El proceso histórico de nuestro partido político Morena ha tenido diversas aristas. Dos caminos han sido fundamentales para que se consolide el partido político que hoy conocemos.
La izquierda política en nuestro país ha tenido un proceso complicado para llegar a la conquista del poder político y aunque en muchas ocasiones ha sido el cúmulo de esfuerzos de diversos movimientos sociales (fechas de diferentes momentos coyunturales de participación política de los movimientos sociales 1968, 1972, 1988, 1994, 2006, 2007, 2012 y 2018) que se han aglutinado en grandes procesos que han empujado el cambio de régimen político. La izquierda mexicana tiene un común denominador en la construcción de liderazgos carismáticos que ejercen el poder político y se vuelven paladines de la democracia y la lucha contra la corrupción.
En ese sentido el surgimiento de Morena como partido político deviene del ocaso del dirigente anterior el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas líder del antiguo PRD, previo, el Ing. Heberto Castillo fue una luz de esperanza para los movimientos progresistas de izquierda.
Andrés Manuel López Obrador surge como un liderazgo nuevo y fresco en el año 2000 para cumplir con su papel en el relevo del entonces máximo dirigente, en este sentido podemos decir que cumplía con la rutinización del poder político que argumento en su momento Max Weber para consolidar de nueva cuenta un movimiento político social que tuviera en sus allegados como en sus seguidores la esperanza de un cambio verdadero.
En el año 2000 Andrés Manuel, se convierte en candidato del PRD a la Jefatura de Gobierno y el Ing. Cárdenas es por tercera ocasión candidato a la Presidencia de la República, con la derrota electoral a la presidencia de la república viene el ocaso del dirigente y la coyuntura para que surja un nuevo líder político para la izquierda mexicana.
Posterior a ello el desafuero contra el Jefe de Gobierno en 2004 permite que el liderazgo de Andrés Manuel se proyecte con mayor intensidad, pues ante un hecho de injusticia se producía genuinamente un apoyo popular, que también vertía sus esperanzas en el discurso obradorista y la lucha contra un régimen corrupto y de privilegios que se había perpetuado en el poder aún con la alternancia en el gobierno a nivel federal.
Para regresar al punto es importante resaltar que el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y los momentos históricos posteriores al desafuero, fueron un precedente para la constitución de Morena como partido político de carisma puro, pues partimos del hecho de que AMLO surge de un carisma de situación ante el declive del Ing. Cárdenas y que las circunstancias lo van moldeando hasta convertirse en el líder más importante de la izquierda política en México de nuestra época actual.
Morena además de constituirse como un partido político carismático es también un gran aglutinador de simpatizantes y con ello un partido de masas. Lo que significa que Morena tiene la capacidad de reunir un gran número de simpatizantes, afiliarlos a las filas partidistas, movilizarlos y conducir su participación política de manera voluntaria en defensa de los preceptos del partido y sus acciones de gobierno. Para Panebianco, ésta concepción sería la capacidad que existe de las estructuras partidistas a distribuir incentivos colectivos, en otras palabras, a mantener la confianza de los gobernados y simpatizantes en los dirigentes del partido, los documentos básicos y las acciones de gobierno.
Sin embargo, un partido político carismático y que transita a un partido político de masas, tiene su identificación primaria en el dirigente máximo, la salida de AMLO de la vida pública ha provocado que Morena deba reorganizarse y evolucionar en torno a una organización más sólida, con una burocracia bien constituida, que tenga la capacidad de no perder adeptos y de mantener un equilibrio al interior de las filas del movimiento, incluso ha fortalecido el mensaje del relevo generacional, con dirigentes jóvenes y nuevos en el escenario político .
Este proceso no puede cortar de tajo con la imagen y el carisma del líder principal del movimiento y aunque ha iniciado el proceso para que el partido a través de su dirigenta principal la Dra. Claudia Sheinbaum, retome las riendas de la organización, los procesos identitarios y el objetivo principal de la organización son esenciales para no perder a los militantes y simpatizantes. El modelo originario de nuestro partido político permite determinar que al ser Morena un partido que se constituye desde procesos de centralización, con un liderazgo carismático será un proceso complejo, el transferir o rutinizar el carisma a la Dra. Claudia Sheinbaum y más aún al partido político como organización debidamente conformada e institucionalizada que ha logrado que los fines del movimiento tengan al partido político como el único medio para alcanzarlos. Y aunque este proceso ha sido avalado por el pueblo de México al conferirle 36 millones de votos a la elección presidencial, donde triunfa nuestro partido, no podemos dejar de lado que dicha votación corresponde en gran medida al liderazgo del dirigente saliente y el respaldo social para continuar con la propuesta del que es su movimiento.
Es por eso que el liderazgo que asumen la Mta. Luisa María Alcalde y el Lic. Andrés Manuel López Beltrán, viene de un cálculo exacto, donde el partido requiere de la presencia de liderazgos cercanos a Andrés Manuel, para mantener el equilibrio de poderes y la participación activa de las bases morenistas, en otra palabras ambos dirigentes son un equilibrio entre quienes son de reciente adquisición en Morena y ya ostentan cargos de representación o posiciones políticas privilegiadas versus quienes han participado de manera histórica y permanente ante el llamado del dirigente máximo.
Es importante aterrizar en esta nueva etapa del partido político la necesidad de reconocer la participación política de la militancia de base que históricamente ha acompañado a Morena y el movimiento político para lograr los triunfos electorales de 2018, 2021 y 2024. Cuando el reconocimiento político que entrega encargos, espacios o recursos a dirigentes o líderes que fueron ajenos a las posturas ideológicas del partido y se olvida a la militancia de base que se caracteriza por ser firme creyente del proyecto que enarbola el partido, la credibilidad comienza a fracturarse y la participación militante voluntaria se desdibuja.
Se hace necesario que Morena establezca un modelo de participación política donde los protagonistas principales, vengan de un proceso de identidad política al interior del movimiento partido. La construcción de una nueva conceptualización al interior de los partidos políticos que llamaría la institucionalización socializada que se inserta en el binomio partido movimiento. Esto es, el equilibrio del poder institucionalizado, la convivencia armónica entre la participación política de la militancia y la dirigencia en espacios de negociación y muto acuerdo reduciendo la brecha de las desigualdades internas en los partidos políticos y estableciendo mecanismos de crecimiento político del militante, puesto que la historia política de nuestro partido movimiento deviene de un proceso mayor a 20 años de luchas sociales que se caracterizan por el predominio de un líder máximo desde los procesos de oposición hasta el partido en el gobierno.
El simple mecanismo para dar continuidad a la construcción de los comités seccionales, y a la afiliación masiva para alcanzar los 10 millones de militantes es insuficiente para mantener los procesos organizativos y viva la participación; puesto que estos ejercicios organizativos internos, solo tienen resultado cuando los factores de lo colectivo identificados con el proyecto original, con las prácticas afines y cercanas al dirigente, máximo y con los ideales y principios que le dieron vida al movimiento coinciden con quienes en lo individual persiguen encargos, espacios de representación o remuneraciones materiales.
Para reactivar la vida orgánica de nuestro movimiento, deben establecerse mecanismos que obliguen a la dirigencia en un acto de justicia a reconocer a la militancia partidista con base en su valía colectiva y su valor profesional, participativo e histórico temporal. Puesto que nunca debe confundirse al interior de un partido político a la militancia participativa con el electorado fiel, ni mucho menos con quienes ofrecen al partido su servicio sólo y únicamente si existe un incentivo específico.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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