Tianguis es una palabra hermosa, descriptiva y compleja. Cuando la usamos pensamos en un mercado fijo o itinerante, lo que es una “traducción” limitante. No soy lingüista, aunque dentro de las muchas cosas que me hubiera gustado estudiar, hoy sé que la lingüística me apasionaría tanto como la psicología lo hace.
Cuando hice una estancia de investigación en España, mis colegas de la Universidad de Salamanca me invitaron un domingo a un rastro. Lo primero que pensé fue en un espacio donde matan animales de granja y se venden sus productos cárnicos. Mi sorpresa fue que era un tianguis que los españoles locales disfrutaban mucho. Encontramos libros, ropa, juguetes, incluso herramientas de segunda mano, todo excepto alimentos. Extrañé mucho ver productos alimenticios con precios más accesibles como ocurre aquí.
En la plaza que estaba a un costado de la catedral de la Ciudad de Salamanca había un “mercadillo navideño”, era una especie de cabañas pequeñas donde podías encontrar productos de temporada, como adornos, libros o dulces típicos de fin de año. Fue la única temporada donde vi que en las esquinas habían puestos donde vendían productos comestibles: castañas. Ciertamente lo que más me dolió fue no poder encontrar comida en cada esquina, sobre todo de dos a cuatro de la tarde cuando todo estaba cerrado en la ciudad.
Ya hace cinco años que regresé de aquella experiencia y México me embelesa. ¿Han asistido a algún tianguis navideño? Es hermosa la diversidad de productos que pueden encontrar. En el centro de la Alcaldía Xochimilco sé que el pan de fiesta siempre estará, además de una variedad impresionante de comida. Los adornos son hermosos de muchos materiales, incluso puedes buscar tianguis especiales de artesanos que son un deleite. Los productos abundan, pero también la convivencia, el regateo y todo eso es un tianguis. El concepto en sí mismo permite que coloquemos un adjetivo a un lado y transforme lo que nuestra cabeza comprende en esa combinación de palabras.
Es una expresión náhuatl y uso “expresión” porque lo utilizamos así ¿nunca escucharon a alguna persona decir “ya extendiste tu tianguis de nuevo”? ¿Qué es un tianguis? Es un concepto que expresa culturalmente un significado nacional. Si alguna vez han tenido oportunidad de ir a un mercado de trueque sabrán que ahí es donde percibimos en su esencia el significado de tianguis. La gente llega muy temprano para acomodar sus cosas en pequeños puestos improvisados sobre una lona plástica y acomodan de manera atractiva sus productos, muchos de ellos recién cultivados, pescados o en macetas. Una vez que está todo listo los consumidores llegan y negocian con los mercaderes el intercambio. A uno que no produce nada, le cuesta un poco tener noción de qué poder ofrecerles a los trabajadores por sus mercancías.
Me gusta pensar que esa esencia tiene el tianguis prehispánico, disfrutar de la recompensa de lo que haces bien y obtener eso que te hace falta para poder completar tu comida del día o de la semana. Una palabra que perdura hasta nuestros días y de las pocas cosas que muchos mexicanos comprenden, además gustan mucho a los extranjeros. Los colores, los sabores ¿quién no ha disfrutado de que le compartan un pedacito de fruta, pan, queso para probar el producto? Es el método de comprobación que usan los compradores para verificar la calidad y frescura del producto o su funcionalidad.
Espero que, en esta época de compras los mercados y tianguis de toda índole se precien de recibirles, que ustedes disfruten del deleite que es la interacción con todo lo que sucede ahí y que en sus colonias o pueblos se paseen por esos espacios tradicionales. Y que reflexionen sobre palabras preciosas que tienen significados extraordinarios y sólo quien se adentra en nuestra cultura los comprende de verdad. En otra entrega hablaré del apapacho, que es otra maravilla lingüística y cultural que tenemos que recuperar.
Xunu’ en zapoteco significa resto, aquí les dejo mi resto:
¿Añoran sus años mozos, esos cuando pasaban horas y horas en una fiesta bailando, desquitando la invitación u organización de un evento? Recuerdo que los quince años o las bodas a las que te invitaban, sobre todo en salones de eventos sociales tenían una “caducidad”, así que no dejabas pasar canción sin bailar, disfrutabas del espectáculo social que se organizaba o las fiestas de temporada como las posadas. Tenía que alcanzar el tiempo para comer, beber, bailar, escuchar los discursos, llevar a cabo los rituales, lo que era menester de acuerdo con el festejo. ¿Aún los aguantan? Sigo soportando los tacones de 10 centímetros por horas, el baile, la comida, todo; sin embargo, al siguiente día ya siento el agotamiento y pago factura. Les tengo una noticia, el presidente Andrés Manuel López Obrador nos ha demostrado que a sus 69 años aguanta marchar junto a su pueblo por más de cinco horas, no sé si a eso se refería Nietzsche con súper hombre. El domingo 27 de noviembre Paseo de la Reforma se transformó en la fiesta pública más grande que hemos tenido en la CDMX desde hace mucho tiempo.
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