El presidente del Senado critica el uso “carroñero” del caso para atacar al gobierno de Sheinbaum y reafirma compromiso con la justicia.
Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Cámara de Senadores, condenó este lunes enérgicamente a los grupos de oposición por utilizar el caso de las desapariciones en Teuchitlán, Jalisco, como una herramienta política para “golpear” al gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en lugar de colaborar en la búsqueda de justicia. Durante un discurso emotivo, el legislativo calificó estas acciones como “ruines”, “infames” y propias de una estrategia ”carroñera” que prioriza el beneficio político sobre el apoyo a las víctimas.
Crítica a la instrumentalización del dolor
Fernández Noroña vinculó el caso de Teuchitlán con la histórica desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014, recordando que este último involucró a instituciones del Estado. Aunque señaló que las desapariciones actuales suelen atribuirse al crimen organizado, subrayó que el dolor de las familias es igualmente devastador: “Imaginar que un hijo no regresa es una prueba durísima […] desaparecerlo debe ser para volverse loco”.
Dirigiéndose a la oposición, afirmó: “Han convertido este tema en una campaña carroñera. No les interesa auxiliar, sino medrar [sacar provecho] del sufrimiento para golpear a nuestro gobierno”. Acusó a estos sectores de repetir un patrón de ataques contra el movimiento en el poder y aseguró que, pese a sus intentos, “no podrán: la verdad saldrá a la luz”.

Compromiso con las víctimas y apoyo a Sheinbaum
El senador reiteró su respaldo a la gestión de Sheinbaum y prometió que las investigaciones sobre Teuchitlán se llevarán a cabo sin impunidad: “Sabremos qué pasó realmente y se hará justicia”. Además, expresó solidaridad con todas las familias que buscan a desaparecidos y se comprometió a trabajar para “que estas situaciones no sigan sucediendo”.
Hasta el momento, los partidos opositores no han respondido a las declaraciones de Fernández Noroña. El debate refleja la polarización en torno a la crisis de derechos humanos, mientras las familias esperan respuestas que, hasta ahora, siguen siendo esquivas.

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