Categoría: Carlos Bortoni

  • En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (dos de cinco)

    En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (dos de cinco)

    Continuando con la labor titánica de documentar las estoicas fobias aspiracionistas, con las que la oposición pretende salvar a los mexicanos de la voluntad de los mexicanos, a la que tan sesudamente se dedicó el equipo de Integralia para intentar impedir la continuación del gobierno de cuatreros cuatroteros, Juan Carlos Ugalde y compañía presentan dos riesgos contrapuestos pero que en su universo paralelo coexisten. Por un lado, apuntan a la posibilidad, en realidad su deseo disfrazado de riesgo de que los grupos criminales aprovechen el contexto electoral para expandir su poder, presencia y diversificar su negocio. Por el otro, hablan de la peligrosa profundización del proceso de militarización del país, el cual también es un deseo, que en este caso representa un riesgo por el uso que se ha dado al ejército. Al final del día, tanto lo uno como lo otro, representan la posibilidad de retomar el control estatal no por grupos del crimen organizado (con minúscula), ni por parte del poder castrense en demerito del poder civil, no, representan la posibilidad de retomar el control por el heroico Crimen Organizado (con mayúscula) representado por el PRIAN y su democrático espíritu de aniquilar la democracia.

    Que los grupos criminales consoliden su poder, como ya lo dije, es más un deseo de la actual oposición que un riesgo (para mayores referencias habrá que leer el trabajo de Oswaldo Zavala). La relevancia de que este riesgo/deseo se materialice radica justo en la ocupación del gobierno por los amos y señores de la democracia antidemocrática los mismos que fueron dueños del gobierno ―salvo por contadas y honrosas excepciones― hasta que a Andrés Manuel se le ocurrió capitalizar el malestar social y empujar su idea de transformación ahí donde nadie (nadie que importe cuando menos) quería una transformación. Que los cárteles, al servicio del PRIANato dispongan de recursos clave “como datos personales, dinero público, policías y otros funcionarios a su servicio” permitirá, más que “operar con impunidad, consolidar o diversificar sus áreas de negocios, y neutralizar a organizaciones rivales”, a los patrones de los cárteles, que son a quienes todos nosotros nos debemos, tener el control de la población y justificar un refrito de la “Guerra contra el narco”, que tanto aplaude quienes sólo saben aplaudir frente aquello que les dicen que deben aplaudir, que genere desplazamientos siempre benéficos para la explotación minera, gasera y de recursos en general, y distraer la atención ―la guerra contra el narco si será televisada― para poder derogar esas infames reformas que tanto han afectado a la clase privilegiada al poner por delante los egoístas intereses de las mayorías.

    Por otro lado, los muchachos de Ugalde señalan otro riesgoso riesgo; que se acentúe “el proceso de militarización”. Es importante señalar que cuando la oposición y sus aliados ciudadanos apartidistas hablan de militarización se refieren a que “los cuerpos castrenses no sólo realizan labores de seguridad, sino también toda una serie de responsabilidades que le corresponden al gobierno civil, como la construcción de proyectos de infraestructura, la administración de aeropuertos y aduanas, la operación de una aerolínea pública y el Tren Maya”, ese es el riesgo de la militarización, la ocupación por parte del ejercito de un espacio con el que antes lucraban los intereses privados. Si el ejercito sigue realizando tareas que tradicionalmente realizaba el orden civil a través de licitaciones tan transparentes como arregladas, el potencial de negocio que se dejará sobre la mesa será muy alto, tan alto que se corre el riesgo de que los empresarios más ricos de nuestro país no puedan conservar su estilo de vida, lo dijimos la semana pasada y lo gritamos esta: ¡Quiere alguien pensar en los ricos! Si no hay negocios con sobrecosto, que chiste tiene hacer negocios, lo único que vamos a lograr a que esas inversiones dedicadas a la extracción del erario se vayan a otras latitudes, donde encuentren gobiernos bananeros que mantengan a la iniciativa privada ¡Qué horror! El ejército está para disparar en contra de quien sea, primero disparar y después preguntar, el ejército está para ayudar al gobierno en la “guerra contra el narco” y aterrorizar a la población para que la población abandone sus hogares y facilitar el acceso de empresas trasnacionales para que puedan explotar nuestro territorio libremente, sin restricciones legales o ajustando las restricciones legales para poder operar a sus anchas, y ―sobre todo― sin molestos pobladores que los molesten.

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    Los cárteles y el ejército son un riesgo para el país si no cumplen con la única función de contribuir al control de la población. Los cárteles fuera del PRIANato son siervos sin amo que sólo dan palos de ciego. El ejército desempeñando labores distintas a la seguridad no solo coopta el espacio de la obra pública al servicio de los intereses privados, también se distrae de la importante labor de jugar a los vaqueros con los narcotraficantes, propagar el terror y contribuir a la libre expansión del libre mercado. La próxima semana, en la tercera entrega de este grupo de cinco, insistiremos en la necesidad de aniquilar la democracia para defender la democracia, ahondando en dos riesgos distintos que Integralia Consultores pone sobre la mesa: el probablemente posible triunfo electoral de Donald Trump, y la aprobación de reformas y leyes en el Congreso Mexicano como las modificaciones al marco laboral, al aparato administrativo del Estado o al otorgamiento de concesiones, reformas y leyes que antepongan el totalitario bienestar común por encima de los intereses del capital.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (uno de cinco)

    En defensa de la democracia, aniquilemos la democracia (uno de cinco)

    A principios del año, recibí a través de un informante cuya identidad ―dada la vergüenza que significa haber recibido este documento y para no poner en riesgo su integridad personal― mantendré en el anonimato, un reporte redactado por el ni una sola vez heroico despacho Integralia Consultores, dirigido por el siempre opaco Luis Carlos Ugalde, benefactor de Felipe Calderón y pieza clave en la supervivencia del sistema de privilegios en 2006. Dicho reporte, que lleva por título “Diez riesgos políticos para 2024”, pone el acento, cosa que seguramente no se ha imaginado el lector, en los diez principales riesgos políticos que pueden afectar el entorno de negocios y la gobernabilidad democrática del país en 2024.

    Labor titánica, que sólo un cerebro enfermo como el de Ugalde pudo llevar a buen término, en el que se sintetizan las filias y fobias de la clase privilegiada, sus esbirros y las huestes aspiracionistas, frente a un segundo periodo de los cuatreros cuatroteros en el poder. A lo largo de esta, y las próximas cuatro entregas (dada la cercana cercanía del triunfo de Claudia Sheinbaum), intentaré desmenuzar ―porque nunca es fácil desmenuzar el vacío―la insignificante relevancia de estos diez riesgos y vislumbrar una alternativa para salvar a México de los mexicanos.

