Categoría: Carlos Bortoni

  • Privaticemos la verdad

    Privaticemos la verdad

    En un esfuerzo titánico ─publicado a finales del año pasado─ para la verificación de datos y el combate de la desinformación que se comparte en línea, The Associated Press, leyó de inicio a fin un documento, de no más de tres cuartillas, publicado por la revista londinense The Economist, titulado: “Los poco probables ganadores económicos del 2022”.

    El objetivo: desmentir la afirmación, hecha en redes sociales, que sostenía que la revista inglesa publicó un conteo en el que ubicó a la economía mexicana como la sexta mejor del mundo. El resultado ─una gala de lectura de comprensión y rigor interpretativo─ de dicho esfuerzo, concluyó que The Economist nunca ubicó a la economía mexicana como la sexta mejor del mundo, sino que realizó un conteo donde solo incluyó a 34 de los 38 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en su mayoría países ricos, y en ese conteo ubicó a la economía mexicana como la sexta mejor de esos 34 países.

    No faltara quien piense que la precisión hecha por The Associated Press es una ridiculez, un no querer ver los logros de la CuatroTe con no otro objetivo que el de seguirla desprestigiando. Se equivocan, el extremo rigor de la AP es una declaración de principios que debemos celebrar, una denominación de origen que no podemos permitir que sea profanada: la verdad le pertenece a quienes se oponen, a quienes buscan una manera distinta de hacer las cosas, a quienes ─recurriendo a la desinformación infodémica─ buscan fragmentar la percepción de la realidad, en nombre del desprestigio de gobiernos que pretendan transformar las condiciones materiales de su ciudadanía; y, bajo ninguna circunstancia debe permitirse la más discreta de las exageraciones en pos de celebrar a los enemigos de la sumisión al orden colonial.

    De esta manera, no importa si el listado propuesto por The Economist considera a 34 de las principales economías del mundo, lo importante es que deja fuera a 161 o 173 países (dependiendo el listado al que cada uno se apegue). Y si esos países están fuera, más allá de que su desempeño económico haga innecesario incluirlos en la lista, entonces México no puede ser ubicado en el sexto nivel mundial por el simple hecho de que el listado no es mundial. Punto.

    ¿Qué más da si el 2022 fue un año económicamente malo para la gran mayoría del mundo y se pretendía destacar a las economías que hicieron un buen trabajo? ¿Para qué señalar que el desempeño de la economía mexicana fue mucho mejor que el de la Alemana? ¿Quién necesita aplaudir que la inflación en nuestro país es inferior a la de países neoliberales como Gran Bretaña? Nada aporta a la discusión el detenernos en detalles mínimos como que el desempeño económico de la CuatroTe, haya superado al desempeño económico de países ─modelos para nuestra oposición─ como Canadá (no nieguen que conocen a alguien quiere irse a vivir a Canadá para tener una “mejor vida”), Japón (tan disciplinados, honestos, ejemplares y con un desempeño peor al nuestro), Francia, Suiza, Noruega y ─¡Horror de los horrores!─ Estados Unidos de América, sí, el hijo predilecto del neoliberalismo, aparece en el listado de The Economist, catorce lugares por debajo de México, esta república nopalera que tendría que estar agradecida por el solo hecho de que alguien quiera saquear sus recursos naturales.

    Reparar en todo ello, no hace más que contribuir a la polarización de nuestra sociedad, permitir que cualquiera ─porque perdón, pero la gente de la CuatroTe y sus votantes son unos cualquiera que no saben lo que es vivir con privilegios, lujos, excesos y derroches─ se apropie de la verdad y la interprete libremente sin pasar por el filtro de la comentocracia nacional que todo lo matiza, maquilla, disfraza y acomoda para beneficio propio y el de sus patrones, es polarizar al punto de aislar a nuestra “N” veces heroica clase aspiracionista, dejarla sola en sus afanes por vivir en Europa y mandar a sus hijos a estudiar a Estados Unidos.

    En este sentido ¿Para que ahondar en que el mismo reporte de The Economist señala que entre las características de los países con peor desempeño económico, destaca la no soberanía energética? ¿Para que insistir en que la soberanía energética es un tema fundamental para tener no solo una economía sana, sino una sociedad prospera? ¿A quien beneficiaría hacerlo? Seguramente no a los X Gonzalez, mucho menos a sus hordas de esbirros y huelelillos. Y, si no los beneficia a ellos ¿Qué caso tiene mencionarlo?

    Entrados en gastos

    Tampoco tiene sentido insistir en que la fortaleza del peso en un contexto mundial en el que es más común que una moneda se devalúe constantemente a que se mantenga estable, es muestra del buen trabajo económico que se está haciendo desde el gobierno. Mejor argumentar que el tipo de cambio depende de múltiples factores, que afrontar la realidad y aceptar que, en una economía especulativa como la que habitamos, todo se reduce a la confianza que el gobierno genera en los mercados. A fin de cuentas, lo importante es que lo importante permanezca ajeno a quienes no importan y se convierta en ganancias de esa clase minoritaria y privilegiada que merece lucrar con el hambre y la miseria de todos los demás.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Menos mañaneras y más cuarto poder

    Menos mañaneras y más cuarto poder

    Si algo quedó en claro con el atentado en contra del siempre noble, nunca tendencioso, siempre correcto y jamás infodémico, Ciro Gómez Leyva, es que las mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, resultan no solo innecesarias sino peligrosas para el bienestar social de aquellos a quienes la sociedad no podría importarles menos. El ejercicio matutino del representante del poder ejecutivo es un espacio que amenaza de forma flagrante la libertad que tienen los dueños del cuarto poder de detentar la verdad, un ejercicio que ponen en riesgo la posibilidad de manipular el discurso público para que se ajuste y rinda tributo a sus intereses y que dificulta la ardua tarea de manipular a la población al adueñarse de la agenda política y desechar a los intermediarios de la comunicación, fieles representantes de la clase privilegiada, elementos necesarios para traducir la realidad a la masa, también conocida como ciudadanía, de forma que vean y piensen lo que deben ver y pensar y no lo que está frente a ellos.

