de un pedazo de tierra que les de la seguridad y tranquilidad de saber que pueden llegar a descansar, debajo de un techo y protegidos por cuatro paredes, al final de su jornada ¡Vaya! Esa ambición de querer descansar ¿Quién les dijo que pueden descansar? ¿Quién les dijo que tienen derecho a vivir dignamente? ¿De donde sacan que pueden tener una casa? Habría que impulsar políticas públicas que contribuyan al autoconocimiento, que permitan a alguien saber desde temprana edad que está bien güey, que no va a poder hacerse de un patrimonio, que les permita aceptar su realidad y conformarse con ella, que les deje claro desde un principio que sólo tienen dos opciones: trabajar sin descanso y vivir en la calle. Políticas públicas de una honestidad brutal y ofensiva como la misma Xóchitl Gálvez.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Usar democráticamente la violencia

    Usar democráticamente la violencia

    No son pocas las voces valientes, temerarias, sin miedo a Dios, que se han levantado para aplaudir el actuar del gobierno de Ecuador, encabezado por Daniel Noboa, al allanar la embajada de México en Quito para rescatar de sí mismo y de las perniciosas manos comunistas progresistas del gobierno cuatrotero a Jorge Glass, y para sostener que es una sorpresa que México no se haya visto envuelto en más problemas diplomáticos dada la terrible actuación de Andrés Manuel López Obrador y sus terribles aliados a cargo de la cancillería. El que Daniel Noboa sea empresario e hijo del hombre más rico de Ecuador, y lleve, según su madre un segundo nombre que significa “Rey servidor de Cristo”, no significa que Daniel Noboa sea un sujeto privilegiado e insensible a la problemática realidad social de la gente de a píe en Latinoamérica, tampoco que sea un fanático conservador cegado por esa extraña revoltura ideológica propia del conservadurismo latinoamericano que permite defender al mismo tiempo la doctrina de la Iglesia e impulsar políticas neoliberales. No.

    Al contrario de los contrarios. Significa que Daniel Noboa es un sujeto privilegiado e insensible a la problemática realidad social de la gente de a píe en Latinoamérica, y que es un fanático conservador cegado por esa extraña revoltura ideológica propia del conservadurismo latinoamericano que permite defender al mismo tiempo la doctrina de la Iglesia e impulsar políticas neoliberales. Y, en todo caso, ser hijo del hombre más rico de Ecuador y un rey servidor de Cristo, sólo indica que es el indicado para hacer frente a la maldad que atenta en contra de las clases privilegiadas de la región.

    En ese sentido, y gracias al quehacer político no ideologizado e inmaculado de Noboa, se vislumbra la posibilidad de que las fuerzas del autoritarismo democrático libertalista den un golpe en la mesa y pongan orden frente al desorden que representa la irrupción de gobiernos progresistas en la región. Un golpe que, frente a la molesta aparición de gobiernos que han tenido el atrevimiento de plantear una forma distinta de gobernar y hacer política, ponga fin al libertinaje que les ha permitido establecer una postura clara frente al embate protector que no busca aniquilar el derecho de los ciudadanos a determinar su propio destino, sino que busca proteger a los ciudadanos de la ciudadanía misma, a los sujetos de sus decisiones. Protegerlos de políticas que selectivamente buscan el bienestar generalizado, políticas con una ideología no aprobada por las clases privilegiadas, que confronta a los muchos de abajo con los pocos de arriba al evidenciar lo muchos que los de arriba se benefician de los de abajo, y lo poco que los de abajo obtienen del beneficio de los beneficios que obtienen los de arriba. Libertinaje porque la libertad pertenece a quienes saben ejercerla para el enriquecimiento de unos cuantos, libertinaje que provoca conflictos, disensos y disrupciones, ahí donde debería haber sumisión frente a la desigualdad, la simulación democrática y la injusticia.

