Carlos Loret de Mola, a través de su medio Latinus, ha sido objeto de críticas por su cobertura de las protestas en Los Ángeles. Su reciente transmisión en vivo, realizada justo antes del toque de queda, ha despertado sospechas sobre su veracidad.

Muchos señalan que Loret utiliza su plataforma de desinformación para presentar una narrativa engañosa sobre los eventos y atacar a aquellos ciudadanos que exponen sus montajes.

Durante la previa de una cobertura, un grupo de youtubers afines a AMLO y Claudia Sheinbaum, incluidos Víctor Alfonso Buendía y Elianne Valadez, confrontó a Loret antes de transmitir. Estos creadores de contenido buscaban evidenciar la falta de rigor en su cobertura. No solo gritaron insultos, sino que también intentaron desmantelar la manipulación que define su trabajo en Latinus.

Loret ha utilizado agresiones verbales como parte de su estrategia, atacando a quienes se atreven a cuestionar su narrativa. Este caso destaca por su intento de ocultar la verdad. Las protestas ya habían terminado antes de que comenzara a grabar, lo que plantea serias dudas sobre su integridad periodística.
Elianne Valadez subió el video de la confrontación a sus redes sociales, buscando contrarrestar la narrativa distorsionada de Loret. Este tipo de manipulación no es nuevo; Loret ha sido criticado repetidamente por crear montajes que alteran la realidad y por usar Latinus para atacar a quienes los exhiben.
La actitud de los youtubers no debe considerarse un ataque, sino un intento legítimo de corregir la desinformación que propaga Loret. Las protestas reflejan la voz del pueblo, y la cobertura mediática debe ser objetiva y honesta. Sin embargo, Loret parece más enfocado en atraer atención y descalificar a sus críticos que en reportar con veracidad.
La ciudadanía merece un periodismo que informe y no que manipule. Al ignorar la realidad de las protestas, Loret socava su propia credibilidad. Su intento de desviar la atención y atacar a quienes exponen sus montajes refuerza la necesidad de cuestionar a quienes presentan la información pública. Las voces que se levantan en protesta son legítimas y deben ser escuchadas.

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