    Ninguna duda debe caber en las conciencias de los mexicanos sobre la veracidad de dicho atentado, como bien sostiene Carlos Loret de Mola, ese otro prócer de la comunicación tendenciosa y cabal mercenario al servicio del mejor postor, el solo hecho de que Gómez Leyva sostenga que “no tiene enemigos personales, no tiene ningún conflicto que pudiera motivar el ataque y no había recibido amenazas”. Es elemento probatorio suficiente para concluir que “lo quisieron matar por su trabajo periodístico” ¿Alguien tiene alguna duda? ¿La investigación necesitará ahondar más en lo acontecido para evidenciar que el arduo trabajo periodístico de Ciro es motivo para que quieran matarlo? Insisto, si él dice que no tiene enemigos personales, que no tiene conflictos y que no ha recibido amenazas, entonces no hay nada más que discutir. El atentado fue por su trabajo.

    Loret de Mola, cual sabueso hambriento y necesitado de su hueso, se apega a esta línea incuestionable y va más allá: conecta los puntos ─hace la necesaria traducción de la realidad para que el vulgo pueda entenderla─ y concluye lo único que se puede concluir al respecto: Si a Ciro lo atacan por su labor periodística, siempre en pro de la justicia, las causas nobles y la democracia reducida al voto como acto impulsivo e irreflexivo de consumo, “el presidente de México tiene una responsabilidad que asumir por ser el principal promotor de un ambiente hostil contra el periodismo”. No se diga más. Da igual ¿Qué pasó? ¿Cómo pasó? ¿Cuándo pasó? ¿Por qué pasó? Etc. El responsable es Andrés Manuel. Si no queda exactamente claro el porqué, es lo de menos.

    Ese ejercicio diario, que el presidente sostiene desde que inició su mandato, ese foro en el que ejerce el derecho de réplica frente al cuarto poder y de cara a la ciudadanía, elimina el monopolio del discurso político, le ha arrebatado a la comentocracia la posibilidad de modelar la realidad a su gusto y ha coptado la discusión pública, imponiendo la agenda desde el poder ejecutivo. Lo que significa que ha aniquilado la libertad de que el cuarto poder sea quien imponga la agenda y sus intereses a la ciudadanía. Detengámonos en esto por un momento: las mañaneras son un ejercicio en el cual, el representante democráticamente electo del poder ejecutivo habla de tú a tú con la ciudadanía, sin intermediarios y, sobre todo, sin el filtro que otro poder, uno privado, uno por el que nadie voto, uno que a través de acuerdos bajo la mesa se ha ganado el derecho de controlar el destino del país ¿Les parece justo? Si seguimos por ese derrotero ¿Quién se va a interesar por invertir en el control de un país que intenta definir su futuro con la participación de la gente?

    Gómez Leyva ha sido uno de los “blancos favoritos” del presidente. Uno de los blancos a los que ha atacado incansablemente con terribles y soeces insultos. Para muestra un botón (pido amablemente que, si algún lector sensible me está haciendo el favor de leer estas líneas, tenga cuidado con el contenido que sigue, el cual no es solamente explicito, sino contrario a las buenas costumbres), un día antes del atentado, Andrés Manuel dijo que escuchar a Ciro podía causar tumores cerebrales. ¡Dios santísimo! Solo escribirlo me puso a temblar. Pero la retahíla de insultos no para ahí, como valientemente documenta el mismo Carlos Loret, al presidente le sobren insultos para la prensa, “son golpistas, mercenarios, saqueadores, hipócritas, clasistas, traidores a la patria”. Afortunadamente el listado de Loret es breve, de lo contrario, sería imposible seguir, aturdidos por esas palabras agresivas que más que describir una realidad, evidencian los terribles ataques que desde el poder se lanzan contra la siempre vulnerable comentocracia.

    Las mañaneras se han convertido, y aquí vuelvo a citar a Loret de Mola, a quien agradezco por su sabiduría para traducir la realidad en algo que no es, en una “descalificación moral del otro. El mensaje es de suprimir al que difiere de él [de Andrés Manuel]. La descalificación moral desde el poder es un intento de deslegitimación y un llamado a la supresión moral y después física”. Por favor, que la maroma aerodinámica de Loret no los asuste, descalificar moralmente a alguien, poniendo en contexto sus intereses y evidenciando a quienes están detrás de su mensaje, no es simplemente poner en contexto sus intereses y evidenciar a quienes están detrás de su mensaje. No. Es invitar a la supresión física. Aunque, parafraseando al mismo Loret, resulte casi imposible conectar los puntos.

    Entrados en gastos: El problema con las mañaneras no es simplemente, como los opositores menos avezados de la CuatroTe piensan, que polaricen y dividan a los mexicanos. No. Tampoco es que hagan a la ciudadanía menos critica con el gobierno. No. El problema con las mañaneras es que medianamente equilibran la balanza y aportan elementos para que la audiencia construya su propia opinión, forje su criterio e interprete la realidad sin necesidad de traductores. El contrapeso de las mañaneras pone en riesgo la supervivencia del ganado mexicano, esa es la supresión física a la que se refiere Loret de Mola, las mañaneras buscan acabar con ese ganado del que tanto se han beneficiado, con todo el derecho divino que les corresponde, los dueños del cuarto poder.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Para todo mal, glifosato

    Para todo mal, glifosato

    Como ya es costumbre, la autoproclamada Cuarta Transformación ─que más que transformación se ha consagrada como una constante amenaza para los privilegios de algunas de las clases privilegiadas de nuestro país, quienes cada vez encuentran más difícil facturar operaciones simuladas o dejar de pagar impuestos─ se ha lanzado contra aquellos negocios que si bien no contribuyen en nada al bienestar de la población nacional, benefician los bolsillos de algunas familias mexicanas que han sabido preservar los usos y costumbres coloniales para postrar a México a la merced de intereses transnacionales. La nueva bandera, prescindir del glifosato y del maíz transgénico. Poniendo en riesgo, aunque nada de ello haya sucedido desde hace dos años que se inició con el proceso para eliminar el uso de dicho agrotóxico, como bien señala ─el nuevo golden boy de la política nacional, el aspirante a Carlos III de la nación─ Enrique de la Madrid, y tantos otros comentocratas prestos a decir aquello por lo que les paguen, la productividad del campo mexicano, aumentando potencialmente el precio de la tortilla y confrontándonos con los Estados Unidos ─santo patrono de entreguistas, vendepatrias y lamebotas─ en el marco del T-MEC.

