Hace unos días, en la conferencia mañanera, el presidente López Obrador citó un tweet de Lilly Téllez que, a priori, podría ser tomado como un desvarío más de la gritona y locuaz senadora del PAN, sin embargo, dicha expresión puede considerarse representativa de todo el pensamiento conservador en Occidente si se analiza detalladamente. Sus palabras fueron: “sí, ya les toca, pero trabajar”, esto en respuesta a otro tweet que hacía referencia a que la Inversión Pública y derrama económica que generan los proyectos de la 4T están principalmente dirigidos al sureste de México.
El texto de Téllez da a entender lo que el votante de derecha (clase media o alta) suele pensar de los pobres: lo son porque quieren, porque si trabajaran -como ellos- tendrían, al menos, mejor vida. ¿Hay prepotencia o ignorancia supina en este tipo de pensamiento? Puede ser que ambos, pero sobre todo la segunda.
Mucha gente que no sale de su burbuja de privilegios y cuyos viajes son demostraciones de poder adquisitivo más que inmersiones culturales, realmente cree y se imagina que los pobres se la pasan en las hamacas esperando la siguiente ayuda del gobierno, que los indígenas son una subespecie de gente menos evolucionada e indigna de merecer los beneficios y privilegios con los que cuentan ellos porque, de nuevo, no se esfuerzan tanto o, si lo intentan, no son tan capaces. Realmente hay mucha gente que está convencida de que las excepciones son generalizaciones o pruebas fehacientes de que el sistema –su sistema- funciona, porque si un pobre logró tener movilidad social, ello significa que todos pueden hacerlo. Dicha lectura merece 3 reflexiones:
- La meritocracia fue una forma de pensamiento exitosamente infundada en el imaginario colectivo de las clases medias y bajas durante el periodo neoliberal, y no solamente en México, sino en los países occidentales. La gente pobre llegó a creerse que su desgracia era producto de su holgazanería e incompetencia, a pesar de la obvia falta de oportunidades y acceso a derechos básicos. Entonces, la guerra ideológica y la desmitificación de las mentiras impuestas como verdades a través de diversos aparatos ideológicos, debe combatirse diario. El objetivo de la izquierda pasa porque el hombre libre tenga conciencia de clase y reflexione sobre ella diario. Marx es más vigente que nunca.
- La batalla cultural es importante para derrotar al pensamiento conservador. La humildad, la generosidad, la hermandad y la visión comunitaria deben ser las piezas angulares para la concientización y politización de una sociedad que exija más y mejores derechos. El pueblo unido es más fuerte que cualquier lobby empresarial o conglomerado de medios de comunicación, pero mientras no compartamos valores comunes a defender y una identidad de la cual sentirnos orgullosos y a prueba de manipulación, ellos siempre podrán emplear técnicas de enajenación y división para imponer su visión individualista, egoísta, materialista y aspiracionista.
- Un liderazgo fuerte y un proyecto de largo plazo son indispensables. De momento, todo descansa en los hombros del presidente López Obrador. Con su apabullante 70% de aprobación al quinto año de mandato y siendo el foco mediático y político de México, alcanza para mantener alejado del poder al pensamiento conservador, pero, ¿y si algo le pasara?, ¿y si el sucesor no lograra tener su impacto y fuerza?, o peor, ¿si traicionara al proyecto? De momento, hay optimismo porque parece haber cuadros de presente y futuro para darle continuidad a un proyecto de izquierda, sin embargo, siempre hay riesgo de rupturas y egos, y en momentos críticos como las elecciones de 2024, debe cuidarse al máximo este aspecto.
Ni un milímetro de espacio ideológico, cultural y político al pensamiento conservador retrógrado. Nunca más un pobre que crea que lo es porque no se esfuerce, sino uno informado y politizado que se deje la piel en la calle, a favor de su comunidad y que vote por la opción que realmente apoye a las grandes mayorías, para que eventualmente se convierta en alguien de clase media, consciente y agradecido con las batallas que libraron sus antecesores.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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