A principios de 1945, el gobierno del entonces presidente Manuel Ávila Camacho organizó la Conferencia de Chapultepec, celebrada en el Castillo de Chapultepec. El objetivo de la reunión fue proponer a los países latinoamericanos la idea de una América unida, es decir, que América del Norte y América Latina unieran fuerzas para mejorar la condición de vida de sus países, como lo hicieron durante la Segunda Guerra Mundial. Pero Estados Unidos se vio involucrado en la Guerra Fría, por lo que se crearon el Plan Marshall y la OEA (Organización de Estados Americanos) como políticas anticomunistas en Europa y América Latina, olvidándose de aquel ideal.
No obstante, el presidente Andrés Manuel López Obrador retoma la idea de una América en conjunto, con un propósito económico frente a cierta amenaza que representa China. El pasado 10 y 11 de enero de este año, el presidente estadounidense Joseph Biden y el primer ministro de Canadá Justin Trudeau se reunieron con el presidente López Obrador, para participar en la X Cumbre de Líderes de América del Norte celebrado en Palacio Nacional. Biden llegó en el Air Force One al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) el domingo 8 de enero por la tarde, mientras que Trudeau llegó al día siguiente. Cosa que molestó a personajes del periodismo neoliberal como Joaquín López-Dóriga y Dolia Estévez.
¿Por qué el presidente López Obrador rescata aquel ideal propuesto en la Conferencia de Chapultepec? A través de la historia, la relación de México con los Estados Unidos ha sido muy complicada, porque el país vecino del norte ha impuesto sus decisiones sobre territorio mexicano afectando su soberanía por la cual ha luchado desde la guerra de independencia. Ignorando el primer encuentro entre el general Antonio López de Santa Anna y el presidente Andrew Jackson, porque esta se dio a la fuerza para firmar el Tratado de Velasco (1836), los encuentros entre los mandatarios de México y Estados Unidos han sido de mutuo respeto, sin dejar de reconocer a sus respectivos gobiernos. Y podemos mencionar algunos de estos encuentros, la visita mutua del presidente William H. Taft a Ciudad Juárez, para entrevistarse con el general Porfirio Díaz en 1909; la reunión entre el presidente Ávila Camacho y el presidente Franklin D. Roosevelt a la ciudad de Monterrey en abril de 1943; y la visita del presidente John F. Kennedy y su esposa Jacqueline a la ciudad de México en 1962, de la cual existen fotografías de él acompañado del presidente Adolfo López Mateos en un desfile monumental.
Por otra parte, la política exterior de López Obrador posee dos elementos históricos, el cardenismo y el proyecto político del presidente Roosevelt. Considerado la política pilar de la Cuarta Transformación, el cardenismo es destacado por su política petrolera, que fue la columna vertebral del crecimiento económico de México durante décadas; dotó su política exterior de una gran confianza en sí misma y dispuesta a explotar las oportunidades surgidas de la dinámica dominante del sistema internacional. Con respecto al proyecto político del 32° presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, quien para López Obrador “fue el mejor presidente que ha tenido EE. UU. en toda su historia”. No solo es recordado por dirigir a la nación durante la Segunda Guerra Mundial combatiendo a las fuerzas del Eje, sino por proponer la legislación del Nuevo Trato (New Deal) para la recuperación de la agricultura, la industria, el empleo y los negocios afectados por la Gran Depresión de 1929; la política de la buena vecindad que buscaba la solidaridad hemisférica contra amenazas exteriores; las breves retransmisiones radiofónicas de alcance nacional desde la Casa Blanca, conocidas como charlas junto a la chimenea y la intervención de los reporteros en conferencias informativas.
En un artículo del Financiero, calificó la visita de los mandatarios estadounidense y canadiense a Palacio Nacional como “terrible ante tantos temas pendientes”. Mientras que el New York Times menciona que “la cumbre concluyó el martes sin arrojar demasiado en materia de nuevas políticas para abordar el comercio del fentanilo, el cambio climático y el impulso de nuevas políticas energéticas”.
Como siempre, la derecha acostumbrada a denostar las acciones del presidente para dejarlo mal ante los ojos del público, quedaron ciegos ante los positivos resultados logrados que beneficiaran a las tres naciones y sus pueblos. En materia de migración, López Obrador le pidió a Biden interceder ante su congreso para regular la situación de los indocumentados mexicanos para que permanezcan en Estados Unidos. Con respecto al fentanilo, se mencionó el trabajo de la Secretaría de Defensa Nacional y la Armada de México en los puertos marítimos y terrestres para contrarrestar el tráfico de esta sustancia, aunque no es sencilla la labor porque existe una fuerte demanda de la sociedad y médicos estadounidenses. Y la más importante, se acordó sustituir el 25% de las importaciones de Asia, lo que representa producir en la región lo que se consume en México, Estados Unidos y Canadá.
Para finalizar, el presidente López Obrador rescató las políticas de los presidentes Lázaro Cárdenas y Franklin D. Roosevelt para obtener resultados positivos y benéficos para las tres naciones, de manera que convertiría a México en un importante actor internacional, que logre unir a América del Norte y América Latina en un solo continente frente al poder económico que representa China, manteniendo vivo el ideal fundamental de prosperidad perdido en aquella conferencia de 1945.
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