    El problema, sin embargo, va mucho más allá del miedo que se pueda sembrar entre la población para defender la permanencia del glifosato y permitir que siga penetrando el suelo, filtrándose en el agua y dejando residuos en los cultivos para que podamos comerlo y beberlo. El problema es la perdida de las oportunidades que su uso le permiten a nuestra población. Sólo gobiernos evidentemente populistas, opuestos al neoliberalismo y al libre derecho de las transnacionales para contaminar a la población del planeta, como los de Austria, Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo, Tailandia, Bermudas, Sri Lanka y algunas regiones de España, Argentina y Nueva Zelanda, han prohibido o restringido el agrotóxico en cuestión. Gobiernos faltos de un compromiso liberal-capitalista por la generación de riqueza, riqueza que deje caer unas cuantas migajas al suelo y contribuya a la mal nutrición de los menos favorecidos.

    ¿Qué importa si la OMS decidió clasificar al glifosato como “probablemente cancerígeno para los humanos”? Seamos honestos, hoy por hoy la sal, los lácteos, respirar, estar vivo, son elementos probablemente cancerígenos para los humanos ¿Deberíamos por ello prohibirlos? ¿Deberíamos desperdiciar la oportunidad de enriquecer a nobles empresarios y corporativos transnacionales solo porque sus productos pueden hacerle daño a la población? ¿Es ese el mundo en el que queremos vivir? ¿Es ese un esquema de negocio atractivo para los inversionistas? Pongámonos serios ¿La generación de riqueza debe dejar de generar riqueza solo porque algunos cuantos mueren en el proceso? No es incluso una oportunidad que ofrece el, siempre noble, capital, para repartir mejor la riqueza al disminuir de forma altruista ─y sin cobrar por ello─ la población mundial ¿No estamos dejando pasar una verdadera oportunidad de justicia social a través del glifosato?

    Pero no solo eso, no solo le damos la espalda a una verdadera transformación si eliminamos el uso del glifosato en nuestro país. También estamos dándole la espalda a depender de forma absoluta de Monsanto y Bayer. Dejar de usar este agrotóxico, vuelve innecesario el uso de maíz transgénico resistente al glifosato, y con ello eliminamos la benéfica dependencia de nuestros agricultores de las grandes multinacionales de las semillas, las cuáles no podrán imponer sus condiciones y precios; dejar de usar el glifosato preserva las variedades locales de maíz que tanto confunde al consumidor y que no se ve bien en los anaqueles de los supermercados; y sobre todo, dejar de usara glifosato y maíz transgénico elimina la posibilidad de consolidar de forma definitiva el modelo agroexpotador, que ofrece pocas oportunidades laborales y aniquila todo intento de una política económica soberana, dejando al agricultor en el centro, recurriendo a practicas sustentables, respetando su entorno y contribuyendo a la soberanía alimentaria de nuestro pueblo. Nada de lo cual beneficia a nuestra, ya de por si dañada, clase privilegiada.

    Entrados en gastos, prescindir del uso de glifosato y del maíz modificado por Monsanto y/u otras trasnacionales para resistir al glifosato, es quitarle a familias necesitadas, a los más pobres, la oportunidad de demandar a Bayern por el uso y abuso de un pesticida cancerígeno, como ha sucedido en los Estados Unidos, cuna, ejemplo y guía de nuestro quehacer, donde la empresa alemana firmó un acuerdo de más de 8,800 millones de dólares para resolver más de 125,000 reclamos en contra del pesticida a base de glifosato comercializado por su filial Monsanto. Un acuerdo que ha transformado la vida de miles de familias.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • No sólo a Messi

    No sólo a Messi

    Como era de esperarse, por parte de la prensa reaccionaria, ultraconservadora, fifi, mediocre, ladina y acomodaticia, pero también por parte de cualquiera que tenga dos centímetros de frente, la propuesta de la legisladora María Clemente, por declarar persona non grata a Messi, se convirtió en motivo de burla. Y es que, para muchos que no entienden que la playera del tricolor, sin importar si es verde, blanca con vivos carmín, negra con rosa y una suerte de koala en ella, roja con una línea en zigzag parecida a la que tenia Charlie Brown en su distintiva playera amarilla, si tiene el calendario azteca en el frente o a Quetzalcóatl en la espalda, es el principal símbolo de identidad y unión entre los mexicanos. No.

    No se trata de un pedazo de tela maquilado por una empresa con no otro objetivo que el de venderlo. No. No es un mero uniforme que distingue a once jugadores de otros once dentro de la cancha. No. La playera de la selección nacional es y debe ser considerado como un Símbolo Nacional y debe ser protegido por la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional ─que espero pronto sea reformada para convertirse en la Ley sobre el Escudo, la Bandera el Himno y la Playera de la Selección Nacional─ de forma que nadie, en ningún rincón del mundo pueda despreciarla y quedar impune.

