Categoría: Carlos Bortoni

  • Los debidos claroscuros

    Los debidos claroscuros

    Confieso que no tenia del todo claro por qué AMLO es un peligro para México, ni por que la CuatroTe está acabando con el país, ni ─mucho menos─ por qué hay que sacar a MORENA en 2024. A pesar de ello, estoy convencido como cualquiera que ame la democracia de libre mercado, el consumismo, la defensa de los privilegios de la clase privilegiada y ─en pocas palabras─ la libertad de elegir cómo habremos de morir de hambre, que Andrés Manuel es un peligro para México, que la Cuarta Transformación está acabando con el país, y que MORENA debe salir en 2024.

    Para mi fortuna, Francisco Martín Moreno escribió una brillante columna, que digo brillante, deslumbrante, que se publicó el día de ayer (21 de marzo de 2023) en el periódico Reforma, voz de la oprimida clase privilegiada y alguno que otro aspiracionista que paga, a meses sin intereses, para formar parte de dicho club, que sintetiza magistralmente el malestar causado por López Obrador, y el posicionamiento ideológico de la oposición. 

    En resumen, es un peligro que está acabando con el país y debe salir en 2024, porque aniquiló el futuro de México, ese futuro que, si bien no había dado frutos, “no podía arrojar resultados inmediatos” dice Martín Moreno, si ayudaba a que más de uno se sirviera con la cuchara grande y mantuviera su nivel de vida a expensas del erario, o haciendo negocios con los recursos o bienes nacionales.

    Este futuro mexicano, es decir, esta idea, narrativa, entelequia, sueño, o como usted prefiera llamar a ese proyecto de país no materializado pero siempre prometido, se fundamentaba en el hartazgo que los mexicanos sentían “de los fraudes electorales, de la corrupción y de fracasos en casi todos lo ordenes de la vida política, cultural y económica de la nación” (Martín Moreno dixit), y demandaba de los mexicanos, “empeño, paciencia y patriotismo” (nuevamente, Martín Moreno dixit), para construir el anhelado juego democrático que permitiría simular que se acata al voluntad del pueblo mientras se preservan los privilegios de la minoría; proceso que tardaría varias décadas en consolidarse ──aclara Martín Moreno─ pero que entre otras cosas traería consigo “mejores niveles de educación, mayor crecimiento económico, un ataque frontal a la desigualdad, un confiable sistema de impartición de justicia, la eficiente contención del narcotráfico, el cuidado escrupuloso de la colosal marca “México”, en el mundo, el respeto cabal a la voluntad popular electoral y, para concluir entre otros enorme beneficios, la certeza jurídica para la inversión nacional y extranjera” (sí, otra vez, Martín Moreno dixit). 

    Lamentablemente, la impaciencia mexicana puso fin a esta colosal promesa cuyo cumplimiento ya se vislumbraba a la vuelta de la esquina y cuyos beneficios ya disfrutaban unos cuantos, esos que tienen acceso a una mejor educación, cuyas fortunas no dejan de crecer a pesar de las crisis, recesiones, pandemias, etc., esos que atacan frontalmente la desigualdad con campañas de redondeo en el supermercado o lanzando monedas en la calle, esos que pueden comprar jueces o colocarlos en la Suprema Corte de Justicia para que libere a sus cómplices, descongele sus cuentas o simplemente cancelan las ordenes de aprehensión en su contra, esos que han sabido hacer de México una marca para explotarla en el extranjero, para etiquetar los recursos nacionales y entregarlos a los intereses trasnacionales, esos que respetan tanto la voluntad popular electoral que la corrigen cuando equivoca el rumbo y dicha equivocación pone en riesgo los intereses de quienes no tienen más interés que el interés propio.

    El mejor futuro mexicano, se construía con claroscuros, “con los debidos claroscuros” dice Martín Moreno, dejando en claro que la falta de transparencia es un elemento necesario en estos procesos donde la clase privilegiada trabaja para consolidad un cambio donde nada cambie, se construía hasta que entregamos ese futuro a López Obrador, MORENA y la CuatroTe.

    Entonces, solo entonces y sin que ningún otro elemento influyera en ello, en México aparecieron 5 millones de pobres que no entienden que deberían dejar de apoyar al presidente porque ─a diferencia de lo que piensan y viven a diario─ el gobierno de Andrés Manuel no los beneficia en nada, quien los beneficiaría sería esa oposición que siempre los ha ignorado; se devastó el sistema de salud, que antes se mantenían en el olvido para que nadie pudiera ver que ya estaban devastados y a pesar de ello se lucraba con él y con las necesidades de los derechohabientes; se dividió a la nación como nunca antes lo había hecho el jamás superado sistema de castas que heredamos de la Colonia; se favoreció la expansión del narcotráfico ¿Qué importa que sea la mano derecha de Calderón la que fue condenada por narcotráfico? La CuatroTe favoreció esa expansión del narcotráfico que tan útil le resultó desde hace décadas a los gobiernos PRIistas y PANistas para controlar a la población; se antepusieron los intereses de la nación por encima de los intereses de potencias extranjeras y eso hizo temblar al sacrosanto T-MEC, sin el cual no somos nada; y se consolidó una dictadura que no deja de ser democrática y no deja de tener el respaldo popular.

    Entrados en gastos

    La Cuarta Transformación no sólo será recordada como la peor tragedia nacional desde la Revolución, como oracularmente sostiene Martín Moreno. La Cuarta Transformación, y todos aquellos que la han apoyado, cargarán sobre su conciencia, por el resto de sus días, con el peso de haber terminado con los sueños de un grupo reducido de mexicanos que insistía en creer que era posible vivir a expensas de los demás, saqueándolos y explotándolos; un grupo de soñadores que estaban dispuestos a sacrificar la vida de millones de mexicanos y migrantes centroamericanos para alcanzar el objetivo de vivir como si fueran dueños de México. Como bien señala Martín Moreno, la Revolución intentó aniquilar el legitimo derecho de unos cuantos, a pertenecer a la clase privilegiada, afortunadamente no lo logró. Hoy, el gobierno de López Obrador pone en riesgo este designio divino. Sorprendentemente, no faltará quien, ante estas afrentas, se siga preguntando ¿Por qué alguien como Martín Moreno quiere quemar a los seguidores de Andrés Manuel en leña verde? ¡Increíble!

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Militarización sí, pero con militares extranjeros

    Militarización sí, pero con militares extranjeros

    No tengo la menor duda al respecto, no faltarán quienes, frente a la amable oferta de los representantes republicanos de nuestro vecino del norte, clamarán al cielo reclamando intervencionismo, imperialismo, violación de la soberanía nacional y una tremenda falta de respeto. Al respecto, no vale la pena decir mucho, se trata de personas que viven en el pasado, que siguen celebrando glorias caducas, que piensan que la Independencia de México fue un logro y no una calamidad.

