¿Alguna vez has escuchado hablar de los animales que se autodevoran? En el mundo natural existen especies que se comen a sí mismas, incluso aunque les cueste la vida. Tal es el caso de las ascidias, un animal marino que se come su propio cerebro.
Es curioso cómo el reino animal puede ejemplificarse con la vida política mexicana. Tras la desastrosa derrota de la derecha corrupta mexicana el pasado 2 de junio, parece que hay partidos que se autodestruyen por sí solos, como el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ha dominado gran parte de la vida política mexicana desde la histórica lucha de la revolución.
Sin embargo, este partido histórico ya no es nada parecido al que construyó las instituciones que actualmente perduran en nuestro país. Ha abandonado la lucha del nacionalismo, el sindicalismo y el progresismo desde finales de la década de los 60, comportándose más como las serpientes.
Con el presidencialismo clásico del PRI, la sucesión presidencial corría a cargo del jefe del Ejecutivo mediante el famoso “dedazo”. Quien el Presidente de la República en turno designara se convertía en todo poderoso en el país y en el partido. Por ello, ser lambiscón o, como vulgarmente se dice, arrastrado, era primordial para obtener el poder, similar a cómo las serpientes se arrastran para para poder desplazarse.
Para devorar a sus presas, las serpientes tienen características físicas muy particulares; muchas suelen camuflarse con el entorno en el que se encuentran, comportamiento similar al del PRI, que puede parecer progresista, liberal o incluso de izquierda para cooptar al electorado, pero una vez en el poder practican políticas depredatorias en beneficio propio.
Las serpientes habitan en diversos ambientes: terrestres, marinas, arborícolas y fluviales. En México se decía que en cada familia había un priista, e incluso los muertos votaban por el PRI, así que sus militantes podrías estar hasta en el más allá.
Aunque no todas las serpientes son venenosas, comparten la característica de ser carnívoras y voraces. Del mismo modo, no todos los priistas fueron malos y algunos contribuyeron al desarrollo del país, pero todos compartían frases como “Un político pobre es un pobre político” y “El que no tranza, no avanza”.
Quizás la similitud más peculiar con las serpientes sea lo que está ocurriendo actualmente con el partido: hay serpientes que se devoran a sí mismas, un fenómeno conocido como “rey y rata”, donde estos ofidios a veces confunden sus propias colas con ratas y se devoran a sí mismos.
El pasado fin de semana, la dirigencia del PRI tuvo una sesión plenaria donde cambió sus estatutos y abrió la puerta para que la cabeza del partido pueda reelegirse hasta por 8 años más, una acción antidemocrática que incluso alarmó a algunos de sus afiliados, quienes advirtieron que podría ser la estocada final para el Revolucionario Institucional.
Ante esto, el actual dirigente del PRI, Alejandro Moreno, comenzó a acusar a los viejos priistas de ser los culpables de la debacle electoral y a revelar actos ilegales cometidos por los disidentes. Es entonces cuando la cabeza de la serpiente vio ratas en su cola y empezó a devorarse a sí misma.
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