El huracán Otis y sus consecuencias es la última oportunidad de la oposición para sobrevivir, así que, como sucedió con la pandemia, los contagios y la fuerza de los vientos, son culpa de la Cuarta Transformación. Sus consecuencias tienen su origen en que no saben gobernar según la simplista percepción de los opositores.
Nunca como antes una desgracia se había politizado tanto como ahora, las razones son muy claras, la derecha vio en la muerte y la desgracia su tabla de salvación. Así que convirtió las mentiras en campaña política, para llegar a través del sentimentalismo a la batalla electoral con un poco más de votos, con lo que considera misiles contra Morena y sus candidatos: el rumor.
La obsesión por regresar al viejo esquema del Fonden, del cual eran beneficiados no sólo funcionarios públicos sino hasta estrellas de la televisión y dela comunicación, pareciera ser el detonante adicional a esta guerra política en nombre de los muertos y damnificados.
Luego de más de cinco años en que la oposición no trabajó, quiere que el viento del huracán Otis afecte a Morena. Así, Otis viene a sustituir la flojera, ignorancia política y violencia de una oposición que se extravió en sí misma y la única arma con la que cuenta para desgastar al gobierno y evitar su continuidad es mintiendo, y aprovechando la tragedia de sus connacionales para golpear.
Un huracán categoría 4, como Manuel que pegó hace 10 años, tuvo 200 consecuencias fatales. Claro, eran otros gobiernos. Se actuaba primero para llenar los bolsillos y apoyar a los damnificados con posición económica acomodada. De ahí que haya un comentarista y entrevistador político que al ver que su yate sufrió daño, externó la ayuda que los políticos le otorgaban con dinero en efectivo del Fonden. Una conductora de TV añora el Fonden, porque, ahora que su mansión en Acapulco fue dañada, ya no le llega el dinero de la restauración vía funcionarios públicos que la ven en su programa matutino.
Esto aunado a la necesidad de ideas para deteriorar la imagen del gobierno actual se crean montajes, se elaboran audios con denuncias de robo y malos tratos, se acusa a la Guardia Nacional, al Ejército o la Marina de robos, golpes, represión, etc.
Por muchos años la oposición buscó pruebas de actos de corrupción, nepotismo, desvío de fondos, hasta amantes al presidente, sin lograrlo. El gran problema fue el fraude de Segalmex, que al parecer las investigaciones todavía no llegan a definir a todos los implicados y no se ha llegado a las alturas de la dependencia lo suficiente como para castigar a Ignacio Ovalle, pero en proporción con otros sexenios, no es nada ante la espectacularidad del uso de recursos públicos en favor de los bolsillos de funcionarios públicos, incluyendo a los presidentes.
El huracán llegó como un cúmulo de consignas para la oposición, como una ideología propia, como un pretexto para los exhibicionistas, y una manera de medrar con el dolor ajeno que, al parecer, es algo que ni siquiera toman en cuenta. Lo que les interesa es lograr sus fines sin importar el dolor, a la tragedia, la desesperación, el dolor.
La oposición ya había mostrado una insensibilidad de zombis durante la pandemia, la cual también adoptaron como consigna partidista y misiles contra el gobierno. Pandemia y huracán son fenómenos que no llegaron con la 4T, aunque pareciera que ellos tuvieron muestras de que tienen la patente como evidencia.
La oposición pareciera exigir no sólo perfección sino adivinos en el gobierno que conozcan el origen del Covid y el método para evitarlo, y la rapidez de los vientos en medio de un cambio climático que provoca que no haya rumbo definido ni destino calculable.
La oposición se agarra de un clavo caliente para no morir, ni se salva de su larga agonía ni fenece, sólo daña.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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