    Personas que no saben ─como no lo supieron Hidalgo, Morelos, Guerrero y tanto otros─ apreciar las virtudes de ser una colonia, de vivir sojuzgados a una voluntad ajena que se encarga de tomar todas las decisiones y nos mantiene libres de la preocupación de pensar por nosotros mismos, libres del terrible yugo de la autodeterminación que tanta culpa genera en los sujetos. Personas que son incapaces de apreciar la emancipación resguardada por aquella máxima que sostiene que el que obedece no se equivoca. Personas, al fin y al cabo, con tanta soberbia que se creen capaces de construir su propio destino. En resumidas cuentas, más que personas, sujetos alienados por la ideología individualista, egoísta y arcaica que los orilla a asumirse como constructores de su propia historia.

    Lo de hoy es otra cosa, lo de hoy no es el egoísta anhelo de autonomía e independencia, lo de hoy es abrazar un neoimperialismo como fase única del capitalismo, que de neo tiene solo el prefijo mercadológico que disfraza de novedad la intención añeja ─que por añeja ha adquirido madurez, sabiduría y experiencia en la explotación de las colonias─ de imponer una forma única de leer y actuar sobre el mundo, una sola forma de ser, estar y existir: nada de dudo luego existo, sino acato luego existo, me someto luego existo. Permitir que el Ejercito Estadounidense, con la bandera de las franjas y las estrellas siempre en su brazo, libere a los mexicanos del narcotráfico y, de paso, de los mexicanos, es una oportunidad que no deben meditarse, mucho menos rechazarse, es una oportunidad que debemos agradecer y, frente a la amenaza que representamos para nosotros mismos, luego de doscientos dos años de fallida vida independiente, llenos de humildad, mansamente, con la cabeza agachada, pero los brazos en alto, aplaudir para dar la bienvenida al ejército que se ofrece a liberarnos mediante una invasión disfrazada de expedición punitiva.

    Oportunidades como éstas ─si bien no son nuevas─ no se presentan a diario, y en el pasado no hemos sabido aprovecharlas. Pienso, y me detengo solo en ello para no hacer de este texto un breve tratado sobre historia y mercedes del intervencionismo imperialista, en la oportunidad que tuvimos durante la Segunda intervención francesa y el consecuente gobierno del Emperador Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena, hombre blanco, moderno, lleno de ideas novedosas y listas para salvar al pueblo mexicano de los estragos del pueblo mexicano, oportunidad que, representados por Juárez y compañía, ese grupo pervertido por la idea de la autodeterminación y el derecho de los mexicanos a definir el destino de México, no supimos aprovechar y terminamos tirando a la basura tras fusilar a su Majestad Imperial. La invitación que hacen los congresistas Lindsey Graham y Dan “el bucanero” Crenshaw para que el ejército de los Estados Unidos intervenga en México para combatir el tráfico de fentanilo, puede ser la ultima oportunidad que tiene nuestro país de abrazar un futuro que asegure nuestra permanencia y garantice nuestra sujeción. Darle la espalda ─sin lugar a dudas─ habrá de condenarnos a la libertad, cuando bien podríamos consagrarnos ¡Finalmente! como un protectorado de nuestro vecino del norte, consagrarnos como ese patio trasero que defenderá y cuya supervivencia asegurará para no perder la oportunidad de seguirlo explotando.

    Entrados en gastos

    Tampoco faltarán quienes se encuentren confundidos ante el rechazo que la sacrosanta oposición a la CuatroTe ha manifestado ante el uso y abuso del Ejército Mexicano en tareas civiles, en la construcción del AIFA, en la Guardia Civil, la construcción del Tren Maya, rechazo de aquello que la oposición llama a diestra y siniestra militarización ¿Cómo empatar este rechazo con el aplauso a la presencia del Ejercito Estadounidense para combatir al narcotráfico? No hace falta resolver esa aparente paradoja ¿Qué más da? Lo importante es que el intervencionismo imperialista es imperialista y no es mexicano, lo importante es que vienen a rescatarnos de nosotros mismos, a decirnos como hacer las cosas, a convertirnos en una colonia de facto, a restituirnos en ese estatuto que nunca debimos haber perdido, el de sucursal de una potencia extranjera que, lejos de velar egoístamente por sus intereses y su identidad, se sacrificará para evitar que sigamos dando tumbos en el proceso de construir nuestra propia historia, y, de paso, nos colocará del lado ganador de la historia ¿Qué tenemos que hacer para lograrlo? Nada más que cruzar los brazos y someter nuestra voluntad a las órdenes de alguien que está listo para darnos órdenes.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • La desinformación a la calle

    La desinformación a la calle

    Nadie debe dudar que la concentración del pasado 26 de febrero aglutino a los principales defensores de la democracia ─reducida a al acto electoral─ y la libertad ─limitada a la libertad de consumo y de elegir como morir de hambre. Dicho evento tuvo sacó de sus mansiones a la crema y nata del conservadurismo nacional, personajes a los que pocas veces se les ve a nivel de suelo, quienes extrañamente se codean con la muchedumbre, quienes difícilmente recorren la calle a pie.

    Sin embargo, la virtud de la marcha en defensa de la parálisis y el anquilosamiento institucional del INE no se reduce al esfuerzo realizado por garantizar que ningún mexicano entienda que la democracia va más allá de la emisión de credenciales electorales y el conteo de votos, más allá de constreñir la lucha por la libertada a la libertad de elegir productos iguales, con etiquetado diferente de entre los estantes den el supermercado, y ─sin quitarle un gramo de importancia a la insignificante relevancia que tiene haber visto a Luis Carlos Ugalde, Fernando Belauzarán, Santiago Taboada, Claudio X. González, Claudia Ruiz Massieu, Marko Cortés, entre otros─ el desfile de políticos que se distinguen por su nula cercanía con la sociedad. No.

    La virtud de la macha va mucho más allá, tiene que ver con la praxis infodémica, con poner en práctica y llevar a la calle la desinformación, para que miles de personas protestaran en contra de algo que, en el mejor de los casos, desconocían y, en el peor, apoyaban.

    La gente ─poco acostumbrada a recorrer cualquier parte de la ciudad, salvo los centros comerciales, a pie─ salió y tomo el Zócalo para dar cuerpo a una manifestación política, que más que manifestación es un pretexto con esperanza de convertirse en bandera que de cause y sentido a la menguada oposición mexicana, que se opone ─¡Y como no!─ a que cualquier ciudadano mexicano pueda votar, pocas cosas son tan peligrosas para los privilegios de quienes nacieron privilegiados, como la posibilidad de que cualquiera incida en la toma de decisiones ¿Qué es eso de que personas en prisión preventiva puedan votar? ¿Para que queremos que personas en estado de postración puedan votar? ¿De que sirve y, sobre todo, a quien beneficia, facilitar el voto de personas en el extranjero? Si están fuera del país que no se metan en lo que pasa en el país, si no pudieron resistir el embate neoliberal que los expulso de su tierra, no es culpa de los defensores de una democracia light que se concentra en nada más que el acto electoral y la emisión de credenciales de elector.

