Categoría: Carlos Bortoni

  • ¡Por favor, no provoquen a la oposición!

    ¡Por favor, no provoquen a la oposición!

    Para recordar el aniversario del infame golpe de Estado en Chile en contra del gobierno de Salvador Allende, el siempre ilustre, siempre carismático y nunca obnubilado diputado Gabriel Quadri, arrojó luz sobre nuestras mentes para contribuir al entendimiento de ese complejo entramado de resentimientos, miedos, desprecios e inseguridades que es el pensamiento conservador mexicano, del cual se nutre el heroico bloque opositor, al sostener que: es necesario desmontar el mito de Salvador Allende para evitar que su tragedia se repita. 

    Según Quadri de la Torre, el legado de Allende fue hundir a Chile en la peor crisis económica, social y política de su historia; llevar al país a un cruento golpe militar y a la feroz dictadura de Pinochet. De las cincuenta palabras que el diputado utilizó para reducir un proceso histórico complejo y doloroso, podemos desprender, por lo menos dos lecciones que nos ayudan a entender y cuidar la estabilidad emocional de nuestros conservadores, esa fauna salvaje y nociva que tanto ha hecho por México.

    En primer lugar, es evidente que la lectura que los conservadores hacen de la realidad es una lectura que lejos de abrazar la complejidad, elimina todo aquello que deba ser eliminado, para preservar una explicación impoluta de la existencia en donde un fenómeno se explica en sí mismo y deviene por sí mismo, sin importar su contexto. En otras palabras, la caída del gobierno de Salvador Allende sucedió porque existió el gobierno de Salvador Allende ¿Así o más fácil de entender? Los acontecimientos que condujeron a la culminación de un proceso, el devenir histórico de la humanidad, poco importa; A llega a B, porque A ¿para qué volver todo más complejo? Como diría Juan Gabriel ¿Qué necesidad?

    Por otro lado, y quizá todavía más importante, queda claro por qué para Quadri y el conservadurismo mexicano, son la CuatroTe y Andrés Manuel Lopez Obrador, quienes han polarizado y dividido a los mexicanos. Y es que resulta indignante que la clase oprimida, que digo clase, los desclasados, de buenas a primeras levanten la mano e intenten poner un alto a la lógica de privilegios y explotación con la que se conduce la clase dirigente nacional. Indignante que, lejos de estar agradecidos porque se les permite subsistir y ―en algunos casos― elegir la forma en la que van a morir de hambre, se quejen y busquen transformar sus condiciones de vida. 

    En ese sentido, la resistencia a todo movimiento social que busque transformar la realidad es desencadenada por dicho movimiento social. Es decir: Andrés Manuel Lopez Obrador y todo aquellos que lo apoyan, polarizan a los mexicanos no porque verdaderamente estén dividiendo algo que desde que México es México ha estado dividido, sino porque señalan esa división, se manifiestan agraviados por ella, ponen el dedo en la llaga. Y al hacerlo, no solo se vuelven responsables de la división, sino que también son responsables de la reacción que la clase privilegiada pudieran tener en contra de ellos, son responsables de la virulencia, desprecio, violencia de la oposición, que no tiene más alternativa que reaccionar como un animal acorralado ante que ve amenazado su estilo de vida.

    Entrados en gastos, se vuelve urgente comprender que es en este sentido en el que nuestra siempre amable y clasista oposición (nutrida por la siempre desinteresada clase privilegiada), toma como una afrenta que en la celebración de El Grito de Independencia, se lanzaran “mueras” contra el racismo y el clasismo. 

    Lejos de condenar su molestia, de censurar que reivindiquen el derecho al libre ejercicio del clasismo, el racismo y cualquier otra forma de desprecio que contribuya al control social y garantice los privilegios de una minoría; lejos de lamentar el patético esfuerzo de hablar de un clasismo/racismo inverso. Deberíamos estar agradecidos, frente a esta muestra de humanismo sin igual, por no reaccionar de forma violenta en contra del llamado para acabar con el clasismo. Es más, ha sido tan loable el comportamiento opositor, de cara a esta provocación, que ni siquiera han ido a la OEA para presentar una queja.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Necesitas ayuda

    Necesitas ayuda

    Hay que aceptarlo. Tienes un problema. Pero no uno de aquellos que se resuelven con libros de autoayuda y/o superación personal. No. Tienes un problema del que no puedes salir solo. Del que no puedes ayudarte a salir. Sin importar lo que hagas. Sin importar lo que intentes o no intentes, lo que cambies o no cambies, si tu actitud es buena o mala. Tu problema es tal que ni uno solo de tus intentos podrá solucionarlo. Hay que aceptarlo.

    Necesitas que te abran los ojos, literalmente, necesitas que alguien llegue y te abra los ojos, te obligue a reaccionar, te sacuda ―una y otra y otra vez. Necesitas un empujón para salir del hoyo, que digo hoyo, socavón en el que te encuentras por seguir creyendo en Andrés Manuel López Obrador. Afortunadamente, la iluminada, noble, siempre reaccionaria y dispuesta a tenderle la mano a todo aquel al que puedan vaciarle el bolsillo, oposición cuatroteista, está ahí, aquí y en todos lados donde haya conexión a internet, para darte ese empujón que transforme tu vida.

    En primero lugar y por sobre todas las cosas, pero no sobre el capital ni sobre Dios, que en ese orden son sagrados, cuentas con la ayuda, siempre afable y desinteresada de Francisco Martin Moreno, ese inquisidor que está dispuesto a quemar morenistas en el Zócalo, ese historiador de su propia perturbación mental, siempre estará dispuesto a cimbrar tu falsa ideología con un “buenas tardes”.

    Sin importar si trabajas limpiando baños en un restaurante de alta cocina, si eres taxista, maestro, burócrata o lector del Reforma, Martin Moreno transformará tu vida con un discreto empujón disfrazado de un “buenas tardes” a través del cual te hará cobrar consciencia de que el cambio eres tú, de que no importa tu entorno, realidad sociocultural, educación, prejuicios sociales a los que estés sometido, etc., si estas dispuesto a servir al capital siempre podrás hacerlo mejor, superarte a ti mismo y correr con mucha más energía detrás de esa zanahoria atada al final de un palo que pende sobre tu cabeza.