    En resumen, durante las próximas entregas estaremos hablando del “asedio del presidente López Obrador contra los árbitros electorales, el hecho de que el crimen organizado aprovecha las elecciones para ampliar sus redes de impunidad, el clima de polarización política, la coincidencia de elecciones en México y Estados Unidos, y las acciones que López Obrador emprenderá para consolidar su proyecto político y asegurar su legado”. En resumen del resumen, hablaremos del enorme problema que representa la democracia para la democracia y el voto de los mexicanos para los mexicanos.

    .Entrando en materia sospechosista, el primer riesgo resulta evidente: el triunfo electoral de Morena. Dicho triunfo consolidaría “la captura de la Suprema Corte por parte del Ejecutivo, a través del nombramiento de otro ministro afín” o a través de una reforma constitucional para elegir a los integrantes del Poder Judicial por voto popular. El nivel de impacto que esto tendría es muy alto y la probabilidad de que suceda ―de acuerdo con los sesudos sesos que trabajan en Integralia― es alta. Imaginen el horror que significa que desde la presidencia y el poder legislativo se proponga y nombre a un ministro afín “políticamente y defensor de los temas de interés para el gobierno.” El horror de que dos poderes democráticamente electos, representantes de la voluntad del electorado, nombren a los ministros de ese tercer poder que se mueve entre las faldas y a la sombra de los intereses privados.

    Hacer que la Suprema Corte responda a los intereses que le interesan a la ciudadanía “significaría la formación de un bloque de cuatro ministros afines a la coalición gobernante”, un bloque que pondría fin a la instrumentalización del Poder Judicial como defensor de los privilegios de la clase privilegiada, a través de los dos instrumentos favoritos de la opositora oposición: las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad. Instrumentos que en los últimos seis años han sido el único ariete de batalla para garantizar (con relativo éxito) “que las nuevas leyes y sus reformas guarden sintonía con el contenido de la Constitución federal”, garantizar que nada cambie y que la democracia no tenga efectos democráticos más allá del cambio del color del partido en el poder.

    Si no se evita que “el oficialismo logre la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y la de Senadores” los cuatreros cuatroteros tendrían todos los elementos para promover reformas afines con su agenda política, agenda con la que, en el hipotético caso de que sean electos por el electorado, horror de los horrores, el electorado estaría de acuerdo. En pocas palabras, si Morena gana la presidencia y la mayoría calificada en las cámaras, se corre el riesgo de que representen y democráticamente impongan los intereses de la interesada ciudadanía en lugar de representar y defender los modestos intereses privados de aquellos poderes por quienes nadie ha votado y que a nadie representan.

    En segundo lugar, “si la coalición gobernante obtiene la mayoría calificada en el Congreso, se aprueban reformas constitucionales que afectan significativamente el entorno de negocios y el sistema de pesos y contrapesos”, como la reforma electoral que modifica la estructura del INE y la forma de elegir al cuerpo directivo mediante voto popular, reforma para eliminar al INAI, reforma energética, entre otras, se concentraría el poder en esa masa amorfa que algunos llaman ciudadanía y otros, llanamente, pueblo, aumentando la incertidumbre jurídica y desconfianza empresarial, porque ¿qué empresario se sentiría cómodo si pierde la certeza de poder hacer negocios que lo beneficien a él aunque perjudiquen al país? ¿Quién va a querer invertir en un país que priorice sus recursos y las decisiones de la gente por encima del interés del capital de hacer más rico a quienes son más ricos? El nivel de impacto que esto tendría sería muy alto, afortunadamente Ugalde y compañía consideran que la probabilidad de que suceda es media.

    Sin embargo, no por que la probabilidad no sea alta, debemos bajar las manos y permitir que la mayoría se imponga e imponga sus mayoritarios intereses en bien del bien común. No, los cuatroteros harán todo para “obtener la mayoría calificada (de dos terceras partes) en ambas cámaras del Congreso, para así tener capacidad de aprobar reformas constitucionales, a fin de consolidar el proyecto político de López Obrador” ¿Cuándo se ha visto semejante barbaridad? ¿Por qué un partido político buscaría obtener la mayoría calificada y consolidar su proyecto político? Eso más que democracia es autoritarismo, imposición democrática de la mayoría, exclusión de la clase privilegiada de la toma de decisiones, ¡urge poner un alto a esta nueva era del terror que lo único que busca es hacer rodar las cabezas de los defensores de los derechos de la clase empresarial nacional y extranjera!

    Desaparecer o achicar a los organismos autónomos, significa desaparecer o achicar las cajas chicas al servicio de intereses que no están interesados en el asunto público, significa desaparecer o achicar los espacios de control e influencia que tienen los poderes fácticos (me disculpo con Doña Xóchitl Gálvez y compañía por utilizar términos que no entienden), significa desaparecer o achicar los privilegios que privilegian a unos cuantos por encima de la mayoría, significa desaparecer o achicar espacios que han sido cómplices de la corrupción en el pasado, solo porque han sido cómplices de la corrupción ¡Alguien puede pensar en los ricos!

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    Estos dos primeros riesgos que brillantemente pone sobre la mesa, con toda opacidad, el equipo de mentes iluminadas de Integralia Consultores, dejan al descubierto la sensibilidad y las preocupaciones de la privilegiada clase privilegiada por conservar sus privilegiados privilegios y conservar a la ciudadanía lejos de la toma de decisiones en nuestro país. El principal riesgo que engloba este y otros riesgos sobre los que los muchachos de Ugalde arrojan luz, es la democracia en manos de la ciudadanía, la democracia operando democráticamente para beneficio democrático de las mayorías, la democracia como garante monstruoso de que unos cuantos no se impongan al resto. Sobre esta misma línea, en nuestra siguiente entrega que propone aniquilar la democracia para defender la democracia, revisaremos los terribles riesgos de que grupos criminales aprovechen la coyuntura electoral para ampliar su control sobre los gobiernos y los mercados locales y el que se acentúe el proceso de militarización. Mientras tanto baste concluir demandando un democrático fin de la democracia.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • ¡Que vivan en la calle!

    ¡Que vivan en la calle!

    Se molestan, por que la siempre sensible y ciudadana Xóchitl Gálvez declaró, como se declara todo aquello que debe declararse, que “si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio eres bien güey, con todo respeto”. En el fondo se molestan, por una de dos razones; tienen sesenta o más años y no han podido hacer un patrimonio, o, sin importar su edad, inconscientemente han decretado que llegarán a los sesenta años, los pasarán y no habrán podido hacer un patrimonio. Es decir, en palabras llanas, tan llanas como la misma Xóchitl, se enojan porque son bien güeyes. Que diferencia con los jóvenes de las familias Larrea, Baillères, Azcárraga o Hank, que ni siquiera se preocupan por estar güeyes, mucho menos por hacer un patrimonio, lo tienen desde antes de que nacieran. Díganme si eso no es ejemplar, un modelo a seguir, una aspiración a la cual aspirar. Se molestan, a fin de cuentas, porque quieren que alguien más les resuelva el problema, les compre una casa y los mantenga.