    La gente salió a protestar en contra de una reforma que no modifica las facultades del INE para integrar el padrón y la lista nominal de electores, en contra del hecho de que los legisladores tengan que separarse de su cargo cuando busquen la reelección, en contra de que el conteo de votos inicie el mismo día de la elección ¿Qué es eso de contabilizar votos el mismo día de la elección? ¿Por qué no dejar los paquetes electorales a buen resguardo en un lugar donde nadie pueda hacer el escrutinio y así poder jugar con ellos ─en la medida de lo posible y siempre pensando en el interés de quienes velan por intereses ajenos al de los mexicanos─ como la clase aspiracionista juega con los días de corte de sus tarjetas de crédito?

    Imbuidos por este espíritu que defiende una democracia reducida a la elección de productos en un anaquel, la ciudadanía que sí lee, que no se deja llevar por la opinión de un líder, que resiste a la alienación ideológica gracias a la alienación de los aparatos ideológicos; armada con el discurso de Brozo y Loret de Mola, arropada con las consignas que la doctora Dresser alcanzó a expresar antes de que ella misma se declarara victima de asesinato verbal, mostró el profundo conocimiento que tiene en materia electoral, en el llamado “Plan B”, y una habilidad para leer entre líneas, que digo leer entre líneas, para adivinar las intenciones ocultas, no manifiestas, no plasmadas, no sugeridas, que el “Plan B” disfraza.

    Así, ese cumulo de consumidores aspiracionistas que prefiere ser denominado ciudadanos, sostuvo que la reforma al INE busca desaparecer, quitar, erradicar y destazar al INE al mejor estilo de un carnicero que ─cuchillo en mano─ corta en pedazos la carne de un animal para que otros puedan consumirla. Afirmaron que de la autonomía del INE depende la autodeterminación del país, poco importa si un concepto está relacionado con el otro, lo que importa es que los dos empiezan con el prefijo auto─ y suenan bonito cuando se utilizan juntos en una sola frase. Salieron a las calles, en un ejercicio democrático que no encontró fuerza alguna que se le opusiera, para declarar que la democracia y la libertad de expresión están en riesgo, que la reforma al INE elimina nuestra posibilidad de votar, de elegir, elimina el padrón confiable donde las personas son identificadas con fotografía y dirección, nos quitará la credencial de elector y perpetuará a López Obrador en el poder.

    En resumen, la clase aspiracionista salió a las calles a defender el legítimo derecho de la clase privilegiada a contar con un organismo estático, monolítico e intocable que garantice la simulación democrática, y salió con sentencias amarillistas tan cercanas a la realidad como lo está Acción Nacional, el PRI o el PRD ¿Quién quiere tener los riesgos de la democracia cuando podemos contenerlos jugando a las elecciones cada tres años? ¿A quien beneficia que la población decida el rumbo del país cuando un grupo reducido de personajes, por los que nadie ha votado, tiene clarísimo el rumbo que el país debe conservar para que ellos conserven sus privilegios?

    Entrados en gastos

    Afortunadamente, aunque no faltará quien piense que esto es un completo atropello a la voluntad popular, que nunca sabe que no sabe lo que quiere y necesita, podemos estar tranquilo y contar con que desde el Poder Judicial se dará marcha atrás a este democrático golpe que se le da a la democracia al intentar contar con un instituto electoral que sea más eficiente. Podemos estar seguros de que entre las 30 controversias constitucionales que la Suprema Corte de Justicia de la Nación admitió en contra del “Plan B”, Norma Piña y cia. encontrarán, un error de redacción, una coma mal puesta, una palabra no acentuada, para dar reversa a este dictatorial atentado democrático en contra de la simulación democrática en la que vivimos, si encontraron elementos para liberar a Rosario Robles, descongelar las cuentas de García Luna y Cárdenas Palomino, y cancelar la orden de captura contra Cabeza de Vaca, encontrar un clavo ardiendo del cual asirse para desmantelar el “Plan B” no representará ningún problema.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Por una cobardía que permita huir valientemente

    Por una cobardía que permita huir valientemente

    Se equivocan quienes creen que la carta de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa en la que se dirigió a los mexicanos y a las mexicanas ─los mexicanes, pues─ es un acto de cobardía que no buscaba otra cosa que intentar sacudirse el alud de mierda con el que quedó sepultado después del juicio y veredicto en contra de Genaro García Luna. No. Nada de eso.

    La carta en la que Felipe de Jesús Calderón Hinojosa se dirigió a los mexicanes, fue ─más allá de toda creencia, suposición o sospecha─ un acto de cobardía que no buscaba otra cosa que intentar sacudirse el alud de mierda con el que quedó sepultado después del juicio y veredicto en contra de Genaro García Luna, su mano derecha y ariete en la “Guerra contra el narcotráfico”. Un acto de cobardía que renegó de la oportunidad de coronarse con la siempre despreciable corona del cinismo vulgar, ese cinismo propio de hombres de leyes que se dan golpes de pecho y se rasgan las ropas.

    Pero no se confundan, la cobardía propia Calderón, la cobardía propia de aquellos que prefieren disparar y luego averiguar, no es mera cobardía. No. Nada de eso. La cobardía del enano es un acto de valentía, la valentía de quien sabiéndose nada, acata las ordenes del patrón y actúa en consecuencia, sin criterio, ni escrúpulos que se interpongan entre él y su consigna. Esa es la valentía que hace falta en nuestro México hoy por hoy, la valentía de decir; “estoy al frente de una república bananera y mi obligación es la de entregar los recursos de la misma a los dueños del capital”, el tesón de quien no duda en afirmar ─cada mañana frente al espejo─ “estoy aquí porque así lo decidió un grupo minoritario, una elite privilegiada, y a ellos me debo, mi trabajo debe ser en pos de esos privilegios, para preservarlos y aumentarlos”, el temple de acero de un mandatario a quien no le tiembla la mano para organizar una “guerra en contra del narcotráfico” como estrategia de control poblacional que le permita desplazar a esos habitantes que ─aferrados a su terruño─ se niegan a abandonar zonas que bien podrían ser explotadas por gaseras, mineras o cualquier otra empresa nacional o extranjera que tenga la capacidad de explotar los recursos de la nación para beneficio propio, dejando que caigan migajas sobre el territorio nacional, migajas por las que siempre debemos estar agradecidos.

    Pero no nos quedemos ahí. No. La valiente cobardía de Calderón reparte, después de que el jurado declarara culpable de todos los cargos al ingeniero García Luna, con una graciosa mutación del yo al nosotros, el éxito de su estrategia con “miles de soldados, marinos, policías, ministerios públicos, mujeres y hombres”, porque “la lucha por la seguridad de los mexicanos no era responsabilidad de una sola persona.” Esa sola línea, vale el arduo esfuerzo, el haber dejado los ojos arrastrando cada una de las palabras que escribió Felipín, “no era responsabilidad de una sola persona.” No. No. Y más no. Era responsabilidad de todos los mexicanos y mexicanas ─mexicanes, pues─ y como tal, el que el jurado encontrara culpable a García Luna, significa que el jurado encontró culpable a todo México.