    Sin embargo, y como lamentablemente Francisco Martin Moreno si bien es infalible no es omnipresente, en ocasiones, ese empujón que necesitas habrá de venir de otros personajes que con su probada honestidad, rectitud y desinterés por aquello que les interesa y los mueve, habrán de mostrarte que la realidad no es como es, y que tu empeño de verla como es solo evidencia el engaño en el que el gobierno te tiene. 

    Personajes como Chumel Torres, Max Kaiser (sí, se trata de una persona con nombre de perro), Lilly Tellez, Fernando Belauzaran, Paco Calderon, Eugenio Derbez o Eduardo España, engrosan las filas y fobias de esa oposición que sin pena ni gloria te hará ver que te engañaron aunque no te hayan engañado, y te explicarán que la militarización desmilitarizada y sin represión lo único que busca es controlarte como ciudadano, al tiempo que te permitirán entender cómo la redistribución de la riqueza es una farsa socialista, que lo que en verdad necesitas es trabajar más horas y una significativa reducción salarial, sin importar si actualmente ganas poco.

    Entrados en gastos: incluso, pero solo de ser extremadamente necesario, la ayuda puede venir de Vicente Fox, ese expresidente que se convoca a sí mismo a participar en foros imaginarios y que acepta su propia invitación.

    Evidentemente, buscar la solución a tus problemas en Fox es algo que no debe tomarse a la ligera y que debe manejarse con extremo cuidado, y sólo si uno se encuentra en estados de consciencia alterada que permitan lidiar con la mentalidad de un visionario que jamás ha tenido contacto alguno con la realidad.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es “Dar las gracias no es suficiente”.
  • La información al servicio de la desorientación

    La información al servicio de la desorientación

    El principal peligro para la democracia son los ciudadanos. Ciudadanos que anteponen sus necesidades a los intereses de la clase dominante. Es por ello que el objetivo no es salvar la democracia, jamás lo ha sido. El objetivo es instaurar una infocracia que establezca un totalitarismo sin ideología aparente, un totalitarismo que conduzca al ganado consumista mediante datos que aniquilen su capacidad de razonar, datos que no les permitan imaginar una realidad detrás de lo dado, detrás del dato, datos que desfactifiquen y descontextualicen la realidad, que fragmente la percepción y permitan ―dando la espalda a los hechos y la realidad― construir un discurso fundamentado en información que desoriente a la ciudadanía, información que oscurezca la realidad, que termine de matar el impulso a la verdad. 

    Para hacerlo, no es importante que los datos o afirmaciones que se hagan sean verdaderas, basta con lanzar cifras sueltas, fuera de contexto, para que el daño acontezca. Lo importante no es el fundamento de lo que se sostiene, sino sostenerlo sin argumentarlo. Rinde más afirmar que los libros de texto para el nuevo plan de estudios de la SEP serán nada más que propaganda, que demostrarlo, la efectividad de una noticia falsa es directamente proporcional a lo efímera que resulte. Y la verdad, cuando llegué, no tendrá forma de contrarrestar el daño.

    Miremos un ejemplo, recientemente, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, calificó a los consultorios adyacentes a farmacias, como un engaño que no solucionan el problema de la salud pública ya que su objetivo no es otro que el de vender medicamentos. La reacción de la nobleza conservadora, que además de ser noble es caritativa, humanitaria y bien pensante, no se hizo esperar, de inmediato se acusó a López-Gatell y al gobierno de la CuatroTe de querer cerrar los consultorios de las farmacias y con ello aniquilar a la clase media que no tiene otra alternativa para cuidar su salud. 

    Afortunadamente, la repuesta visceral fue acompañada por la sabiduría y luminosa sagacidad mental de Sergio Sarmiento quien apuntó ―en un texto plagado de paja―que López-Gatell se ha dedicado a destruir el sistema de salud pública y como evidencia de ello arrojó lo siguiente: “Una de las razones más importantes de la expansión de los consultorios de farmacias es el deterioro de las instituciones de salud pública en la Cuarta Transformación. López-Gatell ha sido el gran privatizador de la salud en nuestro país.”

    Poco importa que el dato, disfrazado de argumento, que esgrime Sarmiento sea falso. El objetivo es dejar sembrada en la mente ciudadana la idea de que el gobierno de Andrés Manuel está destruyendo el Sistema de Salud y dejarlo claro con algo que parezca evidencia: el enorme número de farmacias con consultorio que hoy por hoy hay en el país, las cuales (sin duda alguna) son más que las que había ayer, más que las que había al terminar el sexenio de Peña Nieto o el de Calderón. 

    La realidad, resulta absolutamente secundaria y nada importa menos que el que el Sistema de Salud hubiera sido abandonado desde la década de los ochentas, o que los consultorios adyacentes a las farmacias solo hayan aumentado su presencia un 13% durante el gobierno de AMLO, mientras que en el de EPN aumentaron en un 60% y en el de FECAL en un 285%.

    Entrados en gastos: No faltará quien insista, defendiendo la democracia y apegándose fanáticamente a la realidad, en que el Sistema de Salud entró en deterioro acelerado durante los gobiernos de FECAL y EPN, el mismo argumento de Sergio Sarmiento parecería, revisando las cifras, abonar en ese sentido. Frente a ello, solo queda hacer aspavientos y levantar más polvo informativo para desorientar a la ciudadanía. Después de todo, la verdad jamás ha sido viral.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente
  • Como digo una cosa, digo otra

    Como digo una cosa, digo otra

    La élite ilustrada, aquella que dicta y norma nuestro actuar, está convencida de que los periodos de atención de la ciudadanía son similares a los de un niño de tres años. Bajo esta certeza, han desarrollado una estrategia comunicativa que ―si bien pudiera parecer que salta de un tema a otro sin ton ni son, sin orden, sin una propuesta clara, sin mayor objetivo que el de mantener entretenidos a los votantes, que sostiene aquello que mañana contradice― apuesta por la infantilización de la sociedad y la reconstrucción de un electorado superfluo y voluble que aplauda medidas que los afecten directamente, y se oponga a aquellas que contribuyan a la mejora de sus condiciones de vida. Asunto que, está de más ahondar en ello, contribuye a beneficiar a quienes deben ser beneficiados y quienes ven amenazados y afectados sus privilegios en nombre del bien común. ¿Común para quién, si a ellos les resulta ajeno?

