La mandataria pidió una investigación exhaustiva sobre el “bloque negro” que desató la violencia en la marcha de la Generación Z, alertando sobre la posible participación del crimen organizado y señalando que los agresores llegaron preparados para confrontar a la Policía y generar una narrativa de represión.
La presidenta Claudia Sheinbaum dejó en claro que no permitirá que la violencia sea utilizada como herramienta política, Desde Palacio Nacional emitió un mensaje directo a la Fiscalía de la Ciudad de México con el fin de identificar a los responsables del grupo que irrumpió con violencia en la movilización juvenil del sábado, saber de dónde salieron, quién los mandó y sobre todo quién pagó para generar disturbios en el Zócalo.
Señaló que existe la sospecha de que el crimen organizado pudo haber metido las manos en la marcha, dijo que esa línea debe seguirse sin titubeos y que el Gabinete de Seguridad respalda la investigación para llegar al fondo. Los agresores no eran jóvenes manifestándose, eran provocadores profesionales, advirtió.
La presidenta llamó a los organizadores de la marcha a deslindarse de esos grupos infiltrados y dejó otro mensaje que incomodará a la oposición: la mayoría de los agresores no pertenecen a la Generación Z. Se trata de los mismos provocadores que han encabezado las movilizaciones de la Marea Rosa desde 2024; ahora, al no lograr llenar el Zócalo, habrían apostado por el choque directo.
Pese a los ataques constantes, las fuerzas de seguridad aguantaron sin caer en provocaciones durante horas, Sheinbaum afirmó que ese fue exactamente el plan de los violentos actos: intentar que un solo policía respondiera para convertirlo en un escándalo mediático.
La mandataria también derribó la versión de que los encapuchados buscaban acercarse a Palacio Nacional, el objetivo era otro: fabricar un enfrentamiento directo con la Policía para construir una narrativa de “represión” contra el Gobierno. No llegaron improvisados: portaban esmeriles, marros y ganzúas, herramientas diseñadas para destruir y no para protestar. Todo apunta a una operación preparada con anticipación para forzar el caos.

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