    De ahí que tanto comentócrata, resentido por la pérdida de esos apoyos gubernamentales que les permitían vivir como si en verdad hubieran nacido dentro de la clase privilegiada, insistiera en que en Nueva York no se juzgaba a un narcotraficante, se juzgaba a todos los mexicanos. Si Calderón cae, caemos todos. No olvidemos eso. Nuestra desgracia es no entender que debemos preservar los privilegios de unos cuantos, a pesar de nosotros mismos.

    Entrados en gastos

    Probablemente pasó desapercibido por la mayoría de quienes apoyan a la CuatroTe, pero ese enorme estratega y estadista que es Felipillo, tuvo la amabilidad y visión de redactar su carta en español y en inglés. Los menos inteligentes se preguntarán ¿por qué se dirige a los mexicanes en ingles si los mexicanes hablamos español? La respuesta, a pesar de ser evidente no está al alcance de cualquiera, el compromiso calderonista de entregar los recursos nacionales a quien mejor pueda explotarlos, siempre y cuando no sea el Estado Mexicano ni la ciudadanía, no se terminó el día en que Calderón entregó la presidencia a esa maquina de memes mejor conocida como EPN.

    No, quien es vendepatrias es vendepatrias independientemente de si es presidente o un simple bebedor de Bacardí blanco. Felipin tiene un compromiso, una misión y una deuda con sus patrones, y sabe que, de cumplirse su objetivo, el español será lo de menos en territorio mexicano, y que ─por otro lado─ la resiliente clase privilegiada nacional, se siente más cómoda leyendo en inglés que en su lengua materna, en la que casi cualquier mexicano puede leer ¡Que feo!

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Camiones de reconversión para chairos

    Camiones de reconversión para chairos

    Gracias a la incansable labor del apóstol de la democracia, la libertad de prensa, la gente de bien y todo aquello que usted guste y mande, Pedro Ferriz de Con, me entero que, para la segunda marcha en defensa del INE, la ciudadanía, la gente bien, y todo aquello que usted guste y mande, habrá servicio de transporte ─que no es lo mismo que transporte para acarreados, eso es propio de pobres, chairos, y gente que vende su despertar u conciencia cívica a cambio de un frutsi y una torta, como lo dejó claro la nunca clasista oposición, al referirse a la gente que decidió marchar al lado de Andrés Manuel López Obrador a finales del año pasado─ cuando menos, de Lomas de Tecamachalco al Zócalo.

    Dicha noticia, se recibió con una sonrisa sarcástica por los partidarios del presidente, con un dejo de ironía por aquellos que está acostumbrados a hacer leña del árbol caído de la oposición, quienes, de inmediato, cuestionaron el que gente acostumbrada a no compartir espacio con sus congéneres, recurra a practicas que rayan en el acarreo burdo. Al hacerlo, al criticar el acarreo que no es acarreo, aquellos que piensan que el INE sí se toca, obviaron el hecho de que dichos camiones más que un transporte son una oportunidad, oportunidad de integración de un México dividido y polarizado, oportunidad de reconvertir a quienes ─confundidos─ creen, creyeron o podrían seguir creyendo que México necesita una transformación profunda que atente en contra de los privilegios de quienes saben que no hay transformación que valga su estilo de vida.

    Para empezar, si algo caracterizará estos camiones, no será el aire acondicionado y los servicios que, sin duda alguna, no faltaran. No. Lo que los caracterizará será la concentración de aspiraciones que viajarán en ellos. El grueso de sus pasajeros desbordará aspiracionismo clasemediero, tanto, que terminará por derramarse y contagiar a quienes suban ─en un descuido, incluso contagiará a quienes se acerquen a los camiones─ y tengan dudas sobre su legitimo derecho a aspirar un estilo de vida que solo es accesible para el 1% de la población.

    Será tal la concentración de aspiracionismo sobre ruedas, que todo aquel que suba pensando que es un simple mortal, bajará convencido de que es su derecho de nacimiento vivir pagando créditos a meses sin intereses, administrando prestamos para poder consumir como Dios manda y vistiendo las galas ─versión comercial─ que visten la presentadora de TV convertida en reina consorte de España, Letizia Ortiz, o el rey de los geriátricos Carlos III del Reino Unido. Viajar ─así sea por unos minutos─ en esos camiones permitirá a cualquiera que piense que el bien común puede tener alguna importancia, convencerse de que la meritocracia es el único camino que se puede recorrer y afirmar ─sin pena alguna─ que los pobres son pobres por que quieren. El más férreo comunista, bajará de ese camión convertido en un emprendedor militante del más rancio echaleganismo hayekiano.

    Más allá de la manifestación del 26 de febrero, más allá de su éxito, que será exitosa porque sus asistentes ya lo decretaron, estos camiones deben convertirse en una practica cotidiana de reconversión chaira. Una práctica que permita a los progres más progres ─tan cercanos al conservadurismo y la defensa del sagrado derecho de anteponer sus necesidades y caprichos individuales por sobre todas las cosas─ consolidar sus demandas identitarias al punto de transformarlas en mercancías de consumo, convertir sus deseos y exigencias en productos empaquetados y listos para venderse en los estantes de los mejores supermercados ¿Por qué no? En la elegante estantería de City Market o Chedraui Selecto. Todo ello, sin privarlos del derecho a protestar, no solo de cuando en cuando caminando un par de kilómetros rumbo al Zócalo, sino desde la comodidad de sus casas, negándose a consumir productos que dañen el medio ambiente o que no sean amigables con los animales, y comprando productos “verdes”, “feministas” o “políticamente correctos”. Pasando de lo colectivo a lo personal sin renunciar a su conciencia ni a su sofá. Consolidando en el consumo su actuar político.

    Entrados en gastos

    El uso y abuso de estos camiones de reconversión inversa de las preferencias político-consumistas del electorado mexicano, es el ingrediente que hace falta al PANismo para consolidarse como esa oferta política que sea capaz de aglomerar no solo a lo más apolillado de la reacción nacional, propio del origen histórico del PAN. Le permitirá seguir sumando PRIistas desencantados no con la institucionalización que paralizó a la Revolución, sino con la Revolución misma; PRDistas tribales que han entendido que su supervivencia se ve amenazada por la participación democrática de la población; progres que mueren de ganas por ser aspiracionistas; y adeptos temporales a la CuatroTe que empiezan a darse cuenta que eran participes y beneficiarios de un sistema de privilegios al que tenían acceso por el solo hecho de haber nacido donde nacieron. En fin, solo los pobres ─que como todos sabemos, son pobres porque quieren ser pobres─ no podrán disfrutar del poder anquilosador de estos camiones. Por otro lado, alguien debe trabajar para que la clase privilegiada pueda disfrutar de sus privilegios sin tener que sudar por ello.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Más y mejores candidatos para la Orden Mexicana del Águila Azteca

    Más y mejores candidatos para la Orden Mexicana del Águila Azteca

    Sacudió, como inevitablemente sacude enterarse de aquello que sacude, a la prensa critica (con la pérdida de sus privilegios), los partidos de oposición ─siempre comprometidos con la defensa de la democracia de consumo y la libertad de mercado─ y a los ciudadanos de bien, el que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador condecorara con la Orden Mexicana del Águila Azteca a Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba.