    Y es que, como estoicamente sostuvo la legisladora, Messi “mostró no solamente un despreció evidente, sino también una falta de respeto hacia los colores que aluden a aquellos que integran nuestro lábaro patrio, lo que desde una perspectiva soberana puede ser considerado como una conducta constitutiva de una afrenta en contra de nuestra identidad nacional.” No quiero imaginar el valiente exhorto que María Clemente hará a la Secretaría de Relaciones Exteriores cuando se entere que el color verde es apreciado por menos del 20% de la población mundial y el rojo no llega ni a un 15% ¿Qué clase de afrenta contra nuestra identidad nacional es esa? ¿Desde una perspectiva soberana como debemos actuar contra aquellos que desprecian los colores que integran nuestro lábaro patrio?

    Sin embargo, y sin que mi propuesta demerite el exhorto de la legisladora, ni mucho menos se confunda con una crítica o burla ramplona a la heroica actitud de María Clemente, quien si no se ha envuelto en la playera de la selección nacional para lanzarse desde lo alto de alguna edificación es porque es consciente de lo mucho que nuestro país la necesita, creo que es necesario ir más allá y no limitarnos a Lionel Andrés Messi Cuccittini.

    Es necesario y urgente declarar personas non gratas a Tiziano Ferro, por denigrar no solo a la mujer mexicana, al declarar que no son las más bellas del mundo argumentando que tienen bigote; a Enrique Bunbury quien cometió la nada poética afrenta de decir que las mujeres mexicanas son bastante feas; a Mónica Naranjo por despreciar veladamente la música norteña; al diseñador Tommy Hilfiger quien de forma terriblemente racista dijo que los mexicanos no merecemos sus diseños; a Eminem quien dijo sentir asco al escuchar mariachi o cualquier otro tipo de melodía originaria de México y Latinoamérica ─acá me parece necesario que se declare persona non grata a Eminem en toda Latinoamérica, sin embargo, respetando la soberanía de nuestros países hermanos, prefiero no hacerlo─ y a todo oligofrénico que, manifestando su poco capital cultural, ha declarado, de alguna u otra forma que algo mexicano no le gusta, le parece desagradable o lo desprecia.

    Entrados en gastos, habría que declarar persona non grata a Elvis Presley, debido a los rumores que aseguran que el “Rey del rock” dijo que prefería besar a tres negras que a una mexicana, no importa que Presley esté muerto o que solo sean rumores, la posibilidad de que lo haya pensado es suficiente para que ni su memoria pueda surcar nuestro territorio. Por último, no estaría de más hacer lo mismo con los seleccionados del combinado mexicano que representó a nuestro país en la Copa Mundial de la Fifa, Catar 2022 y al ‘Tata’ Martino quien, a pesar de exponer, desde un perspectiva soberana, la identidad nacional al escarnio internacional, sigue en nuestro país debido a que su contrato vence el 31 de diciembre y tiene que cumplir estos días porque no se le iba a poder pagar el mes completo, en caso de no llegar al Centro de Alto Rendimiento, en la Ciudad de México.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Por una reconciliación que nos reconcilie con la posibilidad de reconciliarnos

    Por una reconciliación que nos reconcilie con la posibilidad de reconciliarnos

    A estas alturas de la CuatroTe, todos deberíamos tener claro que su función histórica se ha cumplido cabalmente. Es decir, nadie debería pensar que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se quedó corto en el cumplimiento de su papel en el devenir nacional. Pudiera pasar, eso sí, que alguna u otra persona despistada, en todos los rincones del espectro político, no tenga claro cuál era ese papel y este esperando, sentado y pacientemente, que la Cuarta Transformación transforme radicalmente el país ─para bien o para mal, signifique lo que signifique bien y mal.

    Entonces habría que poner los puntos sobre las ies y aclarar a quien necesite que se le aclare, y a quien no también, que la función de la 4T es la misma que la de una válvula de escape en cualquier olla exprés; aliviar la presión, acumulada luego de décadas de desprecio al pueblo y depredación de los recursos de la nación, y evitar la explosión de este sistema social que hemos convenido en llamar México. Quien tenga dudas al respecto, quien insista en que el papel de la CuatroTe no es el de una válvula de escape, debe reparar en la amable invitación que el siempre noble, siempre ilustrado, nunca oscuro y siempre carismático Ricardo Monreal realiza desde hace unos días: un “Plan de Reconciliación Nacional”.

    Y es que, si alguien puede lanzar tremenda invitación, si alguien puede sostener que lo que el país necesita es un morenismo desmorenizado y un obradorismo sin obradorismo, es el casi prócer ─digo casi porque aún no se ha presentado la oportunidad para que se consagre como tal─ Monreal. Él, con esa sonrisa franca que lo caracteriza y esa forma inocente en la que los ojos se le cierran cuando sonríe, quedando vulnerable a las burlas de los más descarados y ruines personajes del entramado político. Él, que es amo y señor del cantinfleo político donde es capaz de sostener todo sin sostener nada, defendiendo lo indefendible que forma que parece digna y oponiéndose a lo que debería enarbolar de un modo que lo hace ver despreciable. Él, que parece ser el único personaje con la experiencia para traicionar a su partido y garantizar la supervivencia de su partido. Quizá Morena solo pueda seguir adelante fuera de Morena, al final del día en plena posmodernidad trasnochada donde nada es lo que parece y nada parece lo que es, podemos tener un candidato que arropado por un discurso de izquierda se oponga a las causas de la izquierda.

    Entre otras cosas que carecen de fondo, pero tienen mucha forma, sello distintivo de Ricardo Monreal, de la propuesta reconciliatoria del senador morenista que sin dejar de ser obradorista busca ser candidato de una hipotética alianza McPrianista (más lo que quede del PRD), cabe destacar el repaso histórico que hace de lo otros tres momentos de transformación que ha vivido nuestro país y el papel que los prohombres de la reconciliación han jugado para consolidar las transformaciones previas al mismo tiempo que garantizan que todo quede como estaba antes de que se le soltara la rienda al impulso transformador. Llama la atención, en particular, el acento que Monreal pone en la reconciliación que consolidó/paralizó el proceso de la Revolución Mexicana, o de las Revoluciones Mexicanas que insistían en mantenerse en pugna para definir el derrotero de la nación. Y llama la atención porque al lado de Ricardo, y prometiendo recorrer el país entero, habrá que ver que entienden por entero, y que entienden por país, se encuentra Don Santiago Creel Mirando, apóstol de la democracia, las buenas costumbres y las niñas bien.

