El despliegue de tropas y la transición a drogas sintéticas reducen drásticamente el cultivo de amapola, debilitando al Cártel de Sinaloa y su control en el mercado de heroína.
La capacidad de producción de amapola en Sinaloa por parte del Cártel de Sinaloa ha experimentado un desplome histórico del 94% desde el sexenio de Enrique Peña Nieto hasta la actual administración federal, según datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), disponibles en la Plataforma Nacional de Transparencia y citados en una investigación de Liliana Estevez para Milenio.
Durante el gobierno de Peña Nieto, se detectaban hasta 186 hectáreas de amapola en promedio mensual. Bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, la superficie se redujo a 78 hectáreas, mientras que en el primer semestre de la gestión de Claudia Sheinbaum, la siembra cayó a apenas 11 hectáreas mensuales, gracias al despliegue de tropas, labores de inteligencia y estrategias coordinadas por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
El cambio de paradigma en el narcotráfico también influye: el cártel ha priorizado la producción de drogas sintéticas, como metanfetaminas y fentanilo, que tienen gran demanda en Estados Unidos, desplazando la amapola y la heroína.

Actualmente, Sinaloa cuenta con altos mandos militares en activo dentro de su estructura de seguridad, algo poco habitual: el secretario estatal de Seguridad Pública es un general y el de Culiacán un coronel en activo, fortaleciendo la vigilancia local.
El Cártel de Sinaloa sigue siendo responsabilizado por la DEA por la proliferación de fentanilo, implicado en 69% de las más de 107 mil muertes por drogas en 2023 en Estados Unidos. En paralelo, se mantiene la lucha interna entre La Mayiza y Los Chapitos, con una violencia que incluye narcobloqueos, ejecuciones y secuestros.
Para reforzar la seguridad, la Federación ha desplegado constantemente efectivos militares, incluyendo 1,500 elementos adicionales en agosto, y se reclutan 150 agentes estatales entrenados como élite por instructores especializados de la Guardia Nacional, mientras la policía local ha sido autorizada para portar armas de uso exclusivo del Ejército.
Esta estrategia integral combina operativos, inteligencia y cooperación bilateral con Estados Unidos, orientada a frenar la producción de amapola y mitigar el tráfico de drogas sintéticas que amenaza la región y la seguridad internacional.
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