    Y es que resulta indignante, más allá de las justas críticas que desde el mundo libre ─donde se aplaudieron los 16 años de mandato de Angela Merkel─ se hacen al régimen cubano, que se reconozca “la cooperación en temas de salud entre las dos naciones mediante el envío a México de médicos y enfermeras, con la finalidad de apoyar durante la pandemia del virus SARS-CoV-2, así como la recepción en Cuba de cientos de estudiantes de medicina para cursar distintas especialidades, la venta de vacunas y medicamentos a nuestro país y la suscripción de un acuerdo bilateral de cooperación en materia de salud”, impulsada por el gobierno de la isla.

    ¿Cooperación en temas de salud? ¿Eso qué? El Águila Azteca está para reconocer otras cosas, no ridiculeces como la labor médica en México y el mundo, no nimiedades como el diseminar un mensaje de esperanza a todo el mundo, como dijera el presidente de la Fundación Coreana por Servicios de Salud Internacional cuando la Organización Panamericana de la Salud entregó el premio LEE Jong-wook de la OMS a la Brigada Médica Internacional Henry Reeve de Cuba ¿Qué son esas niñerías de reconocer a quienes se dedican a “hacer lo correcto, en el lugar correcto, en la manera correcta” como solía decir el fallecido Dr. LEE Jong-wook?

    La Orden Mexicana del Águila Azteca está para otras cosas, está para reconocer a individuos que han ayudado a cuadrar agendas, tal como se hizo durante el sexenio de Don Enrique Peña Nieto, cuando se otorgó, en 2015, al ahora rey Carlos III, por “haber impulsado” la visita de Estado (por cierto, y adelantando las críticas, no es lo mismo ser Rey por derecho divino y pertenecer a una familia que ha reinado una isla, si elección popular de por medio, desde 1714, que ser presidente de la Republica de Cuba, heredero de la Revolución Cubana, que gobierna la isla desde 1959, cuando derrocó al régimen de Batista, hay 245 año de diferencia, mismos que deben respetarse); el Águila Azteca está para reconocer a quienes contribuyeron en la negociación de tratados, como se hiciera con Jared Kushner, yerno de Donald Trump, por su participación en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). No para tonterías como la salud de las personas, personas que, tarde o temprano, habrán de morir ¿Para que dedicarles tiempo y recursos?

    Es por ello que, siguiendo el ejemplo de personajes que verdaderamente merecen la más alta distinción entregada a extranjeros, reconociendo sus “servicios prominentes prestados a la Nación Mexicana o a la humanidad”, como los casos mencionados, o como son Bono, vocalista de la banda U2 a quien condecoró el señorón Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, por su labor humanitaria, Bill Gates, también condecorado por FECAL por su contribución para que “haya un México ganador”, o Mario Vargas Llosa, por su “trayectoria y contribución al quehacer cultural” de México; propongo un par de candidatos que sin lugar a dudas debían ser condecorados antes que Diaz-Canel: José María Aznar y Volodímir Zelenski. El primero, por su ardua e incansable labor por recordarle al pueblo de México lo mucho que debe estar agradecido con la Corona Española, sin quien los pobladores de este país jamás hubiéramos tenido ni lengua ni religión… probablemente ni vestimenta ¡Que horror! Y al segundo, por la heroica forma en la que ha defendido la libertad ucraniana en contra de la tiranía rusa, en especial por mostrarnos que la defensa de la libertad no está peleada con el estilo casual y el bien vivir, tal como lo demostró posando junto con su esposa para la revista Vogue.

    Entrados en gastos

    Asumiendo que ─en general─ la oligofrenia es universal, y ─en particular─ la de Margarita Zavala resulta fuera de este mundo, no sería difícil justificar la entrega de la Orden Mexicana del Águila Azteca a Margarita Ester Zavala Gómez del Campo, por sus “servicios prominentes prestados a la Nación Mexicana y a la humanidad”. Nadie puede negar el bien que hizo, al orbe entero, manteniendo al pequeñín de Felipe Calderón en estado etílico durante gran parte del día, la forma heroica en la que ayudó a su hermano para que se le otorgaran contratos con PEMEX, o el modo en el que contribuyó para que su prima fuera exonerada de todo cargo por la tragedia de la Guardería ABC; pero, sobre todo, por la manera tan graciosa en al que abandonó la contienda presidencial, en la que López Obrador resultó vencedor.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Formar maestros que formen borregos

    Formar maestros que formen borregos

    Fue poca la indignación que provocó entre nuestra intelectualidad, de izquierdas y derecha, el indudable mandato ─disfrazado de recomendación─ que la SEP hiciera a los maestros para leer, esos pasquines panfletarios que sacudieron al mundo, “El Capital” de Karl Heinrich Marx y “¿Qué hacer?” de Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin.

    Afortunadamente, Reforma, y otros medios entregados a la defensa de lo derecho de nuestra clase privilegiada a preservar sus privilegios, no permitió que dicha atrocidad pasara inadvertida y pego el grito en el cielo al denunciar ─maroma cuántica de por medio─ que una recomendación de esa naturaleza es un mandato que se convierte en afrenta que deviene en cisma para nuestro modelo educativo nacional y la razón de ser del mismo. No solo porque invita a los maestros a leer ¿Para que necesita leer un maestro? Sino porque pone en sus manos material incendiario que pudiera traducirse en la formación de sujetos críticos y no en la mansa mano de obra que nuestra clase empresarial necesita para aumentar sus ganancias, preservar el orden social establecido y disfrutar de esos privilegios que ─por derecho divino─ les corresponden.

    ¿Cuál es el beneficio de leer estos textos que defienden una ideología clara? ¿Por qué leer a Marx o a Lenin es mejor que dejarse arrastrar por la lógica consumista y de sobre producción? De entrada, la sutil lógica de dominación del capital, que apela a los sentidos de los sujetos y busca seducirlos a través de ellos, seducirlos para controlarlos y que al mismo tiempo se sientan libres, es mucho mejor que formar gente crítica que sufra mientras lucha por defender y conquistar aquello en lo que cree, lucha que normalmente deviene en frustración ¿Queremos formar sujetos frustrados? Sé que no faltará quien piense que un sujeto critico es preferible a un obrero calificado, que la ciudadanía debe construirse a través de la formación de individuos que tengan la capacidad de entenderse a si mismos, entender su entorno y ─en consecuencia─ incidir en ese entorno para transformarlo.

