Sr. Embajador de los Estados Unidos de América, Ken Salazar:
Reciba un cordial saludo de un mexicano promedio, un latinoamericano que, a lo largo de su vida y mediante la socialización, ha aprendido el significado de su país para nuestra región. Soy una persona que forma una parte minúscula de esa conciencia colectiva y ese sentir de los pueblos al sur del Río Bravo.
Comienzo esta carta advirtiendo que no es sorpresa para ningún latinoamericano la postura injerencista que ha tomado su gobierno en el contexto de la reforma al poder judicial. Nosotros, los habitantes del sur, aún tenemos en la memoria las múltiples ocasiones en las que los Estados Unidos han intervenido en nuestros asuntos internos. Recordamos el Plan Cóndor, que utilizaron para instalar gobiernos títeres en el Cono Sur; también tenemos presente la operación ‘Rápido y Furioso’, donde armaron a los narcotraficantes mexicanos en pleno siglo XXI. No hemos olvidado el terrorismo que impulsaron en la región a través de la ‘Escuela de las Américas’, ni tampoco el despojo de territorios a México durante el siglo XIX, entre otras múltiples intervenciones de su país en nuestra región.
Dicho esto, permítame trasladarme al presente, tras su declaración sobre la reforma judicial: Déjeme recordarle que por medio de un voto prácticamente unánime los ciudadanos mexicanos pidieron que se hagan reformas de carácter urgente para la nación mexicana, en ese contexto se ubica la reforma al poder judicial. Por lo dicho anteriormente, no temo equivocarme al afirmar que ese cambio en el juego político mexicano viene con una carga fuerte de legitimidad, ya que es producto de una elección democrática. El posicionamiento de los Estados Unidos en el marco de una reforma de política interna compromete la soberanía popular y la democracia en México, sumándose esta intervención a la lista de ejemplos que redacté en el primer párrafo.
También es importante aclarar que el pueblo mexicano no ignora que su declaración no está aislada de la línea que han seguido los Estados Unidos con el actual Gobierno de México. Somos conscientes del financiamiento que han otorgado a los opositores para que representen los intereses de su país en nuestro territorio. El intervencionismo imperialista de su nación hacia la mía ya es de conocimiento público. El pueblo de México y de toda Latinoamérica no está despolitizado; ya no pueden ustedes perseguir sus intereses imperiales con la misma libertad y facilidad que en el siglo pasado. Permítame recomendarle, por su propio bien, que no subestime al pueblo de México.
No venga a mi país con un discurso sobre democracia, cuando en el suyo no existe la igualdad ante la ley; el valor del voto de cada ciudadano depende de en qué estado es depositado, pudiendo definir una elección tan solo los delegados imaginarios asignados a cada uno, sin importar por quién voten las mayorías. Como sucedió en 2016, elección en la cual la mayoría votó por Hillary Clinton, pero su sistema rudimentario dio el triunfo a Donald Trump. Esto, sin mencionar la injerencia que tienen las compañías con intereses particulares dentro de lo que ustedes llaman “democracia”.
Señor embajador, también le recomiendo reconsiderar el trato que tienen los Estados Unidos con su principal socio comercial si quieren conservar su lugar en el plano internacional. El surgimiento de un mundo multipolar se presenta ante ustedes como un peligro, peligro de perder su hegemonía; en cambio, para nosotros, llega como una oportunidad para poder comerciar, tener mayores oportunidades, entablar relaciones diplomáticas más importantes con las nuevas potencias mundiales y ejercer una mayor soberanía. Sin mencionar que varios países de esta región (incluyendo a México) pronto también estarán dentro de las diez principales economías del planeta.
Sin más por el momento, saludos cordiales.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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