Al PAN le urge un golpe

La simple declaración de apoyo a Lilly Téllez, convierte a los panistas en la punta de lanza de un golpe de Estado suave. Cuando la mesura debió plantearse de manera no sólo patriota sino democrática desde su cúpula partidista, la derecha, en decadencia, muestra que es capaz de mantener vivos no sólo al PAN sino la posibilidad de descarrilar al actual gobierno.

Más allá de la solidaridad con una compañera, el pronunciamiento de los panistas prende las alarmas de la democracia y reactivan la maquinaria de una parte del clero, de los opositores disfrazados de directores de fundaciones, asociaciones sin fines de lucro y uno que otro empresario despistado.

Comunicar en inglés, en territorio estadounidense y en un noticiero tendencioso y asociado, por varios motivos con Trump, para que erradiquen una fantasía de la senadora, que no se distingue ni por su cordura ni por su sapiencia política, ni por su respaldo popular, deja de ser una provocación para convertirse en un activismo en favor de un golpe de Estado.

Ya no se trata de una disquisición delirante de alguien alterado en las sesiones sino de una estrategia conjunta de desestabilización en las sesiones, en la que ah hecho eco dos delincuentes Ricardo Anaya y Federico Döring.

El grupo parlamentario del PAN en el Senado respaldó inmediatamente a la legisladora Lilly Téllez, tras críticas y opiniones contra distintos actores morenistas, por ser calificada de traidora a la patria, lo cual implica un castigo serio, que incluso contempla la pena de muerte.

Es el único delito que justifica esta sanción en México. El artículo 22 de la Carta Magna, señala: “Queda prohibida la pena de muerte por delitos políticos, y en cuanto a los demás, sólo podrá imponerse al traidor a la Patria en guerra extranjera, al parricida, al homicida con alevosía, premeditación y ventaja, al incendiario, al plagiario, al salteador de caminos, al pirata y a los reos de delitos graves del orden militar”.

Los señalamientos contra Téllez se desataron a partir de que el 21 de agosto, la presidenta Claudia Sheinbaum utilizó el espacio de la “Mañanera del Pueblo” para criticar a la senadora panista, a quien acusó de recurrir a un medio extranjero para pedir una “intervención” de Estados Unidos, por insistir en insistir en una “colusión” entre narcotraficantes y el gobierno de Morena.

Ninguna expresión de la derecha puede tomarse a la ligera.

Si el Poder Judicial no se hubiera depurado, las cenas de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia y los líderes de los partidos de oposición fueran continuas y el tema central sería cómo y cuándo asestarían el golpe de Estado.

Desde luego, tendrían información de primera mano sobre los planes de desestabilización personajes como Ricardo Salinas Pliego. Valentín Díaz Morodo, Claudio X. González, entre otros.

Juntos harían realidad su fantasía de convertir, por juicios penales inventados la existencia de un narcogobierno.

Al PAN le urge asestar el golpe de estado antes de que pierda su registro, el cual saben, de sobra, que lo perderán en 2027, por eso la desesperación. Los módulos de afiliación que sembraron en la ciudad de México están desiertos, nadie los quiere.

Los golpistas seguramente mujeres panistas, para darle un toque humano a la agresión, venderían Pemex, Dos Bocas, CFE, playas, el litio, etc.

Entonces ganarían los que ahora se ven perdidos: los evasores fiscales, los explotadores de trabajadores, los expansionistas de tierra, el alto clero católico, los violadores de los derechos laborales. Por su parte, los medios volverían a cobrar su subsidio, que siempre tomaron criminalmente del sector salud a cambio de noticias que dirán que todo está bien. Muy bien.

El PAN ha mostrado su verdadero rostro y no debe asustarnos sólo prevenir y desarticular sus manipulaciones.

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