    A diferencia de lo que sucede con la CuatroTé en general y con Andrés Manuel López Obrador, que cada mañana hace un intento por explicar a propios y extraños el devenir de las políticas públicas. La oposición, estupendamente asesorada y con un conocimiento profundo de la psique y las emociones humanas, sabe que lo único que importa es conservar la atención de la audiencia, y para ello, está dispuesta a dar cuantas maromas sean necesarias; simplemente veamos la forma en la que de cuando en cuando lamentan la desaparición del Seguro Popular, sin entrar en detalles, sin revisar nada, sin profundizar en el fracaso y saqueo que el SP significó para el Sistema de Salud, simplemente deslizan el dato e irrumpen en la mente de la ciudadanía sembrando la semilla de la duda, para después, saltar a otro tema no relacionado e insistir en el fracaso del gobierno. 

    De tal suerte que la ciudadanía no termina de asimilar el Ahuehuete de Reforma ―si está seco o verde― y ya se está discutiendo algún pedazo de información descontextualizada sobre el Tren Maya, Dos Bocas, la oleada de violencia en tal o cual lugar, la controversia por el TEMEC, etc. ¿El objetivo? No permitir que ninguna idea siente sus reales en la cabeza de los votantes, garantizar que todo lo sólido se desvanezca en el aire. A final de cuentas, sabemos lo peligroso que puede resultar para unos cuantos que la mayoría piense en el bienestar colectivo: el enriquecimiento de esos pocos se ve directamente afectado cuando se anteponen los intereses de la mayoría a los suyos.

    En este sentido, el 15 de agosto, Porfirio Muñoz Ledo firmó un llamado para Restaurar la República, la cosa pública, la cual ―sostiene el siempre iluminado Don Porfirio― se ve amenazada por la creciente militarización del país. Si a estas alturas de la misiva de Muñoz Ledo, los lectores no están de pie y aplaudiendo, no sé qué misiva estarán leyendo, porque la maroma del siempre contorsionista Porfirio es una acrobacia magistral y lo demuestra unas líneas adelante al sostener que se está entregando a las fuerzas armada el control del aparato del Estado, al mismo tiempo que afirma ―como no ha dejado de hacerlo nuestra heróica oposición que resiste a este gobierno desde la comodidad de sus curules plurinominales, sus ranchos o pensiones vitalicias― que hay un derramamiento de sangre ciudadana, resultado de un pacto con el crimen organizado, argumentos contrapuestos en apariencia que no pueden más que significar que para Muñoz Ledo y la oposición, existe un acuerdo entre el crimen y el ejército.

    Si para este punto el lector sigue dudando de las capacidades retóricas, equilibristas y para dar volteretas de Porfirio, cuya flexibilidad envidian hombres y mujeres que aún no alcanzan los veinte años, baste mover los ojos por la siguiente línea del llamado muñozlediano, para atestiguar un salto cuántico sin referente alguno en la existencia: Porfirio afirma que “los soldados y marinos son el último reducto de la soberanía nacional y de las libertades públicas”, es decir: que a pesar de poner en riesgo la existencia de la República Mexicana, a pesar de sostener un pacto con el crimen organizado, son la única alternativa para preservar al Estado Mexicano. En otras palabras, para Porfirio Muñoz Ledo, no hay más remedio que pactar con el crimen organizado para salvar a la República, resistir a la opresión y al despotismo ―la fórmula es de FECAL, pero tiene algún mérito Porfirio al retomarla. En resumen, si algo logra Muñoz Ledo con su llamado, es captar la atención del lector, mediante acrobacias y saltos espectaculares, para sostener absolutamente nada.

    Entrados en gastos: la estrategia de comunicación opositora se ha visto fortalecida en los últimos días por un esfuerzo envidiable de hacer entender a la población ¡poniéndose al nivel de la población! Y sin olvidar que somos como niños de tres años, que nos equivocamos votando por AMLO y que en las próximas elecciones es importante que razonemos nuestro voto. Este complemento a la brillante estrategia de la oposición es el toque de gracia que les hacia falta para seguir ganando simpatizantes. Nada como insultar al electorado, al que has estado tratando como niño, diciéndole que esperas que en las próximas elecciones se comporte a la altura y piense primero en los intereses de los inversionistas (nacionales y extranjeros) y en las necesidades de quienes más tienen que ―como ya hemos dicho en este espacio― no están acostumbrados a hacer sacrificios.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Por un despilfarro legionario

    Por un despilfarro legionario

    La única libertad posible es la libertad de gastar, de consumir bienes y servicios y pagar por ellos en efectivo o a meses sin intereses. Nada que se oponga al libre ejercicio del despilfarro, contribuye al engrandecimiento humano, a la democracia, a los valores republicanos, ni a la dinámica del capital, cuyo interés debe velar por encima de todos los intereses. 

    Solo en la medida en la que los sujetos consumen pueden establecer una identidad, la cual es tan cambiante como lo son las tendencias del mercado, los escaparates o las necesidades de los dueños del capital que, si bien son pocos, representan a la humanidad en su máximo esplendor. En consecuencia, debemos garantizar su bienestar y buscar que sus ganancias sean siempre incrementales.

