¿Cuántas veces has escuchado que la gente no va a tener la capacidad de votar en las elecciones judiciales? ¿Acaso dista mucho tal falacia de lo que se decía del voto de la mujer? O de los que se posicionan en contra de un ¿voto universal?
No estoy diciendo que tales casos sean lo mismo, para nada, lo que es un hecho es que tal falacia adjudica una falta de “razonamiento” o incluso de “civilización” a quienes pretenden ejercer su voto. De ahí que tal “argumento” carezca de lógica y legitimidad. Porque ¿en una democracia, bajo que criterios decidir si una persona tiene o no la capacidad de elegir? Lo mismo que ¿cómo decidir si el voto de cierta persona es valido y de otra no lo es? O ¿por qué negar que ciertas personas ejerzan el voto? Ademas, señalar que esta “criticas“ no se lanzan al aire sino que van dirigidas a ciertos sectores sociales con ciertas características, los más racializados, los discriminados, los que se considera no tienen un “voto educado”.
Ahora bien, no por esto las elecciones judiciales serán como hacer enchiladas, lo que busco que quede claro es que una cosa es señalar que el “pueblo” carece de inteligencia para votar y otra, debatir la complejidad del propio Poder Judicial, ergo, los retos de su elección.
Iniciando por las dificultades que presenta cualquier elección tradicional ya sea del ejecutivo o legislativo, por lo menos en el contexto mexicano: antes de las elecciones está la cuestión organizativa, el presupuesto, las propias decisiones políticas (como dejar fuera a los presos en las elecciones de 2025 del Poder Judicial); por otra parte las complejidades del proceso como la vigilancia, el nivel de participación ciudadana, el analfabetismo; así como después del la jornada electoral, la protección de boletas, la legitimidad del proceso etc.
Desde luego, en la elección judicial saltan nuevos focos de atención iniciando por ser un proceso nunca antes realizado, ni en México ni en el mundo, en cuanto a la casi totalidad de elección de sus miembros. Seguido de la información pública sobre las elecciones en sí, y además, sobre los candidatos, cuya campaña es principalmente digital, y también territorial, entonces ¿qué sucede con las zonas marginadas sin acceso a internet y en las que difícilmente un candidato o candidata hará campaña?
Desde luego, es un proceso que obliga a la ciudadanía a investigar; sin embargo, no toda la población parte del mismo privilegio de poder estar informado. Uno de los mayores retos de esta elección es el desconocimiento de la composición del Poder Judicial, y por ende, de cuantos cargos se votarán respecto a cada circunscripción judicial.
La información es un factor primordial para ejercer el derecho al voto. No obstante, la cuantiosa cantidad de candidatos y de los cargos a ser votados en sí, es otro de los obstáculos. Sin dejar de lado, la infiltración de los partidos políticos y de los grupos del crimen organizado, lo cual agudiza el dilema de la votación. La desinformación, por su parte, es aún más perjudicial porque genera confusión, muchas de estas Fake News van encaminadas a desestimar el proceso, como el que comentócratas difundan: “que el voto no será universal y directo”, “que el voto no será libre”, “que el voto no será contado por los ciudadanos” etc.
Estos son algunos de los restos de estas elecciones; la ciudadanía ya comienza a combatirlos mediante la investigación y la realización de acordeones de apoyo para el día de acudir a la urna.

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