    Les parece injusto que el 45% de los mexicanos que quieren comprar una casa (9 de cada 10) no tenga recursos suficientes para hacerlo, que el precio de las propiedades haya aumentado en un 235%, que la gentrificación expulse a las personas del lugar donde viven, que el 75% de los trabajadores ganen hasta tres salarios mínimos, que el 61% de las personas que no han podido hacerse de un patrimonio tengan licenciatura y el 73% están empleadas, que 14 millones de familias no tengan los medios necesarios para comprar o construir una casa, y que la concentración poblacional en zonas urbanas incremente el problema de la vivienda en México y aumente el déficit de las mismas. Pero no veo a nadie quejándose por no haber pensado las cosas dos veces antes de nacer en la pobreza. Una vez más, la gente se queja por quejarse y quiere que otro, el gobierno, les resuelva el problema. Y ―pero aún― quiere que lo haga subiendo los impuestos a la trabajadora clase parasitaria empresarial.

    Los políticos, esos que no tienen el valor descarado de insultar a la ciudadanía como lo hace a bocajarro Xóchitl, no encuentran soluciones o no quieren encontrar soluciones al problema y prefieren hacerse tontos aumentando los apoyos sociales para que la gente, poco a poco, viva mejor. No veo a uno solo proponiendo que la gente habite en las calles, los migrantes haitianos que han llegado a nuestro país han mostrado mayor iniciativa que nuestra clase política y han establecido barrios callejeros donde pueden dormir, comer, bañarse y vivir. Desde luego que se que no faltarán quienes se opongan a esto, se quejen argumentando que es indigno que un ser humano ―migrante o no― tenga que vivir en la calle y en esas condiciones. Nunca falta alguien así, dispuesto a defender derechos indefendibles como el de la vivienda digna. Quizá tengan razón, no lo sé, lo que sí se es que no tienen que vivir necesariamente en la calle, pueden hacerlo en parques y plazas públicas, siempre y cuando sean parques y plazas públicas que no se encuentren en aquellas zonas de la ciudad que tienen la bendición de ser habitadas por nuestras siempre sensibles, siempre comprometidas, siempre explotadoras, clases privilegiadas.

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    Que más del 40% de la población mexicana no haya podido hacer un patrimonio, no sólo significa que están bien güeyes, también evidencia la terrible ambición ―sembrada por los discursos progresistas―en la que vive un porcentaje importante de la población. Esa ambición de querer vivir como viven las clases privilegiadas, ambición de querer ser dueños de un pedazo de tierra que les de la seguridad y tranquilidad de saber que pueden llegar a descansar, debajo de un techo y protegidos por cuatro paredes, al final de su jornada ¡Vaya! Esa ambición de querer descansar ¿Quién les dijo que pueden descansar? ¿Quién les dijo que tienen derecho a vivir dignamente? ¿De donde sacan que pueden tener una casa? Habría que impulsar políticas públicas que contribuyan al autoconocimiento, que permitan a alguien saber desde temprana edad que está bien güey, que no va a poder hacerse de un patrimonio, que les permita aceptar su realidad y conformarse con ella, que les deje claro desde un principio que sólo tienen dos opciones: trabajar sin descanso y vivir en la calle. Políticas públicas de una honestidad brutal y ofensiva como la misma Xóchitl Gálvez.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Usar democráticamente la violencia

    Usar democráticamente la violencia

    No son pocas las voces valientes, temerarias, sin miedo a Dios, que se han levantado para aplaudir el actuar del gobierno de Ecuador, encabezado por Daniel Noboa, al allanar la embajada de México en Quito para rescatar de sí mismo y de las perniciosas manos comunistas progresistas del gobierno cuatrotero a Jorge Glass, y para sostener que es una sorpresa que México no se haya visto envuelto en más problemas diplomáticos dada la terrible actuación de Andrés Manuel López Obrador y sus terribles aliados a cargo de la cancillería. El que Daniel Noboa sea empresario e hijo del hombre más rico de Ecuador, y lleve, según su madre un segundo nombre que significa “Rey servidor de Cristo”, no significa que Daniel Noboa sea un sujeto privilegiado e insensible a la problemática realidad social de la gente de a píe en Latinoamérica, tampoco que sea un fanático conservador cegado por esa extraña revoltura ideológica propia del conservadurismo latinoamericano que permite defender al mismo tiempo la doctrina de la Iglesia e impulsar políticas neoliberales. No.

    Al contrario de los contrarios. Significa que Daniel Noboa es un sujeto privilegiado e insensible a la problemática realidad social de la gente de a píe en Latinoamérica, y que es un fanático conservador cegado por esa extraña revoltura ideológica propia del conservadurismo latinoamericano que permite defender al mismo tiempo la doctrina de la Iglesia e impulsar políticas neoliberales. Y, en todo caso, ser hijo del hombre más rico de Ecuador y un rey servidor de Cristo, sólo indica que es el indicado para hacer frente a la maldad que atenta en contra de las clases privilegiadas de la región.

    En ese sentido, y gracias al quehacer político no ideologizado e inmaculado de Noboa, se vislumbra la posibilidad de que las fuerzas del autoritarismo democrático libertalista den un golpe en la mesa y pongan orden frente al desorden que representa la irrupción de gobiernos progresistas en la región. Un golpe que, frente a la molesta aparición de gobiernos que han tenido el atrevimiento de plantear una forma distinta de gobernar y hacer política, ponga fin al libertinaje que les ha permitido establecer una postura clara frente al embate protector que no busca aniquilar el derecho de los ciudadanos a determinar su propio destino, sino que busca proteger a los ciudadanos de la ciudadanía misma, a los sujetos de sus decisiones. Protegerlos de políticas que selectivamente buscan el bienestar generalizado, políticas con una ideología no aprobada por las clases privilegiadas, que confronta a los muchos de abajo con los pocos de arriba al evidenciar lo muchos que los de arriba se benefician de los de abajo, y lo poco que los de abajo obtienen del beneficio de los beneficios que obtienen los de arriba. Libertinaje porque la libertad pertenece a quienes saben ejercerla para el enriquecimiento de unos cuantos, libertinaje que provoca conflictos, disensos y disrupciones, ahí donde debería haber sumisión frente a la desigualdad, la simulación democrática y la injusticia.