    Recientemente, Andres Manuel López Obrador anunció que su gobierno pasaría de la “austeridad republicana” a la “pobreza franciscana”. ¡Horror de los horrores! ¡Afrenta, como no puede haber otra, al vientre mismo de nuestra madre monetizada! Pero no nos confundamos, nada tiene que ver esto con lo que los más ilustres voceros del conservadurismo y los perros guardianes del capital han repetido desde entonces sin tregua alguna. No. 

    La “pobreza franciscana” no tiene que ver con que el gobierno deje de invertir en proyectos estructurales estratégicos. Nada de eso. Se trata de algo mucho peor, se trata de reducir el despilfarro de funcionarios públicos y dependencias en bienes y servicios innecesarios, excesivos e indignantes. Se trata de que las oficinas públicas no firmen contratos millonarios con embotelladoras de agua para que los funcionarios puedan saciar su sed en cualquier momento y a costillas del erario, se trata de que gobernadores no utilicen dinero público para viajar a Nueva York a cortarse el pelo, se trata de que el seguro de gastos médicos mayores, la cuenta del teléfono celular o los servicios de un chef de un servidor público no corran a cargo de las arcas de la nación. Se trata de reducir la libre circulación del dinero público a los bolsillos privados. Eso es lo verdaderamente escandaloso.

    ¿Por qué las mentes más talentosas del conservadurismo nacional e internacional no están denunciando esto? ¿Por qué distraen la atención de la pauperización en la que nos está sumergiendo la CuatroTe en cuestiones con tan poca importancia como el costo del Tren Maya, Dos Bocas o el AIFA? ¿Acaso han perdido su lucidez? 

    No lo creo, me parece que es mucho más sencillo, no consiguen lidiar con lo que la “pobreza franciscana” significa en realidad. No pueden soportar la desaparición del “derroche legionario” que permitía a cualquiera ―al amparo del gobierno― servirse con la cuchara grande. Las consecuencias de esto, las consecuencias de desaparecer el delicado entramado de excesos y derroches, van mucho, pero mucho más allá de lo que esta administración pueda durar, de los años que le queden a AMLO en el poder, significa perder el crecimiento del capital privado, significa arruinar ese proceso de acumulación originaria que los grandes inversionistas bautizaron como México, esa fuente inagotable donde desde las fotocopias, hasta las toallas para la casa presidencial, podían cobrarse a sobrecostos estúpidamente elevados, sin que nadie dijera nada y permitiendo que familias con una honestidad a prueba de cualquier cuestionamiento y trabajadoras como las que más, sobrevivieran onerosamente robando, abrigados por concesiones, convenios y un sinfín de métodos de opacidad maquillada de transparencia.

    Permitir que la “pobreza franciscana” se imponga, afectará directamente los bolsillos no sólo del 1% de la población mexicana, su impacto trascenderá nuestras fronteras e impactará en el bienestar ―sí, ese bienestar que tanto dice defender la CuatroTe― de personas que no saben lo que no es tener comida sobre la mesa, que no tienen idea de lo que significa tener que llegar a fin de mes, porque el tiempo corre de otra manera para ellos, que jamás se han preguntado si les alcanza para comprarse esto o aquello. La “pobreza franciscana” atenta directamente contra la lógica de beneficiar a unos cuantos a expensas del resto de la población. ¿En que cabeza cabe tal monstruosidad?

    Entrados en gastos, quedarnos cruzados de brazos frente a este atropello significará renunciar definitivamente a los más elementales de nuestros derechos. Abrirá la puerta para que el día de mañana, nuestros hijos no quieran superarse, no busquen transformar sus condiciones de vida, no se esfuercen para subir pisando a los demás y ―quizá esto sea lo más grave― no aspiren a ser felices a costa del despojo.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Por una soberanía que pueda monetizarse

    Por una soberanía que pueda monetizarse

    Lo que no cuesta dinero no tiene valor. Sin importar cuan significativo o memorable sea. Sin importar que su rareza lo haga único en el mundo. Sin importar nada. ¿No hay forma de tasarlo? ¿Monetizarlo? ¿Cotizarlo? ¿Subastarlo? Entonces ¿para qué sirve? El fin último de todas las cosas, personas, ideas, etc. es producir riqueza. Y la riqueza no es más que el conjunto de dinero que se posee, ya sea líquidamente o invertido en algo que tenga un gran valor (algo que cada segundo cueste más dinero). En ese sentido ¿De qué va la ‘soberanía’ si no tiene un valor de cambio que se pueda traducir en un precio? ¿De qué vale ejercer un poder independiente si nadie puede comprarlo, si no podemos sacarlo a la venta? 

    En el fondo, eso es lo que discuten las mentes más brillantes del espectro conservador, con la solicitud de consulta sobre las políticas energéticas de México que hacen Estados Unidos y Canadá. La posibilidad de privatizar y mercantilizar —aumentando las ganancias y la rentabilidad— las formas en las que se transforma, produce y consume la energía. No es negocio que empresas gubernamentales pretendan garantizar el acceso a la energía como un derecho a quienes no pueden pagar por ella. ¿En qué cabeza cabe? Si eso no es entropía, no se de qué estamos hablando.

    La retórica que sostiene que México firmó un acuerdo en 2020 y que las reglas deben respetarse, la preocupación porque perderemos la confianza de los inversores porque en México la ley ha dejado de ser la ley (sin importar para beneficiar a quien se hizo esa ley), el temor ante las represalias que puedan venir desde el Imperio al sentir que nuestro gobierno se burla de ellos, la ‘mancillada imagen de México en el extranjero’, la defensa del estado de derecho por encima de las necesidades básicas de la población, el riesgo de perder empleos, inversiones y el prestigio nacional, la posible ruptura irreparable con nuestros ‘compañeros de viaje comercial’ —que nos han impulsado a convertirnos en uno de los principales países exportadores del mundo (así sea empacando productos agrícolas, maquilando lo que es muy caro maquilar en otros lugares y vendiendo petróleo para comprar gasolina). Ocultan la habilidad del ojo conservador para reconocer un negocio sin igual: la venta de nuestra soberanía al mejor postor. Venta que no hay forma de realizar mientras se siga dando un trato privilegiado a las empresas gubernamentales que, por si lo anterior fuera poco, se niegan a lucrar como es debido con las necesidades humanas.