    A ellos, a quienes piensan así, les pido que reflexionen sobre lo problemático que resulta para un empresario, lidiar con un trabajador que no está interesado en aumentar las ganancias de la empresa para la que trabaja, un trabajador que está interesado en mejorar su realidad, pelear por sus derechos laborales, etc. ¿En verdad les parece justo para ese empresario tener que padecer eso mientras lucha contra la competencia por tener más y mejores ganancias? ¿No sería preferible que la escuela siga formando sujetos pasivos, conformes con un mínimo salario mínimo (tan mínimo como sea posible), acostumbrado a cumplir un horario de trabajo sin protestar y a dar la bienvenida a horas extra mal pagadas? ¿No es mejor un obrero al que desde la educación básica se le adiestre para no cuestionar?

    Un maestro no necesita entender ─¡Qué digo no necesita, no debe entender!─ que “la clase dominante pretende mantener las relaciones productivas tal y como existen en la sociedad” ¿Para qué? Lo que el docente debe hacer es garantizar que la clase dominante pueda mantener las relaciones productivas tal y como existen en la sociedad, incluyendo a los docentes mismos. El maestro tiene la doble función de mantenerse dominado por la clase dominante y de posibilitar que los educandos sean dominados. Marx lo explica perfectamente, a la clase dominante “lo que le interesa es únicamente que el máximo de fuerza de trabajo se pueda movilizar en una jornada laboral”. Pero la fuerza de trabajo no tiene por qué saber esto, basta con que se movilicen, como se moviliza el ganado que va al matadero, sin cuestionar, sin protestar y ─sobre todo─ agradecidos por la oportunidad que el empresario les da para medianamente sobrevivir mientras se les permite morir ─libremente─ de hambre.

    ¿Para qué presentarles propuestas concretas sobre la organización y la estrategia que debe seguir un partido revolucionario? ¿Qué sentido tiene ahondar en la necesidad de librar batallas económicas, batallas por mejores salarios, mejores horarios? ¿A quien beneficia esto? ¿Al empresario? No. No. Y más no ¿Entonces? Si algo debe garantizar la educación es que cada sujeto entienda su lugar en la cadena de producción y entienda que la cadena de producción debe cuidarse como algo sagrado, inamovible e intocable, algo que no debe profanarse por manos no privilegiadas.

    Entrados en gastos

    Si vivimos bajo una dictadura del capital, que no tiene más objetivo que aumentar las ganancias de los capitalistas, sin importar que esto devenga en crisis ambiental, marginación social, problemas globales de salud y precarización de la vida de la clase obrera. Y si esa dictadura nos da la doble libertad de fantasear con que somos libres y elegir la forma en la que habremos de morir de hambre ¿Para que buscarle tres pies al gato generando una lucha de clases que imponga la dictadura del proletariado que vea por los intereses de la mayoría?

    Mucho se ha trabajado para convencer a buena parte del proletariado de que no son obreros, muchos esfuerzos se han realizados para seducirlos y conseguir que se conformen con soñar con un estilo de vida que gamas alcanzarán, una educación que revierta estos esfuerzos y que siembre en los sujetos la idea de que “la forma del proceso social de vida, o lo que es lo mismo, del proceso material de producción, sólo se despojará de su halo místico cuando ese proceso sea obra de hombres libremente socializados y puestos bajo su mando consciente y racional”, será una educación que atente contra los principios fundamentales de toda sociedad que se respete, que aniquile las aspiraciones de nuestra noble clase aspiracionista y sobre todo, que atente contra los privilegios de nuestra clase privilegiada, que tanto ha hecho por todos nosotros y que amablemente nos permite ser espectadores de sus lujos y excesos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Un ADN sintético que nos convierta en lo que no somos

    Un ADN sintético que nos convierta en lo que no somos

    A nadie debería sorprender la cantidad de golpes de pecho que propios y extraños se han dado a raíz de las siempre inocentes y nunca interesadas, y/o con una agenda oculta, declaraciones del “N” veces heroico Ciro Murayama. La democracia no está en el ADN de nuestro país ─sostuvo estoico el consejero ¿En verdad ─genuinamente─ les sorprende? Lejos de molestarnos por la honestidad y claridad de Murayama, lejos de indignarnos por la humildad con la que se postra como sujeto colonizado frente al orden mundial establecido y regulado por blancos anglosajones protestantes, deberíamos mostrarnos discretamente agradecidos.

    Aceptando nuestras limitaciones, no solo socioculturales, nuestras limitaciones naturales, podremos crecer, madurar, evolucionar ─en el más puro sentido del darwinismo social─ como pueblo. Dejar de ser esos salvajes precolombinos que somos, y consagrarnos como ─parafraseando al adoptador de mexicanos, Enrique de la Madrid─ la mejor proto potencia post colonial colonizada posible.

    Lo primero, es reconocer que tenemos un atraso histórico en comparación con los países civilizados, ese largo trayecto que llevó a los primeros seres humanos a través del Estrecho de Bering, no fue tan rápido como hubiéramos deseado, pero no solo eso, el retraso de los homínidos pedestres, se vio agravado por el nulo sentido de urgencia que mostró la Corona de España para civilizarnos. Todo ello, sin entrar en la mala pasada histórica que significó ser sometidos por ellos y no exterminados por los ingleses. Lo segundo, es entender que nuestra herencia hispana nos vacunó en contra de ese ideal de ADN democrático propio de hombres y mujeres blancos, sujetos probos, de bien, amos y señores del paraíso en la tierra. No solo somos ─en el mejor de los casos─ buenos salvajes, somos buenos salvajes católicos, ajenos a la labor y dejados a la deriva de la oración. Por último, en este contexto en el que incluso deberíamos dudar de contar con un ADN humano, solo dejando de ser lo que somos, podremos ser lo que no somos, sin ser jamás lo que no somos. Seremos blancos no blancos, sajones latinos y protestantes católicos guadalupanos, vistiendo ropas Tommy Hilfiger diseñadas para ser vestidas por europeos.

    El ADN democrático, que no encontramos en nuestra doble hélice, es un complemento alimenticio que podemos ¡Debemos! Implementar en nuestra dieta sociocultural. Ese complemento ─como humildemente señaló Ciro Murayama─ es nuestro sistema electoral: un anexo sintético a nuestro antidemocrático, salvaje y premoderno ADN. Y es por ello, por la ardua labor de los Lorenzos Córdova y los Ciros Murayama ─sin olvidar a los Joses Woldenberg ni a los Luis Carlos Ugalde─ para sintetizar el ADN democrático, que debemos gratitud eterna a quienes defienden la democracia de la voluntad popular, quienes trabajan para salvaguardar la democracia del voto masivo de la ciudadanía, quienes ─ conscientes de nuestras tendencias, nuestro incontrolable impulso por encumbrar lideres autocráticos─ nos protegen democráticamente de nosotros mismos, al mejor estilo de Bartolome de las Casas, cuidándonos como a menores de edad a los que hace falta decir cómo deben conducirse.

