En tiempos de transformación,
llegó la huesuda por cuarta ocasión.
A ver si se llevaba por fin al pelón
Un poco consternada,
Llegó a la famosa mañanera,
con una listas de enfermos repentinos en salud.
De quien resultaba responsable nuestro presidente,
Pues en una ocasión,
A todos esos mencionó.
-¡Oye Andrés Manuel! refirió la calaca
¿Éstos que están enfermos que les pasó?
¡El que decide a los enfermos y muertos debo ser yo!
-Déjame, Te voy a explicar, contestó.
Tras los barrotes de metal,
se esconde un terrible mal,
que solo a delincuentes de cuello blanco
les suele dar
Se les sube la presión,
es brinco la arteria del corazón
y se les desinfló un pulmón.
Es tan grave el mal, que todos al hospital van a dar.
-¡Ay no! ¡Otra pandemia! exclama la calavera.
Pudiera ser,
Pero muy fina y selecta debe ser.
Mira que no le da a cualquier animal,
Primero es necesario,
que con manteca deba comer,
de colmillo retorcido, pero sin filo
Manos blancas de marfil,
Y suaves de princesa,
Con grandes uñas para rascarse la cabeza.
Una gran ira deben guardan en su interior
Huelen a azufre sus dedos retorcidos
De tanto escribir sus impíos tweetillos,
Vieras su lengua se retuerce,
como tlaconete en sal,
todo esto, cuando a la jaula van a dar,
se les saltan los ojos, les hierve el pecho
y comienzan a apestar.
¡De la noche a la mañana les brotan todos los males!
Que ni con todos sus millones,
Se habían podido curar.
-Que curiosa enfermedad, sólo a ellos les da.
Entonces, todos se ponen mal.
-Al principio creí que el polvito acumulado en prisión
Les generaba esta terrible infección.
Cuando les da la chiripiorca tras los barrotes de metal,
Los envían a su mansión y desaparece todo mal.
-¡Que grave enfermedad!
con razón tanta confusión,
estaban enfermos y ya no lo están.
-¡Que caray! Ni a la tumba ni a la cárcel van a parar.
Cuando el corrupto en prisión debe estar se muere el animal.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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