    Seamos serios ¿En qué benefician la CFE y PEMEX a los mexicanos? ¿Para qué necesitan luz y energía si durante años han vivido en la oscuridad? Oscuridad que, dicho sea de paso, permitió a más de un gobierno hacer con el país lo que le vino en gana. Por otro lado, si lucramos con la soberanía nacional —y por favor seamos creativos, no nos limitemos a la soberanía energética, tenemos mucho que poner sobre la mesa a los postores mundiales— podremos beneficiar, por lo menos, a un grupo selecto de mexicanos, esos que nos representan con elegancia y distinción, que saben agachar la cabeza frente a los poderes fácticos y asumir el rol de república bananera que se le asignó a esta nación desde hace tantos años. Podríamos beneficiar a esos mexicanos que más ayuda necesitan, porque su estilo de vida no es nada barato, porque están acostumbrados a viajar en primera clase, a ir a peluquerías en Nueva York, a tener audiencias con el romano pontífice, a pagar comidas de cuatro mil pesos, a estudiar en el extranjero.

    Entrados en gastos: una cosa es salir a cotizar nuestra soberanía en las principales bolsas de valores del mundo, y otra ponerla a merced de 500 fantasmas que recorran México. La presencia de los médicos cubanos que la oposición ha demostrado, sin prueba alguna, que se trata de ideólogos esclavizados —no se rían, sé que la imagen cuesta trabajo y es difícil imaginar a un esclavo adoctrinando a otros seres humanos, en caso de que no lo consigan, piensen en cualquier empleado del McPRIAN y en el trabajo que hacen defendiendo los intereses de sus amos— que vienen a predicar el evangelio comunista en estas nobles tierras, está completamente fuera de lugar, pone en riesgo nuestra soberanía —piensen lo que 500 médicos pueden hacerle a una población de más de 128 millones de habitantes, cada médico habrá de convertir a más de 250 mil mexicanos en un comunista castrista neo bolivariano— y sobre todo, atenta contra el libre mercado y nuestro derecho a elegir como morir de hambre.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Por un reduccionismo maniqueísta

    Por un reduccionismo maniqueísta

    En aras de proteger la democracia de los excesos de la democracia, no hay mejor recurso que reducir la realidad al mínimo posible. Reducirla de forma maniquea. Reducirla sin que quede espacio para los matices. Reducirla a blanco y negro, sin la posibilidad de un solo tono de gris. Reducirla de forma que al votante —dejemos de hablar de ciudadanos, a nadie le interesan los ciudadanos, lo importante es el votante y mientras más se asemeje el votante al consumidor, mejor— no le quede duda que esto es bueno y aquello es malo. 

    Que no le quede duda y en consecuencia no pueda más que votar a favor de aquello que se le ha dicho que es bueno y en contra de lo que se le indica que es malo ¿Por qué? Porque, seamos honestos, la realidad es demasiado compleja como para que un sujeto promedio, que difícilmente puede elegir (aún con ayuda de los sellos) la marca de frijoles enlatados que compra, tenga la capacidad de entenderla, digerirla y responder a ella sin ayuda de una mente superior que lo guíe en el camino. Ese ha sido siempre el credo de la derecha y es la punta de lanza del pensamiento conservador: el reduccionismo maniqueísta.

    Mientras menos asegunes existan en la discusión pública, mejor, más fácil será conducir la discusión pública. Dejar una estampa grabada en la mente del electorado. En ese sentido, la forma, y no el fondo, debe ser subrayada. El acento ha de estar en los modos y no en las propuestas, las cuales siempre se prestan a interpretaciones y producen ruido que en nada ayuda a la construcción de una imagen clara en la mente de los consumidores, perdón, en la mente de los votantes. 

    Conscientes de esto, los opositores a la CuatroTe, siempre iluminados y preocupados por el bienestar nacional, centraron el debate sobre la visita de López Obrador a Estados Unidos en asuntos que tienen que ver más con la etiqueta que con la agenda binacional. Destacando a través de memes, comentarios tangenciales y textos de opinión el hecho de que Andrés Manuel no hable en inglés, la forma en la que fue recibido y difundiendo las peores fotos que pudieron encontrar de AMLO a lo largo de la visita.

    Poco o nada importa que en México el porcentaje de la población que habla inglés —y que pudiera identificarse con el reclamo conservador de no hablar con los administradores del imperio en su propia lengua— se encuentre entre el 5% y el 13%. Numero que sin lugar a dudas no aporta nada para ganar en el 2024. Lo importante es dejar la discusión ahí. No para ganar simpatizantes, difícilmente alguien que se identifique con López Obrador o que simpatice con él, dejará de hacerlo porque solo habla español. No, la idea no es restarle partidarios. Lo que persigue reduccionismo maniqueísta es garantizar que lo que vale la pena, lo que debe celebrarse, lo que se pone sobre la mesa en búsqueda del bien común, no salga a flote. Que la discusión se limite a: “Biden no habla español”:

    Si no recibieron a Andrés Manuel con bombo y platillo, si no hubo baile de gala como lo hubo cuando Bush recibió a Fox, si faltó el smoking como cuando Obama recibió a Calderón, o se escapó la posibilidad de tomar una fotografía brindando como lo hiciera el mismo Obama con Peña Nieto, es más importante que si se discutió sobre eliminar las barreras comerciales o el plan de inversión privada y pública para fortalecer el mercado ¿Eso qué? Seguramente habrá quien piense que esas medidas puede ayudar en algo la relación México-EE.UU y beneficiar a los mexicanos. Así que mejor ni moverle por ahí, mejor jugar con los sueños aspiracioncitas de la clase media mexicana, que seguramente ya se vio bailando en los salones de la Casa Blanca como oficinista de comedia romántica.