    Creel representa en si mismo y en su árbol genealógico, las virtudes de la reconciliación para poner punto final a una válvula de escape e iniciar el proceso reconciliatorio que garantice la esclerosis nacional al tiempo que consigue sacudirse, o cuando menos entumecer, el malestar social, al tiempo que lo conjura. Los Creel son el claro ejemplo de que se puede ser privilegiado durante el porfiriato y seguir siendo privilegiado después del porfiriato, y después de la revolución institucionalizada y después de lo que venga y lo que venga y lo que venga más tarde.

    Si para algo sirve una válvula de escape, no es para eliminar los privilegios de unos cuantos sobre la mayoría, sino para que la mayoría no empiece a fantasear con decapitar a esa minoría privilegiada. Pero nunca, nunca, nunca, una válvula de escapa debe asumir que su papel es el de aliviar por completo la presión, el de acabar con las causas que la generan, eso sería contraproducente para la clase privilegiada y ─¿de verdad hay alguien que aún no lo entienda?─ contraproducente para el pueblo, que debe estar siempre al servicio de la clase privilegiada ¿Qué haría el pueblo si no tuviera a quien servir? Se me pone la piel de gallina solo de pensarlo.

    Entrados en gastos, habrá que tener mucho cuidado si la traición, perdón, la candidatura de Ricardo Monreal se consolida dentro de la alianza Mc Prianista (más lo que queda del PRD). Habrá que tener cuidado con la frágil estabilidad emocional de Lilly Tellez que podría terminar de perder la razón y regresar a la militancia obradorista en una pirueta epistemológica; y con los sueños de Enrique de la Madrid de jugar a que es como Carlos III de del Reino Unido. Sería un error garrafal desaprovechar ese talento que tanto podría aportar al Plan de Reconciliación Nacional donde todo cabe porque es tan laxo, líquido y abierto que, en aras de atraer votantes confundidos, se plantea con la capacidad de reconciliarlo todo y transformar nada.

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  • ¡Menos debate público y más marchas!

    ¡Menos debate público y más marchas!

    Si no la conociera mejor, pensaría que la oposición mexicana es terriblemente mezquina. Molestarse con Andrés Manuel López Obrador porque convocara a marchar el próximo 27 de noviembre, no muestra más que ingratitud y poca estatura política. No se trata, como lo puede pensar la oposición Mc PRIANista (más el PRD) de un berrinche político o del ego lastimado de AMLO. No.

    No se trata de que desde presidencia sintieran que le habían arrebatado al obradorismo las calles que durante décadas fueron suyas para hacer sentir al gobierno el clamor popular y exigir que voltearan a ver a los de abajo. No ¿Quién podría creer eso? ¡Para nada! El que la arenga del 27 no tenga una bandera clara no significa que no tenga una bandera clara, simplemente, no está clara su bandera. La convocatoria presidencial responde a circunstancias y momentos claros y definidos de nuestra historia presente, a necesidades que nunca antes habían resultado tan evidentes, tanto, que resulta imposible nombrarlas.

    Sin embargo, a pesar de que resulta obvio que no se va a marchar para mostrar músculo político, mostrando músculo político, la oposición ─demostrando que no hay peor ciego que le que no quiere ver─ insiste en esa mediocre actitud de condenar la marcha, condenarla porque se convoca desde el poder, como si el poder no tuviera derecho de movilizar a la ciudadanía; condenarla porque ─le resulta imposible a nuestros nobles conservadores no ser clasistas─ “los que marcharon de rosa sí pagan impuestos, mientras que los que marcharan el 27 de noviembre, viven de los impuestos”; condenarla porque sí. Sin entender que desde Palacio Nacional, la invitación a marchar se lanza más como una ofrenda de paz, como una tregua, como un bajar la guardia ante los opositores que, enfrascados en su odio a todo lo que huela a chairo, no pueden entenderlo. No pueden entender que marchando, la 4T se pone al nivel de la oposición, que, carente de propuestas, medianamente logró convocar a la ciudadanía para respaldar una causa poco clara.

    En consecuencia, lejos de agradecer que López Obrador renuncie a debatir con ellos, renuncie a enriquecer la esfera pública, renuncie a transformar las conciencias en aras de consolidar su proyecto; y se lance a las calles para responder a la pírrica oposición en los propios términos que la pírrica oposición ha puesto sobre la mesa, sustituyendo la discusión por el marketing electoral, la educación por el arrastre masivo, las propuestas por el “somos más”; los opositores ─que ilusamente fantaseaban con la idea de que las calles son suyas, probablemente ilusionados con la iniciativa de privatizarlas─ toman como una afrenta el derecho que hace unas semanas defendían.

    Entrados en gastos, la suerte está echada, no hacen falta programas de gobierno, ni de uno ni del otro lado, no hace falta argumentar y presentar propuestas que transformen la realidad de la nación. Lo único que importa es seducir a la ciudadanía. Convocarla, movilizarla sin fines específicos, de una lado al otro, de arriba abajo. Lo demás es lo de menos. Todo puede suceder. Es importante dejar claro que el problema no es la marcha ─ni la una, ni la otra─ el problema son quienes marchan, el problema es apostarle a la consigna por encima de la reflexión. Sin embargo, y sin duda alguna, el problema se resuelve dándole menos vueltas a todo esto y saliendo a las calles a marchar.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • La democracia es al INE como el INE a la democracia

    La democracia es al INE como el INE a la democracia

    No hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla. Y todo indica que ha llegado la hora ten temida de discutir la reforma electoral que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso. 

