El exgobernador de Tamaulipas sigue esquivando la justicia mientras el PAN lo coloca como carta política para América del Norte.
Francisco Javier García Cabeza de Vaca ha convertido su historial en una biografía criminal impulsada por la bancada azul.
El exgobernador panista de Tamaulipas se convirtió más en protagonista de una serie de crímenes financieros que en un administrador serio del estado. Su gestión estuvo marcada por acusaciones de lavado de dinero, delincuencia organizada y defraudación fiscal, mientras el PAN lo resguardaba entre complicidad y espectáculo político.
Desde antes de asumir la gubernatura, las sospechas sobre el origen de su fortuna ya rondaban los pasillos de la política local.
La FGR documentó cómo Cabeza de Vaca utilizó empresas fachada, familiares y prestanombres para adquirir propiedades de lujo: ranchos en Tamaulipas, departamentos en Estados Unidos y bienes raíces en México, todo por montos que desbordaban sus ingresos declarados. Mientras tanto, el PAN miraba hacia otro lado, como si ignorar los escándalos los hiciera desaparecer.
El momento más sonado fue el desafuero en 2021, donde la Cámara de Diputados aprobó retirarle el fuero y la SCJN de Norma Piña intervino, generando un conflicto constitucional que Cabeza de Vaca supo aprovechar como un truco de magia legal para evadir la justicia mientras gobernaba.

Tras concluir su mandato, el exgobernador salió del país, burlando las órdenes de aprehensión, y logró un amparo que detuvo temporalmente su procesamiento. Un amparo que muchos califican más como un salvoconducto panista que como justicia.
Ahora, el mismo PAN lo coloca como Representante para América del Norte, un puesto que más parece un premio de consolación por sus “méritos” en evadir la ley que una estrategia seria de política exterior.
La movida busca capitalizar su doble nacionalidad y atraer simpatizantes migrantes, mientras Cabeza de Vaca sigue moviéndose en la política como pez en el agua turbia del poder, rodeado de amparos, escándalos y el aplauso silencioso de su partido.
El exgobernador de Tamaulipas demuestra que, en el PAN, la justicia es relativa y el oportunismo es ley: mientras la ciudadanía observa, él colecciona cargos y amparos como si fueran trofeos de su saga judicial.

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