    Actuar con convicción ideológica, como lo ha hecho el gobierno cuatroatero es ―como humildemente sostienen los humildes conservadores― una acción infantil y estúpida. El pragmatismo debe privar sobre todas las cosas. Y, cuando esto no sucede, se debe imponer sobre todas las cosas. El gobierno ecuatoriano ha puesto el ejemplo y ha emocionado a los nobles espíritus reaccionarios de nuestro país, permitiéndoles fantasear con una realidad donde México pierda sus embajadas como inicio de una perdida territorial que se traduzca en la perdida de su soberanía. Soberanía que podría y debería ser subastada al mejor postor, lejos de elecciones que amenazan con fortalecer esa bravuconería de quienes creen que tienen derecho a decidir sobre si mismos. Soberanía que sólo estorba para la libre explotación de los recursos naturales y humanos que México tiene para ofrecer al gran capital que, sacrificándolo todo, está dispuesto a sacrificar a los mexicanos en nombre de la generación de riquezas y el mito del crecimiento infinito.

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    Lo que menos importa es la Convención de Viena sobre derecho internacional ¿Qué derecho puede estar por encima del derecho de preservar los privilegios de la clase privilegiada? No hay norma, acuerdo, reglamento, ley o convención que deba ser puesta por delante de la libre libertad de aplastar a quien piensa diferente y perseguirlo hasta garantizar que no pueda seguir pensando de forma diferente. Si algo ha hecho el gobierno de Noboa es demostrar que el uso de la violencia nunca debe ser subestimado, que si es necesaria para resolver diferendos se debe recurrir a ella; que si ayuda a eliminar el problema de que existan quienes se han atrevido a levantar la voz y señalar que el neoliberalismo y los gobiernos serviles al interés delas empresas trasnacionales no han resuelto los problemas de la región sino que los han profundizado, se debe recurrir a ella; que sí un gobierno legítimamente electo intenta rescatar de la persecución política a un individuo que ya fue juzgado y que se quiere utilizar como chivo expiatorio para armar un circo con fines electorales, se debe ―sin duda alguna― recurrir democráticamente al uso de la violencia.

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  • Que lo público no sea público

    Que lo público no sea público

    A todas luces, Andrés Manuel López Obrador, busca adueñarse no solo del discurso público, sino del hablar de los mexicanos. Muestra de ello, es esa terriblemente autoritaria manera de querer hablar para todos, de quererse dirigir a todos los mexicanos, de no utilizar intermediarios, de hablar de forma franca, sin eufemismos, que no busca más que eliminar la libertad de expresión, como valientemente ―con esa valentía que sólo puede ser valiente porque no corre ningún riesgo― señala Don Lorenzo Córdova, otrora marqués del INE, en una columna que nadie ha censurado, en un periódico de circulación nacional. Es tal el afán dictatorial de López Obrador que ha impuesto su hablar a sus opositores, se ha adueñado del decir público y, ¡horror de los horrores!, se empeña a dirigirse a la ciudadanía entera, hablándole de tú a tú. Garantizando que lo público se discuta públicamente.

    La nuevalengua cuatrotera, como la llama Córdova Vianello, apoyándose en Orwell ―cuya distopía del gran hermano se quedó muy corta en comparación con la distopia de “Un mundo feliz” que se acerca más a la apuesta neoliberal que el mismo Córdova defiende― resulta “vulgar, reducida y simplificada”. Recurre a términos tan autoritarios como cuarta transformación para bautizar a su movimiento e insertarlo en una narrativa histórica que la emparenta con la Independencia, la Reforma y la Revolución ¡Así o más vulgar, todas esas transformaciones fueron tan populares como populacheras!

    Andrés Manuel llama mañanera a la reunión informativa que tiene con los medios cada mañana, pueblo al pueblo, movimiento al movimiento político que encabeza, conservadores a quienes defienden el conservar el estado de las cosas, fifís a los fifís, neoliberales a quienes están a favor del neoliberalismo, clasistas a quienes desprecian a otros por no pertenecer a la misma clase social, racistas a quienes discriminan a otros por motivos raciales, privilegiados a quienes tienen privilegios, neoporfiristas a quienes defienden un régimen de corrupción, privilegios e injusticias, corruptos a los corruptos, y aspiracionistas a quienes pretender ser algo que no son ¡Así o más simplista! ¡Que feo que llame a las cosas por su nombre!

    El reduccionismo a través del cual López Obrador “ha venido instrumentando ―de manera muy exitosa― una permanente y progresiva vulgarización, reducción y simplificación del lenguaje político”, es tan reducido que pudiendo nombrar las cosas de forma rebuscada y apoyándose en eufemismos que garanticen que diciendo no se diga nada, prefiere llamarlas por su nombre y poner el dedo en la llaga. El reducido reduccionismo, del que Lorenzo Córdova con sabia sabiduría acusa a Andrés Manuel de hacer uso extendido para reducir la realidad y apoderarse de ella, es tan reducido que termina reduciendo a nada el discurso opositor que intenta señalar la brutalidad autoritaria donde no hay brutalidad autoritaria, denunciar el acoso a la libertad de expresión donde no hay acos ¡He ahí la maligna malignidad del maligno Andrés Manuel! Ha instrumentado un lenguaje político tan reducido que resulta inidentificable, no rastreable, que no deja huella de su autoritarismo y monstruosa persecución, lo ha reducido al absurdo, a un absurdo tal que para el ojo no entrenado en las sospechosas artes del sospechosismo creelista ―en el cual Córdova Vianello ha sido entrenado― pudiera parecer que no existe ni autoritarismo, ni acoso a la libertad de expresión.

    Otra historia, otra cosa, otro nivel, es el de Lorenzo Córdova que, como estoico representante de la estoica oposición que si bien no puede controlarse a si misma, tampoco puede controlar la forma desmedida en la que hace berrinches, no sólo tiene la estatura moral ―como proto líder opositor― para criticar los nulos abusos del gobierno en turno, sino que ha mostrado, en los hechos, lo que implica instrumentar un lenguaje no vulgar, no reduccionista y no simplificado; un lenguaje respetuoso que no elimine el hablar del otro y no se apodere de forma autoritaria de lo que se puede y no se puede decir, ni de como se puede y no se puede decir. Muestra de ello es lo que entre los conocidos conocedores se conoce como el fenómeno Toro Sentado.

    Ese ejercicio de crítica lingüística que Don Lorenzo desarrollo luego de hablar con el jefe de la nación chichimeca y que le permitió concluir: “Se ve que este güey yo no sé si sea cierto que hable así, cabrón, o vio mucho Llanero solitario, con eso de Toro, cabrón. No mames, sólo le faltó decir: ‘Yo gran jefe Toro Sentado, líder gran nación chichimeca’. No mames, cab, está de pánico, cabrón.” Lamentablemente, la hipocresía de la sociedad mexicana, orillo a Córdova a afirmar que tan elevado ejercicio fue poco afortunado, un comentario jocoso. Si Andrés Manuel y las huestes cuatroteras pudieran expresarse con el nivel y desde la altura imperial desde donde Lorenzo Córdova Vianello ―conde de la marea rosa― se expresa, el nivel del debate político sería otro, gracias a la democrática y libertaria exclusión de quienes deben ser excluidos del debate público.