    Y las fotos, las fotos, convencido el mundo entero de que una imagen dice más que mil palabras, solo era preciso encontrar algunos fotogramas que no favorecieran en nada a AMLO para iniciar un debate superfluo y estéril sobre lo mal que Andrés Manuel lo estaba pasando en las reuniones porque no entendía nada, la poca importancia que sus contrapartes le daban a la reunión, la inseguridad que delataba la postura de López Obrador o la incomodidad de ambos presidentes al estar juntos. 

    Dejando completamente de lado la discusión sobre la cuestión energética y el plan migratorio, temas que bien podrían hacer pensar a alguno que a diferencia de quienes fueron recibidos con bombo y platillo, a diferencia de quienes bailaron con los Bush, a diferencia de quienes se dedicaron a sabotear a México, el gobierno actual tiene un proyecto para el país.

    Entrados en gastos, el mismo reduccionismo maniqueo se ha utilizado como herramienta de contención con la revelación de los audios de Alito Moreno a cargo de Layda Sansores ¿Para que discutimos si lo que en ellos manifiesta Alito es muestra de la decadencia de la oposición y de la descomposición política de país? ¿De que serviría que se aclare si hay una extorsión sexual en el PRIismo a cambio de curules? Lo importante es poner el acento en las formas. Denunciar a la gobernadora de Campeche y amenazarla con aplicarle la Ley Olimpia si da un paso en falso. Levantar la voz en contra de los “pronunciamientos misóginos y machistas” de Sansores en aras de evitar que lo excesos de la democracia aporten elementos que permitan a una ciudadanía la construcción de un pensamiento critico que los aleje de las estanterías electorales, propias de los consumidores y los arroje a la plaza pública.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Arrastrarse en el extranjero

    Arrastrarse en el extranjero

    En ocasiones, asociar tus intereses a la representación de los intereses de gobiernos extranjeros y empresas transnacionales, se vuelve incompatible con la ardua tarea de conseguir el respaldo popular. Por alguna extraña razón, hay momentos en la historia de las naciones, en los que el pueblo se vuelve celoso de sus recursos y riquezas y no está dispuesto a compartirlos con cualquiera. En esos momentos, los interesados en los intereses ajenos no tienen más alternativa que voltear a ver a esos gobiernos y transnacionales para pedirles ayuda y refugiarse bajo el manto de su autoridad moral, política, militar, etc.

    El ejemplo más claro descansa en la delegación conservadora que, el 3 de octubre de 1863, invitó a Maximiliano de Habsburgo a ocupar el trono de México. Impotentes frente al panorama nacional que se había tornado adverso a ellos, no tuvieron otra opción que la de buscar fuera de su país lo que el pueblo les negaba. Recientemente, la CuatroTe ha desencadenado más de un incidente de esta naturaleza, donde nuestros más ilustres, notables, destacados, demócratas, justicieros, preocupados por el bienestar social, representantes populares y líderes políticos, han tenido que refugiarse bajo las enaguas de los poderes extranjeros.

    No faltará quien piense ―estoy seguro de ello― que arrastrarse a los pies de potencias extranjeras es una bajeza propia de vendepatrias cobardes y miserables. Y si bien tienen razón en aquello de que se trata de vendepatrias, se equivocan en considerar el oficio y arte del arrastre como una bajeza plagada de cobardía y miseria. Por el contrario, no hay labor más altruista que la del vendepatrias qué ―consciente del enorme valor que posee su tierra― busca compartir la riqueza y el potencial de su país con aquellos que, siendo menos favorecidos por la geografía, tienen la capacidad de pagar por ello.

    Miremos los que recientemente hizo Alito Moreno; un tour exprés por Europa para denunciar los abusos del gobierno de López Obrador, al tiempo que ofrece oro a cambio de espejitos. En otras palabras, Moreno no duda en arrastrarse para dejar en alto el nombre de su país, para cotizar más alto la venta de su país, frente a la Internacional Socialista, la Organización de las Naciones Unidas y, ya de regreso en territorio americano, la Organización de Estados Americanos. Pidiendo a todos ellos intervención para garantizar la protección de sus interese en México a cambio de que se le permita a él y su grupo seguir siendo los veladores de los intereses extranjeros en nuestro país.

    Lo mismo hicieron hace poco Doña María Amparo Casar y Don Lorenzo Córdoba cuando humildemente buscaron entrevistarse con el embajador de EE.UU en México para manifestar su preocupación debido a los señalamientos que el gobierno cuatroteista ha hecho sobre Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y el que se ponga en duda la autoridad electoral del país. Cosa que no puede calificarse de ningún otro modo que no sea como un ataque. Porque señalar y cuestionar una ONG financiada por los EE.UU es señalar y cuestionar los intereses de los EE.UU. Del mismo modo que sembrar dudas sobre el INE cuando el INE se ha encargado de hacer que esas dudas florezcan es abusar del poder para señalar lo que todo el mundo está viendo: que la autoridad electoral no es imparcial, no es transparente y no trabaja en favor de la democracia ¿De verdad habrá quien dude de la integridad y buenas intenciones de María Amparo y Lorenzo?

    Otras muestras de esta grandeza que se consigue a ras de suelo y de la cual se podrá decir que carece de originalidad, pero de la que nunca se podrá poner en duda su trabajo para construir un México donde la democracia no dañe esa democracia que permite sabotear al país, son las recurrentes visitas que los líderes de la coalición Va por México han hecho a la OEA para reunirse con su líder, el siempre cándido e iluminado Luis Almagro, para buscar un pronunciamiento en contra de la labor que el gobierno mexicano hace de intervenir en los asuntos que le competen al gobierno mexicano. En palabras de Alito, para denunciar cantinflescamente: “la situación que México atraviesa y haciendo eco de las voces ciudadanas que exigen una solución al ambiente político y social de la actualidad”. 