    Actuar con convicción ideológica, como lo ha hecho el gobierno cuatroatero es ―como humildemente sostienen los humildes conservadores― una acción infantil y estúpida. El pragmatismo debe privar sobre todas las cosas. Y, cuando esto no sucede, se debe imponer sobre todas las cosas. El gobierno ecuatoriano ha puesto el ejemplo y ha emocionado a los nobles espíritus reaccionarios de nuestro país, permitiéndoles fantasear con una realidad donde México pierda sus embajadas como inicio de una perdida territorial que se traduzca en la perdida de su soberanía. Soberanía que podría y debería ser subastada al mejor postor, lejos de elecciones que amenazan con fortalecer esa bravuconería de quienes creen que tienen derecho a decidir sobre si mismos. Soberanía que sólo estorba para la libre explotación de los recursos naturales y humanos que México tiene para ofrecer al gran capital que, sacrificándolo todo, está dispuesto a sacrificar a los mexicanos en nombre de la generación de riquezas y el mito del crecimiento infinito.

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    Lo que menos importa es la Convención de Viena sobre derecho internacional ¿Qué derecho puede estar por encima del derecho de preservar los privilegios de la clase privilegiada? No hay norma, acuerdo, reglamento, ley o convención que deba ser puesta por delante de la libre libertad de aplastar a quien piensa diferente y perseguirlo hasta garantizar que no pueda seguir pensando de forma diferente. Si algo ha hecho el gobierno de Noboa es demostrar que el uso de la violencia nunca debe ser subestimado, que si es necesaria para resolver diferendos se debe recurrir a ella; que si ayuda a eliminar el problema de que existan quienes se han atrevido a levantar la voz y señalar que el neoliberalismo y los gobiernos serviles al interés delas empresas trasnacionales no han resuelto los problemas de la región sino que los han profundizado, se debe recurrir a ella; que sí un gobierno legítimamente electo intenta rescatar de la persecución política a un individuo que ya fue juzgado y que se quiere utilizar como chivo expiatorio para armar un circo con fines electorales, se debe ―sin duda alguna― recurrir democráticamente al uso de la violencia.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Que lo público no sea público

    Que lo público no sea público

    A todas luces, Andrés Manuel López Obrador, busca adueñarse no solo del discurso público, sino del hablar de los mexicanos. Muestra de ello, es esa terriblemente autoritaria manera de querer hablar para todos, de quererse dirigir a todos los mexicanos, de no utilizar intermediarios, de hablar de forma franca, sin eufemismos, que no busca más que eliminar la libertad de expresión, como valientemente ―con esa valentía que sólo puede ser valiente porque no corre ningún riesgo― señala Don Lorenzo Córdova, otrora marqués del INE, en una columna que nadie ha censurado, en un periódico de circulación nacional. Es tal el afán dictatorial de López Obrador que ha impuesto su hablar a sus opositores, se ha adueñado del decir público y, ¡horror de los horrores!, se empeña a dirigirse a la ciudadanía entera, hablándole de tú a tú. Garantizando que lo público se discuta públicamente.

    La nuevalengua cuatrotera, como la llama Córdova Vianello, apoyándose en Orwell ―cuya distopía del gran hermano se quedó muy corta en comparación con la distopia de “Un mundo feliz” que se acerca más a la apuesta neoliberal que el mismo Córdova defiende― resulta “vulgar, reducida y simplificada”. Recurre a términos tan autoritarios como cuarta transformación para bautizar a su movimiento e insertarlo en una narrativa histórica que la emparenta con la Independencia, la Reforma y la Revolución ¡Así o más vulgar, todas esas transformaciones fueron tan populares como populacheras!

    Andrés Manuel llama mañanera a la reunión informativa que tiene con los medios cada mañana, pueblo al pueblo, movimiento al movimiento político que encabeza, conservadores a quienes defienden el conservar el estado de las cosas, fifís a los fifís, neoliberales a quienes están a favor del neoliberalismo, clasistas a quienes desprecian a otros por no pertenecer a la misma clase social, racistas a quienes discriminan a otros por motivos raciales, privilegiados a quienes tienen privilegios, neoporfiristas a quienes defienden un régimen de corrupción, privilegios e injusticias, corruptos a los corruptos, y aspiracionistas a quienes pretender ser algo que no son ¡Así o más simplista! ¡Que feo que llame a las cosas por su nombre!

