“Watson, ese hombre es el Napoleón del crimen. Es el organizador de la mitad de los delitos y de casi todo lo que no llega a descubrirse en esta gran ciudad. Ese hombre es un genio, un filósofo, un pensador abstracto. Permanece inmóvil en su sitio, igual que una araña tiende mil hilos radiales y conoce perfectamente todos los estremecimientos de cada uno de ellos. Es muy poco lo que actúa personalmente. Pero sus agentes son numerosos y magníficamente organizados…” Esta es la descripción que le da el brillante detective Sherlock Holmes a su amigo y compañero el Dr. Watson sobre el profesor James Moriarty, el genio criminal más peligroso de Londres en la historia El Problema final escrita por Sir Arthur Conan Doyle.
El villano de Sherlock Holmes puede servirnos de base para entender a un artífice maquiavélico y actor importante vinculado al narcotráfico, que brindó protección al Cártel de Sinaloa, liderados por Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo” e Ismael “El Mayo” Zambada, convirtiéndola en la mayor organización criminal del mundo. Estamos hablando del exsecretario de seguridad pública, Genaro García Luna, quien fuera arrestado por agentes de la Administración de Control de Drogas (conocida por sus siglas en ingles DEA) en Grapevine, Texas, la madrugada del 10 de diciembre del 2019.
En el libro de Felipe, el Oscuro, escrito por la periodista argentina Olga Wornat, inicia con un pasaje desgarrador en el cual menciona una conversación entre la autora y Felipe Zamora Castro, subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaria de Gobernación. Este funcionario habló con la autora por las amenazas que ella y su familia habían recibido y él menciona un nombre “García Luna”. Ella aterrorizada y dudosa de la seguridad del teléfono, pronuncia el nombre de un hombre que poseía la tecnología más sofisticada, dueño del espionaje ilegal y criminal y con esbirros ocupando cargos dentro de las esferas de la seguridad pública, como Iván Reyes Arzate, Luis Cárdenas Palomino y Facundo Rosas, todos en la cárcel. Esta fue la última vez que hablaron por teléfono, porque el helicóptero en el que viajaba con Francisco Blake Mora, el secretario de Gobernación, junto con otras cinco personas se estrelló en Chalco, en el Estado de México, al día siguiente. Esto había dejado a la autora en shock, las amenazas en su contra habían incrementado y tuvieron que pasar muchos años para que su libro fuera publicado y contara con el suficiente valor para relatar lo que muchos periodistas, mujeres y hombres vivieron el reinado de terror de García Luna.
Gracias al apadrinamiento del General Rafael Macedo de la Concha, García Luna ascendió a las altas esferas de la seguridad pública, sin una formación académica o intelectual, convirtiéndose en un señor del crimen organizado al servicio del Cártel de Sinaloa. Formó una alianza con las mafias, ordenó asesinatos y desapariciones de cualquier persona que denunciaran sus corruptelas, entrenó escuadrones de la muerte que ejecutaron innumerables asesinatos de rivales y acusó a inocentes de crímenes que no cometieron. Además, contó con el respaldo del gobierno estadounidense, dependencias como el Departamento de Estado, el Pentágono, la DEA, el Departamento de Seguridad Interior que jugaron un papel estratégico en la guerra contra la delincuencia organizada para obtener recursos materiales y tecnológicos, gracias al operativo Rápido y Furioso. Operó con completa impunidad por dos sexenios hasta ser detenido en los Estados Unidos en diciembre del 2019.
¿Por qué los medios de comunicación no informan sobre un evento histórico que es importante para México? Un pacto de silencio fue firmado el 24 de marzo del 2011, por aquellos que avasallaron los medios de comunicación tradicional e impulsaron el fraude electoral del 2006, es decir, Televisa y Televisión Azteca. Convocados por estos medios, una treintena de medios firmaron un acuerdo para “no difundir información que ponga en riesgo la vialidad de los operativos contra el crimen organizado contra el crimen organizado”. Como resultado, este pacto creo un cerco informativo que repercute en el presente, haciendo que los medios tradicionales hagan el vacío al tema.
Sin embargo, hay un esfuerzo por darle una cobertura objetiva al juicio del extitular de seguridad pública. Por un lado, los mexicanos que residen en Nueva York e integran el Morena New York Comité 1, están al pendiente de todo lo sucedido afuera de la corte federal en Brooklyn y con la esperanza que el acusado declare el nombre del exmandatario Felipe Calderón, por encubrir toda esta sistemática disminución de libertades sociales y de derechos humanos. Por otro lado, periodistas como J. Jesús Esquivel, Francisco Cruz o Nancy Flores, de la revista Contralínea, han denunciado en medios no convencionales, la complicidad de los medios de comunicación con el extitular. Recientemente, Flores realizó una exhaustiva investigación periodística en torno a toda una telaraña de negocios ilícitos surgidos durante los sexenios de Calderón y Enrique Peña Nieto, en el que se involucran políticos, empresarios y medios de comunicación. Algo bastante extraordinario.
Para concluir, queda una interrogante ¿Qué le interesa a Estados Unidos de un personaje como García Luna? Puede ser declarado culpable, lo cual es muy probable por la cantidad de evidencia en su contra y cumplir una cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad. O negociar con las autoridades estadounidenses para cumplir un valor estratégico gracias a su papel que jugó en las políticas durante las administraciones de Bush y Obama en su cruzada contra el terrorismo internacional, todo puede pasar. Pero no hay que olvidar que este hombre es un ejecutor, un delincuente que ha superado al profesor Moriarty en todos los aspectos y todo el peso de la ley debe de caer sobre él y todos los que están vinculados a él.
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