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    Si, como indica Córdova Vianello, prócer del ensanchamiento del espacio público a través de la reducción del espacio público, “las democracias hacen de las libertades de pensamiento, de expresión y de manifestación de las ideas, uno de sus pilares básicos”, urge fortalecer ese pilar y protegerlo a toda costa. Y nada garantiza una mejor protección de nuestra democracia, de nuestras libertades de pensamiento, expresión y manifestación de las ideas, que el limitar quienes pueden pensar, expresarse y manifestar sus ideas, el pueblo debe ser pueblo para que la clase privilegiada sea clase privilegiada. Nombrar las cosas por su nombre permite que cualquiera entienda lo que sólo deben entender unos cuantos, esos que deben tener el control privado de lo público.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Guerra sucia con chismes y todo

    Guerra sucia con chismes y todo

    Hace no mucho, Jorge G. Castañeda, apóstol y mártir de la conversión política para sobrevivir políticamente y tener comida sobre la mesa, con la valentía que caracteriza a quienes por cobardía parecen valientes, sostuvo en una mesa de ficción analítica o propaganda disfrazada de análisis político, que a la campaña presidencial le hace falta “guerra sucia, pero sucia en serio contra Claudia”. De inmediato, ante la reacción enfadada, y típica de la hipócrita hipocresía liberal de quienes se presentan como demócratas sólo si la democracia los recompensa con privilegios y canonjías, de los presentes, reculó sin recular y volvió a decir que no es que él “recomiende que lo hagan, yo no tengo vela en el entierro, me da enteramente lo mismo lo que hagan o no, pero me parece lógico. El manual ahorita es ‘go negative’ con Claudia, no con López Obrador, o también con López Obrador, pero ya con ella, con investigación de oposición, con chismes, con todo.”

    La propuesta del otrora revolucionario marxista converso al PANismo más democrático que pueda existir, no debe ignorarse como si lo hubiera dicho alguien cuyas palabras no tienen valor alguno, aunque lo haya dicho alguien cuyas palabras no tienen valor alguno. No. Iniciar la guerra sucia en la campaña es una necesidad política y una deuda que los partidos y sus contendientes tienen con el electorado, si bien no para informarlo y ayudarlo a tomar una buena decisión, si para entretenerlo… faltando menos de tres meses para la jornada electoral, el circo montado ha resultado bastante aburrido. Hasta ahora, lo más entretenido ha sido seguir la cuenta de cuantos chicles va dejando Xóchitl pegados por donde pasa. En este sentido, propongo a los estrategas PRIANRDistas y de Claudio X, algunas ideas que podrían ser utilizadas en esa guerra sucia que Castañeda no propone cuando la propone.

    En primer lugar, habrá que correr el rumor de que la carrera política de Carlos Ímaz fue destrozada por la ambición infinita de poder que tiene Claudia. Los fajos de billetes que recibió Ímaz fueron un cuatro, un CuatroTé. Habrá que contar con los servicios del siempre diestro y siniestro Carlitos Loret, amo y señor de la prensa que no se vende porque nació comprada, para que haga un montaje como sólo él puede hacerlos en el que se vea que Ímaz pensaba que iba a recibir una bolsa con el mandado y que no sabía que en la bolsa había dinero. La idea es apelar a todos esos seguidores de la CuatroTe que no por ser seguidores de la CuatroTe dejan de ser machistas y se sienten incomodos votando por Claudia, darles ese empujoncito que necesitan para justificar que nunca podrían votar por una mujer. Después habrá que hacer algo para convencerlos que de voten por Xóchitl, quien también es mujer, pero ese es otro tema e incluso si al final deciden votar por Máynez, no pasa nada.

    Siguiendo con la guerra sucia, tan sucia como se puedan imaginar, inmunda, habrá que insistir en el punto del origen judío de Claudia. Si bien, Don Vicente Fox, maestro del arte de simular que se es oligofrénico, cuando sus limitaciones mentales están más allá de la oligofrenia, ya hizo lo propio, no parece suficiente. Hay que insistir en el origen judío de la familia Sheinbaum y construir una narrativa alrededor de los vínculos sionistas de Claudia con el Estado de Israel. No con otro objetivo que asestar un golpe emocional a sus seguidores y convencerlos, o cuando menos sembrar la duda, de que Claudia está en contra del Estado Palestino y su lucha por poder vivir en el territorio que les pertenece. Es bien sabido que los chairos son afines a la causa palestina y asociar a Claudia con Israel tendrá un impacto negativo en su imagen.

    Por último, hay que difundir imágenes que le recuerden a la población que Claudia tiene el pelo chino. Esto puede parecer una banalidad, pero apela al más profundo clasismo y racismo mexicano que asocia el pelo chino con pobreza y falta de higiene. Difundir imágenes que rescaten el imaginario telenovelesco de María la del Barrio, Rubí o Rosa Salvaje en las que la mujer de clase baja tiene el pelo chino, hasta que da un “salto” social a la clase alta y al mismo tiempo su pelo se vuelve lacio. Con ello garantizamos el voto de todas esas niñas bien, que hace décadas dejaron de ser niñas, que como Lupita Loaeza tienen momentos de ofuscación y podrían votar por Claudia o ―peor aún― decir que Xóchitl “se ve aburrida y frustrada, que no inspira, que sus atuendos ya no son tan bonitos y su pelo se ve demasiado corto y oscuro”.

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    No sería guerra sucia, y mucho menos guerra sucia en serio, como demanda Castañeda, si se limita de forma única y exclusiva a difamar a Claudia. Me parece que hace falta ir más allá, hacer eco a las palabras de Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, Marquesa de Casa Fuerte, tan bien recibidas por Xóchitl y todos aquellos que anhelan los tiempos de la colonia, y humillar al electorado mexicano, decirles que se dejan engañar por que son mediocres e ignorantes, insistir en que no están a la altura de una política como Xóchitl ni de un movimiento democrático salvador y libertario como el del PRIANismo (el PRD realmente no tiene proyecto alguno). Machacar una y otra vez en la bajeza de quienes simpatizan con MORENA. Estoy seguro, que no hay nada que garantice más votos a la oposición, que despreciar al electorado. Nada como decirle mediocre al 62% de la población para ganarte su confianza.

    Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir

    Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir

    La principal virtud de nuestro sistema democrático, aquella de la que emanan el resto de sus virtudes, aciertos y sabios mecanismos para garantizar que todo se mantenga en su lugar, radica en que se trata de una democracia representativa, una democracia donde el/la/le candidato/candidata/candidate, se presenta como la voz del electorado que lo eligió y ―consecuentemente― los representa, incluso cuando esa voz, ese actuar y esa persona, no represente a nadie que no sea su propia persona y sus intereses, o los intereses de quienes interesadamente lo patrocinan, postulan, apoyan y encumbran al puesto de representación popular. He ahí la gracia y grandeza de la democracia representativa, permitir que la ciudadanía / pueblo “elija”, negando que la ciudadanía / pueblo tenga acceso a cargo público alguno y asegurándose de que no se ponga en riesgo la estabilidad de aquello que debe mantenerse estable. En ese sentido, a nosotros, la masa electoral, la masa que se inclina por alguna u otra alternativa dentro del espectro político nacional, no le queda más que aplaudir ―con férrea disciplina partidista― las decisiones que se toman en las cúpulas de los partidos políticos, cúpulas de dudosa procedencia democrática, a riesgo de evidenciar que no estamos del todo convencidos de aquello de lo que estamos convencidos.

    Así, sin importar cuan aristocrático sea el origen del votante de la derecha mexicana, o cuan aristocrático le gustaría a ese votante que fuera su origen; sin importar si vota por la derecha porque le gusta tener la bota en el cuello o porque al votar por la derecha siente que puede fantasear con ser privilegiado, ese votante debe aplaudir que su candidata firme con sangre el compromiso de no eliminar los programas sociales del gobierno progresista-comunista de Andrés Manuel López Obrador, aplaudir las manifestaciones de apoyo (genuinas o no, poco importa) de Xóchitl a la comunidad LGBTQ+, aplaudir que ambiguamente se manifieste a favor del aborto, aplaudir que hable mal el castellano y peor el inglés, que tenga un diluido origen indígena, un presunto pasado trostkista, y que vista con huipil ―así sea de Pineda Covalin. 

    Del mismo modo, pero del otro lado del espectro político, que cual circulo hermenéutico tiende a acercar a los opuestos, el votante perteneciente a  la masa obrera y que no se avergüenza por ello, debe aplaudir que PRIistas de la mejor peor ralea y PANistas extraviados ―por ultra conservadurismo o pragmatismo extremo, o una mezcla de las dos― resulten atractivos para los listados de candidatos a diputados y senadores de MORENA, además de una serie de personajes cercanos a MORENA y completamente alejados de las lejanías del obradorismo. Aplaudir fuerte y estruendosamente que aplaudir el que MORENA no se convierta en el PRI o PAN, sino que incorpore a sus listas a  representantes del PRI y El PAN y podamos encontrar personajes de la talla de Javier Corral, representante de la siempre combativa y obrera derecha moderada, que Ricardo Monreal siga teniendo un espacio, que aparezca Napoleón Gómez Urrutia, charro entre charros, Cuauhtémoc Blanco, ídolo de la afición americanista y notable gobernador de Morelos y Sergio Mayer, cuyo principal atributo es no tener atributos, por mencionar a algunos y sin olvidar que Scherrer tendrá una curul gracias a su hijo y al Partido Verde. Aplaudamos también que MORENA y el Partido Verde ―ejemplo del arte de hacer política para defender los privilegios familiares― sigan siendo aliados.

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    Aplaudamos, así sea con desgano, a Álvarez Máynez, no por ser candidato a la presidencia, tampoco por lo que proponga o deje de proponer, ni siquiera por sus borracheras al mejor estilo yuppie. No. Aplaudamos a Álvarez Máynez y todo el Movimiento Naranja por dos razones. Por pura inercia, porque si algunos le aplauden a la marea rosa que parece más sargazo que un movimiento social, y otros aplauden a MORENA, partido político que reforma a lo peor de la clase política nacional para convertirlos en férreos defensores de la transformación, podemos aplaudir a lo que sea. Aplaudámosle porque a pesar de todo, consigue despertar todas las mañanas y hacer acopio de fuerzas para enfrentarse al peso aplastante de la realidad de ser él. Aplaudamos, en resumidas cuentas, porque, como escribió dijo e.e. cummings, podemos mandar todo al carajo, menos el circo.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • ¡Libérenos de la libertad!

    ¡Libérenos de la libertad!

    A riesgo de perder las certezas que le dan certeza a la certeza de que unos deben ser los dominantes y otros los dominados, nada ni nadie debe ponerse por delante y/o encima de la ley. No sólo porque no apegarse a las leyes que fueron consagradas por gente consagrada y asentadas en libros asentados, es propio de bárbaros y salvajes, sino porque esas leyes fueron creadas más que por capricho, para defender el derecho al capricho y los privilegios de la caprichosa clase privilegiada.

    Atentar en su contra, y anteponer a ellas, valores y conceptos tan superfluos como ambiguos, como la justicia, el pueblo, la democracia, la autoridad política, la autoridad moral o la libertad, es no entender que no se entiende que nunca se ha entendido que las leyes no necesitan ser legitimas para ser legales, y que su peso emana de su legalidad, sin importar cuan abominables e inhumanas resulten. Poner en tela de juicio el carácter sacro de las leyes, establece precedentes que atentan en contra de la existencia misma de la sociedad en su conjunto. Si aceptamos tamaño sacrilegio, el día de mañana los menos ―los que menos valen― buscaran imponerse a los más ―los que más tienen.

    Y no se confundan, no estoy proponiendo que nos liberen de la libertad para defender a una periodista estadounidense de quien el presidente, Andrés Manuel López Obrador, divulgó datos personales. No. Si el mundo entero tiene o no el teléfono de dicha periodista es un tema menor que me preocupa poco. Lo verdaderamente preocupante es el hábito que parece cada vez más arraigado en la clase social de los desclasados, de dignificar su existencia a pesar de que las leyes claramente establecen es que no pueden hacerlo. Eso de contestarle al tu por tu y de igual a igual a los poderes fácticos, no solo es de muy mal gusto, sino que sienta un pésimo ejemplo al resto de la ciudadanía que se sentirá con el derecho a insubordinarse como si fueran quien para hacerlo. Desde luego que la ley no fue creada pensando en ellos. Por supuesto que la ley se escribió para garantizar que el orden social se mantenga ordenado e inmóvil. Claro que la ley existe para amarrar de manos a las fuerzas populares y garantizar que ningún cambio tenga la profundidad necesaria para ir más allá de la renovación de un par de colores en los comunicados estatales. Nada de eso es nuevo, deberían estar acostumbrados y dejar de quejarse al respecto. Respeten lo que por mandato divino se les ha indicado que deben respetar, hay cosas que no deben tocarse.

