El sábado pasado, más de 250 mil personas abarrotaron el Zócalo capitalino para celebrar su quinto año del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, en el que 30 millones de votos le dieron la victoria ese 1° de julio del 2018. A través de las redes sociales, se pudo observar cómo gente de distintos estados de la república llegaban en autobuses al Centro Histórico de la Ciudad de México con pancartas, carteles y peluches del presidente, mejor conocidos como amlitos, listos para expresar su apoyo al mandatario.
Es un timbre de orgullo poder decir a los cuatro vientos, desde la principal plaza de la República, que nuestro movimiento está más fuerte que nunca, que existe una amplia mayoría apoyando la Cuarta Transformación de la vida pública de México. El pacto funcionó, el pacto entre el pueblo y su gobierno se ha sellado bajo el principio de atender y respetar a todos, pero dar atención especial, privilegiar siempre la ayuda a los pobres y necesitados. Es oportuno repetir que este fraterno ideal lo hemos podido convertir en realidad como es público y notorio.
Estas fueron las palabras planteadas por el jefe del Ejecutivo frente a miles de personas en un largo discurso de una hora y cuatro minutos, donde hizo también un informe del estado que guarda su gobierno. En el acto se sumaron funcionarios de su gabinete, gobernadores morenistas, de partidos aliados y sobre todo las llamadas corcholatas: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco, quienes se fotografiaron con Mario Delgado, dirigente del partido Morena, manifestando la importancia de la unidad a la que se comprometieron los aspirantes con el Consejo Nacional de Morena.
¿A qué se refiero el mandatario con “pacto entre el pueblo y el gobierno”? Para comprender mejor este concepto, hay que remontarnos a la Francia de la Ilustración antes de la revolución de 1789. Este movimiento cultural, político y filosófico retomó las ideas del liberalismo, en el que consideró a la razón como medio para acceder al conocimiento. El pueblo francés gemía bajo el régimen del estado absolutista, la hambruna se volvió perpetua diezmando provincias enteras, poblaciones enteras estaban condenadas a mendigar, recorriendo los caminos en busca de comida obligando a los campesinos a emigrar con la misma fallida esperanza de hallar mejores condiciones.
Por otro lado, la refinada aristocracia del siglo XVIII sumida en un lujo desenfrenado y fortunas colosales, ocultaba, bajo una falsa apariencia regulada la sensualidad sin control, la carencia de toda delicadeza, pensamiento racional, ética y sentimiento humano.
Dentro de este movimiento surgieron personajes ilustres como mente François Marie Arouet (Voltaire) y Jean-Jacques Rousseau, ambos compartían la finalidad de la búsqueda de la bondad del ser humano y la verdad de la naturaleza para desprenderla de todo mal. Una de las obras más significativas de Rousseau es El Contrato Social, la principal obra gestora de la Revolución Francesa, en el que el humano no se somete o vende su libertad a otro, puesto que renunciaría a su condición, a sus derechos y a sus obligaciones. Y la sociedad tiene la obligación ética de derrotar toda injusticia social, por medio de un compromiso político de transformar la sociedad por medio de un pacto. En estos siguientes términos “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la dirección suprema de la voluntad general, y recibimos además a cada miembro como parte indivisible del todo”.
Este pacto social no es una ocurrencia, es un principio de derecho político en el que obedece a la voluntad general, para ayudar a los de abajo y respaldarse con el pueblo. Todos los días, el proceso de transformación se enfrenta a los intereses conservadores del viejo régimen, cuyos representantes son los empresarios Claudio X. González y Gustavo de Hoyos Walther, que buscan echar abajo el proyecto de López Obrador usando todo el poder de los grandes medios de comunicación y así regresar a los lujos desenfrenados, que obtenían por medio de las privatizaciones y las doctrinas del libre mercado. Por lo que la revolución de las conciencias y el pacto social sean permanentes para derrocar al viejo régimen.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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