    Entrados en gastos

    Es por ello que ese prócer de la democracia, las libertades individuales y la justicia social, Gabriel Quadri, insiste sin cansarse de insistir, en la reivindicación de la figura transformadora, modernizante, paternal, firme pero amorosa y blanqueada a base de talco, de Porfirio Diaz, quien ─visionario entre los visionarios─ anticipó el problema y desastre que destapaba Madero al liberar al tigre, el caos de someter al pueblo a las decisiones del pueblo, el horror de invocar fuerzas que no cualquiera puede controlar, las fuerzas del sujeto y su manifestación colectiva: la masa, que ilusamente piensa que sabe lo que es mejor para ella. Urge una dictadura democrática que nos obligue a comportarnos de forma civilizada, que respete el derecho divino de las clases privilegiadas a preservar sus privilegios, que conjure la maldición del pueblo pensando que puede pensar por el pueblo, y que sustituya nuestro inexistente ADN democrático.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • ¡Plagiarios del mundo unidos!

    ¡Plagiarios del mundo unidos!

    El ser humano no es un animal político, tampoco social, mucho menos racional. El ser humano es un animal que se da golpes de pecho, que se rasga las ropas a la menor provocación. El caso de Yasmín Esquivel es solo una muestra de ello. Quemar en leña verde a la ministra por el sólo hecho de plagiar la tesis que presentó para obtener su titulo de licenciatura y esperar un acto de contrición al verse expuesta, es apostar a la apuesta favorita de la clase política liberal: la hipocresía.

    Le moleste a quien le moleste, y haiga sido como haiga sido (Calderón dixit), la tesis de la ministra fue validada y el titulo emitido por la Universidad Nacional Autónoma de México, máxima casa de estudios del país, y sirvió de base para que Esquivel construyera una carrera que la llevó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin duda alguna, esto no dice nada sobre el estado de putrefacción en el que se encuentran ─desde hace décadas─ las instituciones mexicanas, y reafirma el credo opositor de conservar todo como está, de la nula existencia de la necesidad de transformar al país, de lo exagerado que resulta querer construir una realidad diferente.

    Pero más allá de ello, más allá del excelente estado de salud del que gozan nuestras instituciones, y regresando a Yasmín Esquivel ¿Por qué habría de avergonzarse? ¿Por qué justos y pecadores le exigen arrepentimiento? Que se avergüencen quienes escribieron su tesis, independientemente si para ello se tardaron mucho o no, independientemente si se trató de una tesis mediocre, presentada para cumplir con el trámite, o de una tesis que transformó de fondo el estado de la materia de su área de estudio. Que se avergüencen por detenerse en algo que no merece detenerse. Habiendo tantas tesis escritas, resguardadas y empolvadas en las bibliotecas de nuestras universidades y centro de investigación, resulta mucho más responsable reciclar o reutilizar el empeño que alguien puso en la redacción de su tesis, que escribir una nueva. Páginas impresas sobran en el mundo ¿Quién necesita más? ¿Qué aportan? ¿Quién las va a leer? ¿Tres o cinco académicos que fungen como directores de tesis o sinodales de una ceremonia arcaica y anquilosada por la que los estudiantes tienen que atravesar para obtener su título?

    Que se avergüencen quienes dedicaron tiempo y esfuerzo en escribir una tesis para cumplir los caprichos, de toga y birrete, y justificar el trabajo de un puñado de académicos que lucran con el esfuerzo de sus estudiantes, que son recompensados ─cual obrero de maquila─ por el numero de tesis que sacan (a destajo) anualmente. En todo caso, el plagio de la ministra es un acto de rebeldía, una lucha en contra de un sistema opresor es un acto precursor en su carrera por la defensa de los derechos humanos, y no un asunto deshonesto y condenable. Un homenaje por parte de Yasmín a Edgar Báez y todas las víctimas del sistema de titulación universitario. Una loa al reuso y abuso de los derechos de autor.

    Los grandes artistas copian, los genios roban, reza el viejo adagio atribuido a Picasso y común y erróneamente adjudicado a Steve Jobs, pocas cosas deben provocar tanta satisfacción como robarse la autoría de esa frase. Si hay algo de razón en ello, la ministra se acerca a la genialidad absoluta y, no sé ustedes, pero prefiero tener a un genio en la Suprema Corte, que a un sujeto que, en las penumbras de la biblioteca, trabajó arduamente en la investigación y redacción de un documento que pasó al olvido en el momento mismo en el que obtuvo su título.

    La historia de la humanidad es la historia del robo y la apropiación de lo ajeno. Y mal harían los agentes de la historia en avergonzarse por ello ¿Cuándo se ha visto a la corona británica o a la española mostrar tantita vergüenza, así sea tan poca que nadie la vea, por haberse apropiado, sin más derecho que el que da invadir un territorio, de las riquezas materiales, la cultura y la vida de los sujetos que colonizaron? Su grandeza está cimentada en el despojo del otro, en la sumisión de seres libres que fueron reducidos a la condición de animales, y nadie espera arrepentimiento alguno. Es más, ni siquiera se sonrojan por ello. No. Y mal harían en avergonzarse, la culpa es de los pueblos nativos que se dejaron conquistar, que no habían descubierto o no sabían utilizar la pólvora, que se encontraban en franca desventaja armamentista y que ─¡Horror de los horrores!─ se contagiaron de enfermedades para las que los europeos eran resistentes. Exactamente lo mismo sucede con la ministra, mal haría en arrepentirse, que se arrepienta Edgar Báez y cualquier otro que sea plagiado por no desarrollar los mecanismos suficientes para evitar que su tesis, mientras descansa en los estantes de la librería, sea plagiada.

    Entrados en gastos

    En un mundo que premia el éxito, la fama y la exposición mediática sobre todas las cosas, Yasmín Esquivel debe estar profundamente orgullosa de haber conseguido, gracias a su trabajo y esfuerzo plagiario, la notoriedad, importancia, tiempo en medios, ríos de tinta, y conversaciones anodinas, que ha conseguido. Se habla de ella como nunca antes se habló, como nunca se ha hablado de su trabajo a favor de los derechos humanos y de los grupos en condiciones de vulnerabilidad. Honor a quien honor merece, un plagio que se lleva a cabo con todas sus letras ─aparentemente también con todas sus comas y puntos─ vale más que cualquier trayectoria laboral. ¿Vergüenza? Vergüenza no es robar y que te atrapen, vergüenza es salir a la calle desnudo y que nadie voltee a verte.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
  • Dignifiquemos la tiranía

    Dignifiquemos la tiranía

    Mucho me temo que hay poco ─si no es que nada─ que celebrar en el hecho de que nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, fuera reconocido como tirano del año por la organización Index on Censorship. Si bien, no faltará entre nuestra clase conservadora ─siempre inclinada a los distintos fascismos, pero nunca con el temple que hace falta para confesarlo─ quien celebren gustoso con la fantasía de tener un Pinochet o un Videla nacional, la sola nominación, ya no hablemos del reconocimiento como “Tirano del año”, le queda grande a un hombre que ni siquiera se ha mostrado iracundo con sus opositores.

