A menudo, los críticos del presidente López Obrador lo critican por “polarizar desde la mañanera”, y este es un argumento de descalificación fácil por parte de quienes hacen análisis desde el prejuicio y el encargo de sus patrones: la plutocracia oligárquica que históricamente ha cooptado a la mayoría de medios hegemónicos. Lejos de polarizar, AMLO politiza todos los días al menos dos horas, pero, ¿en qué consiste exactamente este ejercicio de comunicación circular todos los días?
Con tono pausado, sin prisa, con respuestas de hasta dos horas, con análisis históricos, con crítica a la política neoliberal, con énfasis en la no corrupción, con “pecho descubierto” para recibir los comentarios y preguntas incómodas, y con la repetición una y otra vez de los mismos mantras de lo que ya se conoce el obradorismo; las mañaneras serán recordadas como el mayor ejercicio de politización que haya existido en gobiernos democráticos modernos.
Dicho ejercicio, inédito en la política mexicana, le dan a AMLO casi el 80% de aprobación en su último año de gobierno, además de, obviamente, políticas públicas adecuadas que se reflejan en buenos resultados.
México podría convertirse en el segundo país de América Latina que repite gobierno de un total de 17, y todo apunta que así será según las encuestas de opinión y el escenario nacional actual.
Pero, además de las mañaneras, ¿de qué otra forma una persona se politiza? Y, ¿cómo es que el mexicano es uno de los pueblos más politizados del mundo?
Una persona se politiza más cuando incorpora es su marco mental y de análisis elementos tan importantes como: amor al prójimo y a los desposeídos, humanismo y valores, sensibilidad y empatía por los demás, visión de comunidad y país, preocupación por los problemas de México y amor y cuidado por su familia. También implica rechazo del individualismo, al egoísmo, al aspiracionismo sin escrúpulos morales, a la indiferencia, al clasismo, al racismo, a toda forma de discriminación y violencia, a imposiciones, a invasiones y conquistas, a engaños y medias verdades, a mentiras, a la corrupción y a todo aquello que atente contra los intereses nacionales.
Politización implica apagar la televisión convencional para informarse en fuentes alternativas más analíticas, más críticas, más reflexivas, más objetivas, pero que, al mismo tiempo, estén del lado de las causas justas. Desde las redes sociales, politizarse implica seguir a las cuentas que dan información veraz, que no tergiversan por tener más seguidores, y que apoyan proyectos de respaldo a las grandes mayorías, que es el fundamento de la democracia.
Politizarse implica interesarse por los problemas a nivel nacional, estatal y local, y alejar el discurso de “todos son iguales” que solo vuelve indiferente a la sociedad y la deja a merced de los peores gobernantes.
Desde una ideología marxista, politizarse implica tener conciencia de clase y estar siempre a favor de los trabajadores, y, por supuesto, en contra de quien concentra la riqueza o se aprovecha de esta para explotar a los que menos tienen.
Politizarse es estar en contra de cualquier imperialismo, pero sobre todo del estadounidense, que ha cobrado la vida de millones de personas a través de guerras e invasiones encubiertas; y también comprender, en tiempos modernos; que Zelenzky es un títere, Netanyahu un criminal de guerra.
Politizarse es estar del lado correcto de la historia, y en el caso de México, es estar a favor de la 4T, del obradorismo como ideología y práctica humana, y de principios tan importantes como la soberanía energética y alimentaria.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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