    Reforma electoral que, bien nos dicen demócratas y defensores del bienestar social de la talla de: Pascal Beltral del Río, Xóchitl Gálvez, Denise Dresser, Claudio X. González, Felipe Calderón, Sergio Sarmiento, Javier Lozano, Santiago Creel, Fernando Belauzarán, Ricardo Anaya, Esteban Arce, Kenia López Rabadán, Marko Cortés y la Conferencia del Episcopado Mexicano (cuya hipotética autoridad moral ─la de todos ellos─ no necesita más que una desatenta ojeada a su biografía para desmoronarse), no busca otra cosa que no sea destruir al sinfín de veces heroico Instituto Nacional Electoral, cuna de la democracia mexicana, bastión de los valores de la transparencia, la equidad y la tolerancia, origen de la pluralidad en nuestro país y ─sobre todo─ aparato ideológico que garantiza que a través del cambio (lo que en la jerga electoral se conoce como alternancia) todo permanezca exactamente igual.

    La fervorosa defensa del INE, las etiquetas ─hashtags los llaman estos adalides de la mexicanidad─ con las que han inundado redes sociales, de la naturaleza de #ConELINENo y #ElINENoSeToca, hacen eco del elemento fundamental de un sistema democrático que favorece la permanencia del orden social establecido: la inamovilidad institucional del Instituto Nacional Electoral. La defensa del orden social que el INE garantiza depende del anquilosamiento del propio INE, de preservarlo como una institución inamovible, incambiable y eterna.

    Para lograrlo, para consolidar al INE como un elemento imperecedero en la vida de los mexicanos, y en consecuencia garantizar la supervivencia de un modelo que garantice la continuidad ad infinitum, no hay mejor camino que asociar de forma indisoluble al INE con el concepto de democracia. Es decir, en la mente de todos y cada uno de los ciudadanos mexicanos, INE debe ser sinónimo de democracia, a tal punto que cuando piensen en democracia piensen en el INE. No importa que el INE no sea más que un medio, una herramienta que contribuya a la construcción de un entramado democrático. No. 

    Lo importante es que el solo acto electoral, el mero ejercicio del voto, se considere el quehacer democrático, la esencia misma de la vida en democracia. A tal grado que, con solo votar se reafirme en el imaginario colectivo la inserción de nuestra vida política en el modelo democrático. Las condiciones previas al ejercicio electoral: el desarrollo de la consciencia ciudadana, el garantizar condiciones materiales para que la gente pueda dedicarle tiempo a pensar en la cosa pública, la verdadera autonomía del órgano electoral que permitan construir una autentica democracia, poco importan. 

    Lo que importa es que se simule el juego democrático, que se utilicen las elecciones como una válvula de escape del malestar social, y ─principalmente─ que todo se mantenga como debe mantenerse, que la paz social y las buenas costumbres de unos cuentos no se pierdan. Por eso es importante que la comentocracia antidemocrática en pro de la democracia no deje de insistir en que, si el PRI dejó de ser el partido hegemónico en el ’97, fue gracias al IFE; que, si Morena llegó a la presidencia en 2018, fue gracias al INE. En otras palabras, que se siga insistiendo en que fue la herramienta electoral la que permitió las transformaciones en las últimas décadas, y no la participación ciudadana. De lo contrario, los ciudadanos podrían creer que son un agente de cambio y desbordarse, poniendo en entredicho los privilegios de quienes no deben dejar de ser privilegiados.

    Entrados en gastos, es por ello que, el discurso ‘democrático’ dominante insiste tanto en apoyarse, más como muleta que como muletilla, del opaco y dudoso concepto de alternancia. Lo han elevado ─con justa razón─ a rango de valor absoluto, teniendo un lugar garantizado en el panteón de los héroes nacionales. Porque la alternancia permite jugar con la sensación de que se ha dado un cambio sin que ese cambio se tenga que dar realmente. La alternancia posibilita una sensación de bienestar sin que sea necesario materializar ese bienestar. 

    Cambian las caras en el gobierno, cambian los colores que apoyan a esas caras, cambian sloganes, cambian intenciones, cambia todo y todo se mantiene sobre la misma línea. El día que esa masa que llamamos ciudadanía, se de cuenta que la alternancia no solo no es suficiente, sino que es atole con el dedo, será el día en el que habrá que encumbrar un nuevo concepto para garantizar que la gente siga votando por lo que quiera votar, pero el sistema se mantenga inamovible, intocable, como el INE.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • #TodosSomosAdela

    #TodosSomosAdela

    Recientemente y gracias a la crueldad, el maltrato y la crudeza con la que Layda Sansores trata a los comunicadores y propagandistas caídos en desgracia, nos enteramos de la lamentable situación, económica y emocional en la que se encuentra la siempre honesta, feminista desde hace veinte años, y sin pelos en la lengua, Adela Micha. 

    Situación que rebasa lo personal ─que no es poca cosa─ e impacta directamente lo profesional y el futuro de los espacios de comunicación en México, en riesgo de desaparecer, no por falta de audiencia, jamás, por favor no piensen eso, no, están a punto de desaparecer por falta de recursos. Seamos claros, una cosa es que Adela Micha no tenga para pagar la renta y llevar comida a su casa, y otra ─tan grave como la gravedad misma─ que México y los mexicanos pierdan un espacio plural donde solo cabe lo que previamente se define puede caber. 

    Pero no es solo eso, es decir, no solo es la perdida de este espacio de sana pluralidad ficticia. No. Lo que está en juego es la desaparición de un tipo de comunicación que ha realizado la notable y loable tarea de informar a las audiencias para garantizar que las audiencias se mantengan desinformadas.