    Ya entrados en gastos; habrá que ahondar en esas voces ciudadanas de las que habla Alito, como la de Enrique Krauze, incansable colaborador del desarrollo social y la consolidación de un estado de derecho que beneficie a quienes deben ser beneficiados que son una minoría privilegiada y no a la mayoría de la sociedad, que se preguntan si “¿Puede Biden ayudar a contener el declive democrático de México?”, sugiriendo que es hora de que los Estados Unidos dejen de ser indiferentes al sistema autoritario de México, para “promover un enfoque de moderación que sería mucho más beneficioso para las relaciones bilaterales y para los propios mexicanos.” Es decir: que Estados Unidos intervenga en México para detener a un gobierno que está mirando los intereses de los mexicanos y no los de los gobiernos extranjeros y las empresas transnacionales.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Ser como camaleones

    Ser como camaleones

    Aunque parezca imposible, la propuesta de los conservadores es absolutamente marxista. Groucho-marxista, desde luego. Decirlo es inventar el hilo negro, pero no por obvio debe despreciarse. El arte de brincar de un principio a otro no es poca cosa y no debería echarse a saco roto; implica un complejo proceso de banalización que atraviesa las raíces mismas de la construcción política del México moderno y su lucha por la democracia.

    Sólo los más avezados defensores de la patria, la independencia, las libertades de los mexicanos y los valores humanos ―piensen en Agustín de Iturbide o Antonio López de Santa Anna― han estado a la altura de tan elevada labor camaleónica que permite defender lo que se atacó ayer y condenar lo que durante años se aplaudió.

    Quizá el mejor ejemplo de ello sea el noble ejercicio del chapulín político que brinca de un partido a otro con tal de conseguir aquello que se le negó en el partido que ha dejado atrás. Normalmente, una candidatura. Para muestra, un PANista que afirmaba ―entre otras cosas― que FECAL ha sido el mejor presidente en la historia de México y que las elecciones de 2018 eran elecciones donde el electorado debía decidir entre cambiar para mejorar, con Ricardo Anaya, o cambiar para retroceder, con Andrés Manuel López Obrador.

    Hoy, Luis Fernando Salazar, ese otrora calderonista, haciendo gala de una increíble habilidad de trapecista, busca la candidatura de MORENA por la gubernatura del estado de Coahuila, aparentemente con el apoyo de Mario Delgado, justificándose en el siempre camaleónico “es de sabios cambiar de opinión”, darse cuenta que se estaba equivocado y rectificar el camino. Cosa absolutamente entendible si consideramos que ―una de dos― Salazar se dio cuenta de que los ideales PANistas no son lo suyo y en verdad es un hombre de centro izquierda que se opone a que las mujeres ejerzan sus derechos reproductivos, o entendió que, aunque AMLO represente una regresión, es justo eso lo que el país necesita. Pero nunca, nunca, nunca, se trata de un acto pragmático que busque la candidatura por la candidatura misma.

    En ese mismo sentido, pero con mucha más sabiduría que la de Luis Fernando, Ricardo Monreal hace gala de sus facultades camaleónicas para amagar con un brinco de chapulín de fantasía, que amenaza con transformarse del tal modo que todos lo sigamos reconociendo. Frente a lo que él considera una exclusión del adelantado proceso de destape de los precandidatos Morenistas a la presidencia, amenaza con dejar MORENA y probar suerte en otros territorios políticos para seguir luchando por la transformación del país y el proyecto obradorista. En otras palabras, da la espalda al obradorismo para detener el proceso de transformación y de ese modo apoyar al obradorismo. Chapulín, camaleón y mártir de la democracia que está dispuesto a traicionar sus ideales en aras de que los ideales le sobrevivan, he ahí el hombre que todo México necesita para transitar por un derrotero acomodaticio y ladino.

    La otra cara de los camaleones, la representan quienes cambian su discurso para pasar de victimarios a víctimas. Y ―al hacerlo― condenan aquello que ellos mismo promueven. Muestra de esta complicada labor de sostener lo que se critica al tiempo que se critica lo que se sostiene, es Carlos Alazraki, quien ha dedicado varios años de su vida a poner en marcha las herramientas propagandistas del Nacionalsocialismo, al tiempo que ha afirmado la genialidad de Hitler y la necesidad de mentir como estrategia política, siempre en pos de la libertad de los sujetos que desprecia, pero que se pone blanco en cuanto el presidente lo califica de hitleriano y se da golpes de pecho cuestionando el uso, en la palestra política, de los mismos adjetivos que él utiliza.

    Entrados en gastos, no es posible no reconocer, dentro del amplio espectro del quehacer político camaleónico, a América Rangel, la diputada PANista que lucha por la vida, la libertad individual, la propiedad privada y la libertad económica, aplaudiendo las declaraciones de Mayra Flores ―congresista estadounidense― cuando afirmó que “si queremos ver un cambio real en la reducción de la inseguridad, necesitamos educar a las nuevas generaciones para que tengan respeto por la vida”. Aplaudiendo a Mayra Flores lo que condena de la estrategia de seguridad de Lopez Obrador, la idea de atacar el problema de raíz, transformando las condiciones educativas y materiales de la población. Nada como ser de un color fuera de casa y de otro dentro, para reafirmase como un verdadero camaleón.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Sembremos cizaña

    Sembremos cizaña

    Hay momentos donde lo único que uno puede hacer es sembrar cizaña. Los conservadores lo saben perfectamente y dominan el complicado arte de sembrar cizaña para cosechar intrigas y salir beneficiados de ello. El secreto: afirmar sin argumentar o presentar prueba alguna, arrojarse a los brazos de la sobreinterpretación y sacar conclusiones que no son soportadas por las premisas que las anteceden.

    Fantasear con universos paralelos, posibles realidades distópicas, conspiraciones que amenazan la existencia misma de la existencia, da igual: el cielo es el límite y mientras mayor sea la intriga, mejor será el resultado. De ahí que sea necesario recurrir a tanta especulación y a tanto especulador. Si algo aprendió el pensamiento conservador del capitalismo financiero (o ¿habrá sido al revés?) es justamente eso: el enorme valor de cambio que tiene algo una vez que atraviesa los oscuros pantanos del rumor.

