Por un lado, están los que le atribuyen el súper peso mexicano exclusivamente al Banco de México y su autonomía, y por otro, están esos mismos que contrariamente a su actual narrativa derechista, el pasado año, con la llegada de Victoria Rodríguez Ceja como la Gobernadora del Banxico, reclamaban una supuesta injerencia del presidente López Obrador, así como, la “pérdida de autonomía de dicho organismo” acompañado de la predicción de terribles escenarios en la economía mexicana con una mezcla de enojo que escondían bajo el falso reclamo de la “falta de experiencia de Rodríguez Ceja”.
Pero quizá, su forma contradictoria de actuar es simplemente la causa de una profunda nostalgia al recordar aquellos viejos tiempos de la generación de los Chicago Boys, tiempos en los que los ocupantes de altos puestos en el Banco de México seguían al pie de la letra los dogmas neoliberales expresados en su política monetaria y la especulación en los mercados bursátiles. Casos de, por ejemplo, Ortiz y Guillermo Carstens, cercanos a Felipe Calderón (prófugo en España) y apoyados por el empresario Claudio X. González, este último, Guillermo Carstens con conexiones directas a Estados Unidos al haber sido subdirector gerente del FMI. Tiempos en los que la soberanía en la política monetaria se perdió con la desregularización financiera a finales de 1980, otorgándoselo a los especuladores y banqueros. Para más adelante perder su importancia en el desarrollo con la reforma monetarista de Salinas de Gortari.
Ahora, claramente son otros tiempos, pues al contrario de dicha política monetarista en donde los tecnócratas privilegiaban los intereses de una minoría, se busca además de proteger la economía, proteger el bienestar del pueblo, así como estimular el crecimiento y el empleo, sin descuidar la inflación. Lo que para la derecha se traduce como fines populistas, comunistas, socialistas, etc., etc., etc.
Cómo olvidar que a los cinco años del sexenio del expresidente Ernesto Zedillo tras recibir el peso en $3.43, en 1999 ya estaba en $10.53, o en el de Peña Nieto que lo recibió a $12.96 y a los 5 años, terminó en $21.66. En cambio, en el gobierno del presidente López Obrador, el peso es la moneda más apreciada frente al dólar. Rompiendo la barrera de diecinueve y manteniéndose, alrededor de 18.81.
¿Pero a qué se debe esto? Hay quienes prefieren atribuirle este logro a la crisis en Estados Unidos, no obstante, la depreciación de monedas como el euro entre otras, se debe precisamente a las presiones de las tasas de interés de dicho país, al igual que los problemas geopolíticos y energéticos alrededor del mundo.
No obstante, México, comenzó a tomar ventaja, y elevó las tasas de interés antes que el país vecino, como lo dio a conocer la subgobernadora del Banxico, Galia Borja, propuesta por el presidente López Obrador. Además de esto, México se ha vuelto un país atractivo para los inversionistas, mismo que se ha reflejado en récords de IED. La entrada de dólares a través de remesas, petróleo y turismo, así como la baja inflación en energéticos, el subsidio a la gasolina, la política de no contratación de deuda y la estabilidad política en nuestro país, son claves para la apreciación del peso.
De esta manera, al acierto de la política monetaria y de las políticas aplicadas por el titular del ejecutivo, la “oposición”, se ha encargado de desatar una serie de fake news sobre el súper peso mexicano, llegando a decir que afectará la economía, cosa totalmente falsa, pues este fortalecimiento del peso significa una infinidad de oportunidades como la importación de bienes, de maquinaria y que la deuda sea liquidada en dólares. Sin mencionar que el tipo de cambio condiciona y afecta, directa e indirectamente, al resto de la política macroeconómica, como lo son el ritmo del crecimiento, el empleo y el bienestar del pueblo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios