Algunas voces, acostumbradas a la estridencia y el paroxismo señalan que la lejanía de Marcelo puede crear problemas en Morena. Este movimiento es de izquierda y esta persona nunca ha sido de izquierda. Se aprecia como alguien progresista porque estamos acostumbrados a ver políticos de derecha, no había de otros. Entonces cualquier persona que sale de los esquemas acostumbrados es de izquierda, aunque en realidad siga siendo de derecha.
Los seguidores de Marcelo, que cada día disminuyen, quieren seguir mintiendo y señalan que el ex secretario divide a Morena, en lugar de reconocer que el medio millón que dice tener como voto duro, es sólo de 500 mil personas, con la invaluable ayudad de por lo menos la mitad de profesores que Elba Esther Gordillo acarrea, y las huestes de costumbre conformados por las avanzadas que le creyeron que era el mejor. De ninguna manera sus simpatizantes llegan a 7 millones como dice la experta en matemáticas avanzadas Xóchitl Gálvez.
El suplente de Ricardo Monreal, Alejandro Díaz Durán, con la exaltación neurótica que el caracteriza, asegura que la militancia de Morena está dividida por simpatías o antipatías hacia Marcelo Ebrard. Es lo malo de creer que el sol gira alrededor de del ego. Sólo fue el segundo lugar en las encuestas con una diferencia tan notable que no cabe impugnación que pueda prosperar. Morena cuenta con más de 3 millones de militantes y los simpatizantes de Marcelo se diluyen cada vez más como jabón inmerso en agua.
Anuncian un cisma en Morena de dimensiones desconocidas cuando en realidad no pasada nada. Con o sin Marcelo el partido no solo camina sino avanza. Su enojo no divide, simplemente lo desenmascara.
Se habla de anomalías que denunciaron, pero dichas conformidades no fueron realizadas en las instancias del partido para su atención, corrección y probable sanción, sino las llevó al Tribunal Judicial Electoral de la Federación, donde tenía colocados los reflectores la oposición, de tal suerte que no querían corregir errores ni un concurso limpio y transparente sino exhibir a su propio partido de cometer anomalías.
Ahí está, además, el Consejo Nacional de Morena para crear los cuadros o los castigos correspondientes, la Comisión de Honorabilidad y Justicia, órganos que fueron ignorados por el inconforme, quien prefiere descarrilar el proceso para exaltar el ego. Escogió el camino que según él, le hacía más daño a Morena.
Sabían las huestes de Marcelo que habría más reflectores a su alrededor si denunciaba ante instancias ajenas al partido, porque, de esa manera, sabotearía el proceso y él tendría la atención que siempre ha deseado tener y nunca ha tenido.
Los inconformes sabían que interponiendo la denuncia ante el INE y el Tribunal Electoral le daría pretextos a la oposición para atacar no sólo el proceso sino a Morena y al Presidente de la República. La lealtad no podía convertirse en complicidad si hubiera acudido a las instancias que están hechas para esos fines pero prefirió atacar a los amigos antes que traicionar a la oposición que espera descalabros en Morena para tener ideas políticas.
Pero ahí no terminó la evidente traición, sino que se acudió a los medios convencionales que se han pasado cinco años atacando con fake news a la Cuarta Transformación, a pesar de una recomendación del Presidente de no acudir a ellos.
Llegó el momento en que las declaraciones de Marcelo eran exigiendo transparencia sino venganza. Ahora sólo le queda magnificar los hechos con los que no estuvo de acuerdo, porque el desamparo al que fue sometido, –porque si se quedaba en Morena daría lástima y si se iba lo llamarían traidor–, debió ser devastador con un ego tan grande.
Sólo coinciden con Marcelo sus seguidores, no se trata de una impugnación en la que coincidan el resto de los equipos de precampaña. No es un sentir generalizado entre los concursantes. La idea es que hay que repetir el proceso hasta que gane, pero cada día tiene menos seguidores. Volvería a perder y cada vez por mayor diferencia. La unidad del partido, la integridad del Movimiento son cosas secundarias ante su tan anhelada victoria personal. Calculó más su persuasión social y se equivocó de momento.
La decisión de Marcelo que amagó con seguir los pasos de Gilberto Lozano, y tendría que colocar también tiendas de campaña vacías para decir que son muchos.
En Morena no pasa nada la libertad de elegir entre la congruencia y la deslealtad sucede todos los días en un partido con gran cantidad de militantes y tantos líderes que hasta pueden salirse, traicionar o disciplinarse y no pasa nada.
En Marcelo nunca hubo compromiso con el movimiento, ni con el Presidente, su único compromiso fue consigo mismo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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