    Más allá de la existencia, la cual siempre se reconoce y agradece, de mecenas ─vulgarmente confundidos con padrotes─ como Alito Moreno, siempre dispuestos a buscar recursos para apoyar la noble causa de la desinformación infodemica, es necesario diseñar, promover y habilitar programas sociales que garanticen la supervivencia del modo de vida de unos cuantos que se han aprovechado de la sociedad y ─al mismo tiempo─ de un modelo comunicativo que presumiendo transparencia es capaz de ocultarlo todo, absolutamente todo. Es por ello que, desde la sociedad civil, siempre civil y nunca un disfraz del PANismo, debemos presionar al gobierno para que tengamos un Programa de Rehabilitación e Inclusión de Comunicadoras y Comunicadores que Perdieron el Chayote Neoliberal. 

    Programa que bien podría convertirse en el Instituto del Chayote para garantizar que las y los comunicadores dedicados al negocio de la desinformación puedan seguir ejerciendo libremente el derecho de mantener a la población en la ignorancia y practicando el arte de levantar polvo para oscurecer todo.

    El Programa en pro del chayote, se encargaría de garantizar que bajo ningún motivo y/o circunstancia, comunicadores y comunicadoras honestos, preparados, capaces, comprometidos con su labora comunicativa y dispuestos a anteponer el dinero sobre la verdad, tengan que degradarse y dar un espectáculo tan lamentable como el que dio Adela rogándole a Alito por unas cuantas monedas. 

    Garantizando que estos profesionales de la infodemia tengan un sustento digno que les permita conservar los privilegios a los que están acostumbrados, nos ahorraremos ─no solo la innecesaria escena dramática y el rasgado de ropas─ la debacle social que podría generarse de tener una ciudadanía informada, la debacle de tener votantes que cuestionen a los candidatos, que les exijan, que lo pongan contra las cuerdas y ─al hacerlo─ amenacen a la clase política nacional.

    Entrados en gastos, preservar el chayote y a las comunicadoras y comunicadores chayoteros, es preservar el olvido y rendir un homenaje a nuestro pasado reciente, honrar la memoria de aquellas y aquellos que ─siguiendo el patrón de Jacobo Zabludovsky─ se presentan frente a la pantalla para dejarnos saber que hoy fue un día soleado.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • ¡Gracias Lilly!

    ¡Gracias Lilly!

    Pocas cosas deben agradecerse tanto, como esos momentos en los que los privilegiados voltean a ver a la gente de abajo, a los miserables, a quienes con dificultades podremos sobrevivir un día más y se muestran preocupados por ellos. Lamentablemente, es raro que lo hagamos, solemos confundir el altruismo ‘fifí’ con clasismo; condenar las nobles intenciones de aquellos que mantienen un pie sobre nuestro pescuezo, con ganas de sojuzgarnos; despreciar las migajas que amablemente dejan caer al suelo, como si se trataran de ofensas que buscan humillarnos.

    Esa terrible ingratitud, afloró el pasado 4 de octubre, cuando la siempre heroica, siempre iluminada, siempre correcta, siempre refinada y siempre preocupada por el bien de México, Lilly Téllez, subió al estrado del Senado de la República, más que a discutir y/o debatir la propuesta de reforma a la Guardia Nacional, a leer una editorial plagada de los más humanos insultos y modestas tropelías en contra de los senadores de Morena y la ciudadanía en general. Afortunadamente, contrarrestando nuestros desaires, personajes como Chumel Torres, con elegancia y respeto, se mostraron a la altura de la senadora y manifestaron su agradecimiento, sin un ápice de misoginia, y sobrada poética, dejando para el olvido estás palabras: “Con el tamaño de esos huevos le puedes dar de comer a cinco estados”.

    Y digo afortunadamente, porque no faltaron quienes confundieron las palabras de hermandad y solidaridad de Lilly Téllez, con un arrebato propio de alguien que ha perdido la razón; que confundieron el mensaje de fraternidad de la senadora con una caricatura grotesca de desprecio y soberbia. No. Nada más alejado de la realidad, cuando Téllez, precandidata entre los precandidatos presidenciales de la oposición, sostuvo que ustedes ─refiriéndose a un nosotros del que ella se mantiene al margen─ van a llorar porque los militares le dispararon a estudiantes en una plaza pública, van a llorar porque los militares reprimieron una manifestación en las calles, que sus hijos ─nuevamente los nuestros, no los de ella─ van a llorar cuando los militares abusen sexualmente y violen a las mujeres indígenas, a sus madres, hermanas y esposas, que ustedes van a llorar cuando a sus hijas las golpeen los militares, y que ustedes van a llorar cuando a sus hijos los agredan los militares y no tengan a quien recurrir cuando el ejercito los aplaste, en su condición de simples ciudadanos; no estaba diciendo que los militares sean incapaces de nada más que violar, maltratar, reprimir, golpear y aplastar. No. No estaba diciendo que a diferencia de indígenas, estudiantes y la ciudadanía de a pie, ella está y estará protegida de toda perturbación, oprobio y fuerza maligna que pudiera querer afectarla. No.

    Nada de eso. Lo que Doña Lilly hizo fue voltear a ver a quienes vivimos en desgracia, fue mostrarse empática con quienes no vivimos en su burbuja y advertirnos que, si intentamos minar sus privilegios o los de aquellos que se encuentran en el mismo nivel que ella, hay un dios que todo lo ve y se vengará de quienes se oponen al capitalismo darwiniano, a la mano invisible del mercado que pone a cada sujeto en el lugar en el que debe de estar; el discurso de Téllez fue un acto de compasión para protegernos de nosotros mismos y buscar que nos demos cuenta que solo bajo el yugo de un amo como el que ella representa, podremos tener un futuro apacible donde no nos aplaste el ejercito porque nosotros nos habremos aplastado ─mucho antes─ los unos a los otros. Un futuro donde libremente habremos asumido nuestro lugar en la cadena trófica de la explotación salvaje.

    Entrados en gastos, no deja de sorprender como hay quienes se sorprenden de que personajes, como la siempre llena de bondad, Lilly Téllez usen el Senado para lanzar editoriales y diatribas a diestra y siniestra, intentando salvarnos de un mundo en donde ella y sus secuaces no tengan privilegios y tengan que vivir como cualquiera de nosotros, cuando la CuatroTe insiste en torturar emocionalmente a nuestra humanitaria clase empresarial, aprovechando cualquier pretexto, como la renuncia de Tatiana Clouthier, para poner a una terrorista fiscal, un monstruo más terribles que Rosa Luxemburgo, una aniquiladora de la tranquilidad espiritual de los emprendedores y amantes de lo ajeno, como Raquel Buenrostro, a la Secretaría de Economía ¿Qué necesita este gobierno para entender que la justicia social no es justicia si es social?

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • La comentocracia al poder

    La comentocracia al poder

    Seamos honestos, este dos de octubre se trató de Denise Dresser, no de la preservación de la memoria histórica, no fue un homenaje al movimiento estudiantil, no. El dos de octubre de 2022 se trató de Denisse Dresser, porque la agenda política del país no la marca el gobierno, mucho menos la gente, la agenda la establece, la marca, la pone sobre la mesa Denisse y el grupo de personas bien habidas, bienaventuradas e iluminadas que la rodean. 

    Grupo que, ni tardo ni perezoso, tuvo la sensibilidad de reconocer en los gritos y consignas que exigían que la doctora Dresser abandonara la plancha del Zócalo y no se apropiara de un movimiento social al que es ajena, un ataque violento, muy superior a los actos vandálicos de las camisas negras del fascismo italiano y de las juventudes hitlerianas. Gritos y consignas que hicieron más daño que los golpes y los palos, que los cuchillos y las armas de fuego. Gritos y consignas proferidos por camisas pardas, como los llamó, no sin una humilde sabiduría Víctor Trujillo, gritos y consignas que no fueron la manifestación propia y legitima de la gente que asume la plaza pública como el único espacio en el que pueden manifestarse, sino que se convierten en agresiones, en muestra de intolerancia frente a la invasión por parte de la esfera privada del espacio público.

    Hordas vociferantes, las llamó el nunca exagerado y siempre fiel a las fuentes Héctor de Mauleón; fanáticos, dijeron las mentes menos creativas de nuestra heroica inteligencia conservadora, que han privatizado el ’68 (interesante categoría histórica propuesta por Carlos Loret, incansable luchador social que mucho tiene que enseñar a los historiadores sobre la apropiación de la historia). 

    Ataque salvaje, vil, artero, completamente injustificado en contra de Denisse, mártir de la democracia mexicana, que tuvo la virtud de evidenciar el elefante que nadie quiere ver: la urgencia de entregar el espacio publico a los intereses privados, la necesidad de definir la agenda publica desde los espacios privados, y de alinear las manifestaciones publicas a través de la lectura que los medios de comunicación y sus esbirros, tienen de la realidad nacional. 

    Lectura que la propia Dresser, quien, a pesar de la conmoción provocada por el ataque sufrido, dejó claramente plasmada en su columna del periódico Reforma, y donde no perdió su acostumbrada clarividencia, arrojando luz sobre lo que debe ser y lo que debemos hacer en el futuro inmediato.

    En primer lugar, Denisse nos deja saber que jamás pensó vivir en un país donde se corriera a alguien por manifestarse en el Zócalo. Por favor, sean cándidos con la señora. Sí, ya sé que estaba en una marcha para mantener viva la memoria y dejar claro que nunca más se permitirá ─no ya que se corra a alguien por manifestarse en una plaza pública─ una masacre de manifestantes pacíficos, pero que se le va a hacer, quizá para ella era un paseo por la Alameda Central. 

    Sin embargo, más allá de eso, más allá del hecho irrefutable, afirmado por la doctora Dresser de vivir en un país donde no se corría a la gente por manifestarse, lo importante es trabajar en conjunto, colectivamente, en nombre del bienestar social, para que sujetos privilegiados como Doña Denise puedan seguir siendo privilegiados, para que puedan seguir disfrutando dentro de su burbuja. 

    Una burbuja en la que su voz sea la voz, donde su derecho a disentir sea el derecho a disentir, donde ella determine como y cuando se debe participar, para posibilitar que la voz de la plaza pública esté perfectamente alineada con la voz de los espacios privados, que el reclamo o el aplauso al gobierno en turno sea el reclamo o el aplauso que los dueños del capital quieren que se haga y no el que la gente crea que puede hacer. En este sentido, Denise lo deja claro, la ciudadanía estaría reconociendo que es gracias a las voces que se hacen escuchar en el Canal de las Estrellas y otros medios afines, que la ciudadanía tiene los derechos que tiene, que es gracias al activismo comentocratico que se han conseguido esas conquistas históricas como el aborto legal y seguro. No, no es la lucha feminista la que lo materializo, no, no son los movimientos sociales quienes lo han conseguido, es el activismo de la Dra. Dresser. 

    Entrados en gastos, no podemos dejar de mencionar, como no lo hace Doña Denisse en su columna, que el país no le pertenece ni a AMLO, ni a la CuatroTe, ni al PAN, ni al PRI, ni al Ejército, ni a la ciudadanía que la corrió del Zócalo, el país le pertenece a las mentes iluminadas que ─a falta de un consejo de sabios─ guían el camino de la sociedad con sus comentarios diarios en medios privados. El país y nosotros mismos nos debemos a ellos, no quisiera imaginar la oscuridad en la que nos encontraríamos si su sabiduría dejara de alumbrarnos. Es por eso que, el próximo año, cuando el dos de octubre vuelva a alcanzarnos, debemos salir a las calles, formados detrás de la Dra. Dresser y la comentocracia privilegiada y seguir sus pasos para construir un activismo de crepé esponjado.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.