    El reduccionismo a través del cual López Obrador “ha venido instrumentando ―de manera muy exitosa― una permanente y progresiva vulgarización, reducción y simplificación del lenguaje político”, es tan reducido que pudiendo nombrar las cosas de forma rebuscada y apoyándose en eufemismos que garanticen que diciendo no se diga nada, prefiere llamarlas por su nombre y poner el dedo en la llaga. El reducido reduccionismo, del que Lorenzo Córdova con sabia sabiduría acusa a Andrés Manuel de hacer uso extendido para reducir la realidad y apoderarse de ella, es tan reducido que termina reduciendo a nada el discurso opositor que intenta señalar la brutalidad autoritaria donde no hay brutalidad autoritaria, denunciar el acoso a la libertad de expresión donde no hay acos ¡He ahí la maligna malignidad del maligno Andrés Manuel! Ha instrumentado un lenguaje político tan reducido que resulta inidentificable, no rastreable, que no deja huella de su autoritarismo y monstruosa persecución, lo ha reducido al absurdo, a un absurdo tal que para el ojo no entrenado en las sospechosas artes del sospechosismo creelista ―en el cual Córdova Vianello ha sido entrenado― pudiera parecer que no existe ni autoritarismo, ni acoso a la libertad de expresión.

    Otra historia, otra cosa, otro nivel, es el de Lorenzo Córdova que, como estoico representante de la estoica oposición que si bien no puede controlarse a si misma, tampoco puede controlar la forma desmedida en la que hace berrinches, no sólo tiene la estatura moral ―como proto líder opositor― para criticar los nulos abusos del gobierno en turno, sino que ha mostrado, en los hechos, lo que implica instrumentar un lenguaje no vulgar, no reduccionista y no simplificado; un lenguaje respetuoso que no elimine el hablar del otro y no se apodere de forma autoritaria de lo que se puede y no se puede decir, ni de como se puede y no se puede decir. Muestra de ello es lo que entre los conocidos conocedores se conoce como el fenómeno Toro Sentado.

    Ese ejercicio de crítica lingüística que Don Lorenzo desarrollo luego de hablar con el jefe de la nación chichimeca y que le permitió concluir: “Se ve que este güey yo no sé si sea cierto que hable así, cabrón, o vio mucho Llanero solitario, con eso de Toro, cabrón. No mames, sólo le faltó decir: ‘Yo gran jefe Toro Sentado, líder gran nación chichimeca’. No mames, cab, está de pánico, cabrón.” Lamentablemente, la hipocresía de la sociedad mexicana, orillo a Córdova a afirmar que tan elevado ejercicio fue poco afortunado, un comentario jocoso. Si Andrés Manuel y las huestes cuatroteras pudieran expresarse con el nivel y desde la altura imperial desde donde Lorenzo Córdova Vianello ―conde de la marea rosa― se expresa, el nivel del debate político sería otro, gracias a la democrática y libertaria exclusión de quienes deben ser excluidos del debate público.

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    Si, como indica Córdova Vianello, prócer del ensanchamiento del espacio público a través de la reducción del espacio público, “las democracias hacen de las libertades de pensamiento, de expresión y de manifestación de las ideas, uno de sus pilares básicos”, urge fortalecer ese pilar y protegerlo a toda costa. Y nada garantiza una mejor protección de nuestra democracia, de nuestras libertades de pensamiento, expresión y manifestación de las ideas, que el limitar quienes pueden pensar, expresarse y manifestar sus ideas, el pueblo debe ser pueblo para que la clase privilegiada sea clase privilegiada. Nombrar las cosas por su nombre permite que cualquiera entienda lo que sólo deben entender unos cuantos, esos que deben tener el control privado de lo público.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.