Salinas Pliego y su academia de absurdos: charlatanes, evasores e ideólogos del privilegio

Desde economistas “doctorados” hasta influencers libertarios, todos cobran cheques millonarios por predicar la libertad del mercado mientras ignoran la justicia social. Un espectáculo neoliberal financiado por Ricardo Salinas Pliego.

En México, el espectáculo del neoliberalismo ha encontrado en ciertos personajes un escenario ideal: economistas, influencers y “humanistas liberales” que venden la idea de libertad y meritocracia mientras reciben cheques millonarios de uno de los empresarios más ricos del país. Aquí, la independencia intelectual es opcional y la lealtad al patrón, obligatoria.

Antonini de Jiménez se presenta en LinkedIn como doctor en Economía, profesor, conferencista y consultor, asegurando haber pasado “una década estudiando el desarrollo económico en el terreno”, pero su curso en el Centro Ricardo B. Salinas Pliego, Antonini de Jiménez hace frente a los mitos sobre el capitalismo, deja ver rápidamente una sarta de sinsentidos, como “El capitalismo no tiene nada que ver con la riqueza, chicos” y “Yo no soy rico y soy capitalista”. Prosigue con su perorata sobre la supuesta bondad del capitalismo, afirmando que “ama tanto la libertad, que permite que el hombre se haga bueno y civilizado a su ritmo. Eso es amor”, palabras que contrastan con su apoyo a la tauromaquia y con la trayectoria de su patrón Salinas Pliego, quien a sus 70 años sigue muy lejos de la civilidad y la bondad

Su perfil presume experiencias “en carne propia” en Camboya, la frontera norte de México y Colombia, “para conocer la pobreza, la desigualdad y la violencia”, pero en la práctica se trata de turismo morboso y pornomiseria, mientras recorre el mundo protegido de cualquier riesgo real, extrayendo lecciones extravagantes como “El capitalismo no tiene que ver con la riqueza” o que “a medida que crece la población, los recursos crecen”.

Gloria Álvarez, la influencer guatemalteca de raíces húngaras y cubanas, se define como la “primera candidata presidencial en Latinoamérica con 15 propuestas libertarias”. Sin embargo, lo que realmente destaca son sus apariciones ruidosas y polémicas, como su clase “21 Lecciones económicas para el Siglo 21” en la UNAM, recibida con gritos de “burguesa” y “fascista”. Entre consignas y selfies, Álvarez se presenta como víctima y heroína del debate, mientras enseña economía a quienes quizá solo querían que callara.

Antonella Marty, exdirectora asociada del Center for Latin America de Atlas Network, predica desde los templos del libre comercio hasta los sets del Centro Salinas Pliego, glorificando al empresario redentor y demonizando al Estado. Su frase “Decir que el pobre es pobre porque el rico es rico es como decir que el enfermo está enfermo porque el sano está sano” encontró eco en Salinas Pliego, quien la contrató para charlas en su centro. Con sonrisa de influencer y hashtags sobre meritocracia, Marty convierte la ultraderecha en marca personal mientras ignora la justicia social.

Pablo Boullosa, rostro amable del “liberalismo cultural”, se erige como intelectual del Centro Salinas Pliego, repitiendo el discurso del poder económico: desconfianza hacia el Estado, exaltación del individuo y moralización del éxito. Su sueldo millonario demuestra que más que pensador independiente, Boullosa es un portavoz refinado del empresariado que lo sostiene, predicando mérito personal en un país donde la mayoría ni siquiera puede pagar su discurso.

Axel Kaiser ofrece la versión pulida del neoliberalismo radical: capitalismo sacralizado, Estado reducido al mínimo y cero justicia social. Su vínculo con el Centro Ricardo Salinas Pliego lo convierte en instrumento ideológico para legitimar intereses empresariales, promover la concentración de riqueza y debilitar al Estado. Su retórica de “libertad” maquilla una realidad donde solo unos pocos privilegiados acceden al éxito y prosperidad. Su libro “Parásitos mentales” (publicado en 2024), causó una gran polémica debido a una acusación de “robo masivo de propiedad intelectual” por parte del psicólogo y profesor libanés-canadiense Gad Saad

Durante su periodo al frente del IFAI, Gerardo Laveaga fue criticado por organizaciones ciudadanas que cuestionaron su perfil legal. Su gestión estuvo marcada por tensiones internas y votos polémicos en condonaciones fiscales al SAT, vistos como obstáculos a la transparencia. Su nombramiento fue percibido como continuidad de redes calderonistas, pese a sus declaraciones de “no cercanía con Calderón”, mientras se sabe que fueron compañeros en la Escuela Libre de Derecho.

En suma, todos estos personajes forman un coro de voceros neoliberales al servicio de Salinas Pliego, cada uno con su estilo: desde el académico de patio trasero hasta la influencer que se hace viral con polémicas. La libertad que pregonan es la del dinero, su mérito se mide en cheques y contratos, y la justicia social es solo un concepto de novela que no aparece en su agenda. En México, la ideología de ultraderecha tiene nombres, caras, y todos ellos cobran muy bien por recordarnos que el capitalismo es, sobre todo, un espectáculo patrocinado.

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