    Es necesario que los prohombres PRIistas, PANistas y PRDistas que se niegan a separarse de sus fueros y dejar de vivir del erario, y se niegan a ceder espacio a mujeres de sus mismos partidos, redacten tan rápido como les sea posible y con la urgencia de la urgente situación que vivimos una serie de leyes o una Ley Nacional que degrade a su degradante nivel a la justicia, el pueblo, la democracia, la autoridad política, la autoridad moral y la libertad, al punto de prohibirlas para liberar a los mexicanos de su pesado yugo. Urge declarar que los mexicanos son súbditos que no pueden aspirar a la justicia, la democracia o la libertad. Legislar en contra de todo aquello que permita argumentar ―en especial si esa argumentación es verdadera― que la ley es ilegítima. Legislar para que resulte imposible demostrar que le ley está al servicio del quietismo sociopolítico. Legislar en contra de aquellos, valore, conceptos o principios que mueven a los seres humanos a moverse para transformar su realidad.

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    No hay forma de detener a las hordas de barbaros y salvajes, si no es desterrando la idea de dignidad del imaginario colectivo, y fortaleciendo la divinidad de lo legal. Envalentonados por el voto masivo que encumbró a Andrés Manuel a la presidencia, el pueblo (espero que esta sea la última vez que profiera dicha palabra, espero que pronto sea prohibida) ha creído en la absurda idea de transformación que AMLO les vendió y busca llevar esa transformación a un punto que les permita vivir dignamente. Inconsciente de que la vida digna es solo para quienes la heredaron y una zanahoria para que los menos afortunados vivan persiguiéndola toda su vida. Es necesario, para preservar los valores de la justicia, la democracia y la libertad, que se legisle en contra de la justicia, la democracia y la libertad, que se salvaguarde dichos valores en un museo donde todos podamos contemplarlos, pero nadie pueda poner en riesgo nuestra existencia, haciendo uso de ellos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Sin derecho a los derechos

    Sin derecho a los derechos

    Pocas personas tienen el vulgar valor que caracteriza a Sergio Sarmiento, quien, con un mano en la cintura, y desde el privilegio de su posición privilegiada, no duda en arremeter en contra de aquello que garantiza la supervivencia de la humanidad. Nadie como él, apóstol del apocalipsis, se atreve a decir lo que todos pensamos y no nos atrevemos a decir: ¿Por qué todos deben disfrutar libremente del agua? ¿Por qué el agua es un derecho humano? Si todos la necesitan, el agua debería ser una mercancía de cambio que se pague tan caro como pueda pagarse, ¿eso hará que no todos tengan acceso al agua? ¡Qué pena! Si no pueden pagar por ella, que se muden a la costa o a las orillas de un rio. Punto. Que el agua sea un derecho es igual a regalarla, dice Sarmiento con esa sabiduría propia de quien desde la superioridad se siente superior. Peor aún, es regalarla a gente que habrá de desperdiciarla y pondrá en riesgo su disponibilidad futura para aquellos que no solo pueden pagar por ella, sino aquellos que realmente, por derecho divino, la merecen.

    Como si no fuera ofensivo que se considere que los derechos humanos deben ser derechos para todos los humanos y no solo para los humanos privilegiados, buscar que se garanticen por igual para vivir la vida humana en condiciones de plena dignidad, e insistir en que el agua debe ser un derecho, es indignante para todo aquel que entienda el plusvalor de la plusvalía. “El agua es un ‘satisfactor’”, indica Sarmiento en una explicación que no es cantinflesca porque carece de sentido del humor. Y uno puedo vivir con plena dignidad sin agua ¿No? Por lo menos durante tres o cinco días. Además, si el 60% de nuestro cuerpo está formado por agua, y el 75% de nuestro cerebro también está formado por agua ¿Para que quieren más agua? De verdad, parece que no se conforman con nada. Habiendo tanta agua, y estando esta no solo al alcance de todos, sino dentro de todos, “debemos impulsar políticas públicas que hagan que el agua se aquilate en todo su valor, tenga un precio adecuado, se administre con prudencia y genere recursos suficientes.” ꟷcomo bien dice Sarmiento. Aquilatar el agua para enriquecer a quien sí merece tener derecho al agua y derecho a enriquecerse cobrando por el agua.

    Que nuestra constitución reconozca, en el artículo 4, párrafo 6, el derecho humano al agua, diciendo que “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”, bajo el pretexto de que el agua es indispensable para la vida, resulta grosero. Nadie discute que el agua sea indispensable. Lo que se discute es si todo el mudo puede tener una vida digna ¡Evidentemente no! Y si no pueden tener una vida digna, y los derechos buscan que todos vivan una vida digna, para que gastar recursos tan importantes como el agua, en gente que habrá de vivir ꟷcon o sin aguaꟷ de forma indigna. Preferible negar el derecho al agua que regularla. Regular es casi como prohibir y prohibir lo que se dice prohibir solo debe hacerse con la gente que no tiene privilegios. Los demás, que son los menos, deben vivir sin cortapisas a sus privilegios.

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    Eliminar el derecho al agua no es suficiente. Urge que se ponga en manos del mercado la totalidad de los derechos humanos, de tal suerte que sólo puedan disfrutarlos aquellos que pueden pagar por ellos. Podría crearse un esquema de membresías para el disfrute de los derechos humanos, un tabulador donde se establezca la posibilidad de disfrute de acuerdo con el pago que se realice, de tal suerte que tanto pobres como millonarios puedan disfrutar del derecho a la libertad de expresión, con la diferencia correspondiente al nivel de membresía que adquieran. Así, habrá quien pueda expresarse libremente una vez al año, y habrá quienes pueda hacerlo 24/7, los 365 días del año. Lo mismo debería establecerse con el resto de los derechos, incluso se pueden armar paquetes donde la gente pague por los derechos que le interesa ejercer. Los padres que quieran tener hijos tendrán que pagar por su membresía los primeros 18 años de su vida, llegado a la mayoría de edad, el hijo habrá de cubrir su propia cuota si desea seguir vivo ¿Igualdad? ¿Libertad? ¿Seguridad? Pagar por cada uno de ellos. ¿Transito? Depende por donde quieras pasar el costo de la membresía ¿Libertad religiosa? Pagas o el Estado te impondrá una religión de forma aleatoria ¿Derecho a la verdad? Perdón, ese es demasiado costoso como para que puedan soñar a pagar por él. Mientras, confórmense con las notas infodémicas que los consorcios corporativos entregan gratuitamente y a cambio sólo piden la alienación de sus audiencias.

    Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • No nos distraigamos de los distractores que nos mantienen distraídos

    No nos distraigamos de los distractores que nos mantienen distraídos

    A todos nos queda claro, con una claridad cegadora, que las veinte iniciativas de reforma constitucional de Andrés Manuel López Obrador, no son otra cosa que un esfuerzo por distraer a la ciudadanía de los distractores que arduamente se ha esforzado la oposición por colocar en el centro del debate público, sin pruebas, sin evidencia, sin nada que los sustente más que la incansable cantaleta goebbeliana que busca hacer de la mentira una verdad a través de la repetida repetición de la mentira. Resulta antidemocrático que el presidente utilice su poder para ꟷaplastando la libertad de expresiónꟷ acallar la campaña infodémica de la opositora oposición, opuesta incluso a lo que defiende con tal de contradecir al gobierno de la CuatroTe, con veinte reformas que lo único que buscan es poner en riesgo el delicado equilibrio de privilegios que constituye la base de la injusta sociedad neoliberal que tantos años le tomó construir a las elites mexicanas, ese sistema de privilegios que permite que unos cuantos vivan rodeados de excesos y a la mayoría rodeada de nada.

    Lejos de concentrarnos en elementos que profundizan la polarizada polarización de la polarizante sociedad mexicana, elementos como la perdida del poder adquisitivo durante el periodo neoliberal o el que “México era un país de unos cuantos”, deberíamos enfocarnos en que fue gracias al periodo neoliberal que los grandes millonarios y sus lacayos en el gobierno y los medios, pudieron aumentar sus riquezas de forma descomunal, que fue gracias al periodo neoliberal que se pudo rescatar a los banqueros y a sus amigos para que no tuvieran que vivir en la desgraciada desgracia en la que viven los obreros mexicanos, que fue gracias al periodo neoliberal que el país estaba en manos de unos cuantos que sabían como explotar al país para beneficios de esos cuantos.

    ¿Para que queremos enfocarnos en que los pueblos indígenas y afromexicanos sean consultarlos sobre obras que afecten su entorno? ¿Esas consultas traerán más riqueza a los pobres empresarios que arriesgando todo generan empleos al explotar a la ciudadanía? ¿Qué sentido tiene hablar de pensiones, cuando eso significa destinar dinero que podría engordad los bolsillos del gran capital y la clase política, a ciudadanos que durante toda su vida han malvivido y de igual forma habrán de malmorir? ¿Qué futuro tiene dar becas a estudiantes de familias pobres? Lo único que se va a conseguir es que esos estudiantes, cuando terminen de estudiar, exijan que se les paguen sueldos dignos y se nieguen a trabajar por una miseria, poniendo en riesgo el aumento de la plusvalía de los empresarios ¿Para que queremos garantizar la atención médica gratuita a todos los mexicanos? ¿Qué sentido tiene hablar de cualquier cosa como algo gratuito? ¿Por qué no garantizamos el pago universal de todos los mexicanos por todo lo que necesiten? ¿Por qué ahondar en los derechos públicos y no en el aumento de la riqueza privada? En fin, los cuestionamientos siguen, como bien indica la senadora plurinominal que pidió licencia indefinida para ser jefa de oficina de Xóchitl Gálvez, y quien encabeza la lista de diputados plurinominales del PAN para las próximas elecciones, Kenia López Rabadán, la legisladora por la que nadie voto y la próxima diputada por la que nadie habrá votado, todo ello es un gran distractor.

    Que los trabajadores y familias puedan ser dueños de viviendas, es un distractor. Prohibir el maltrato a animales, es un distractor. Prohibir el fracking, otro distractor. Respetar zonas con escasez de agua y solo utilizar concesiones de uso doméstico, distractor. Prohibir vapeadores. Prohibir fentanilo. Penalizar las extorsiones y el fraude fiscal con factureras. Distractor, distractor, distractor. No permitir que el aumento al salario mínimo sea menor a inflación, distractor de distractores. Que el salario mínimo de maestros, policías, soldados, enfermeras no pueda ser menor a lo de los trabajadores inscritos al IMSS, distractor. Garantizar derecho a la educación y al trabajo, distractor. Que el Estado deba garantizar derechos de internet. Devolver a la CFE su carácter de empresa pública y estratégica, distractor y distractor. Reducir de los gastos a campañas y partidos políticos, disminuir regidores, evitar el uso de excesivas estructuras burocráticas, eliminar plurinominales, distractores que buscan acabar con los distractores. Jueces, magistrados y ministros serán electos de manera directa por el pueblo, distractor y sacrilegio. Que la Guardia Nacional se integre a la Secretaría de la Defensa Nacional, distractor. Convertir en política de estado la austeridad republicana, distractor que atenta contra el aspiracionismo. Por último, eliminar todas las dependencias y organismos onerosos y elitistas, supuestamente autónomos, distractor que atenta en contra de la democracia promoviendo la democracia misma.

    Evidentemente, esas reformas no buscan mejorar el nivel de vida de los mexicanos, al reformar aspectos que permitirán mejorar el nivel de vida de los mexicanos. No. Lo único que Andrés Manuel quiere es que dejemos de hablar de lo aquello que careciendo de importancia resulta importante porque la oposición dice que es importante justo porque no es importante. Quiere silenciar la evidentemente no evidente complicidad de Morena y el crimen organizado que no sólo no se ha demostrado, sino de la cual incluso la DEA ha afirmado no tener prueba alguna. Los asesinatos y desapariciones en su gobierno que escandalosamente muestran una tendencia a la baja. La corrupción de sus hijos, que es corrupción porque la oposición dice que es corrupción y porque hay unos audios en los que se mencionan los nombres de sus hijos. Los legisladores de la oposición, dando ejemplo de debate, capacidad de dialogo y vocación democrática no van a caer en la trampa de discutir aquello que debe discutirse para definir el derrotero de México. No. Ellos insistirán en discutir y hacer eco de notas falsas y acusaciones que no sólo carecen de fundamentos, sino que no se preocupan por tener fundamente alguno.

    Entrados en gastos:

    Sin dejar de afirmar que lo que le preocupa es detener la inseguridad, tener médicos y un sistema de salud que funcione y que los mexicanos cuenten con un salario que les permita vivir dignamente, la oposición no sólo no está dispuesta a caer en la trampa de explicar porqué permitió que la criminalidad creciera al largo de todos los sexenios en los que gobernó, ni porqué abandonó el sistema de salud, o porqué no incrementó el salario mínimo. No. No. Y no. Tampoco van a caer en la trampa de legislar para establecer las bases que contribuyan a disminuir la inseguridad, mejorar el sistema de salud o garantizar que el salario de los mexicanos no pierda su poder adquisitivo. No. Lo verdaderamente importante, el foco de la oposición es evitar que nos distraigamos de los distractores que nos mantienen distraídos para que en un descuido Xóchitl llegue al poder y corrija todo lo que este gobierno ha destruido, restituyendo el sistema de privilegios y excesos que permitía a la clase privilegiada vivir privilegiadamente.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.