    La muestra más clara que tenemos de la importancia de ejercer la cizaña sin tregua ni cansancio la aporta el reciente estudio que Eloy Caloca y Martín Zumaya de Tlatelolco Lab hicieron sobre #Narcopresidente, #Morenanarcopartido y tendencias asociadas a ello en redes sociales. Un impresionante esfuerzo donde se articuló la inagotable labor de bots y el trabajo sin igual ―para construir un futuro democrático donde la democracia no afecte los intereses de los interesados en minar la democracia― de célebres artífices de la intriga y la afirmación sin fundamento como: Héctor de Mauleón, Eduardo Ruiz Healy, Ricardo Alemán, Carlos Salazar, Federico Reyes Heroles, Fernando García Ramírez, Carlos Loret de Mola, Francisco Labastida, Rubén Aguilar, Marco Rubio, Lilly Téllez, Jesús Ortega y Porfirio Muñoz Ledo, quienes se prestaron (o estaban urgidos en participar) para condenar al gobierno de la CuatroTe y a Andrés Manuel de tener vínculos con el narcotráfico sin aportar una sola prueba, sin alejarse de aquello que alguien escuchó que otra persona le decía a alguien más. El primo de un amigo como estrategia política.

    En este mismo sentido, el de no aportar pruebas ni una argumentación lógica que permita pasar de A a B claramente, Anabel Hernández afirmó que “existe la sospecha de que el narcotráfico ha penetrado y operado en el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador”, y cuando se le pregunta por las pruebas que sustentan esa sospecha (la de la relación del gobierno con el narco), Anabel responde que ahí está la foto de AMLO saludando a la mamá de el Chapo. ¿Hace falta más? ¿En verdad alguien necesita otra cosa que no sea la foto del presidente saludando a la madre de un narcotraficante? ¿Acaso no es eso evidencia irrefutable del nivel de colusión que existe entre gobierno y narcotráfico? Lo que sorprende es que el saludo de López Obrador a la madre del Chapo no desencadenara una guerra entre cárteles para que salude a los familiares de todos los demás lideres de las distintas agrupaciones criminales. No hay peor ciego que el que no quiere ver, un saludo es un saludo y si alguien saluda a la mamá de otra persona es porque se tiene un acuerdo entre ambas partes. Demostrar ese acuerdo es completamente innecesario, es más, resulta intrascendente ¿Para qué? Si una mentira se convierte en verdad cuando se le repite una y otra vez, y si el objetivo no es otro que manipular la percepción de los inversionistas, perdón, del electorado. El arte está en afirmar que “existe la sospecha” y dejar que el oyente se quede con la idea de que esa sospecha es un hecho consumado.

    Sin perder la línea, Beatriz Pagés y Javier Lozano en Atypical Te Ve de Carlos Alazraki ―¿hace falta aclarar que todos ellos han trabajado arduamente por limpiar este país de corrupción, malos manejos, mejorar la calidad de vida de los mexicanos y una larga fila de etcéteras?― afirman que aviones venezolanos cargados de venezolanos están llegando a al AIFA y entrando a México sin pasar migración. Para sorpresa de nadie, no dicen más. Se limitan a señalar un escándalo del que no sólo no aportan elemento alguno, sino que permiten que la imaginación de su audiencia dé rienda suelta y proyecte lo que quiera proyectar. ¿Para qué vienen los hipotéticos venezolanos que llegan en hipotéticos aviones de Venezuela? Javier Lozano incluso plantea la posibilidad de que esos venezolanos imaginarios (porque no se da una sola prueba de su existencia) tengan problemas en Estados Unidos ―es decir: sujetos ficticios con el potencial de ficticiamente causar disturbios ficticios del otro lado de nuestra frontera norte― y esos problemas imaginarios se traduzcan en un reclamo imaginario del gobierno de EE.UU al gobierno mexicano. Habitar las fantasías del reparto de Atypical Te Ve debe ser agotador.

    Para terminar con la importancia de saber usar la cizaña cuando no se tiene estrategia de política, un par de ejemplos más. El flamante junior Enrique de la Madrid ―el fosfo, fosfo cincuentón― afirmó que la refinería de Dos Bocas pudiera llegar a costar hasta 18 mil millones. Una vez más ¿quién necesita pruebas si se está afirmando que algo “pudiera” llegar a ser? La posibilidad es lo único que importa ¡Bienvenidos al reinado de la física cuántica y su mundo de posibilidades! Del mismo modo, Pablo Majluf aprovechó todos los medios que tiene a su servicio para despotricar en contra de los apagones que “son cada vez más frecuentes” y quejarse de que somos rehenes de Bartlett y que no hay mercado ni competencia. Estos berrinches cargados de cizaña han sido constantes desde que se discutió el tema de la reforma energética y a pesar de que no se aprobó, gracias a la interesada defensa que hicieron los opositores de los intereses de las transnacionales sobre la energía en México, parece que el sólo hecho de ponerla sobre la mesa afectó el desempeño de la CFE. De más está decir que esos apagones a los que Pablo y sus amigos se refieren y que han resultado tan terribles, no buscan ser explicados por nuestros comentócratas conservadores ni matizados a su justa duración ¿Para qué decir que se trató de un episodio de tres horas si podemos dejar en la mente del lector que fue algo que duró días?

    Entrados en gastos; si hablamos de sobre interpretación y afirmar sin aportar prueba alguna, Fernando Belauzarán deja a todos muy por detrás cuando sostiene que Andrés Manuel es quien puso sobre la mesa del debate público la foto de su hijo para que se burlaran de él y sirviera como distractor de los problemas del país. Por supuesto, Belauzarán no presenta evidencia alguna de sus afirmaciones, simplemente da una maroma impresionante para sostener que de A sigue G, que si la oposición se ensaña con Jesús Ernesto es porque su papá filtró una foto para que la oposición se ensañe con Jesús Ernesto. ¿Quién necesita pruebas de esto? Nada como vivir en el terreno de la especulación y sacar frutos de ello.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.