    Las credenciales y méritos del presidente mexicano, quien por tristeza fue electo democráticamente, perdiendo la posibilidad de hacerse del poder de forma violenta, se antojan insuficientes, por no decir completamente inexistentes, para merecer una condecoración de esa naturaleza. Sin importar si simpatizamos con él o no, López Obrador no tiene la estatura de Hitler, Stalin, Idi Amin, Sadam Hussein, Pol Pot o Mussolini, por mencionar a algunos con quienes ahora se le compara, sin duda alguna, de forma inmerecida, exagerando sus virtudes, cacareando como suyos, logros que no le corresponden.

    Al menor análisis, a la más superficial supervisión, la gloria tiránica de Andrés Manuel se desvanece en el aire. No resiste la más insignificante inspección: Ya lo dijimos, no conquistó el poder de forma violenta, se escondió detrás de las faldas de la democracia y ─quizá esto sea todavía peor─ detrás del voto libre y secreto de más de treinta millones de mexicanos. Pero la falta de atributos no se reduce a la convicción democrática del hoy “Tirano del año” para el 2022, quién hace poco vió como su partido perdía el control político administrativo de la mitad de la Ciudad de México, centro político del país y no hizo nada para impedirlo, no recurrió a la fuerza publica para intimidar a la ciudadanía, no manipuló los votos, no lanzó una campaña desde el Estado a favor de sus candidatos. No hizo nada de lo que se esperaría de un tirano.

    Por otro lado, tampoco ha acabado con sus rivales, los partidos políticos y la prensa que se oponen a su gobierno no han sido declarados ilegales, sus lideres y dueños no están recluidos en las mazmorras putrefactas de alguna prisión de la que ni siquiera muertos van a salir. Una vez más, López Obrador, no ha hecho nada para silenciarlos, controlarlos, desaparecerlos, la critica circula libremente y se desperdician un sinfín de líneas difundiendo noticias en contra de la CuatroTe, criticas y comentarios tendenciosos, sin que nada suceda, se dice y no pasa nada: la verdad sigue estando a debate en México y no hay nadie que la controle e imponga a justos y pecadores.

    Tampoco reina con el terror, si bien se ha apoyado en el ejército, lo ha hecho para que este se encargue de labores civiles, de desarrollo y construcción, no para patrullar las calles ─rifle en mano─ apuntando sutilmente en contra de cualquier ciudadano que pudiera imaginar que otro gobierno sería mejor ¡Horror de los horrores! Hace unos días se decidió que la Guardia Nacional patrullara el Metro de la Ciudad de México, pero sin armas ¡Sin armas! ¿Qué clase de tirano manda al ejercito a la calle y lo hace desarmada? ¿Qué clase de tirano predica una doctrina de abrazos, no balazos? 

    Frente a todo esto, nuestra única esperanza radica en la posibilidad de que Andrés Manuel busque gobernar por siempre y consolidar una dinastía de tiranos light ─por decir lo menos. Sin embargo, ha insistido una y otra vez en que no pretende reelegirse ¡Háganme el favor! Incluso cuando habla de la nula posibilidad de que se eternice en el poder, lo hace en términos democráticos, hablando de reelección cuando tendríamos que estar hablando de un atrincheramiento en Palacio Nacional, de un aferrarse al poder como lo hicieron, como lo hacen, los mejores representantes de la tiranía a nivel mundial. No. Nuestro líder insiste en el valor del voto ciudadano ¡Por vida de Dios!

    ¿De verdad no había mejores candidatos para encumbrarse como tirano del año? ¿Nuestros tiempos son tan sosos, tan inocuos, que no dan más que para tiranos convencidos del valor de la democracia, respetuosos de la libertad de expresión y opuestos a sembrar terror entre la ciudadanía? ¡Cuánto daño nos ha hecho el liberalismo y su discurso buena onda multiculturalista y tolerante donde todo cabe! Me niego a creerlo ─llámenme iluso─ pero estoy convencido de que en algún rincón del mundo existen tiranos que se han ganado con el sudor y la sangre de sus súbditos el derecho de ser llamados tiranos

    De entrada, entre los nominados por Indexo on Censorship, Abdel Fattah el-Sisi, presidente de Egipto desde hace nueve años, que ha recurrido a la fuerza publica para reprimir a sus opositores y a la prensa, tiene muchas más credenciales que AMLO, 65,000 presos políticos son 65,000 credenciales más que las de nuestro presidente. Teodoro Obiang Nguema Mbasongo, presidente de Guinea Ecuatorial, en el poder desde 1979, tiene una enorme ventaja sobre López Obrador, treinta y nueve años de ventaja. XI Jinping, presidente de China, y gran maestro en las artes de la censura, la vigilancia masiva y la desaparición e los derechos humanos, no tiene punto de comparación con nuestro presidente, quien frente a gigantes de esta naturaleza, se queda con menos que nada en cuanto a méritos tiránicos se refiere.

    Mencionaré a otros tres de los gobernantes que fueron homenajeados con el honor de ser nominados a “Tirano del año” para 2022: Ali Khamenei, líder supremo de Irán, en el poder desde 1989, quien entre otras credenciales, tiene la de reprimir sistemáticamente a la mujer en todo sentido, Kim Jong-un, líder supremo de Corea del norte, ejemplo por antonomasia del tirano contemporáneo, y el favorito de todos, Vladimir Putin, presidente de la Federación de Rusia, represor de opositores internos y externos, quizá el único de los candidatos que ha ido más allá de sus fronteras para imponer su lógica y control ¿Qué tiene que hacer nuestro presidente frente a estos titanes? No hay forma de compararlo, ni siquiera en la más fantasiosa de las fantasías opositoras merece tamaño reconocimiento.

    Entrados en gastos:  El triunfo de Andrés Manuel López Obrador como tirano del año se explica justo por su falta de compromiso con la tiranía, ni siquiera nos obliga a llamarlo líder supremo, mucho menos ha inventado un saludo con su nombre para imponerlo a toda la población. Solo en un país donde el gobierno no reprime a su población, donde los ciudadanos no son arrestados por pensar diferente, ni los opositores desaparecidos, quienes no están de acuerdo con el gobierno, pueden votar libremente para encumbrar a su presidente como tirano del año. El daño que al hacerlo, infringen sobre el noble oficio de la tiranía, les tiene sin cuidado, en su lógica liberal, en su hipocresía multiculturalista, están dispuestos a acabar con lo poco que vale la pena en el mundo con tal de no perder los privilegios que este gobierno “tiránico” no ha tocado en lo más mínimo.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.